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Columna: No te engañes. El anuncio de Carl Nassib es algo muy importante para este país

Carl Nassib in Raiders football uniform
(John Bazemore / Associated Press )

Nassib es un hombre rico, blanco cisgénero, pero eso no significa que salir del closet sea fácil cuando se han introducido más de 250 proyectos de ley anti-LGBTQ en todo el país

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Gerry Crane solo llevaba tres años como profesor de música en la Byron Center High School, en las afueras de Grand Rapids, Michigan, pero su impacto en esa comunidad del oeste de ese estado fue duradero.

Crane llevó a la banda de la escuela a un premio regional, y en su última evaluación de desempeño de fin de año, William Skilling, el director de la escuela dijo que Crane era un buen modelo para seguir y “uno de nuestros mejores maestros en el personal”. Eso fue en junio de 1995.

Un año después Crane dimitió. Porque cuando la noticia de su ceremonia de compromiso con su pareja Randy Block empezó a circular en la comunidad religiosa conservadora, cientos de personas se presentaron en las reuniones del consejo escolar exigiendo el despido de “uno de nuestros mejores profesores en plantilla”.

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Se colocaron folletos en los autos de las iglesias “advirtiendo” a los feligreses de que había un profesor gay en su escuela pública. Finalmente, el acoso no solo obligó a Crane a abandonar su carrera, sino que contribuyó a su muerte. El patólogo forense que realizó la autopsia dijo que el estrés fue probablemente un factor que contribuyó al ataque al corazón que le mató en enero de 1997.

Esta fue la comunidad en la que empecé a escribir sobre la igualdad LGBTQ en 1998.

Y aquí fue donde recibí mi primera amenaza de muerte por hacerlo, y las amenazas no han cesado.

Por eso, cuando vi que la historia del jugador de Las Vegas, Carl Nassib, saliendo del closet, era recibida por mucha gente en las redes sociales con un “¿a quién le importa?”, me pareció indignante.

No porque durante 23 años haya recibido un flujo constante de recordatorios del tipo de personas a las que sí les importa. Sino porque recuerdo que cuando me entrevistaron para un trabajo en el periódico local, uno de los editores me dijo que mi condición de gay no sería un problema. Se refería a la redacción, por supuesto. Pero yo no vivía en la redacción. Vivía a unos 16 kilómetros de donde Crane daba clases, a ocho kilómetros de donde se celebró su ceremonia de compromiso y a menos de tres kilómetros del hospital donde murió.

Imagínese esa época: “The Ellen DeGeneres Show” estaba siendo boicoteado, y el presidente Clinton había impulsado la política del Departamento de Defensa de “no preguntes, no digas” y había firmado la Ley de Defensa del Matrimonio. Sin embargo, me dijeron que mi condición de gay no iba a ser un problema, como si trabajar en el periódico me aislara del resto del mundo.

Ahora entiendo por qué mucha gente lo dice. Quieren expresar su apoyo, desean ser inclusivos. Una manera de mostrar su respaldo fue la forma en que la camiseta de Nassib se convirtió rápidamente en una de las más vendidas de la liga. Pero la verdad es que decir “a quién le importa” la revelación de Nassib en un año en el que se han presentado más de 250 proyectos de ley anti-LGBTQ en todo el país no es una afirmación, es un insulto.

Es un intento frívolo de mostrar un poco de luz cuando todo lo que hace es revelar el privilegio que la persona olvidó dejar atrás en su camino hacia el apoyo LGBTQ. Las banderas del orgullo no ondean en todas partes en junio. Todavía hay muchos lugares en este país en los que puedes perder tu trabajo por ser LGBTQ, igual que Crane en 1996.

Hay nuevas leyes que prohíben a los jóvenes trans practicar deportes, y el Tribunal Supremo falló a favor de la discriminación de los padres del mismo sexo hace menos de una semana.

Intentar enmarcar la historia de la salida del closet de Nassib o de cualquiera sin este contexto es como meter una foto de 8x10 en un marco de 5x7. Para apreciar el impacto, hay que reconocer las condiciones. Decir “¿a quién le importa?” a alguien que sale del closet es el equivalente a decir “no veo el color” mientras los funcionarios electos elaboran proyectos de ley de restricción del voto que perjudican desproporcionadamente a las personas de color.

El año pasado, el Proyecto Trevor, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la prevención de crisis y suicidios entre los jóvenes, realizó una encuesta que reveló que el 40% de los jóvenes LGBTQ “consideraban seriamente” el suicidio. Nassib dijo que la representación y la visibilidad son cruciales en su anuncio y prometió 100.000 dólares al Proyecto Trevor para ayudar a salvar vidas.

Preguntar “¿a quién le importa?” con tantos jóvenes LGBTQ considerando el suicidio sugiere que algunas de estas personas han confundido la indiferencia con el apoyo silencioso. La indiferencia pregunta “¿a quién le importa?”. El aliancismo proporciona la respuesta.

Nunca tuve la oportunidad de conocer a Gerry Crane, pero pienso mucho en él. La persecución, la presión para destituirlo a pesar de ser aclamado como un gran maestro, es desgarrador.

En muchos sentidos, esa parte del país ha cambiado bastante en cuanto a actitudes y protecciones legales para la comunidad LGBTQ. Pero si se tiene en cuenta que una de las primeras cosas que hizo Betsy DeVos, que también es del oeste de Michigan, como secretaria de Educación fue ir contra los estudiantes transgénero, hace recordar lo que no ha cambiado.

Te recuerda lo que tantas personas LGBTQ -tanto jóvenes como mayores- temen al salir del closet. Ser un objetivo. Ser deshumanizados. Morir.

Hace que uno se pregunte cómo puede alguien ver a Nassib como algo más que valiente. Sí, como hombre blanco y rico en Estados Unidos, tiene recursos que otros no tienen. Pero eso no significa que salir del closet y serlo sea fácil para él o para cualquier otra persona.

¿Cómo podría serlo cuando tantos funcionarios electos siguen persiguiendo nuestros derechos y algunos de nuestros aliados utilizan el “¿a quién le importa?” como un grito equivocado?

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

@LZGranderson

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