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Columna: Simone Biles destaca como ser humano, pero fracasa como gimnasta

U.S. gymnasts Simone Biles, right. and Jordan Chiles watch the women's individual all-around final at the Tokyo Olympics.
Las gimnastas estadounidenses Simone Biles, a la derecha, y Jordan Chiles observan la final individual femenina en los Juegos Olímpicos de Tokio. (Wally Skalij / Los Angeles Times)
(Wally Skalij / Los Angeles Times)
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Simone Biles estaba en un lugar mejor el jueves.

En la mañana de la final del all-around de gimnasia, de la que ya se había retirado, Biles publicó un mensaje inspirado en una experiencia personal: “la efusión de amor y apoyo que he recibido me ha hecho darme cuenta de que soy más que mis logros y la gimnasia, algo que nunca había creído de verdad”.

Su agradable sorpresa ante el cálido abrazo público que recibió fue una admisión indirecta de una verdad que su ferviente ejército de defensores se negaba a reconocer.

Biles fracasó como gimnasta.

Su tuit daba a entender que no creía que podría recibir palabras tan amables si se la hubiera juzgado únicamente por su rendimiento deportivo; que se le dieron gestos de amabilidad porque el público la veía como un ser humano, no solo como una gimnasta.

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Es maravilloso que tanta gente se mostrara tan empática con ella tras su abandono del equipo y la posterior competición de all-around.

Sin embargo, mientras este episodio se aleja en el pasado, vale la pena examinar el tema de la tensión, específicamente su lugar en el deporte.

Esta no será la última vez que un atleta no compita por la preocupación de su bienestar mental.

La campeona de tenis Naomi Osaka participó en estos Juegos Olímpicos después de una pausa mental autoimpuesta durante la cual se saltó Wimbledon. Varios jugadores de béisbol de las ligas mayores y menores se han apartado en los últimos años alegando razones psicológicas, como el relevista de los Angels Ty Buttrey en abril.

Al igual que ocurrió con la retirada de Biles, estas historias suscitaron respuestas contrapuestas por parte de observadores bien intencionados, que al expresar su simpatía por los atletas de repente restaron importancia a las mismas razones por las que fueron admirados en primer lugar.

El impulso de querer defender a Biles es totalmente comprensible. Es una deportista espectacular y una digna embajadora de su deporte.

Simone Biles
Simone Biles mira después de retirarse de la final femenina por equipos el martes en los Juegos Olímpicos de Tokio. (Wally Skalij / Los Angeles Times)
(Wally Skalij / Los Angeles Times)

Sean cuales sean las razones, si sentía que no podía competir, o incluso si simplemente no quería hacerlo, no debería haberlo realizado. Era su derecho como ser humano. Teniendo en cuenta que fue abusada sexualmente por Larry Nassar bajo la vigilancia de USA Gymnastics, ciertamente no le debía nada al organismo rector. Su única obligación era con sus compañeras de equipo. Si ellas estaban de acuerdo con que se negara a intentar su salto, todos los demás deberían apoyarlo también.

Sin embargo, es increíblemente falso defender a la gimnasta Biles con los mismos argumentos utilizados para defender a la mujer Biles.

La presión es una parte fundamental del deporte. La capacidad de rendir bajo presión es lo que a veces separa a los grandes de los buenos y a los profesionales de los aficionados.

Las actuaciones en los grandes eventos se aprecian más que las de los menores, en parte, por el estrés que conllevan. Michael Jordan fue Michael Jordan por lo que hizo en la postemporada de la NBA, igual que Biles fue Biles por su excelente participación en los Juegos de Río 2016. Hubo una razón por la que la victoria de Argentina en la Copa América de futbol se celebró fuera de Sudamérica; el campeonato fue el primero de Lionel Messi en una competición internacional, sin el cual su carrera se percibía como incompleta.

Los defensores de Biles que denuncian el peso de sus cargas suenan como la gente que se queja de la fuerza desmedida en el futbol. ¿Qué quieren? ¿Que se prohíba el deporte? Porque no hay deportes sin presión, como no hay futbol sin agresividad.

Los argumentos de que su fracaso la hace más humana no tienen sentido. Es rica y famosa por su capacidad de no parecer humana.

Igualmente, ridícula es la racionalización de que lo ocurrido no afecta a su legado. Piénsalo así: ¿Habría mejorado su legado si hubiera llevado a Estados Unidos a otro oro por equipos y hubiera defendido su título individual? Por supuesto que sí.

Y a los que reaccionaron a la renuncia de Biles a mitad de la competición diciendo: “¿Y qué?”: Pues que no hizo su trabajo.

Para ser claros, Biles puede elegir no hacer ese trabajo. Es su derecho. No la hace menos persona. Pero no pretendas que eso no la denigre como gimnasta.

La negativa a reconocer esta realidad le transmite un mensaje erróneo: que su valor está directamente relacionado con sus logros. Así que acepta su fracaso como gimnasta y reconoce sus defectos deportivos, por pocos que sean. Necesita saber que su valor como ser humano no se mide por sus puntuaciones en el salto o en el suelo.

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