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La oleada de familias y menores migrantes abruma a la Patrulla Fronteriza en Texas

A masked priest, left, gives blessings, surrounded by masked people praying and children
Familias refugiadas en la iglesia católica Our Lady of Guadalupe, en Mission, Texas, después de ser liberadas por las autoridades de inmigración.
(Carolyn Cole/Los Angeles Times)
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El sacerdote llegó el martes para bendecir a unas 90 familias centroamericanas en un antiguo salón parroquial que se había convertido en un refugio para absorber el creciente número de migrantes y niños no acompañados que arriban al Valle del Río Grande de Texas.

El reverendo Roy Snipes, un tejano nativo que predica con un sombrero de paja al estilo vaquero, se paró frente a un retrato de Nuestra Señora de Guadalupe. Oró en español por las familias y las roció con agua bendita extraída del Río Grande, el mismo río que muchos habían cruzado pocos días antes. “Han venido aquí, y aquí están”, afirmó Snipes. Los padres, algunos con bebés en brazos, aplaudieron.

Las familias migrantes y los niños no acompañados están abrumando las áreas de detención de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU, así como los refugios federales para jóvenes, aún cuando se están ampliando las instalaciones. El aumento se produce mientras las familias huyen de la violencia de las pandillas, los gobiernos inestables, la pobreza y los daños causados por huracanes, en un momento en que muchos creen que la administración Biden será más acogedora que la antigua Casa Blanca de Trump.

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“Vamos camino a encontrarnos con más personas en la frontera suroeste que en los últimos 20 años”, afirmó el martes el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro N. Mayorkas. “Estamos asegurando nuestra frontera, ejecutando la autoridad de salud pública de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades para proteger a los estadounidenses y a los propios migrantes”.

El número de familias migrantes se duplicó este año, pero se mantiene por debajo de los picos anteriores, incluida la afluencia más reciente, en 2019. No obstante, el flujo de menores que llegan sin adultos aumentó a niveles casi récord, a 9.457 el mes pasado -en comparación con 5.858 en enero-, más del número que llegó en el mismo período en 2019. La afluencia está agotando los recursos de inmigración de EE.UU e intensificando la presión sobre la administración Biden para detener una crisis emergente, que los republicanos afirman deberían haber estado preparados para manejar.

People wait in line to board vans bound for the airport
Los voluntarios locales ayudan a los migrantes liberados en el Valle del Río Grande de Texas a subir a camionetas rumbo al aeropuerto, para reunirse con familiares.
(Molly Hennessy-Fiske / Los Angeles Times)

Los funcionarios federales reabrieron un refugio para jóvenes migrantes con capacidad para 700 personas en el centro de Texas y crearon un albergue temporal para otros tantos en un antiguo campamento petrolero en el oeste de Texas. El centro de convenciones de Dallas albergará hasta 3.000 jóvenes. Algunos refugios enfrentaron críticas en el pasado en medio de denuncias de maltrato, y los defensores de los migrantes se oponen a que los vuelvan a abrir.

El principal centro de detención de la Patrulla Fronteriza para familias migrantes en el Valle del Río Grande está cerrado por renovaciones. Cerca de 600 familias y más de 1.800 jóvenes migrantes no acompañados fueron detenidos en una carpa cercana de la Patrulla Fronteriza la semana pasada, y algunos debieron dormir en el piso porque no había suficientes tapetes, según Leecia Welsh, una de las abogadas que entrevistó a unos 20 menores detenidos allí este jueves.

La abogada señaló que algunos jóvenes migrantes relataron haber estado retenidos en las instalaciones durante más de una semana, a pesar del límite de tres días del gobierno federal para la detención de menores. Muchos dijeron que no se les había permitido telefonear a sus padres ni a otros familiares.

Algunos padres no han podido localizar a sus hijos durante más de una semana después de la llegada de estos a EE.UU, expuso la Dra. Amy Cohen, cofundadora y directora ejecutiva de Every Last One, una organización sin fines de lucro con sede en Los Ángeles que trabaja para reunir a familias migrantes separadas.

“Estamos forzando a estos padres que se encuentran en una situación de tremendo peligro en México, donde se exponen a ser secuestrados una y otra vez”, afirmó Cohen. “He visto padres que temían ser asesinados y dejar a su hijo solo”.

Dos niños hondureños, de 11 y nueve años, fueron separados de su tío recientemente. El hombre fue repatriado a la ciudad fronteriza mexicana de Miguel Alemán, donde fue secuestrado y liberado solo después de que sus familiares en Estados Unidos pagaran un rescate de $5.000, relató Cohen. Los familiares en Texas todavía están tratando de averiguar dónde los funcionarios federales retienen a los menores.

Por ley, se supone que los niños deben ser trasladados por la Patrulla Fronteriza a los refugios de Salud y Servicios Humanos dentro de las 72 horas, pero por las restricciones pandémicas hubo retrasos. Algunos menores también fueron transferidos fuera del estado, a hogares de acogida federales, comentó Cohen.

Los legisladores republicanos alertaron sobre el aumento de migrantes. “Esta crisis es creada por las políticas presidenciales de la nueva administración. No hay otra forma de llamarlo, es una crisis fronteriza de Biden”, aseveró el lunes el líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy (republicano por Bakersfield), después de recorrer un centro de procesamiento de migrantes de la Patrulla Fronteriza en El Paso, junto con una delegación del Congreso republicano.

A masked priest in robes and cowboy hat accompanied by a dog on a leash gives blessings near the open door of a van
El reverendo Roy Snipes, de la iglesia Our Lady of Guadalupe, en Texas, bendice a los migrantes cuando salen de un refugio improvisado, el 16 de marzo de 2021.
(Molly Hennessy-Fiske / Los Angeles Times)

La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) fue convocada a Texas para brindar asistencia, pero no podrá aprovechar los fondos para desastres sin la aprobación del gobernador republicano Greg Abbott, quien rechazó una propuesta para que FEMA realice pruebas a los migrantes para detectar el coronavirus. También incrementó los controles en la frontera en respuesta a los temores de que los migrantes propaguen el virus.

Abbott anunció el martes que planea celebrar una reunión informativa con funcionarios estatales en el centro de convenciones de Dallas, este miércoles, “para discutir la crisis de los menores no acompañados”. “Texas está notificando al presidente Biden que sus políticas ponen en riesgo la salud y seguridad de los tejanos, y también ponen en riesgo a los niños”, señaló el gobernador en un comunicado.

Los demócratas del Congreso insisten en que la región no está en crisis: “Mi comunidad se convierte en un escenario para que ellos puedan seguir alimentando las divisiones en nuestro país”, remarcó la representante Verónica Escobar (D-Texas) durante una sesión informativa el lunes “[…] y para hacer que el público estadounidense crea que la frontera sur es un lugar temible”.

El gobierno de Biden mantuvo hasta ahora la política pandémica del ex presidente Trump, de enviar de regreso a México a la mayoría de los solicitantes de asilo. Pero en los últimos meses, el estado mexicano de Tamaulipas, frente al Valle del Río Grande de Texas, se negó a aceptar el retorno de familias migrantes con niños menores de siete años. Algunos han sido liberados localmente. Otros fueron retenidos en dos centros de detención de familias en el centro de Texas, o volaron a El Paso para ser liberados allí o enviados de regreso a México.

“No hay crisis en las calles de El Paso”, afirmó Sami DiPasquale, director ejecutivo de Abara, una organización sin fines de lucro que trabaja con refugios para migrantes allí y al otro lado de la frontera, en Ciudad Juárez. “Definitivamente hay desafíos para enfrentarlo, pero la crisis está en esos países de los que la gente huye”.

La hermana Norma Pimentel, quien dirige un centro que recibe a familias migrantes recientemente liberadas en el Valle del Río Grande, coincidió con esa opinión. Dentro del centro de Caridades Católicas en el centro de McAllen, el lunes, cientos de familias hicieron fila para recibir artículos de tocador, se ducharon, comieron y descansaron en tarimas extendidas sobre el piso de concreto.

“Creo que si trabajamos juntos, podemos hacerlo con respeto, establecer un discurso de que hay una forma de ingresar a Estados Unidos de manera segura y ordenada”, comentó Pimentel. “Podemos controlar este proceso de inmigración de la manera correcta”.

Antes de que la migración se disparara, el mes pasado, Pimentel y otros líderes locales contactaron a Snipes, quien accedió a acoger a familias migrantes en Our Lady of Guadalupe. El reverendo ya venía organizando misas semanales en apoyo de los migrantes y en oposición al muro fronterizo impulsado por Trump.

En el exterior de la iglesia, el martes, los niños chillaban y corrían por un patio de recreo. Los padres acomodaban la ropa donada en bolsas de residuos mientras esperaban camionetas que los llevarían al aeropuerto cercano, donde tomarían vuelos que los reunirían con familiares en Maryland, Carolina del Norte y Pensilvania. “No es una crisis en absoluto para nosotros”, expuso el sacerdote.

La migrante hondureña Fabiola Romero, de 28 años, destacó que su hermano había comprado boletos para que ella y sus dos hijos se reunieran con él en Wilmington, Carolina del Norte. Los traficantes la habían trasladado a través del Río Grande el 3 de marzo pasado, en una balsa, junto con su hijo de tres meses, llamado Hemsford, y su hija Victoria, de seis años. Ellos se entregaron a la Patrulla Fronteriza, que los retuvo en las instalaciones de la carpa temporal. Dieron negativo por el coronavirus y fueron liberados el lunes.

Romero, maestra de escuela primaria y madre soltera, emigró por razones económicas. Ganaba alrededor de $250 al mes enseñando en su pueblo rural, insuficiente para mantener a su familia. Decidió irse a la frontera mexicana después de enterarse de que a los migrantes con niños menores de siete años se les permitiría ingresar a EE.UU. Ella planea trabajar en este país para pagarle a su hermano por el viaje y para mantener a su padre y a su hermana menor, que quedaron en Honduras. “Venimos por nuestros hijos, por su futuro”, comentó, acunando a su bebé dormido.

Mientras esperaba cruzar el río en la ciudad fronteriza de Reynosa, Romero añadió que conoció a una madre migrante que había enviado a sus hijos, de tres y seis años, a cruzar solos un puente fronterizo después de que la Patrulla Fronteriza los forzara a regresar a México. “Si los envías solos, pueden cruzar”, explicó Romero sobre los niños migrantes. “La gente lo sabe. Es su única oportunidad”.

Alrededor de las 9:30 a.m., llegaron dos camionetas y Romero hizo fila para abordarlas, junto con el resto de las familias. Snipes los acompañó y los roció con agua bendita mientras subían a los vehículos. “Ve con Dios”, decía el sacerdote en español. “Ten un buen viaje”.

Al mediodía, voluntarios de un centro de Caridades Católicas en la cercana McAllen llamaron para decirle a Snipes cuántos migrantes se esperaban el martes por la noche. El centro de relevo recibe a más de 800 familias migrantes a diario en estos momentos, y envían alrededor de 100 a la iglesia.

Hasta 25 voluntarios trabajan en el refugio improvisado, preparan comidas y organizan los suministros donados. Algunos están vacunados contra el COVID-19, pero otros, como Albert Solís, el coordinador del refugio, aún están a la espera de sus dosis. Compraron pruebas rápidas de COVID-19 en caso de que los migrantes presentaran síntomas, dijo, pero hasta ahora todos dieron negativo antes de llegar. “Cada día es más fácil, especialmente con la ayuda de la comunidad”, comentó Solís mientras preparaba el refugio para más llegadas, el martes por la tarde. “No sabemos cuánto tiempo pasará antes de que la situación se calme”.

Cuando las camionetas se fueron, Snipes regresó a su oficina para esperar noticias de cuántas personas más llegarían. Planeaba bendecirlas a todas.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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