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El apuro por extraer órganos y tejidos humanos para donaciones perjudica la investigación policial de las muertes

A body at the Pierce County medical examiner's office in Tacoma, Wash.
Un cuerpo en la oficina del forense del condado de Pierce en Tacoma, Washington.
(Christina House / Los Angeles Times)
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Cuando Marietta Jinde, de 69 años, murió, en septiembre de 2016, la policía ya había visitado el domicilio de la mujer varias veces por denuncias de posibles abusos. Un detective describió las condiciones de la casa, en Gardena, como “horrendas”.

Jinde estaba tan demacrada y frágil, que el hospital pidió a los funcionarios de servicios de protección para adultos del condado de Los Ángeles que investigaran su deceso.

Sin embargo, cuando el investigador forense pudo examinar el cuerpo, que pesaba 70 libras, los huesos de sus piernas y brazos ya no estaban. También faltaban grandes trozos de piel de su espalda. Con el permiso de los funcionarios del condado y alegando que desconocían las acusaciones de abuso, los empleados de OneLegacy, una compañía de adquisición de tejidos humanos del sur de California, tuvieron acceso al cuerpo y tomaron partes que podrían haber proporcionado pruebas cruciales.

Funcionarios forenses señalaron que la policía no les informó sobre las posibles quejas de abuso hasta 10 días después del fallecimiento de la mujer. Notificaron que pudieron completar su investigación utilizando el examen de la autopsia, los registros del hospital y las fotos, y determinaron que había muerto por causas naturales, incluida una enfermedad cardíaca grave.

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Después de revisar el informe de la autopsia, Cyril Wecht, un patólogo forense consultado sobre muchas investigaciones de decesos prominentes, cuestionó la capacidad del forense para tomar esa determinación cuando los huesos y la piel ya habían sido extirpados.

“No podemos estar seguros de que los huesos no estaban fracturados”, expuso Wecht. “Esto podría haber sido un homicidio”.

El caso es una de las muchas investigaciones por decesos en todo el país, incluidas más de dos docenas en los condados de Los Ángeles y San Diego, que sufrieron complicaciones o fueron arruinadas cuando partes trasplantables fueron extraídas de los cuerpos antes de que se realizara la autopsia, según descubrió The Times.

En múltiples casos, los forenses debieron adivinar la causa del deceso. La recolección temprana de tejidos frustró demandas por muerte injusta y negligencia médica. Un fallecimiento después de una pelea con la policía sigue sin resolverse. Las maniobras de extracción provocaron cambios en los cuerpos, que los médicos forenses confundieron con lesiones o abuso. En al menos un caso, se retiró un cargo de asesinato.

La extracción de órganos antes de una investigación ha sido legal durante mucho tiempo, siempre que el forense esté de acuerdo. La motivación para ello fue aumentar la cantidad de corazones, riñones y otros órganos vitales necesarios para prolongar la vida de estadounidenses que esperan trasplantes. Para incrementar esos números, California y otros estados aprobaron leyes en la última década que exigen que los forenses “cooperen” con las agencias de donaciones para “maximizar” la cantidad de órganos y tejidos tomados para trasplantes. Los cabilderos de las empresas de obtención de órganos ayudaron a redactar el proyecto y a convertirlo en ley.

En un puñado de estados, las normas van más a fondo y conceden a las compañías el poder de obligar a los forenses a retrasar las autopsias hasta que hayan tomado las partes de los cuerpos.

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Aunque las firmas hacen hincapié en los trasplantes de órganos, en muchos más casos en todo el país obtuvieron piel, huesos, grasa, ligamentos y otros tejidos que generalmente no se usan para afecciones potencialmente mortales. Esas partes del cuerpo alimentan un floreciente mercado de biotecnología industrial en el que una medida de media cucharadita de piel humana molida tiene un precio de $434. Ese producto es uno de los utilizados en cirugía estética para rellenar los labios y las partes posteriores, llenar hoyuelos de la celulitis y aumentar el tamaño de penes. Un sólo cuerpo puede suministrar materias primas para productos que se venden por cientos de miles de dólares.

Al impulsar las leyes, las empresas señalaron artículos publicados en revistas profesionales que declaran categóricamente que nunca ha habido una sola instancia documentada de obtención de partes del cuerpo que interfiera con una investigación de muerte.

Pero los autores de dichas notas incluyeron a ejecutivos de empresas privadas de obtención de materiales y otros con vínculos no revelados con la industria. Y la fuente fue un breve artículo, aparecido en 1994 en un boletín informativo del Colegio de Abogados de EE.UU, que ni siquiera discutía la donación de huesos y otros tejidos.

Esta ampliación del accionar de la industria preocupa a algunos investigadores. Melissa Baker, ex investigadora de la oficina forense en el condado de Pierce, Washington, se presentó como denunciante en 2015, después de que tres empresas de adquisiciones se mudaron a la morgue de ese condado para tener acceso a cadáveres.

“Una de mis mayores preocupaciones... era el hecho de que alguien podría haber cometido un asesinato y quedar libre porque la evidencia era confusa, se perdía o no podía recopilarse”, observó.

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Una revisión independiente de la denuncia de Baker descubrió que se extravió evidencia en un caso de homicidio cuando el equipo de adquisiciones lavó las manos de la víctima. Sin embargo, no encontró otros “problemas probatorios”. Thomas Clark, forense del condado de Pierce, había seguido la ley estatal al cooperar con las compañías para que las partes humanas pudieran ser removidas sin afectar sus autopsias, estableció.

“Ningún sistema de investigación de muerte es perfecto”, expuso Clark a The Times. “Incluso en uno que no tenga relación alguna con una agencia de donaciones, existe la posibilidad de que alguien pueda ser condenado de manera inapropiada... También podría ocurrir que una persona quede libre. No creo que esa cuestión cambie para nada con la donación”.

Cuando alguien muere inesperadamente, la responsabilidad de determinar la causa recae en el forense, conforme la ley de California. Como mínimo, el investigador debe ver el cuerpo y determinar si hay signos de trauma o de algo criminal, de acuerdo con las reglas publicadas en el sitio web del condado de L.A. Pero los registros del condado muestran que ello puede ser imposible cuando faltan huesos o piel al momento de ese examen. “El cuerpo fue revisado en el [depósito de cadáveres] y se observó que se habían extraído órganos, lo cual impidió cualquier observación adicional”, escribió un investigador del forense del condado de Los Ángeles después de que Santiago Guimary Jr., de 58 años y residente de Long Beach, colapsó en un local de bowling en 2008, y murió poco después.

Melissa Baker, a former death investigator in Pierce County, Wash.
Melissa Baker, ex investigadora de muertes en la oficina forense del condado de Pierce, Washington.
(Christina House / Los Angeles Times)

En el caso de Guimary, Jinde y otros decesos en Los Ángeles, los ejecutivos de OneLegacy afirmaron que habían actuado conforme la ley al obtener la autorización de los forenses antes de extraer tejidos. Tom Mone, director ejecutivo de la firma, declaró a The Times que OneLegacy no recibió nunca “referencias a problemas con las autopsias” de médicos forenses y examinadores con los que trabaja.

Jonathan Lucas, forense principal del condado de Los Ángeles, cree que los patólogos de su oficina pudieron usar los registros del hospital y otras pruebas para responder a las dudas que deja la extracción de tejidos u órganos. En su opinión y la de su personal, ninguna investigación criminal o hallazgo de causa de muerte había sido impedido por ello, y agregó que las autopsias cumplieron con el “protocolo y los requisitos legales” de su oficina.

El contrato del condado con OneLegacy tiene restricciones. La extracción de órganos de víctimas de sospechas de abuso infantil y homicidios involucrados con oficiales deben ser aprobadas por un funcionario de la morgue de alto rango. Otra excepción notable al contrato es que la donación es “generalmente inadecuada” en casos de interés mediático, incluidas las muertes de celebridades.

Jonn Flath, de 18 años, quien había sido un atleta en la preparatoria, murió repentinamente en 2011, cuando se sentó después de ejercitarse con cadetes en el programa ROTC de la Fuerza Aérea. Debido a que el adolescente estaba registrado como donante de órganos y tejidos, la familia no pudo detener la extracción.

Su padre, Mark Flath, de Agua Dulce, le rogó a OneLegacy que no extrajera tejidos del cuerpo antes de que el forense realizara la autopsia. Pero OneLegacy tomó huesos y otros tejidos, incluido el corazón de su hijo, por sus válvulas, que se venden como dispositivos médicos. El forense del condado de Los Ángeles luego no pudo determinar por qué el adolescente había muerto. “Nadie puede siquiera imaginar lo que significa que no puedan completar la autopsia porque han tomado el corazón de tu hijo”, dijo Mark Flath.

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Más tarde, Flath demandó al forense y a OneLegacy, alegando que un forense adjunto le había dicho que había sido un error del condado permitir que la compañía extrajera el corazón de su hijo. Pero su abogado se retiró del caso, contó Flath, cuando se enteró que la ley estatal protege de demandas a los forenses y a las agencias de donación, excepto en casos de irregularidades extremas. Flath intentó seguir adelante con el caso sin un abogado, pero finalmente un juez accedió al pedido del condado de que el proceso fuera desestimado.

Lucas, el forense en jefe, afirmó que su oficina había recibido una evaluación del corazón del adolescente realizada por un patólogo empleado por la empresa que procesó y vendió las válvulas. Las agencias de donaciones han asegurado a los investigadores que sus exámenes cardíacos son más exhaustivos que los hechos por cuenta de los forenses.

Después de que la empresa envió lo que quedaba del corazón del adolescente a la morgue, otros dos especialistas también lo examinaron, informó Lucas. Es poco común, pero posible, que alguien con “un corazón de apariencia normal” muera de una arritmia cardíaca fatal, señaló.

Incluso si el patólogo de una compañía examina los restos de un corazón en lugar de los médicos forenses -una práctica ahora común- la revisión excluirá áreas cruciales que se cortan junto con las válvulas, advierte Ann Bucholtz, ex forense del condado de Ventura, en su libro sobre ciencia forense. Un estudio de 2007 detalló cómo el examen de las agencias, después de la extracción de las válvulas, no puede encontrar varias afecciones, como anormalidades que causan arritmias relacionadas con el 3% de las muertes cardíacas repentinas. “La verdadera causa de la muerte”, escribió Bucholtz, puede pasarse por alto.

Mudanza a la morgue del condado

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En 2007, el año en que se aprobaron las leyes en California y en muchos otros estados, las agencias de donantes obtenían sólo el 2% de huesos, piel u otros tejidos a través de referencias de médicos forenses, según una encuesta realizada por la Asociación Estadounidense de Bancos de Tejidos. Ahora, algunas compañías informan que la mayoría de sus donantes provienen de los transportados a la morgue del condado.

Mone, el CEO de OneLegacy, que trabaja en siete condados del sur de California, precisó que aproximadamente el 63% de los donantes de órganos y el 51% de los donantes de tejidos provinieron en 2017 de las asociaciones de la compañía con morgues. “La ley”, dijo, “ha sido muy beneficiosa”.

Jonn Flath
Jonn Flath, de 18 años, había estado sobresaliendo en deportes y escuela cuando se sentó y murió en 2011 mientras trabajaba con cadetes en el programa ROTC de la Fuerza Aérea.
(Handout)

Aunque los números han aumentado, los casos aún representan una pequeña fracción del total de médicos forenses que investigan cada año. En la morgue del condado de Los Ángeles, donde hay decenas de cuerpos etiquetados envueltos en plástico y en estantes metálicos, hubo 140 donantes de órganos y 376 donantes de tejidos en 2013, lo cual representa aproximadamente el 6% de las muertes investigadas ese año.

Para aumentar el suministro de partes del cuerpo extraídas, las empresas han integrado equipos dentro de las morgues judiciales en todo el país.

Los funcionarios de la morgue a veces le conceden a estos empleados corporativos tarjetas de acceso, para que puedan ingresar allí a cualquier hora. Las empresas rentan habitaciones dentro de las morgues, incluidas las suites donde los equipos quirúrgicos extraen tejidos de los donantes.

En un número creciente de condados en todo el país, las empresas pueden iniciar sesión en los archivos informáticos judiciales del recién fallecido, lo cual les permite encontrar rápidamente posibles candidatos para la adquisición.

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En Michigan, una firma llamada Gift of Life afirmó que las donaciones de hueso y otros tejidos se dispararon después de que su fundación le diera a algunas oficinas forenses iPads cargados con un software especial para registrar detalles de un deceso en la escena, que se transmiten instantáneamente a la compañía.

Mark and Ana Flath
Mark y Ana Flath en el dormitorio de su hijo Jonn en su casa en Agua Dulce, California.
(Christina House / Los Angeles Times)

Durante varias décadas, las normas federales han exigido que los hospitales alerten a las agencias de donaciones cuando alguien muere en su interior. Con las nuevas conexiones a las computadoras de la morgue judicial, esas empresas también se enteran de inmediato de los decesos que ocurren fuera de los hospitales, y se ponen en contacto con las familias cuando el cuerpo de un ser querido todavía está en la escena, según denuncias hechas a los supervisores por el personal de la morgue en Los Ángeles y Tacoma, Washington.

“Estaba en una residencia, realizando mi investigación, y la familia estaba afuera”, escribió Kim Pavek, investigador forense del condado de Los Ángeles, en una denuncia interna sobre OneLegacy después de un suicidio, en 2008. “La madre del difunto me preguntó por qué alguien de mi la oficina llamaba a su celular durante un momento tan doloroso. La mujer me explicó que alguien de OneLegacy le dijo que era un representante de la oficina del forense y que la increpó sobre la ‘donación de órganos”.

Las compañías afirman que deben actuar rápido, antes de que el tejido se vuelva inutilizable, y que capacitan al personal para ser compasivo en esas situaciones. Anthony Maldonado, un ejecutivo de OneLegacy, afirmó que los trabajadores de la compañía nunca se presentarían a sí mismos como empleados del forense.

La ayuda de las empresas durante las autopsias

Las compañías, muchos forenses y examinadores médicos vinculados con ellas, afirman que los tejidos y órganos pueden extraerse sin dañar la investigación cuando las dos partes trabajan en estrecha colaboración. Según las empresas, sus empleados pueden tomar fotos de los cuerpos y los órganos extraídos. También ofrecen que sus trabajadores testifiquen en juicios sobre la condición del cuerpo.

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Sumado a ello, las compañías han acordado alertar rápidamente a los forenses cuando encuentren lesiones inesperadas o signos de abuso, y luego documentar los hallazgos para que sean utilizados por los investigadores.

“Si no saben qué hacer con algo que encuentran, detienen el proceso y nos llaman, y nosotros les decimos que pueden proceder o no”, explicó Clark, médico forense del condado de Pierce, Washington.

Un resultado es que muchos forenses dependen cada vez más de los equipos de las agencias de donantes -que tienen poca o ninguna capacitación profesional en investigación- para que reúnan evidencia crucial, incluso en posibles homicidios. En un manual publicado en octubre de 2018, la Asociación Estadounidense de Bancos de Tejidos señaló que “la orientación nacional o el material de capacitación” sobre la preservación de la evidencia en una investigación de muerte “no se ha desarrollado para la comunidad de donación”. El manual instruía cómo documentar y conservar la evidencia.

Tom Mone, chief executive of OneLegacy
Tom Mone, director ejecutivo de OneLegacy, en la jornada de puertas abiertas del centro de recuperación de trasplantes de la compañía de obtención de tejidos humanos en marzo de 2018.
(Christina House / Los Angeles Times)

En Ohio, el forense jefe adjunto del condado de Lorain, Frank Miller, declaró en 2017 que regularmente depende de la información de los técnicos quirúrgicos de Lifebanc, una empresa de donaciones, para preparar sus informes de autopsia. La declaración fue tomada en una demanda que presentó la familia de Vanessa Webb, de 17 años, quien murió de forma inesperada. La madre de la joven dio permiso a Lifebanc para extraer sus órganos antes de la autopsia, bajo la presión de la compañía y el forense, relató la mujer. Miller no pudo determinar por qué la adolescente, que era sana, había perecido.

Un cuerpo humano puede suministrar piel, hueso y otros tejidos para productos médicos que las empresas de biotecnología venden por cientos de miles de dólares a médicos y hospitales. Aquí están los precios que The Times encontró en una revisión de las facturas recibidas por los hospitales.

“Hablamos siempre con Lifebanc de esto: hay coágulos, hay sangre, hay una acumulación de sangre, hay algo más que sea inusual”, afirmó Miller en la declaración. “Ellos saben buscarlo, y lo preservarán si lo encuentran”.

Miller dijo que pudo hacer una autopsia completa con la ayuda de las agencias de donaciones. Un abogado del condado de Lorain afirmó que el gobierno no puede comentar sobre el litigio, porque aún está pendiente. Según un legista de Lifebanc, el grupo disputa las acusaciones de la demanda.

En otra declaración, Robert Rolley, un ex empleado de Lifebanc que extrajo el tejido de Webb, explicó cómo Miller, el forense jefe adjunto, lo había llamado en busca de descripciones de los pulmones y el corazón. “Estaba al teléfono con él; alguien sostenía el teléfono en mi oído mientras yo miraba el pecho”, relató.

Rolley le dijo a Miller que no era patólogo y que no quería ser responsable. Cuando el abogado le preguntó si sentía que había sido nombrado asistente forense, él respondió: “Esa es la desafortunada posición en la que me pusieron”.

Investigaciones estropeadas en el sur de California

Un cuerpo es la evidencia principal en una investigación de muerte, y protegerlo de la contaminación es tan crucial en casos delicados que a las familias no se les permite tocarlo, de acuerdo con procedimientos escritos en el forense del condado de L.A. Si hay una posible investigación criminal, se desanima a los parientes incluso hasta de ver los restos. “El cuerpo no debe ser perturbado de ninguna manera”, afirma la guía.

Pero cumplir esas pautas puede ser difícil cuando el fallecido se convierte en donante.

Para determinar el efecto del trabajo de las agencias de donación dentro de las morgues del sur de California, The Times revisó miles de registros de defunción digitales obtenidos de examinadores médicos en los condados de Los Ángeles y San Diego, y obtuvo los informes de autopsias, algunos de principios de la década de 2000.

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Ningún condado proporcionó una lista completa de esos decesos. Otros tres grandes condados de California también se negaron a brindar esa información. Al menos dos, Los Ángeles y Sacramento, tomaron la decisión después de discutir el pedido de documentos de The Times con las agencias de donaciones.

A pesar de la revisión limitada, The Times detectó más de dos docenas de casos en los que la extracción dificultó la determinación de la causa de muerte. En muchos de esos casos, los forenses no pudieron concluir por qué o cómo falleció la persona.

Los casos incluyeron posibles homicidios, accidentes de tránsito, muertes después de cirugías, una sobredosis de drogas, un presunto suicidio y una muerte ocurrida después de una pelea con un oficial de policía. Los fallecidos fueron desde personas sin hogar hasta miembros de familias ricas, aunque en general eran más bien personas pobres. La mayoría de mediana edad, o jóvenes; uno era un niño.

En al menos cinco casos, los documentos muestran que las agencias extrajeron partes del cuerpo sin informar a los forenses lo que parecía ser un crimen, un accidente o un suicidio. La ley de California exige que cualquier persona a cargo de un organismo que tenga conocimiento de que el deceso haya sido por causas no naturales alerte de inmediato al forense.

El empleado de un crematorio llamó al forense nueve días después de la muerte de William Paul Kennedy, en 2012, para informar que la causa podría haber sido un accidente automovilístico. El forense encontró evidencia del accidente (múltiples fracturas de costillas, así como contusiones en el pecho y los ojos) a pesar de que un equipo de extracción ya había tomado huesos y secciones de la piel.

Es imposible saber cuántas otras muertes sospechosas, violentas o accidentales no se han reportado o investigado en el apuro de las compañías por obtener órganos o tejidos antes de que sean inutilizables.

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Lucas, forense del condado de Los Ángeles, expuso que su oficina “no puede controlar cuándo se informa un deceso”. Según Mone, el ejecutivo de OneLegacy, el forense le dijo a la compañía que la muerte de Kennedy no era un caso para su oficina.

Vanessa Webb's grave marker.
Jennifer Stewart toca el marcador de la tumba de su hija Vanessa Webb, que murió inesperadamente a los 17 años. La causa de su muerte es indeterminada. Su corazón había sido extirpado antes de la autopsia.
(Christina House / Los Angeles Times)

Muchos expertos forenses afirman que los órganos pueden donarse sin ningún efecto negativo durante la autopsia cuando la causa de un homicidio es obvia, como un disparo en la cabeza. En esos casos, la cirugía de extracción ocurre lejos de la herida mortal.

Pero los forenses del sur de California también aprobaron la donación de órganos en posibles casos de homicidio en los que la causa de la muerte no está clara. Guillermo Valencia, de 39 años, fue encontrado inconsciente en un callejón del este de Los Ángeles, con una herida sangrante, de dos pulgadas, en la parte posterior de su cabeza en 2008. Su nariz estaba fracturada; su ojo izquierdo estaba rojo de sangre. Aunque los oficiales investigaban si alguien lo había golpeado hasta matarlo, OneLegacy obtuvo la aprobación de su familia para extraer sus órganos y tejidos.

En el informe de la autopsia, Louis Pena, un examinador médico adjunto, detalló que encontró lesiones internas, pero no pudo determinar si habían sido causadas por violencia, un accidente o porque los técnicos habían extraído los órganos. También escribió que, como los técnicos habían tomado la mayor parte de la aorta del corazón, no podía descartar que Valencia hubiera sufrido un aneurisma, algo que posiblemente le hubiera ocasionado una caída y lesiones. Eso habría despejado las sospechas de delito.

Peña finalmente llegó a la conclusión de que Valencia murió por un traumatismo de fuerza contundente en la cabeza, pero dijo que no sabía si se trataba de un homicidio, un accidente o una muerte natural.

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OneLegacy afirmó que el forense había permitido la donación. Lucas, el jefe forense, revisó el caso y consideró que los hallazgos de Peña con respecto a la extracción fueron “relativamente menores”, y que la donación no había perjudicado la investigación.

Peña, quien ahora es médico forense en San Francisco, declinó hacer comentarios.

Lifebanc is a human tissue procurement company in Cleveland.
Lifebanc es una empresa de obtención de tejidos humanos en Cleveland.
(Christina House / Los Angeles Times)
Jonathan Lucas, Los Angeles County’s chief medical examiner-coroner
Jonathan Lucas, Los Angeles County’s chief medical examiner-coroner, is shown in 2014 when he was the chief deputy medical examiner in San Diego County.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

En San Diego, ¿brutal paliza o accidente?

En el Centro Médico de UC San Diego, en febrero de 2013, los médicos y las enfermeras sospecharon de violencia cuando los paramédicos llevaron el cuerpo maltratado de Christy Rettenmund a la sala de emergencias. Al ver una herida en la cabeza que la había dejado inconsciente, y contusiones en el pecho, brazos y piernas, llamaron a la policía.

Susan Rettenmund holds a photo of her daughter Christy Rettenmund.
Susan Rettenmund sostiene una foto de su hija, Christy Rettenmund, quien falleció por heridas en la cabeza, en febrero de 2013.
(Christina House / Los Angeles Times)

La policía pensó que tenían un sospechoso. Apenas unas semanas antes, su novio había sido arrestado bajo sospecha de violencia doméstica, uno de los repetidos incidentes relacionados con la pareja. Esa vez, el relato del novio acerca de esa noche había tenido “numerosas inconsistencias”, según el informe de un forense del condado de San Diego.

Rettenmund murió dos días después. A pesar de la investigación policial en curso, un médico forense permitió al grupo Lifesharing extraer sus pulmones y riñones. Durante la obtención de los órganos, los cirujanos hicieron una incisión en la mitad de su pecho, donde había múltiples contusiones y abrasiones grandes, según el informe de la autopsia.

Un patólogo del condado luego dictaminó que Rettenmund murió a causa de sus heridas en la cabeza, pero dijo que no sabía si se había tratado de un homicidio o un accidente.

A family photo of Merv Rettenmund and his daughter Christy.
El ex jugador de Grandes Ligas de Béisbol, Merv Rettenmund, en una foto familiar con su hija Christy.
(Handout)
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El subdirector médico adjunto, Steven Campman, le dijo a The Times que creía que la donación de órganos no había tenido ningún efecto en la autopsia. “Ella murió de un golpe en la cabeza, y lo documentamos bien”, aseveró.

Pero el teniente de la policía de San Diego, William Todd Griffin, informó que su oficina presentó el caso como un homicidio a la oficina del fiscal de distrito del condado. “El fiscal de distrito decidió no aceptar ese caso porque el médico forense no pudo determinar con precisión la causa de la muerte: lesión accidental vs. homicidio”, escribió en un correo electrónico a The Times. “Por lo tanto, no hubo caso de homicidio para procesar”.

Wecht, patólogo forense en Pensilvania, revisó el caso a pedido de The Times y planteó dudas sobre su manejo. El médico forense, indicó que se perdió evidencia crucial al permitir la extracción de órganos. “No es posible saber la naturaleza y el alcance de las lesiones, incluso las ocasionadas a los órganos internos”, dijo. “Cuando se sospecha que alguien fue golpeado, no se autoriza la donación de órganos o tejidos”.

Para Campman, los registros médicos y las fotografías no mostraron lesiones en sus órganos. Su padre, Merv Rettenmund, un ex jugador de las Grandes Ligas de Béisbol, afirmó: “Mientras conduzco, lloro sin motivo. Me pregunto a mí mismo: “¿Por qué ocurrió algo así?”.

La madre del novio aseguró que no tiene forma de rastrear a su hijo, y cree que actualmente está desamparado. The Times no pudo contactarlo para que comente en este artículo.

Merv and Susan Rettenmund
Merv y Susan Rettenmund, en su hogar en San Diego.
(Christina House / Los Angeles Times)
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‘Caos anatómico’ después de la cirugía

Al realizar autopsias de muertes después de una cirugía abdominal, según las pautas, los investigadores deben examinar el área quirúrgica con todo en su lugar original. Eso no sucedió cuando Lilia Verdugo, de 40 años, murió en 2003, después de una histerectomía voluntaria en el Centro Médico Sharp Chula Vista.

Cuando Bethann Schaber, forense del condado de San Diego, comenzó la autopsia, el abdomen de Verdugo estaba prácticamente vacío. Otro médico forense había autorizado a Lifesharing para que extrajera sus riñones e hígado, pero el grupo había tomado más tejidos de lo acordado.

El informe de la autopsia expuso que la vejiga de Verdugo había sido accidentalmente cortada, lo cual provocó que perdiera casi una pinta de sangre. George Lundberg, patólogo y ex editor en jefe del Journal of the American Medical Association, quien revisó el informe para The Times, señaló que el “caos anatómico” causado por la extracción de órganos después de la cirugía imposibilitó determinar qué conexión -si es que había alguna- había tenido el accidente con el deceso.

Campman, examinador médico adjunto jefe, le dijo a The Times que cree que la incapacidad de Schaber para determinar la causa de muerte no se vio afectada por la donación. Sharp Chula Vista y Lifesharing se excusaron de comentar debido a las leyes de privacidad. Lifesharing remarcó que no extrae órganos sin el permiso del forense.

Problemas en autopsias de niños

Los examinadores médicos aseguran que una de sus decisiones más difíciles es permitir a las empresas extraer órganos o tejidos de los cuerpos de los niños cuando hay sospechas de abuso. La evidencia crucial puede resultar destruida cuando los cirujanos extraen órganos. Lesiones anteriores o parcialmente curadas en las costillas podrían volver a fracturarse; las lesiones cutáneas -en las que un objeto usado para abusar de un niño deja una marca de identificación- podrían desaparecer cuando el cirujano abre el pecho.

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Las tomografías computadas de las costillas de menores antes de la cirugía de extracción podrían mostrar fracturas, pero a menudo es necesario un examen directo para determinar cuándo ocurrieron las lesiones, y si hubo múltiples episodios de abuso, según expertos forenses.

El proceso de extracción también puede modificar el cuerpo y llevar a los investigadores a creer erróneamente que están viendo evidencia de un delito. Después de la muerte cerebral, los donantes de órganos a menudo reciben altas dosis de heparina, un anticoagulante, que puede causar hematomas y hemorragias que parecen lesiones infligidas. Y cuando los donantes tuvieron respiración asistida durante días, el cerebro puede sufrir, haciendo que parezca que un niño fue severamente sacudido o maltratado, indicó Jan Leestma, neuropatólogo forense en Chicago.

Tales errores pueden tener consecuencias catastróficas. En Montana, en 2015, los padres de Harbor DeWaard, de seis años de edad, enfrentaron un aluvión de dudas de los investigadores del condado de Gallatin, que les preguntaron cómo su hijo había sufrido una lesión en la cabeza que, según un forense, había derivado en su muerte.

Tres meses después, otro experto forense revisó el caso y afirmó que no había traumatismo. La desintegración del tejido cerebral se había producido después del deceso del menor, cuando su cuerpo había permanecido con un respirador durante dos días hasta que fue posible obtener los órganos. En lugar de ello, el niño había muerto a causa de un virus, determinó el experto.

Gus García-Roberts, un ex redactor de planta de The Times, contribuyó con informes sustanciales para este artículo, antes de su partida del periódico, en 2018. Scott Wilson, investigador de The Times, también contribuyó con este informe.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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