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LAFC entra al círculo de clubes ganadores en Los Ángeles

LAFC conquistó su primera corona en su corta historia de la MLS.
(Roberto Cortés/Especial para LA Times en Español)

El conjunto Oro y Negro, gracias a sus individualidades importantes en la plantilla, amor propio y algo de fortuna, se coronó campeón de la Copa MLS este sábado en el Banc of California Stadium

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El partido estaba casi perdido. LAFC no había jugado bien pues se encontró en la final de la MLS con un Union de Filadelfia que fue agarrando confianza poco a poco y que tuvo en la lona al conjunto Oro y Negro en más de una ocasión. LAFC también tuvo varias oportunidades de asegurar la corona cuando contó con dos ventajas en tiempo regular, pero también hizo todo lo necesario para llevarse la mayor decepción de su historia, una a la que no iba a poder recuperarse en mucho tiempo y que iba a dejar a sus aficionados traumados de por vida.

Pero el conjunto Oro y Negro, gracias a sus individualidades importantes en la plantilla, amor propio y algo de fortuna, se coronó campeón de la Copa MLS este sábado en el Banc of California Stadium, al vencer por 3-0 en los disparos desde el punto de penalti al Union después de empatar 3-3 en tiempo regular, capitalizando una temporada en la que fue ganador del Supporter’s Shield, trofeo que se le da al mejor equipo de la campaña regular. En los últimos 10 años, solamente un equipo se había proclamado campeón después de ganar el Supporter’s Shield en la misma temporada.

Por pasajes, el LAFC había hecho lo necesario de un equipo grande de esta ciudad, como son los Lakers, los Rams y el Galaxy, tal como sucedió al anotar el 2-1 por parte de Jesús Murillo cuando restaban ocho minutos para el final. Pero luego dejó ir la victoria una jugada después debido a una distracción en la defensa y Jack Elliot anotó sin marca alguna para confirmar que el equipo de Jim Curtin no llegó a la final de casualidad.

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En tiempo extra, el mismo Murillo cometió un error garrafal que forzó el sacrificio del arquero canadiense Maxime Crépeau, quien terminó con una serie lesión que le hará perderse el Mundial de Qatar además de ser expulsado, en una jugada que parecía ser el final del equipo Oro y Negro. El equipo ya estaba desdibujado después de una salida tempranera de Cristian Arango y también la partida de Carlos Vela del encuentro. Y si no había encontrado un buen flujo de juego durante el cotejo con 11 hombres, con un jugador menos, parecía imposible.

Poco después, los fantasmas de un equipo chico comenzaron a atormentar a los aficionados del LAFC. Llegó el 3-2 del Union nuevamente por parte de Elliot, que parecía lapidario para un conjunto que se estaba pareciendo a su antecesor en la liga, Chivas USA, conocido más por sus derrotas estrepitosas, o como los Clippers, el eterno segundo equipo de Los Ángeles detrás de los Lakers, acostumbrando a atragantarse cuando tiene toda la mesa servida para dar el siguiente paso de nivel.

“Este equipo se caracteriza porque tiene una fuerza mental increíble”, declaró Cristian Arango, delantero del LAFC. “Se reflejó en el campo”.

Pero el LAFC demostró que está para cosas grandes y que su destino está con la realeza de esta ciudad cuando Gareth Bale, un hombre que no había hecho mucho en la liga y que tiene un salario de más de 2.3 millones de dólares, se levantó por los cielos tras un centro milagroso de Eddie Palacios y le ganó al espigado Elliott, autor de dos tantos en la final, para poner el marcador 3-3 cuando todo parecía que el sueño de campeonato del LAFC se terminaba en minuto y medio. Fue una salvación estilo Hollywood que solamente lo habíamos visto en los mejores días del Galaxy, quienes ya nos han dado buenas dosis de finales cardíacas con finales de telenovela, pero no como el que vivímos el sábado.

Carlos Vela recibe la Copa MLS, su primer título de liga en su carrera.
Carlos Vela recibe la Copa MLS, su primer título de liga en su carrera.
(Roberto Cortés/Especial para LA Times en Español)

Lo vimos cuando David Beckham se fue como bicampeón de la MLS en 2012, también cuando Landon Donovan se despidió del Galaxy como monarca en 2014, y en varios pasajes de la histórica galáctica reciente con Zlatan Ibrahimovic que tuvo más de una tarde dramática y con escenas de heroísmo en 2018.

Y luego llegaron los penales con un español Cristian Tello que cobró de forma pésima a las manos de Andrew Blake. Sin embargo, cuando tenían otra vez el sartén por el mango y podrían haber tomado ventaja vital y el momento en la serie de penales, Dániel Gazdag se resbaló y falló su disparo. Luego llegó la serenidad de Denis Bouanga, del LAFC, mientras que José Martínez, del Union, entregó su disparo a las manos de John McCarthy, un arquero que solamente había jugado un partido con el LAFC en toda la temporada regular.

Ryan Hollingshead anotó con autoridad y el que terminó confirmando el colapso gigantesco del Union fue Kai Wager, quien volvió a ejecutar mal hacia las manos de McCarthy. El enorme Illie Sánchez anotó el tanto final, aprovechando que podía darse el lujo de fallar y aún su equipo tendría una oportunidad más para coronar. El Union, que estuvo a minuto y medio de conquistar su primer título de la MLS, se quedó con las manos vacías y esta final le va a doler por mucho tiempo.

“Primero que nada, no entiendo lo que pasó hoy. Pensábamos que estábamos preparados para ello, pero hay tantas situaciones que te llevan a una diferente forma de mentalidad. Creo que la afición hizo la diferencia”, reconoció Sánchez. “Estoy seguro de que fuimos campeones porque jugamos en casa”.

“Por 10 o 15 minutos parecía una película de Halloween y luego lo terminábamos con un final de Hollywood”, declaró Vela. “Cuando no pensábamos que iba a pasar algo así, pasó”.

El Banc of California Stadium vivió lo que muchos han calificado como “la mejor final de la MLS en la historia” y otros “como el mejor partido de la liga”, pero lo cierto es que vieron a un equipo que dejó lejos el “ya merito” y se convirtió en un pilar del futbol estadounidense y sobre todo, en un triunfador en una ciudad que no se conforma con equipos que jueguen bonito, que tengan estrellas o sean “buenas personas”, sino que reclama campeonatos.

En el suelo dejaron a un equipo que realmente jugó mejor que el LAFC, que tuvo carácter, pero le faltó lo que esos equipos grandes tienen: jugadores claves que hacen jugadas inmortales cuando el partido lo requiere... y la diosa fortuna.

El LAFC ya tiene uno título en sus cinco años de existencia y dos Supporter’s Shield. Está lejos aún del más triunfador de la MLS, el Galaxy de Los Ángeles, pero ya comenzó a robarle cámara y a presionar la historia de su archirrival, que hasta hace cinco años se sentía el rey y todo poderoso de la ciudad.

La tarde del sábado no había más: o el LAFC se llenaba de gloria o sería la burla de todo, como un equipo chico que no pudo capitalizar su buen momento. Hizo lo primero de una forma que solamente los equipos que quieren ser grandes lo hacen. Aún faltará por ver, con el pasar de los años y las temporadas, si el LAFC se mantiene, tal como lo ha hecho el Galaxy en sus 28 años de historia, pero por ahora, ha dado un paso muy importante.

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