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La nueva táctica de la extrema derecha: delatar y amenazar a quienes denuncian infracciones a la cuarentena por el coronavirus

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Aram Westergreen, un trabajador de la construcción que estuvo inactivo el mes pasado en el marco de la pandemia de COVID-19, completó recientemente un formulario en línea del estado de Washington para denunciar que una casa de empeño seguía abierta, a pesar de la prohibición de funcionamiento para negocios no esenciales.

Westergreen vive en Tacoma, Washington, a menos de una hora del hogar de ancianos donde se informó la primera muerte por COVID-19 en Estados Unidos, a fines de febrero. Con más de 900 decesos en todo el estado desde entonces, y la imposición del decreto de permanecer en los hogares en vigor desde el 23 de marzo, Westergreen, como muchos de sus vecinos, sufrió la pérdida de sus ingresos, pero considera que el distanciamiento social es clave para frenar la propagación del patógeno.

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Pero el jueves, con gran alarma, abrió su correo electrónico y halló un mensaje titulado “Chiflados soplones de mala muerte”. El email había sido enviado por un extraño a unas 100 personas, y en él les informaba que sus nombres, denuncias y otra información de identificación habían sido divulgados por el gobierno y ahora eran compartidos en las redes sociales.

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“Todos ustedes, cobardes, que informaron que las empresas estaban abiertas… ¿Adivinen qué? Las redes sociales están a punto de abrir fuego sobre ustedes”, decía el mensaje. “¿Cómo pueden seguir adelante cuando los propios DOCTORES REALES ya han declarado que el distanciamiento social está empeorando las cosas? Cada uno de ustedes, desagradables, sólo se debe informar por CNN”.

El correo electrónico tenía razón en un aspecto. El Departamento Militar de Washington, que coordina la respuesta estatal a la pandemia, respondió a las solicitudes de registros públicos dando a conocer más de 7.600 denuncias de presuntas violaciones a la orden de quedarse en casa, lo cual incluyó las direcciones de correo electrónico y los números de teléfono de quienes las presentaron.

Westergreen y muchos otros no se dieron cuenta de inmediato de que Washington State Three Percent, considerada por las organizaciones de derechos civiles como una entidad de milicias de extrema derecha, se había unido a otro grupo militante que se opone a los bloqueos estatales por el coronavirus y comenzaron a publicar las denuncias originales en Facebook y otros sitios. Algunos de los que figuran entre los datos afirman que ahora están siendo hostigados, e incluso han recibido amenazas de muerte.

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Tales nombres públicos y amenazas se encuentran entre las últimas tácticas empleadas por grupos de extrema derecha, neonazis y nacionalistas blancos, que buscan explotar la pandemia, según organizaciones que hacen un seguimiento de sus actividades.

Los extremistas difunden el odio y la información errónea en las redes sociales, al tiempo que alientan a sus miembros a asistir a actos de reapertura, como el que tuvo lugar un sábado en el Capitolio estatal, en Olympia, según el Western States Center, una organización de Portland, Oregón, que rastrea a grupos nacionalistas blancos y de extrema derecha.

Los métodos varían según la ideología, exponen los analistas. Los supremacistas blancos de grupos “aceleracionistas” -que buscan debilitar el sistema político al que consideran diluido por el multiculturalismo- han intentado ‘armar’ el virus mortal y llamaron a sus miembros a participar en ataques directos para acelerar el colapso de la sociedad, explicó Joanna Mendelson, experta nacional en extremismo en la Liga Antidifamación.

Los grupos aceleracionistas también han organizado discusiones en línea relacionadas con el coronavirus en torno a la palabra “boogaloo”. El uso del término en el contexto de la extrema derecha emana de una fuente poco probable: la película de break dance estrenada en 1984 “Breakin’ 2: Electric Boogaloo”.

Los extremistas ahora usan el vocablo como una forma de referirse a lo que consideran una guerra civil inminente. Otra referencia que usan los extremistas es un derivado abreviado de esa palabra: “boog”.

“Hay un enorme adoctrinamiento para expandir su base de seguidores, y la mayoría del reclutamiento se lleva a cabo en el espacio virtual. Usan memes para expresar odio contra los judíos”, comentó Mendelson.

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Lindsay Schubiner, directora de programas del Western States Center, notó por primera vez que se habían publicado detalles de las denuncias sobre coronavirus el jueves pasado, en la página de Facebook de Washington State Three Percent. La organización es un grupo paramilitar armado que promueve teorías de conspiración antigubernamentales y busca socavar las instituciones democráticas locales, indicó. “Postear esta información pública incita y alienta al acoso e incluso a la posible violencia”, consideró.

Los denunciantes cuyos nombres fueron expuestos y que luego contactados por The Times, informaron que recibieron mensajes hostiles, correos electrónicos y llamadas telefónicas violentas. Un mensaje de voz decía: “Usted llamó el 30 de marzo a las 9:15 p.m. para reportar la apertura de un negocio no esencial… Un salón de masajes. Al hacerlo, desencadenó una serie de eventos que muestran el tipo de persona que es, de esos que pisotean los derechos de quienes intentan administrar un negocio, y que se creen superior a ellos”.

El mensaje agregaba que esperaban que la demandante hiciera algo para demostrar que había cambiado de opinión. “Si no, te divertirás con lo que va a pasar después”, advertía.

La mujer de unos 40 años que recibió la llamada trabaja desde su casa en Arlington, Washington. En una entrevista, el sábado, aseguró que no piensa cambiar de opinión sobre la importancia de que los negocios no esenciales permanezcan cerrados.

Con la condición de permanecer en el anonimato, describió su experiencia personal con el COVID-19. “Mi tío la contrajo”, comentó. “Fue al hospital y lo intubaron casi de inmediato; murió días después”.

Matt Marshall, presidente de Washington State Three percent, dijo el sábado que su organización dio a conocer las denuncias no para incitar amenazas, sino para exponer a quienes las presentaron, por haber delatado a comerciantes que necesitan ganarse la vida.

“Deben saber que sus vecinos tienen derecho a enfrentar a sus acusadores”, afirmó.

Según Marshall, un republicano que se postula para un escaño en la Legislatura estatal, uno de los funcionarios del Condado fue quien le proporcionó los informes, pero se negó a identificarlo.

Esa persona había obtenido la información mediante una solicitud de registros públicos, una de las dos docenas de individuos que lo hicieron, según Chelsea Hodgson, portavoz de la agencia estatal que coordina la respuesta frente al coronavirus.

Marshall habló en la protesta del sábado en Olympia, junto con Joey Gibson, líder del grupo de extrema derecha Patriot Prayer, y el representante estatal Matt Shea, un legislador de extrema derecha que fue suspendido del caucus del partido republicano el año pasado después de que una investigación lo acusó de planificar y participar en actos de terrorismo nacional.

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La concentración atrajo a unas 1,500 personas, aproximadamente 500 menos que una protesta similar que tuvo lugar el mes pasado.

A principios de abril, el FBI envió un informe de inteligencia desde la oficina de campo de Nueva York, donde decía que los supremacistas blancos y los neonazis estaban alentando la propagación del coronavirus entre los agentes del orden y la comunidad judía.

El Asian Pacific Policy and Planning Council, una coalición de 40 grupos sin fines de lucro que brindan servicios de salud, asesoramiento laboral y demás ayudas sociales, creó un centro en línea para rastrear reportes de actos de odio. La organización registró 670 denuncias de crímenes de odio durante la semana del 19 de marzo, la primera en que realizó el seguimiento. Al final de la segunda semana, la entidad había recibido 1.100 quejas y tenía un promedio de alrededor de 100 por día.

Cerca del 32% de esos incidentes ocurrieron en California, detalló el grupo, e incluyeron incidentes en supermercados, grandes tiendas minoristas y farmacias. “La situación es como un Charlottesville magnificado”, comentó Erroll Southers, ex agente especial del FBI y actual director de Estudios de Extremismo Violento de Producción Nacional en USC, refiriéndose a la manifestación nacionalista blanca que tuvo lugar en Charlottesville, Virginia, en 2017, donde estallaron violentos enfrentamientos y una mujer fue asesinada.

“En Charlottesville hubo miembros del [Ku Klux] Klan, confederados de la Liga del Sur, neonazis y nacionalistas, todos los cuales típicamente no se llevan bien. Ahora están todos esos grupos más los adherentes al ‘Boogaloo’, los antivacunas, los partidarios de Trump… No tienen nada que ver entre sí pero están todos por allí, y es un caldo de cultivo para una situación increíblemente peligrosa”.

Los grupos de extrema derecha siempre han tratado de explotar las crisis mundiales para ampliar sus filas y crear una brecha entre ellos y quienes no concuerdan con sus pensamientos.

Un estudio de mayo de 2020 realizado por investigadores del Banco de la Reserva Federal, titulado “Las pandemias cambian las ciudades: gasto municipal y extremismo electoral en Alemania entre 1918-1933”, detectó una correlación entre las muertes en los años posteriores a la pandemia de gripe española, hace un siglo, y el posterior apoyo a los extremistas de derecha, que culparon a las minorías y los extranjeros por la pandemia y las dificultades económicas que vinieron después.

Para Peter Simi, profesor de sociología en la Universidad Chapman, es probable que las naciones occidentales experimenten una situación similar ahora.

“Esta crisis podría tensar el sistema político. Hay personas que están experimentando niveles elevados de emoción, los recursos se utilizan de diferentes maneras y la gente tiene cada vez menos”, afirmó. “Como resultado, ello crea más oportunidades de que los extremistas se movilicen”.

“Esperaría una exacerbación de ciertas presiones económicas y sociales”, agregó Simi, “y habrá cambios en el temperamento emocional, niveles elevados de depresión y ansiedad, que son un caldo de cultivo que los movimientos de extrema derecha aprovechan”.

En Washington, el gobernador Jay Inslee se pronunció en contra de los intentos de explotar la pandemia para obtener ganancias políticas cuando prolongó su orden de permanencia en el hogar hasta el 31 de mayo, aunque flexibilizó gradualmente las restricciones sobre algunos sectores comerciales, siempre con el debido distanciamiento social.

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El candidato demócrata, que busca ganar un tercer mandato, fue demandado por un candidato republicano a gobernador y cuatro legisladores estatales republicanos, que se oponen a ciertos aspectos del decreto.

En una entrevista concedida en Olympia el viernes, Inslee calificó la publicación de las denuncias por parte de Washington State Three Percent y de un grupo llamado Reopen Washington State (reabran el estado de Washington), que no pudo ser contactado para hacer comentarios en este artículo, como un hecho “realmente desafortunado”.

“Ese tipo de acoso e intimidación simplemente no va a tener lugar. Tampoco pienso que funcione. Creo que los habitantes de Washington son demasiado leales para eso”.

Read reportó desde Seattle y Etehad desde Los Ángeles.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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