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Mundial Femenil reencontró a Quinley Quezada con sus raíces y llenó de orgullo a su padre

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Raúl Quezada, de padres mexicanos, y su hija Quinley, jugador de la selección de Filipinas.
(Cortesía Raúl Quezada)

Raúl Quezada hizo el viaje a Australia y Nueva Zelanda siguiendo cada paso de su hija con la selección de las Filipinas, y vivió muchos momentos memorables

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Raúl Quezada es uno de los padres más orgullosos que existen en estos días. Su hija, Quinley, fue titular en los tres partidos de la selección de Filipinas que disputó su primer mundial en su historia en la actual Copa del Mundo que se disputa en Australia y Nueva Zelanda.

Quinley, nacida en Rosemead, California, es una de tres jugadoras de la selección de Filipinas con raíces latinas. La exjugadora de UC Riverside de 26 años de edad, es hija de Ruth, de raíces filipinas y Raúl, un mexicoamericano.

Aunque el equipo quedó eliminado en la primera ronda, los Quezada nunca podrán olvidar esa victoria por 1-0 ante el país anfitrión Nueva Zelanda, la cual representó el primer triunfo de Filipinas en las Copas del Mundo. En ese encuentro, jugó de mediocampista e hizo mucha labor de sacrificio, al defender y atacar, y fue reemplazada al minuto 70.

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Raúl, que hizo el viaje a Australia y Nueva Zelanda siguiendo cada paso de su hija, vivió muchos momentos memorables, como cuando vio la foto de una pequeña aficionada de cinco años rumbo al estadio de Wellington con sus padres portando la camiseta de Filipinas, el número 20 y el apellido “Quezada” en el dorsal.

“Quinley está inspirando a niñas, está inspirando el deporte de las mujeres, a niñas filipinas, a niñas latinas. Cuando la ven, pueden decir: ‘me veo como ella’”, dijo el orgulloso padre. “Me da gusto ver que está inspirando a niñas de hasta cinco años”.

El hijo de papá zacatecano y mamá con raíces en Jalisco nunca se imaginó que su apellido estuviera en la camiseta de la selección de Filipinas y mucho menos en una Copa del Mundo. Por eso, hizo el viaje junto a sus otros hijos hasta Australia y Nueva Zelanda para apoyar a la más pequeña de sus hijas.

Y cuando el sueño terminó con la derrota de 6-0 ante Noruega en la fase de grupos, los aficionados reconocieron todo el esfuerzo de cada una de las jugadoras que representaron al país asiático en ese torneo. Después del Mundial, 13 de las 23 jugadoras mundialistas viajaron a Filipinas para una celebración especial, donde fueron recibidas por miembros de la Federación de Futbol de las Filipinas y políticos. También hubo una conferencia de prensa con ellas y convivieron con aficionados en una tienda de Manila, y tuvieron varias entrevistas con importantes medios de comunicación de ese país.

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Ramona Bachmann, de Suiza, a la derecha, trata de marcar a Quinley Quezada, de Filipinas, durante la primera mitad del partido del Grupo A de la Copa Mundial Femenina entre Filipinas y Suiza en Dunedin, Nueva Zelanda, el viernes 21 de julio de 2023. (AP Photo/Alessandra Tarantino)
(Alessandra Tarantino / Associated Press)

“Se que dejó todo en la cancha. Sé que entrenó muy duro para estar en esa posición. Estoy muy orgulloso de que fue humilde y le dio grandes alegrías a los aficionados”, indicó Raúl.

Quinley creció en California muy cerca de su familia mexicana, con su abuelita Angelina, quien la cuidaba junto a sus hermanos Fressia, 30, Alessandro, 28, y Taymar, 27. Por ello, su lado mexicano prevaleció un poco más al conocer su cultura.

“Mi mamá es la que le dio la cultura latina, les cocinaba platillos mexicanos. Los llevaba a las playas de Baja California”, recordó Raúl. “Estaba expuesta a ambas culturas, pero más al lado mexicano pues mi mamá las cuidó por mucho tiempo”.

Con sus abuelos maternos ya fallecidos, la Copa del Mundo sirvió para conectar a Quinley con sus raíces filipinas de varias maneras.

Al salir al estadio para el último partido de Filipinas ante Noruega, vio como casi todo el publico las apoyaba, algo que emocionó a mucho a Quinley. Al escuchar el himno nacional de Filipinas, Quinley también se conmovió al recordar a sus abuelos maternos ya fallecidos.

“Me hubiese gustado que me hubieran visto (mis abuelitos) en donde estoy ahora. Me hubiese gustado que me vieran jugar en el Mundial”, indicó Quinley a LA Times en Español sobre sus abuelos filipinos.

Aficionados de todas las edade
Aficionados de todas las edades, incluyendo a esta niña de cinco años, en el camino al estadio, apoyaron al equipo de las Filipinas.
(Cortesía Kyra Taylor )

El Mundial también fue una culminación de un sueño que inició desde los seis años cuando comenzó a jugar en AYSO en el Sur de California y su papá era su entrenador. A los 14, Raúl se dio cuenta que era hora de tomar el próximo paso y competir a nivel club. Eso indicaba costos de torneos, inscripciones y viajes por lo que Raúl le advirtió a Quinley que tenía que comprometerse con el deporte, pues la familia estaría haciendo muchos sacrificios.

Su papá entonces se convirtió de ser su entrenador, a ser su mánager, secretario y camarógrafo.

“Yo filmé todos sus goles y he grabado todos sus goles desde los 14 años hasta la high school”, explicó Raúl, quien señaló que gracias a sus grabaciones pudieron asegurar un puesto para su hija en UC Riverside. Raúl también recordó que su hija siempre tuvo en la mira jugar en División I en el fútbol colegial. Quinley se graduó en 2019 de UC Riverside en administración de empresas, después de ser la segunda mejor goleadora del equipo universitario en 2016 y 2017.

Quinley comenzó a jugar a los seis años en un equipo de AYSO.
Quinley comenzó a jugar a los seis años en un equipo de AYSO.
(Cortesía Foto Familiar )

“Ella sabía que el fútbol es su pasión. El fútbol es vida y la vida es fútbol”, dijo Raúl al referirse a una frase que su hija ha adoptado. De acuerdo al orgulloso padre, el fútbol le ha ayudado a darle varios valores importantes a su hija, como la de trabajar duro, ser humilde y ser una buena compañera de equipo.

Cuando Quinley tenía 12 años, uno de sus entrenadores con conexión con la selección femenil de México, le recomendó a Raúl que llevara a sus hijas a unas pruebas organizadas por Leonardo Cuéllar, el entonces director de selecciones femeniles del Tri Femenil. La respuesta fue positiva para Quinley y Taymar, pero les pidieron regresar cuando estuvieran un poco más grandes de edad.

Pero Quinley siempre ha soñado alto y la familia Quezada tenía un dicho cuando estaba joven: “Quinley, algún día vas a llegar a Alemania”. Eso significaba para ellos que iba a estar en las grandes ligas del fútbol femenil. El disputar una Copa del Mundo hizo realidad ese dicho.

La oportunidad de jugar a nivel internacional surgió nuevamente en 2017 cuando su entrenador de fútbol en UC Riverside le dijo que la federación de Filipinas iba a tener unas pruebas en Corona y le recomendó ir. En ese tiempo, Filipinas tenía un equipo muy joven e inexperimentado. Tampoco tenían jugadoras de la calidad de Quinley.

“Había mucho trabajo por hacer. Ella estaba ahí para estar a largo plazo. Era fácil para muchos decir: ‘este equipo es muy malo, no es fácil perder todo el tiempo o esto va a tomar mucho tiempo para mejorar’, pero Quinley dijo: ‘estoy aquí para quedarme a largo plazo’”, recordó Raúl.

Disputaron numerosos torneos y perdieron varios partidos, pero poco a poco fueron mejorando, con varias jugadoras que se les fueron uniendo. En 2018 disputó la Copa Asiática y se convirtió en la primera jugadora de UC Riverside en ser parte de un equipo de eliminatoria mundialista.

“Ella sabe que el jugar a nivel internacional no es solamente un deporte”, explicó Raúl sobre su hija que ha jugado en las ligas de Taiwán, Japón y Serbia. “Cuando las ven jugar en estos torneos como la Copa del Mundo y ven a chicas como Quinley, que se ven Filipinas, se ven Latinas, les da esperanza”.

También, Raúl dijo que es importante que las niñas sepan que no solamente se trata de ver a sus figuras e inspirarse, pero también hay que acercarse a ellas para recibir consejos.

“No fue suerte. No fue estar en el momento correcto en el lugar correcto. Lo que realmente se hizo fue tomar una decisión, soñar grande, tener disciplina y no tener miedo de hablarle a tus mentores”, indicó Raúl. “Las jugadoras no son figuras que están en los posters o en la TV, son gente accesible y ellas te pueden decir cosas que pueden hacer la diferencia en niñas y jóvenes que tienen sueños similares”, expresó Raúl.

A construir sobre lo que se ha logrado...

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Geraldine Reuteler, de Suiza, a la izquierda, alcanza el balón frente a Quinley Quezada, de Filipinas, durante la primera mitad del partido del Grupo A de la Copa Mundial Femenina entre Filipinas y Suiza en Dunedin, Nueva Zelanda, el viernes 21 de julio de 2023. (AP Photo/Alessandra Tarantino)
(Alessandra Tarantino / Associated Press)

Para Quinley, las dos derrotas y una victoria en la fase de grupos en un primer mundial ponen una meta tangible a los futuros equipos nacionales de Filipinas.

Por lo pronto, el seleccionado filipino tiene el reto de reemplazar al entrenador Alen Stajcic, quien anunció su adiós de la selección dos días después de la eliminación de la Copa Mundial. Ahora, las Filipinas deben de cambiar la página y prepararse para los Juegos Asiáticos de 2022 se celebrarán en septiembre en Hangzhou, China.

“Fue nuestra primera Copa del Mundo. Enfrentamos a muchos equipos fuertes para prepararnos pero nunca jugamos contra una Noruega o Suiza. Así que creo que estuvo bueno que estuvimos expuestas a ese nivel. Tenemos que construir y ojalá algún día estar a ese nivel”, declaró Quinley, quien ahora se enfoca en encontrar un nuevo equipo, después de su pase por el fútbol de Serbia con el Red Star Belgrade.

“Hemos crecido tanto en dos años. Creo que hemos crecido 15-20 años en ese período de dos años”, indicó Quezada.

A Quinley también le gustaría jugar en la Liga MX pues es un estilo que se le acomoda por lo técnico y también le gustaría conectarse aún más con su lado mexicano.

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