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A unas millas de USC y del escándalo por los ingresos universitarios, estudiantes venden comida para obtener fondos

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Los estudiantes de East Los Angeles Community College reaccionan ante el escándalo de admisión escolar a universidades élite. Las autoridades dijeron que el suceso se centró en el propietario de una empresa de admisiones universitarias con fines de lucro de Newport Beach, al que los padres con recursos pagaron para ayudar a sus hijos a aprobar los exámenes de ingreso a la universidad y falsificar los registros deportivos de los estudiantes, para permitirles la admisión a escuelas de élite.

Era por la mañana y el campus todavía estaba tranquilo cuando Vanessa Miranda comenzó a gritar, haciendo todo lo posible por atraer clientes:

“¡Esquiii-te! ¡Ven y llévate tu esquiii-te!”

Ella y algunos de sus compañeros de clase en East Los Angeles College vendían maíz rebanado con mayonesa, mantequilla y queso a $ 3 por taza para recaudar dinero para su club llamado Puente, un programa que ayuda a los estudiantes a transferirse a universidades de cuatro años.

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La mayoría de los estudiantes son inmigrantes o hijos de inmigrantes, y los viajes nocturnos que toman en camionetas y autobuses a lugares como UC San Diego y UC Santa Barbara les cambian la vida. A menudo, es la primera vez que muchos de los estudiantes visitan un campus universitario e imaginan cómo sería la vida si un día una universidad los aceptara.

Las noticias de esta semana sobre el escándalo de admisión en universidades élite, en el que supuestamente los padres adinerados hicieron trampa y pagaron para que sus hijos ingresaran a ellas, desencadenaron una mezcla de emociones en este colegio comunitario de Monterey Park, donde la mayoría de los estudiantes son hijos de padres latinos de bajos ingresos: porteros, jardineros, costureras y obreros.

Su realidad diaria está muy alejada del mundo de las estrellas de Hollywood, entrenadores universitarios famosos y propietarios de bodegas en Napa, los cuales son acusados.

“Es muy injusto porque trabajamos arduamente para obtener una educación”, dijo Miranda, una estudiante de sociología que espera ingresar a UC Davis. “Mi madre nunca podría decirle a una escuela: ‘Aquí, toma este dinero y consigue que mi hija ingrese’. Todos los días nos preocupa pagar nuestras cuentas y poner comida en la mesa”.

Miranda, de 22 años, vive en la ciudad de Bell con su progenitora, una madre soltera y su hermano de 8 años. Comparten un dúplex de una habitación y un coche. Juntos ganan alrededor de $ 25.000 al año.

Fue doloroso y frustrante para Miranda y sus compañeros saber que algunos padres habían pagado entre $ 100.000 y $ 6.5 millones para obtener lugares para sus hijos en escuelas como USC, UCLA y Stanford.

Algunos de sus compañeros de clase de East LA, como Vanessa Bolaños, estaban enojados con los estudiantes que no habían tomado en serio la educación por la que sus padres habían pagado. Otros, como David Mejía, quien lideraba el grupo, se sintieron decepcionados de que escuelas tan distinguidas pudieran quedar atrapadas en el escándalo. UCLA era un lugar que había idolatrado desde que tenía 8 años.

“Ahora ni siquiera quiero verla”, dijo Mejía, quien con 37 años es uno de los estudiantes más antiguos del grupo Puente.

Destiny Ramírez, de 21 años, estaba en conflicto. El escándalo ha llevado al estudiante de psicología a cuestionar todos sus esfuerzos.

“También me dan ganas de trabajar más duro que nunca”, dijo.

Para muchos estudiantes en los colegios comunitarios de Los Ángeles, el ‘juego de suma cero’ en la educación superior es como un laberinto. Muchos acuden a los campus sintiéndose abrumados y sin conexiones.

El grupo Puente en East LA College es una comunidad muy unida de casi 90 estudiantes. Se llaman a sí mismos la familia Puente. Algunos son mayores, madres y padres cuyas vidas se desviaron y zigzaguearon después de la escuela preparatoria; otros son estudiantes recién salidos del grado 12.

“La gente nos llama ‘Equipo sin descanso’ porque siempre estamos trabajando en algo”, dijo Mejía, presidente del club.

Además de vender maíz y otros alimentos, los estudiantes de Puente venden camisetas y constantemente organizan eventos para fomentar la unidad. Se reúnen a menudo para ayudarse mutuamente con tareas de clase, fechas límite de becas y solicitudes para la universidad.

Algunos días, incluyen a sus familias en sus actividades. De esa manera, motivan a sus padres a aprender acerca de los planes de su universidad y también a calmar sus nervios sobre diversos temores, como las finanzas y la posibilidad de mudarse para asistir a la universidad.

Los miembros tienen un vínculo estrecho con su asesor, Carlos Centeno, un profesor de inglés que se ha dedicado a fomentar el programa durante los últimos nueve años. Los suministros de las muchas ventas de sus estudiantes se acumulan en su pequeña oficina: tazas, platos, volantes, una olla de cocción lenta.

Centeno dijo, que muchos de sus estudiantes son brillantes y están motivados, con suficiente talento para triunfar en cualquier gran universidad. A veces batalla para que ellos mismos vean ese potencial.

Cuando el club se dirige al norte para visitar prestigiosas escuelas como UC Santa Barbara y UC Berkeley, los estudiantes generalmente se sorprenden por la falta de diversidad. Algunos bajan del autobús y lo primero que dicen es: “¿Por qué no hay nadie aquí que se parezca a mí?”

Está bien, Centeno les dice a menudo. Tu perteneces aquí. Lo vales, tienes mucho que ofrecer.

Centeno dijo que el escándalo en las universidades apenas y lo sorprendió. En un sistema construido con tanta riqueza y privilegio, se pregunta si se producirá un cambio positivo.

Mientras tanto, él está luchando para saber qué decirles a sus estudiantes sobre estas instituciones, a las que él les enseñó a confiar y creer.

“Ya hay tanta presión sobre ellos para que trabajen más duro que otros, y eso conlleva una carga emocional muy grande”, dijo Centeno.

Sin embargo, todos los días ve la recompensa por el tiempo que invierten en el club Puente.

Cuando los estudiantes concluyeron su venta el pasado miércoles, se reunieron para su junta mensual. Tenían mucho que revisar para futuros eventos de recaudación de fondos, incluido dónde encontrar las mejores ofertas en suministros e ingredientes.

“Vi una oferta de salchichas de Farmer, cuatro paquetes por $ 1.25”, dijo un estudiante.

“Puedo traer limones de mi patio trasero”, dijo otro.

Para su banquete de graduación, planeado en un restaurante mexicano cercano, una mamá planeó hacer todos los centros de mesa: botellas de vino de oro brillante con plumas altas blancas y negras.

Al frente del grupo estuvo el presidente del club, David Mejía.

Mejía se matriculó en el colegio hace dos años. Dijo que en ese momento se sentía perdido e inseguro sobre su futuro.

“Yo era ese cholo tranquilo que vestía con sudadera y que siempre estaba sentado en la parte de atrás de la clase”, dijo.

Al crecer, a menudo se sentía como un marginado. En la escuela preparatoria, los maestros enfocaron su atención en los estudiantes que consideraban ‘superdotados’. Sus consejeros le dijeron que buscara un trabajo, tal vez de mecánico de automóviles o carpintero.

Centeno, fue la primera persona que vio su potencial, dijo. Él y otros estudiantes de Puente lo empujaron a salir de su caparazón.

El estudiante con especialización en Desarrollo infantil y sociología, está a la espera de recibir noticias de varias universidades, incluida la UCLA, que ahora está seguro de que rechazaría si fuera aceptado.

Sin importar a dónde vaya a la universidad, Mejía, dijo que sabe dónde quiere terminar sus estudios.

“Voy a regresar para enseñar en ELAC”, dijo. “Quiero ayudar a tantos estudiantes como pueda, de la misma manera que Centeno me ayudó a mi”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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