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Estados Unidos ‘desperdició’ meses de preparación para la pandemia de coronavirus

Una reserva de suministros médicos en el Centro de Convenciones Jacob K. Javits, de Nueva York, ahora convertido en hospital temporal.
(Associated Press)
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A principios de enero, cuando las primeras alarmas sonaron ante un brote de un nuevo coronavirus en China que podría desatar una pandemia, la administración Trump desperdició casi dos meses que podrían haberse utilizado para reforzar la reserva federal de suministros y equipos médicos de importancia crítica.

Una revisión de los contratos de compra federales realizada por Associated Press (AP) muestra que las agencias federales esperaron en gran medida hasta mediados de marzo para comenzar a realizar pedidos a granel de máscaras con respirador modelo N95, respiradores mecánicos y otros equipos necesarios para los trabajadores de atención médica de emergencia.

En ese momento, los hospitales en varios estados atendían a miles de pacientes infectados sin el equipo adecuado y rogaban a la Reserva Estratégica Nacional que se los enviaran. Esa reserva federal de suministros fue creada hace más de dos décadas para ayudar a cerrar las brechas en las cadenas de suministros médicos y farmacéuticos durante una emergencia nacional.

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Ahora, con ya tres meses de crisis, esa reserva está casi agotada, mientras que el número de pacientes que necesitan cuidados críticos va en aumento. Algunos funcionarios estatales y locales informan haber recibido respiradores rotos y máscaras en mal estado, de hace una década.

“Básicamente perdimos dos meses”, dijo a AP Kathleen Sebelius, quien se desempeñó como secretaria del Departamento de Salud y Servicios Humanos durante la administración de Obama.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) no respondió las preguntas sobre por qué los funcionarios federales esperaron para ordenar suministros médicos hasta que las existencias se estaban agotando de forma crítica. Pero el presidente Trump y sus representantes han instado a los gobiernos estatales y locales, y a los hospitales, a comprar sus propias máscaras y respiradores artificiales.

“La noción de una reserva federal, se supone, es que es nuestra reserva”, señaló Jared Kushner, yerno y asesor del presidente, el 2 de abril en una reunión informativa en la Casa Blanca. “No que sean reservas estatales que luego ellos usan”.

Debido a la fracturada respuesta federal ante COVID-19, los gobernadores ahora están ofertando a las agencias federales y compiten entre sí por suministros escasos, lo cual eleva los precios. “Ahora, literalmente, una compañía llama y dice: ‘Bueno, California simplemente ofertó más’”, comentó el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, el 31 de marzo pasado. “Es como estar en eBay con otros 50 estados, haciendo una oferta por un respirador”.

Durante casi un mes, Trump rechazó los pedidos de Cuomo y otros para usar su autoridad bajo la Ley de Producción de Defensa para ordenar a las compañías que aumenten la producción de respiradores y equipos de protección personal.

El mandatario finalmente cedió la semana pasada, y aceptó que ordenará a las empresas aumentar la producción de suministros críticos. Para entonces, EE.UU ya tenía el mayor número de casos confirmados de COVID-19 en el mundo.

Además, el presidente pasó enero y febrero minimizando la amenaza del nuevo virus. Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró, el 30 de enero pasado, que el brote era una emergencia de salud pública mundial, Trump aseguró al pueblo estadounidense que el virus estaba “absolutamente bajo control”.

El 24 de febrero, la Casa Blanca envió al Congreso una solicitud de financiamiento inicial de $2.500 millones para abordar el brote. Al día siguiente, los expertos federales en salud de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) advirtieron que el virus se estaba propagando rápidamente en el país y predijeron que las interrupciones a la vida diaria podrían ser “graves”.

Al comienzo de la crisis, una portavoz del HHS expuso que la Reserva Estratégica Nacional tenía alrededor de 13 millones de máscaras N95. Eso es sólo una pequeña fracción de lo que los hospitales necesitan para proteger a sus trabajadores.

Los registros federales de contratación muestran que el HHS realizó un pedido por un valor de $4.8 millones de dólares, el 12 de marzo, de máscaras N95 a 3M, el mayor fabricante con sede en EE.UU, que ya había aumentado la producción semanas antes en respuesta a la pandemia. HHS hizo después un pedido mayor, por $173 millones, el 21 de marzo, pero esos contratos obligan a 3M a comenzar con las entregas a la reserva nacional apenas a fines de abril.

El 2 de abril, Trump amenazó vía tuit con “atacar duramente a 3M” a través de una orden de la Ley de Producción de Defensa, y dijo que la compañía “¡tendrá que pagar un gran precio!”. No dio detalles.

El HHS se negó la semana pasada a decir cuántas máscaras N95 tiene a disposición. Pero al 31 de marzo, la Casa Blanca precisó que se habían distribuido más de 11.6 millones a los gobiernos estatales y locales de la reserva nacional, alrededor del 90% de lo que estaba disponible a principios de año.

Los expertos ahora están preocupados de que Estados Unidos también agote pronto su suministro de respiradores artificiales.

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La Casa Blanca señaló el 31 de marzo que ya había distribuido casi la mitad de respiradores que tenía guardados, que a principios de marzo eran 16.660. Otros 2.425 adicionales se encontraban en mantenimiento.

No fue sino hasta el 27 de marzo que Trump finalmente expuso que usaría ese poder para ordenar a General Motors que comenzara a fabricar respiradores, una tarea que la compañía ya había anunciado estaba en marcha.

Cuomo anunció el viernes pasado que Nueva York se quedaría sin respiradores artificiales en unos días. Con el aumento de la tasa de mortalidad, el gobernador prometió usar su autoridad para confiscar esos equipos, así como máscaras y otros artículos de protección a hospitales privados que no los están utilizando.

Mientras tanto, las autoridades federales de salud están bajando los estándares. La nueva guía de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU (FDA) permite a los hospitales usar respiradores de emergencia que se emplean típicamente en ambulancias y máquinas de gas de anestesia en lugar de respiradores estándar.

Los CDC aconsejaron a los trabajadores de la salud el mes pasado que usaran máscaras o pañuelos caseros si se les acababa el equipo adecuado. En todo el país, los hospitales han emitido súplicas urgentes para los voluntarios que saben coser.

Trump sugirió que los estadounidenses que no posean máscaras producidas en fábrica se cubran la cara con bufandas. “Los profesionales recomiendan una bufanda”, afirmó el mandatario el 1º de abril. “Creo que, de cierta manera, una bufanda es mejor. En realidad es mejor”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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