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El cuidado infantil ha sido seguro durante la pandemia y esto podría ser una buena señal para las escuelas

Los menores juegan en un programa de guardería para niños de trabajadores esenciales en El Cajón, California.
Los menores juegan en un programa de guardería para niños de trabajadores esenciales en El Cajón, California. Alrededor de 33.300 guarderías en el estado han permanecido abiertas desde marzo, lo que ha resultado en 261 infecciones entre los niños.
(Eduardo Contreras / San Diego Union-Tribune)

Cientos de miles de trabajadores esenciales han mantenido a sus hijos en la guardería durante la pandemia y, hasta ahora, estos centros no han sido grandes propagadores de la enfermedad.

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Sabrina Lira García se enorgullece de trabajar como asistente clínica en la sala COVID-19 de un hospital de Los Ángeles, pero a veces desea poder quedarse en casa con su hijo hasta que termine la pandemia.

Pero sacar a su hijo de la guardería no era una opción para Lira García. Ella no puede poner su carrera en espera. Su esposo nació en México y es indocumentado, y la familia paga honorarios legales mensuales para ayudarlo a obtener los documentos de residencia. Si alguna vez fuera deportado, ella tendría que sostener a Jeremiah, de 9 meses, sola.

“No puedo permitirme quedarme en casa”, dijo.

Lira García y miles de otros trabajadores esenciales no han tenido más remedio que poner a sus hijos en guarderías y correr el riesgo de que estén expuestos al coronavirus. En efecto, han sido parte de un experimento nacional no planificado que es profundamente relevante para los padres que evalúan los pros y los contras de dejar que sus hijos regresen a la escuela este otoño.

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Hasta ahora, parece bastante exitoso. Teniendo en cuenta la cantidad de niños en los centros de cuidado infantil en EE.UU, la cantidad de brotes de coronavirus que reportaron es baja. La investigación hasta la fecha sugiere que los pequeños rara vez se enferman con COVID-19, y los menores de 10 años no son muy eficientes para transmitir la enfermedad a los miembros mayores de la familia.

Según los expertos, estas dinámicas, combinadas con las precauciones adicionales que toman las escuelas con respecto a las mascarillas, las adaptaciones en el aula y el mantenimiento de los padres fuera del campus, hacen que la escuela y la guardería sean opciones razonables para las familias con niños más pequeños y saludables.

Sin embargo, no hay garantías. Un campamento nocturno de una semana en Georgia vio un brote en junio a pesar de varias medidas para mitigar el riesgo. Al menos el 51% de los campistas de entre 6 y 10 años se infectaron con el coronavirus, al igual que el 44% de los asistentes de entre 11 y 17 años. Alrededor de una cuarta parte de los infectados eran asintomáticos, según un informe de los Centros para el Control de Enfermedades de EE.UU y el Departamento de Salud Pública de Georgia.

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Los expertos dijeron que el factor clave que deben considerar los padres es cuánto se está propagando el virus en su comunidad.

El Dr. Robert Redfield, director de los CDC, define un “punto crítico” como un área donde más del 5% de las pruebas de coronavirus dan positivo.

Permitir que los estudiantes regresen al campus no sería prudente “si estás en la zona más crítica y tienes brotes masivos”, comentó el Dr. Ashish Jha, decano entrante de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown. “Incluso si los niños están bien, sería necesario tener maestros y personal en las escuelas primarias”.

Pero si la tasa de transmisión de la comunidad es baja, “entonces tendría un umbral más bajo para que regresen los K-5 en persona que, por ejemplo, volver a la escuela preparatoria”, dijo, y agregó “es probable que los centros de cuidado infantil sean razonablemente más seguros”.

Las guarderías permanecieron abiertas en California incluso después de que la mayoría de las escuelas cerraron. Hasta el 22 de julio, unas 33.300 instalaciones tenían la capacidad de atender a alrededor de 720.882 niños. Hasta esa fecha, el estado registró 1.365 casos de COVID-19 vinculados a centros de cuidado infantil, incluidos 261 casos entre niños.

Durante el mismo período de tiempo, el 9% del total de 425.616 casos de California fueron entre personas menores de 18 años, y no se informaron muertes relacionadas con el coronavirus en este rango de edad. (El primer deceso relacionado con COVID-19 juvenil del estado se reportó la semana pasada).

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En el condado de Los Ángeles, 268 casos, incluidos 75 niños, habían sido reportados en las 7.238 guarderías que estaban abiertas a fines de julio. Los pequeños menores de 5 años representan menos del 1% de todas las hospitalizaciones en el condado, según los datos presentados por Bárbara Ferrer, directora del departamento de salud pública del condado.

La imagen es similar en otros estados que han registrado brotes en centros de cuidado infantil, incluidos Texas y Ohio.

Pero el bajo recuento de casos no significa que el COVID-19 “es una enfermedad completamente benigna en los niños”, subrayó Ferrer. “Todavía tenemos mucho que aprender sobre los impactos a corto y largo plazo del virus”.

Hay un “gran vacío” de información sobre cómo se propaga el virus entre los niños pequeños y entre los niños y las personas mayores, dijo el Dr. Jeffrey Gunzenhauser, director médico del Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles.

“No entendemos bien la dinámica de la infección y realmente no sabemos la dinámica de transmisión”, reconoció, por lo que los padres tendrán que equilibrar la relativa falta de información con su propia necesidad de cuidado infantil.

Además del estrés de estas decisiones, los padres pueden no querer que los niños vean a los abuelos u otros parientes que los hayan ayudado en el pasado a cuidarlos por temor a exponerlos al virus, dijo Gunzenhauser.

Ricardo Rizzo dirige un centro de cuidado infantil con su esposa y sus dos hijas en un barrio de Panorama City de Los Ángeles. Después del cierre inicial en todo el estado en marzo, Rizzo y su familia cerraron el centro durante dos semanas para abastecerse de alimentos y suministros de limpieza. También establecieron una estación de desinfección fuera del centro y programaron nuevas rutinas de limpieza.

A pesar de esas precauciones, el centro perdió a ocho niños debido a despidos, recorte de horas de trabajo y temor de los padres sobre el virus. Dieciocho niños todavía están bajo su cuidado, dijo Rizzo, que van desde bebés hasta preadolescentes.

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Las familias que dependen del centro son de bajos ingresos y reciben subsidios estatales para pagar el cuidado infantil. Casi todos tienen empleos que se consideran esenciales, como trabajadores de supermercados y asistentes de enfermería certificados. Algunos tienen múltiples trabajos.

“Nos sentimos bendecidos porque los estamos ayudando cuidando a sus hijos”, manifestó Rizzo.

Hasta ahora, el centro y sus familias han estado libres de COVID, aseguró Rizzo, quien encuentra consuelo “siguiendo el protocolo”: los cuidadores adultos usan mascarillas, hacen una limpieza profunda una vez al día y mantienen a los padres fuera de las instalaciones cuando dejan y recogen a sus hijos. También les dice a las familias de su centro que deberían tomar precauciones.

“Les digo que tenemos que trabajar juntos”, dijo Rizzo. “Si lo hacemos aquí, tienen que hacerlo en casa”.

Las infecciones aún pueden atravesar la burbuja del cuidado infantil.

Anna C., una trabajadora de IT de 30 años en Kent, Washington, quien pidió que no se usara su apellido, trató de mantener a sus hijos de 4 y 20 meses en casa hasta que el niño se cayó de una cama y se abrió el labio mientras Anna y su esposo estaban en llamadas de conferencia separadas.

Al darse cuenta de que no podían trabajar y vigilar de forma segura a sus hijos al mismo tiempo, la pareja decidió enviar a los niños a la guardería a fines de abril. Tuvieron que sacarlos una semana después, luego de que el cónyuge de una empleada dio positivo por COVID-19. No surgieron más infecciones durante una cuarentena de dos semanas, así que enviaron a los niños nuevamente.

“Esto va a suceder con cualquier centro de día o proveedor”, dijo Anna. “Es solo la nueva realidad”.

Almendrala escribe para Kaiser Health News, un servicio de noticias sin fines de lucro que cubre temas de salud. Es un programa editorialmente independiente de la Kaiser Family Foundation y no está afiliado a Kaiser Permanente.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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