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OPINIÓN: ¿Reforma migratoria en puerta?

En Estados Unidos hay un poco mas de 11 millones de inmigrantes que permanecen
En Estados Unidos hay un poco más de 11 millones de inmigrantes que permanecen sin autorización. No necesariamente todos entraron de manera subrepticia.
(Richard Read / Los Angeles Times)
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Para cualquier mexicano indocumentado que vive en Estados Unidos, el anhelo más grande es el de regularizar su situación migratoria y obtener lo que llaman la “green card” refiriéndose a la tarjeta que se otorga cuando se obtiene el estatus de residente permanente y que efectivamente es verde.

Si bien es cierto que después de muchos años de vivir como indocumentados han desarrollado estrategias para sobrevivir y se han acostumbrado a tomar precauciones que no los delaten, todos saben que la “green card” es la solución final y definitiva al tema. Eso les abriría a ellos y a su familia todas las puertas que hoy ven cerradas.

Alguna vez me contaba un cónsul que al visitar a los migrantes mexicanos que habían sido detenidos y estaban a punto de ser enviados a México, éstos le decían, qué bueno que vino cónsul, ¿nos va a dar la green card? O por lo menos ¿va a lograr que nos liberen y pueda regresar con mi familia? A lo que el cónsul respondía que los había visitado para garantizar que su envío a México se hiciera de manera segura y ordenada y para transmitirles que México los esperaba con los brazos abiertos. Ni siquiera había respuesta por parte de los indocumentados, solo regresaban a sus lugares sin pronunciar palabra y alguna vez más de uno le dijo, gracias cónsul, pero se puede regresar a su oficina, aquí hace mucho calor.

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En Estados Unidos hay un poco más de 11 millones de inmigrantes que permanecen en este país sin autorización. No necesariamente todos entraron de manera subrepticia, muchos lo hicieron con un tipo de visa, casi siempre de turista y una vez en EE.UU permanecen ahí más allá del tiempo autorizado a su entrada o desarrollan actividades para las que la visa no los autoriza. Alrededor de 5 millones de ellos son nacidos en México, aunque ya no representan la mayoría de los indocumentados, sí son el grupo más grande. Cualquier proceso de reforma migratoria debe tener a los mexicanos como población objetivo y para México el tema debiera ser prioritario.

Por estas razones, cuando el Presidente Biden anuncia que impulsará una reforma migratoria que regularizará a los once millones de indocumentados y los pondrá en el camino de la obtención de la ciudadanía estadounidense, sus palabras son como música para los oídos de cualquier persona sin documentos en EE.UU. Sobre todo, después de que los últimos 4 años solo escucharon insultos y descalificaciones. La pregunta central es si ese impulso de Biden será suficiente.

A diferencia de programas como DACA o la suspensión del programa Permanece en México o hasta la construcción del muro fronterizo, una reforma migratoria como la que parece que Biden propondrá, requiere de su aprobación en el Congreso y no basta la voluntad presidencial. A muchos ilusiona que ambas cámaras, representantes y senadores, tengan mayoría demócrata, el partido de Biden, sin embargo, eso está lejos de garantizar que la propuesta sea aprobada.

A diferencia de lo que ocurre en México en donde los congresistas, en la práctica son empleados del presidente o de algún partido o grupo político, los congresistas estadounidenses responden a las comunidades que representan, a sus distritos en el caso de los representantes y a los estados en el caso de los senadores. Si sus comunidades no son favorables a la inmigración, por más que el presidente o su partido les den línea, ellos votarán por lo que sus comunidades les demanden y no todos los congresistas demócratas podrían votar a favor de una reforma migratoria amplia ni todos los congresistas republicanos estarían en contra. Históricamente, inmigración es uno de los temas que más divide al congreso estadounidense.

Por ello, la propuesta de Biden, representando un paso trascendental, debe ser interpretada apenas como la base de la discusión sujeta a muchos cambios. Si en una primera etapa se regulariza, ciudadanía incluida, a los llamados Dreamers y a sus familiares directos el avance sería mayúsculo, en particular para los mexicanos en Estados Unidos. Menos que eso, solo nos regresa a la época pre-Trump sin mayor ganancia.

Por lo menos, esperemos que el gobierno de Biden no caiga en la trampa en la que han caído otros presidentes demócratas como Bill Clinton o Barack Obama que para atraer a congresistas republicanos les han garantizado que cerrarán la “llave de entrada” y han recurrido a controles rígidos en la frontera y al incremento de las deportaciones sin además haber logrado que los republicanos se sumaran a sus propuestas.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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