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El Congreso acuerda reabrir el gobierno con el impulso de una inusual cooperación bipartidista

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Al final, ni el presidente Trump, ni los experimentados líderes del Congreso encontraron el camino para terminar con el cierre gubernamental de tres días.

Más bien, el acuerdo surgió de un incipiente caucus de moderados apasionados de ambos partidos políticos que, si no son marginados en los próximos días por un resurgimiento partidista, podrían convertirse en un nuevo centro de poder en el Senado.

La Cámara de Representantes y el Senado aprobaron el lunes un compromiso para extender el gasto del gobierno hasta el 8 de febrero, despejando el camino para que las oficinas gubernamentales reabran el martes.

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El acuerdo fue elaborado por un grupo de aproximadamente 30 senadores que se autodenominaban Caucus del Sentido Común, que creció en número durante el fin de semana durante las frenéticas negociaciones para poner fin al enfrentamiento.

Ahora, muchos legisladores en ambos partidos esperan que el grupo moderado continúe ejerciendo su influencia para romper el estancamiento, incluso cuando algunas facciones ideológicas buscaban cómo eliminarlo.

Los demócratas, en particular, necesitan mantener el centro unido para elaborar rápidamente un acuerdo de inmigración para proteger a los “Soñadores”, ya que el partido es criticado por su ala progresista por no alcanzar un acuerdo en ese tema. Los liberales se quejaron el lunes de que el líder de la minoría del Senado, Charles E. Schumer y otros, se negaron a aceptar reabrir el gobierno sin lograr un compromiso firme de que los republicanos cumplirían su promesa de considerar un proyecto de ley bipartidista para ayudar a los inmigrantes.

El Senado votó abrumadoramente, 81-18, para aprobar el proyecto de ley de gastos de tres semanas. En la Cámara, el presidente Paul D. Ryan (R-Wis.) logró su mayoría para su aprobación, 266-150, con seis republicanos y 144 demócratas en contra.

A cambio del apoyo de los Demócratas, el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell (R-Ky.), acordó considerar una legislación para ayudar a Dreamers como parte de un compromiso de inmigración que también incluye la seguridad fronteriza y otras medidas.

Las protecciones contra la deportación de Dreamers finalizarán el 5 de marzo porque Trump decidió terminar el programa DACA de Obama.

“Ahora viene la prueba, la prueba real, de si podemos lograr esto”, dijo el senador Richard J. Durbin (demócrata por Illinois), quien calificó a los Dreamers como “el tema de los derechos civiles de nuestro tiempo”. Él prometió que los demócratas no cejarían. “A todos los Soñadores que miran hoy, les decimos ‘no se rindan’”.

Sin embargo, esas promesas fueron recibidas con profundo escepticismo por los defensores de los casi 700,000 jóvenes inmigrantes.

“Es oficial: Chuck Schumer es el peor negociador en Washington”, dijo Murshed Zaheed, director político de CREDO, un grupo de defensa de la inmigración, en un comunicado. Dijo que cualquier plan que dependa de los líderes republicanos para cumplir sus promesas está “condenado al fracaso”.

Trump capitalizó las divisiones, declarando que los “demócratas cedieron”, en un correo electrónico de recaudación de fondos para sus seguidores. Después de votar, rápidamente dio la bienvenida a la Casa Blanca a algunos de los senadores de inmigración más restrictivos, incluidos varios cuya influencia habían logrado anular los acuerdos bipartidistas anteriores.

Los demócratas estuvieron inicialmente fríos con la oferta de McConnell cuando se presentó el domingo, esperando algo más que una promesa de que los líderes republicanos, que controlan el calendario del Senado, considerarían seriamente un proyecto de ley de inmigración.

Quince demócratas, incluidos los senadores de California Kamala Harris y Dianne Feinstein, y otros liberales destacados, votaron a favor de continuar con la obstrucción, al igual que el senador Bernie Sanders, el independiente de Vermont. Dos republicanos, el senador Rand Paul de Kentucky y Mike Lee de Utah, que se oponen a los niveles de gasto, votaron con ellos.

Harris dijo a los periodistas después que fue “temerario” creer en McConnell. “Me niego a poner la vida de casi 700,000 jóvenes en manos de alguien que repetidamente ha faltado a su palabra”, dijo Harris en Twitter.

Inicialmente, McConnell ofreció un tono más mesurado antes de la votación, absteniéndose de acusar a los demócratas de poner la “inmigración ilegal” por encima de las necesidades del país. Pero después de la votación, reanudó sus ataques a los inmigrantes.

Aun así, prometió darle una oportunidad justa a la inmigración. “Permítanme ser claro: este debate de inmigración tendrá un campo de juego nivelado desde el principio, y un proceso que sea justo para todos”, dijo.

Los senadores dijeron que el cambio en el tono y el lenguaje del líder republicano, específicamente la promesa de McConnell de que la legislación de inmigración sería considerada en un proceso abierto, fue un movimiento en su dirección que les permitió votar sí.

“Lo que cambió de la noche para mí fue la declaración del líder McConnell esta mañana”, dijo el senador Angus King, Independiente de Maine , que hace alianza con los demócratas.

Para muchos, las reuniones en la oficina de la senadora Susan Collins (R-Maine) ofrecieron una visión de cómo un nuevo Senado podría romper con el hiperpartidismo que existe en Washington y que muchas veces impide gobernar. “La oficina de Susan es Suiza”, dijo el Senador Lindsey Graham (RS.C.), quien ayudó a organizar las sesiones.

En una muestra inusual de cortesía, el caucus se reunió públicamente en el Senado después de la votación del lunes. “Si podemos hacer una diferencia duradera en la forma en que funciona el Senado de los Estados Unidos, podemos volver a funcionar”, dijo el senador Chris Coons (D-Del.), quien aseguró que ese era el camino a seguir, sin embargo, sigue siendo difícil con unos 17 días para llegar a un consenso sobre los principales problemas pendientes, incluidos los niveles de gasto presupuestario, ayuda en casos de desastre, financiación de opiáceos y otros.

El debate sobre la inmigración sin embargo, será desalentador, ya que recuerda el del 2013, cuando el Senado aprobó una ambiciosa ley de inmigración, incluyendo la protección de deportación para unos 11 millones de inmigrantes, solo para ver que la cámara dirigida por el Partido Republicano lo catalogara rotundamente como “amnistía”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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