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Bonificaciones fiscales por hijo dividen al Congreso de EEUU

Fotografía de archivo del 5 de julio de 2021, del presidente estadounidense Joe Biden
Fotografía de archivo del 5 de julio de 2021, del presidente estadounidense Joe Biden antes de hablar en un acto por el inicio de bonificaciones fiscales de ayuda a las familias con hijos, en Washington, D.C. (AP Foto/Evan Vucci)
(ASSOCIATED PRESS)
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Para los partidarios en Estados Unidos de las bonificaciones fiscales para las familias con hijos, siempre ha habido un momento de revelación: el reconocimiento de que recibir unos pocos centenares de dólares al mes pueden cambiarle a uno la vida.

Así le sucedió hace varios años al senador demócrata de Colorado Michael Bennet, cuando trabajaba como superintendente escolar en Denver. Un estudiante de secundaria se quedaba dormido en las clases matutinas. Cuando Bennet le preguntó por qué estaba tan exhausto, el adolescente le dijo que trabajaba el turno de la medianoche en un restaurante de McDonald’s para que su familia tuviera suficiente dinero.

Para la representante demócrata de Connecticut Rosa DeLauro fue los recuerdos de su infancia, cuando sus padres fueron desalojados y encontraron los muebles en la calle.

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Bennet y DeLauro están entre los legisladores demócratas que están presionando para hacer permanente una expansión de las bonificaciones fiscales por hijos, una expansión que el paquete de ayuda por coronavirus del presidente Joe Biden transformó en un pago mensual que estaría disponible para casi todos los padres con niños, pero Biden no pudo convencer siquiera a suficientes demócratas para que ampliaran los pagos hasta el final de 2025 y, en las negociaciones para su paquete de programas sociales y económicos, parece haberse conformado con una extensión hasta el final del año próximo.

Pese a la concesión, el presidente sigue peleando por una política que pudiera convertirse en el equivalente del Seguro Social para los niños. Biden calificó el inicio de los pagos en julio de “histórico”, diciendo que la reducción de la pobreza infantil sería transformadora y que él planeaba hacer permanente el cambio.

La evolución constante de la desgravación fiscal para los contribuyentes con hijos refleja una división fundamental en la forma en que los legisladores piensan sobre la naturaleza humana. ¿Hacen los pagos del gobierno más haraganas a las personas o les dan los recursos para volverse más responsables? Establecidas con respaldo bipartidista en 1997, las bonificaciones han cambiado muchas de las presunciones sobre identidades políticas, al grado de que muchos demócratas han pedido a los republicanos que recorten impuestos.

Los críticos republicanos y el senador demócrata Joe Manchin —el voto decisivo de su bancada— dicen que los pagos pudieran desalentar a los padres de trabajar, mientras que los partidarios dicen que el dinero facilitaría obtener los cuidados infantiles y el transporte necesario para encontrar empleo.

“Es un recorte fiscal para beneficio de las personas comunes”, dijo Biden en un discurso esta semana en Scranton, Pensilvania.

La continuación de los pagos de al menos 300 dólares mensuales por hijo es una transformación, tanto política como económica.

Para fines del presupuesto federal, es un recorte de impuestos dirigido a la clase media, con ingresos medianos por familia de 86.372 dólares al año.

Permite a los demócratas reclamar el manto de los reductores de impuestos para la clase media, mientras que los republicanos que rechazan la idea pudieran ser criticados por favorecer alzas de impuestos a ese sector clave de cara a las elecciones de 2022. Es una reversión drástica respecto la identidad de los republicanos de la era de Ronald Reagan, comprometidos a recortar impuestos para impulsar crecimiento.

“Gran parte de su éxito inicial fue que se ajustó al marco del alivio fiscal”, dijo Gene Sperling, un asistente de Biden que trabajó en políticas económicas en los gobiernos de Bill Clinton y Barack Obama. “Es un asunto en el que los progresistas han ganado la guerra conceptual en un período de 30 años”.

Las bonificaciones fiscales por hijos fueron inicialmente un asunto bipartidista, una rara coincidencia política entre el entonces presidente Bill Clinton y el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Newt Gingrich.

Los republicanos lo hicieron parte de su “Contract with America” (Contrato con Estados Unidos) de 1994, una lista de políticas que Gingrich usó para ascender al máximo puesto en la cámara baja. Gingrich dijo en una entrevista que el exrepresentante Henry Hyde, firme oponente del aborto, enfatizó la necesidad de los republicanos de mostrar que se preocupaban por los niños una vez que habían nacido, no solamente en el útero. Las bonificaciones fiscales por hijos fueron el vehículo.

Clinton propuso la ayuda separadamente en diciembre de 1994 durante su discurso de la “ley de derechos de la clase media”. La convergencia llevó al final a una reforma en 1997 del sistema de bienestar social que estableció un crédito de 500 dólares por hijo. Gobiernos sucesivos expandieron la bonificación, pero hasta este año el crédito no era “plenamente reembolsable”, lo que significa que los padres con bajos ingresos pudieran no ganar suficiente para recibir el pago completo.

Lo que Biden y los legisladores demócratas hicieron con su paquete de ayuda por la pandemia fue eliminar ese límite, convirtiendo efectivamente el crédito en un pago mensual por hijo. Su planeada extensión habría hecho el cambio permanente.

Gingrich y los republicanos dicen que las personas dejarían sus trabajos porque podrían recibir los pagos sin necesidad de trabajar, privando a los hijos de padres trabajadores que sirvan como ejemplo.

Gingrich lo calificó de “una cosa enormemente peligrosa para nuestra cultura”.

En respaldo a ese argumento, un artículo de varios economistas de la Universidad de Chicago presume que expandir la bonificación haría que 1,5 millones de padres dejaran sus empleos porque los créditos no estarían vinculados más con el trabajo.

“Es una política transformada de algo que alienta la autodependencia y el trabajo en algo que no lo hace”, aseguró Bruce Meyer, profesor de la Universidad de Chicago que fue uno de los autores del análisis.

Sin embargo, los datos económicos en el mundo real no muestran una correlación entre los pagos y personas dejando sus empleos. Estudiosos en la Universidad de Columbia han concluido que la expansión de los pagos de créditos fiscales por hijo que comenzó en julio no tuvo impacto en la mano de obra y que los modelos que dicen lo contrario son excesivamente simplistas. Los trabajadores a menudo tienen que gastar dinero para encontrar empleo, dicen.

“Tienes que invertir para poder trabajar”, afirmó Elizabeth Ananat, economista del Barnard College y coautora del estudio de Columbia. “Debes tener el coche reparado. Tienes que reconectar el teléfono. Tienes que comprar suministros de pañales para el mes para asegurar un lugar en la escuela preescolar”.

Los legisladores demócratas dicen que los pagos reducen la pobreza y mejoran los resultados en la educación, lo que hace más probable que los hijos tengan trabajos estables cuando sean adultos.

El senador Bennet respaldó la idea del crédito fiscal tras ver como administrador escolar que se necesitaban más recursos para garantizar que los niños tuvieran estabilidad suficiente para triunfar.

“La mayoría de los padres trabajan increíblemente duro, algunos en dos o tres empleos. Y no importa lo que hagan, no podían mantener a sus hijos fuera de la pobreza”, dijo Bennet.

DeLauro dice que el logro de la expansión del crédito fiscal fue el resultado de la pandemia, mostrando la fragilidad económica de muchas familias y la decisión de Biden como candidato presidencial de respaldar la política. Ella cree que los beneficiarios seguirán trabajando porque es parte de quienes son.

“Las personas se identifican por sus trabajos”, afirmó.

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