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George H.W. Bush es enterrado en Texas en una ceremonia íntima

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George H.W. Bush nació y creció en Nueva Inglaterra, pero cuando su cuerpo salió de Washington, el 5 de diciembre, regresó a su hogar adoptivo: Texas.

Sus partidarios en ese estado se congregaron ante monumentos improvisados a los pies de las estatuas que miran el parque frente al río Buffalo Bayou, de Houston, y su biblioteca presidencial en la Universidad de Texas A&M.

Las banderas flameaban a media asta en todo el estado después de su muerte, el pasado 30 de noviembre, a los 94 años de edad, ocurrida en la casa que compartió con su difunta esposa, Barbara, en el exclusivo vecindario de Tanglewood, en Houston.

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El gobernador Greg Abbott declaró el 5 de diciembre un día de luto en todo el estado; las escuelas con instalaciones que llevan su nombre organizaron eventos para recordar la vida del 41º presidente.

“Los habitantes de Houston, los tejanos, estamos muy orgullosos de nuestra relación con los Bush”, aseguró Steve Livingston, director de la escuela Houston Christian High School, sede del George and Barbara Bush Center for Scholars and Leaders, que dirige programas de liderazgo estudiantil y cuenta con una gran colección de recuerdos del fallecido exmandatario.

El miércoles 5, Livingston y otros que conocieron a Bush, discutieron su legado con los estudiantes en el centro, que abrió sus puertas en 2012. Livingston conoció al exmandatario hace varios años, en una proyección del documental “41”; luego visitó el complejo de la familia en Kennebunkport, Maine, y trabajó con Barbara Bush para crear el centro de la escuela.

El expresidente, indicó, se ganó el respeto de los lugareños al romper con sus raíces para emprender y conquistar el mundo en sus propios términos. “Tenía esa independencia, ese espíritu emprendedor que resuena con los tejanos”, dijo Livingston. “Una voluntad de romper con las tradiciones de lo que se esperaba”.

Bush nació en Milton, Massachusetts, la antítesis de Texas. Hijo de un senador estadounidense de Connecticut, asistió a la escuela preparatoria Phillips Academy Andover e insistió en servir en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, antes de asistir a la Universidad de Yale.

Luego se casó con Barbara Pierce, también con distinguidas raíces yanquis, pero la pareja partió hacia Texas tan pronto como se graduó, y trasladó a su familia al oeste del estado, donde Bush vendía equipos para campos petroleros.

Tal como su hijo George W. Bush, el 43º presidente del país, recordó en su panegírico en la Catedral Nacional de Washington el miércoles —hablando con un acento forjado en el oeste de Texas—, la ciudad donde se habían asentado era tan defectuosa que los Bush se veían obligados a compartir el baño de un duplex con “damas de la noche” —es decir, prostitutas—.

Pero los campos petroleros de Odessa y Midland pronto vivieron un auge, Bush mayor ganó millones y, eventualmente, se mudaron a Houston.

Bush abrazó la ciudad y la hizo suya. Después fue presidente del partido republicano del condado de Harris, en 1963, y congresista entre 1967 y 1971. Posteriormente, se desempeñó como jefe de la CIA, fue embajador ante las Naciones Unidas, vicepresidente y presidente de la nación, y así atrajo la atención nacional a su ciudad adoptiva.

Mucho después de dejar el cargo, Bush siguió siendo un personaje ilustre de la ciudad. En 2017, convocó a los cuatro expresidentes vivos a Texas A&M para recaudar más de $31 millones que fueron destinados a la recuperación de los daños causados por el huracán Harvey.

Los residentes de Houston se acostumbraron a ver a Bush sentado junto a su esposa detrás del home plate en los partidos locales de los Houston Astros.

Fue Bush, un exjugador de béisbol universitario, quien lanzó la primera bola en el Juego 5 de la Serie Mundial del 2017, entre los Astros y los Dodgers, en el Minute Maid Park.

Bush aparecía a menudo en eventos, en su silla de ruedas y luciendo calcetines coloridos, diseñados para llamar la atención sobre las causas favoritas, incluida la fundación para alfabetización familiar de su esposa.

El exmandatario será enterrado el jueves con un par de calcetines que rinden homenaje a su servicio como aviador naval de la Segunda Guerra Mundial, según el portavoz Jim McGrath, de Houston.

Entre quienes se convocaron para ver el ataúd de Bush en Ellington Field, de Houston, se encontraba Allison Spires, de 18 años. Nacida en el oeste de Texas, la joven describió al expresidente como “acogedor” y humilde, lleno del “espíritu y las agallas de Texas”.

Spires nunca conoció al exmandatario, pero habla de él con familiaridad porque asistió a clases en el centro de la Houston Christian High School que lleva su nombre. “Su legado continúa no solo en su hijo, sino en las personas que vienen aquí y toman clases de liderazgo”, remarcó Spires.

Ya en Texas, el cuerpo fue situado para las visitas públicas en la St. Martin’s Episcopal Church, que durante las décadas en que Bush y su familia asistieron creció hasta convertirse en la congregación episcopal más grande de la nación, con más de 9,000 miembros.

Un evento similar abierto al público, que se realizó en la iglesia para su esposa —quien murió en abril, a los 92 años— atrajo a miles de personas.

Mientras los espectadores se amontonaban cerca de una barricada, el coche que trasladaba los restos de Bush llegó con su caravana a las 6:20 p.m. Una banda militar y oficiales de la iglesia se alinearon en el frente del edificio para escoltar el cuerpo hacia el interior.

Los dolientes habían aguardado en fila desde las 9 a.m. para ingresar. Entre los primeros se encontraba Pennie Werth-Bobian, de 56 años, una maestra de primaria retirada, oriunda de los suburbios de Houston, que conoció a Bush en la década de 1990.

Un amigo que le cortaba el cabello al expresidente en el Houstonian Hotel alertó a Werth-Bobian, quien pasó por allí e inició una conversación. Bush le pidió que regresara cada mes, aproximadamente, cuando él se cortara el pelo.

La segunda vez que se encontraron, Werth-Bobian le preguntó cómo debía llamarlo, pensando que “Sr. presidente” sonaba demasiado formal. “Llámame George”, le respondió él. Y eso fue lo que ella hizo. “Eso es lo que le gustaba de mí: que hablaba con él como lo hacía con mi papá”, recordó la mujer.

A menudo compartían historias familiares. Muchos de sus relatos involucraban a George W. Bush, quien, según ella, era su favorito. Una vez, narró, le habló sobre Robin, su hija de tres años que falleció a causa de una leucemia, en 1953, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Werth-Bobian estaba recién casada cuando ambos se conocieron y le pidió a Bush un consejo sobre el matrimonio. “Me dijo que él y Barbara eran mejores amigos”, recordó.

Los dolientes esperaban su ingreso a la iglesia gótica para presentar sus respetos con gorras rojas, blancas y azules en la mano, broches de elefantes en sus solapas y perlas al estilo Barbara Bush alrededor de sus cuellos.

Después de ello y de un servicio que se realizará el jueves por la mañana, los restos de Bush serán trasladados en tren y en caravana a la parcela familiar, en los terrenos de su biblioteca presidencial en College Station, y pasarán por George H.W. Bush Drive. Allí será enterrado junto a su esposa y su hija Robin.

“Es el final de una era”, dijo Werth-Bobian. “Houston ha perdido a uno de sus grandes”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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