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La caída del Capitolio ante la turba de Trump refleja una serie de fallos de seguridad

Trump supporters have disrupted the U.S. Capitol
En las imágenes publicadas en los medios sociales y difundidas por todo el mundo el miércoles, pequeños grupos de agentes de la policía del Capitolio de EE.UU se retiraron, se alejaron de los asaltos violentos o simplemente se hicieron a un lado mientras una gran multitud descendía sobre el asiento del poder legislativo estadounidense.
(AP)
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Los oficiales de la valla perimetral del Capitolio trataron de mantener su línea, pero fracasaron cuando los intrusos volcaron la barrera. Los agentes en otra puerta, aparentemente abrumados, parecían alejarse mientras los manifestantes pasaban. Otro oficial solitario trató de detener a un grupo que avanzaba antes de huir por los pasillos del Congreso.

En muchos casos, los oficiales llevaban un uniforme normal. En ninguna parte se veían las líneas de agentes con equipo antidisturbios que se vieron durante otros eventos recientes, incluyendo las protestas de Black Lives Matter.

El impresionante colapso de la seguridad nacional dejó a muchos de los líderes de la nación escondidos detrás de los bancos y temiendo por sus vidas. Pero para el jueves, gran parte de su conmoción había sido suplantada por la ira, con los principales legisladores exigiendo la renuncia de los altos funcionarios de seguridad del Capitolio y pidiendo amplias investigaciones sobre la serie de fracasos tácticos bajo su vigilancia.

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El jefe de Policía del Capitolio Steven Sund anunció que renunciaría el 16 de enero, después de que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (D-San Francisco), pidiera su dimisión. Pelosi asimismo anunció la dimisión del sargento de armas Paul Irving. Y el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell (R-Ky.) dijo que “solicitó y recibió” la renuncia del sargento de Armas Michael Stenger.

Algunos legisladores también van más allá, culpando directamente al presidente Trump por incitar a la turba. La representante Zoe Lofgren (D-San José), presidenta del Comité de Administración de la Cámara de Representantes, sugirió que Trump y otros funcionarios de la administración pueden haber contribuido al caos al no aprobar rápidamente el despliegue de la Guardia Nacional de D.C.

“Cuando fue necesario desplegar la guardia, el Departamento de Defensa no lo hizo, y fue necesario que el liderazgo bipartidista en el Congreso y también el vicepresidente intervinieran para lograrlo”, expuso Lofgren el jueves. “Para entonces ya teníamos alborotadores dentro del Capitolio”.

Lofgren dijo que hubo vacilación a pesar de las garantías de Sund a principios de semana de que el Capitolio estaría seguro con la Guardia Nacional a la espera.

“Nos dijeron que todo estaba bien, que no había duda de que podían mantenernos seguros en el Capitolio”, destacó Lofgren. “Eso no era verdad”.

La representante Maxine Waters (D-Los Angeles) dijo que había tenido una conversación de casi una hora con Sund días antes, en la que le aseguró que la seguridad no era un problema y que el Capitolio estaría a salvo de los grupos supremacistas blancos que habían dicho que se reunirían.

“Me aseguró que lo tenían bajo control”, subrayó Waters. “Estoy, como la mayoría de los estadounidenses, absolutamente indignada por el hecho de que fueron capaces de ingresar al que se suponía que era uno de los edificios más seguros de todo el país”.

Los legisladores dijeron que se haría una investigación profunda de las circunstancias, incluyendo cómo la policía del Capitolio estaba tan falta de personal a pesar de que los partidarios de Trump y los extremistas habían estado telegrafiando su intención de interrumpir los procedimientos del miércoles en el Capitolio.

Los intrusos irrumpieron en el Capitolio cuando el Congreso estaba debatiendo y firmando los votos electorales de los estados afirmando la victoria del presidente electo Joe Biden en las elecciones de noviembre.

Los expertos en la aplicación de la ley y los defensores de la reforma de la policía coincidieron en que se necesitan grandes cambios, aunque no estuvieron de acuerdo en su forma.

Una coalición de organizaciones de reforma policial dijo que algunos videos del Capitolio sugerían que la policía no solo era incompetente, sino también potencialmente cómplice del asedio y que debería ser investigada por sus acciones. Otros expertos en la aplicación de la ley comentaron que los oficiales de primera línea simplemente fueron defraudados por sus comandantes, que no se prepararon adecuadamente.

“No había suficiente personal ni dentro ni fuera del Capitolio para manejar la multitud. Podemos empezar desde allí y tratar de averiguar cuáles fueron los fallos, pero es obvio que los oficiales fueron sobrepasados”, dijo Terry Gainer, un ex jefe de la policía del Capitolio y ex sargento en armas del Senado.

“Hay muchos recursos a los que tienen acceso. No tengo ni idea de por qué no estaban allí”, manifestó Charles Ramsey, consultor policial y ex jefe del Departamento de Policía Metropolitana de Washington. “No hay razón para que alguien fuera capaz de entrar en el Capitolio de EE.UU”.

Ramsey dijo que era particularmente chocante que la policía del Capitolio no hubiera asegurado adecuadamente la instalación dado que gran parte del liderazgo de la nación estaba dentro del edificio en el momento de la sesión conjunta del Congreso, y el hecho de que tenían información significativa sobre las amenazas.

Según una fuente policial, el FBI había estimado que hasta 20.000 personas asistirían a la protesta, en la que Trump instó a sus seguidores a dirigirse al Capitolio y repitió sus afirmaciones infundadas de que le habían robado las elecciones.

Aún así, la policía federal había planeado mantener al mínimo la presencia de policías o militares fuertemente armados, dijeron las fuentes. La Guardia Nacional había proporcionado al Distrito de Columbia solo 350 efectivos, principalmente para tareas de tráfico y control de multitudes en el transporte público, pero también con 40 miembros de un equipo de “respuesta rápida” fuera del distrito, después de una solicitud inicial del distrito para las protestas planeadas. Esa fue la única solicitud que recibieron antes del miércoles, expuso el secretario del Ejército Ryan McCarthy, antes de que el distrito pidiera más recursos alrededor de las 2 p.m. de ese día.

Sund, por su parte, emitió un comunicado diciendo que sus oficiales habían “respondido con valentía” ante las miles de personas que asaltaban el edificio, dos bombas y un vehículo sospechoso en el complejo del Capitolio. Agregó que más de 50 agentes de policía del Capitolio y de D.C. habían resultado heridos, y que varios oficiales del Capitolio fueron hospitalizados con heridas graves.

Una mujer, entre la multitud que había irrumpido en el Capitolio, fue asesinada por un agente. Un oficial del Capitolio, Brian Sicknick, que resultó herido en el motín del miércoles, murió el jueves. La policía del Capitolio informó que había arrestado a unas 14 personas, y la policía de D.C. anunció más de 60 detenidos. Las fuerzas del orden continúan buscando sospechosos.

Sund dijo que todo el episodio está bajo revisión, con su agencia evaluando “la planificación de la seguridad y las políticas y procedimientos”.

Ramsey comentó que le gustaba Sund, que trabajó para él en la fuerza de D.C., pero que no había excusa para que las cosas salieran tan mal como lo hicieron. “La cagó”, dijo Ramsey. “Simplemente no estaban preparados”.

Gus Papathanasiou, que dirige el sindicato de la policía del Capitolio, estuvo de acuerdo, diciendo que el liderazgo le falló a los oficiales que, sin embargo, lograron mantener a salvo a los miembros del Congreso y a otros en el edificio.

“Nuestros agentes hicieron su trabajo. Nuestro liderazgo no lo hizo”, manifestó Papathanasiou.

Larry D. Schaefer, un veterano retirado de 34 años de la Policía del Capitolio que sirvió en su comité sindical, comentó que “nunca había visto al departamento tan poco preparado” para un evento importante.

Schaefer reveló que el departamento tiene un extenso sistema de inteligencia, trabaja con otras agencias y monitorea los medios de comunicación social y otras fuentes para predecir cuán grandes serán las multitudes y cómo actuarán. Dijo que normalmente el despliegue se hace por muy encima de lo normal para estar seguro, poniendo a docenas de oficiales en equipo antidisturbios en autobuses, “listos para intervenir” si las cosas van mal.

Sin embargo, ninguna de estas fuerzas de apoyo pareció estar en su lugar el miércoles - tal vez en parte debido a las reducciones de fuerzas relacionadas con COVID-19 - y algunos oficiales sufrieron las consecuencias, dijo.

Ed Obayashi, un experto en el uso de la fuerza en el norte de California llamó a las tácticas empleadas por la policía del Capitolio “una vergüenza absoluta”. Se basaron en barreras de bajo nivel, dejaron a los oficiales en uniforme regular sin equipo antidisturbios a mano, y no parecían tener robustas cadenas de mando en el perímetro del edificio, señaló. Todos esos aparentes fallos dejaron a la multitud al mando, destacó Obayashi.

“Corrían por el edificio como si fueran turistas”, dijo.

El enojo del Congreso por los eventos y la investigación pendiente sobre lo que salió mal podría arrojar luz sobre una agencia que vive en el secreto, a pesar de los años de esfuerzos de los grupos de gobierno para asegurar más transparencia.

La Policía del Capitolio de Estados Unidos está exenta de la Ley de Libertad de Información, que exige a la mayoría de las agencias federales que proporcionen registros al público. El inspector general de la agencia no publica sus investigaciones. El personal de la agencia se negó a una petición de The Times de informes relacionados con los arrestos realizados el miércoles y no respondió a las preguntas sobre el asedio y las políticas de transparencia de la agencia.

Melissa Wasser del Proyecto de Supervisión del Gobierno, que ha abogado por reformas, dijo que la respuesta del miércoles a los seguidores deTrump no encajaba con las capacidades de la agencia o su reputación.

“Como persona de color, los eventos de ayer me mostraron que la policía sabe cuándo no usar la fuerza”, manifestó. “¿Por qué no estaban preparados? ¿Qué tipo de planificación se llevó a cabo?”

Wasser dijo que espera que el Congreso haga de la reforma de la Policía del Capitolio una prioridad ahora que los miembros han sido directamente afectados por los fracasos de la agencia.

El ex secretario de Seguridad Nacional Michael Chertoff señaló que después de los ataques terroristas del 11 de septiembre, el número de la Policía del Capitolio se triplicó, y los últimos fracasos - a pesar de las claras señales de que se estaban gestando problemas - seguramente “se convertirán en uno de los principales temas de la agenda de Seguridad Nacional”.

“Si abrías los ojos y mirabas el periódico, estaban anunciando lo que iban a hacer”, dijo sobre los que asaltaron el Capitolio. “¿Se prepararon adecuadamente para responder a lo que obviamente iba a ser un encuentro muy polémico y probablemente violento?”.

La escritora del Times, Molly O’Toole, contribuyó a este informe.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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