Anuncio

El misterio de Ridgecrest: ¿por qué tan poca destrucción con sismos tan potentes?

Share

Después de los principales temblores del 4 y 5 de julio pasados, ingenieros estructurales se trasladaron a Ridgecrest para estudiar la destrucción causada por el terremoto más grande que azotó el sur de California en casi 20 años. Encontraron relativamente poco.

Sí, las casas rodantes lucían arrancadas de los cimientos, se cayeron chimeneas, las cañerías de gas tuvieron pérdidas y algunas casas se incendiaron. Pero en general, la mayoría de los edificios soportó bien el movimiento, y muchas empresas se pusieron en marcha nuevamente en uno o dos días después del sismo de mayor impacto, el de magnitud 7.1.

“Ridgecrest: estoy sorprendido”, aseguró una ingeniera estructural de la Autoridad Sísmica de California (CEA), Janiele Maffei, sobre la levedad de los daños.

Anuncio

Pero el resultado en Ridgecrest no debería proporcionar consuelo a las urbes más grandes de California.

Esa ciudad del desierto de Mojave salió en gran parte ilesa debido a que sus edificios son relativamente nuevos y muy resistentes. Muchas casas son de uno o dos pisos y fueron construidas en la década de 1980, por lo cual carecen del tipo de estructuras que, según los expertos, son más vulnerables durante un gran temblor: mampostería no reforzada, concreto frágil, los llamados soft story buildings -que suelen tener un espacio amplio para estacionamiento en su planta baja- y casas unifamiliares que no están atornilladas a sus cimientos.

Como resultado, Ridgecrest sufrió mucho menos daños que las ciudades afectadas por sismos menos poderosos en los últimos años, como Napa y Paso Robles, donde los edificios más antiguos en las áreas céntricas se derrumbaron por la sacudida.

Los expertos señalaron rápidamente que los terremotos de la semana pasada habrían resultado mucho más devastadores si se hubieran localizado cerca de urbes mayores, llenas de edificios más susceptibles.

“Si un sismo de magnitud 7.1 ocurre en la falla de Hollywood o en la de Newport-Inglewood, en Long Beach, veremos niveles de daño sustancialmente diferentes”, advirtió Ken O’Dell, presidente de la Asociación de Ingenieros Estructurales del sur de california. “Ridgecrest sobrevivió muy bien a este terremoto de 7.1 en particular”.

Keith Porter, un ingeniero especialista en terremotos y profesor de investigación de renombre nacional en la Universidad de Colorado en Boulder, consideró que el resultado de Ridgecrest no debería tomarse como un “triunfo”. “Todavía tenemos edificios peligrosos, y un código de construcción que no es óptimo y no protege a la sociedad tan bien como debería”, remarcó. “En lugar de una docena de casas prefabricadas colapsadas, podrían ser cientos o miles. En lugar de cuatro o cinco incendios de edificios, pudieron haber sido cientos de incendios”.

Las ciudades -entre ellas Los Ángeles y San Francisco- han progresado en exigir algunas modificaciones en los edificios. Pero incluso esos grandes centros de población no han requerido reformas de todos los tipos de estructuras que preocupan a los ingenieros. Las autoridades en muchas áreas suburbanas -incluso en Silicon Valley, el condado de San Mateo y las ciudades costeras de South Bay, en el condado de L.A- no han ordenado el mejoramiento de edificios de apartamentos endebles.

Muchas ciudades en los condados de Riverside y San Bernardino no han exigido arreglos para los edificios de ladrillo, una vulnerabilidad que los californianos conocen bien hace un siglo.

Una simulación del Servicio Geológico de Estados Unidos estimó que un posible terremoto de magnitud 7.1 en la falla de Hayward, en el Área de la Bahía, podría matar a 800 personas, quemar el equivalente a 52.000 viviendas unifamiliares y desplazar a 400.000 individuos, empeorando la crisis de vivienda de la región.

Peor aún, un hipotético terremoto de magnitud 7.8 que enviaría ondas de sacudidas violentas a lo largo de unas 186 millas de la falla sur de San Andrés podría matar a 1.800 individuos, dejar 50.000 heridos y causar un daño duradero en la economía del sur de California.

La recuperación de un golpe tan fuerte “demoraría días o semanas para llegar al lugar donde estamos [en Ridgecrest ahora], así que debemos prepararnos para la restauración y un rápido restablecimiento”, explicó Laurie Johnson, presidenta del Instituto de Investigación de Ingeniería de Terremotos.

Por qué se salvó Ridgecrest

Hay varias razones por las cuales Ridgecrest se salvó en gran medida.

La ciudad, que se erigió en los alrededores de la Estación Aeronaval de Armas de China Lake durante la Segunda Guerra Mundial, no tiene edificios de ladrillos como los que se construyeron antes del terremoto de 1933 en Long Beach, explicó una sismóloga del USGS, Susan Hough. Las estructuras de ladrillo sin mejoramiento son un importante asesino durante los sismos; causaron al menos cinco muertes en San Francisco durante el temblor de Loma Prieta, de magnitud 6.9, en 1989, y dos en el terremoto de Paso Robles, de magnitud 6, en 2003.

También hay muy pocos apartamentos de los llamados soft story, con pisos bajos débiles construidos para usar como estacionamiento -probablemente, señaló Hough, un resultado de “tener suficiente espacio para no necesitar viviendas de alta densidad”-. Un colapso de ese tipo de edificios mató a 16 personas en el terremoto de Northridge, de 6.7, registrado en 1994.

Y debido a que son más nuevas, las viviendas unifamiliares en Ridgecrest carecían de la vulnerabilidad de muchas casas de madera construidas en el sur de California y en el Área de la Bahía antes de 1980, levantadas unos pasos sobre el suelo. Una fuerte sacudida puede romper los soportes de madera que conectan esas construcciones con sus cimientos. Una modificación para sujetar y atornillar la estructura puede costar varios miles de dólares, pero reparar el problema después de un terremoto puede costar cientos de miles.

De repetirse sismos similares a los del 4 y 5 de julio en el Área de la Bahía y el sur de California habría “muchas casas fuera de sus cimientos”, consideró Maffei. “Sin hacerles modificaciones, el Área de la Bahía y Los Ángeles no tiene viviendas resilientes”.

Se estima que hay al menos un millón de estas casas vulnerables en California, aunque Ridgecrest tiene muy pocas.

Joaquín Vásquez, de 12 años, mira las estanterías dañadas por el terremoto mientras su padre, Alex Vásquez, limpia su garaje en Ridgecrest. "Tuvimos suerte. No sufrimos muchos daños", señaló Alex. (Genaro Molina / Los Angeles Times)

Joaquín Vásquez, de 12 años, mira las estanterías dañadas por el terremoto mientras su padre, Alex Vásquez, limpia su garaje en Ridgecrest. “Tuvimos suerte. No sufrimos muchos daños”, señaló Alex. (Genaro Molina / Los Angeles Times)

(Genaro Molina / Los Angeles Times)

Los signos más evidentes de daños en Ridgecrest no dejaron muchas estructuras inhabitables; apenas muros de concreto agrietados rodean los patios, o una fachada de ladrillos decorativos rotos en una casa, precisó el ingeniero estructural del sur de California Wayne Chang, quien visitó la región el domingo y compartió sus observaciones con el Instituto de Investigación en Ingeniería Sísmica.

Algunos de los peores daños fueron sufridos por las casas móviles, que a menudo no están aseguradas a sus cimientos, remarcaron los ingenieros.

Las casualidades de la geología y la geografía también funcionaron a favor de la ciudad.

El terremoto de magnitud 7.1 comenzó en un epicentro 10 millas al noreste del centro de Ridgecrest. Pero ocurrió en una falla que concentró las peores olas de vibración fuera de Ridgecrest y Trona, hacia el noroeste y sureste del epicentro, y las envió hacia áreas escasamente pobladas, explicó un sismólogo de Caltech, Egill Hauksson.

En la Escala de Mercalli Modificada, Ridgecrest soportó una sacudida “muy fuerte”, o de nivel 7, lo suficiente como para romper chimeneas y dañar estructuras mal construidas pero causar un daño insignificante en edificios bien diseñados. Trona sufrió un nivel 6, “fuerte”, en cuanto a agitación.

En contraste, gran parte de los valles de San Fernando y Santa Clarita experimentaron al menos nivel 8, o “severo”, de temblor durante el terremoto de Northridge, una intensidad que puede dañar enormemente las estructuras mal construidas (el sismo casi causó el colapso de un edificio del Auto Club con bases de acero en Santa Clarita, y dañó seriamente o destruyó 200 edificios de apartamentos).

A pesar de que el terremoto de Northridge produjo mucha menos energía total que el temblor del 5 de julio reciente, su ubicación hizo que la agitación fuera peor por estar directamente debajo de un área altamente poblada.

Trona, una ciudad más antigua, resultó más perjudicada que Ridgecrest. Aunque el temblor fue menos intenso, su ubicación sobre sedimentos suaves que se han erosionado en la ladera de una montaña -algo conocido como abanico aluvial- hizo que el suelo actuara como arena movediza, dijo O’Dell.

“Esa extensión del suelo socavó los cimientos”, remarcó, haciendo que la base de los edificios se desmoronara.

Chang agregó que las casas bien mantenidas de Trona parecieron resistir la sacudida, pero algunas propiedades abandonadas y desocupadas sufrieron derrumbes de paredes.

Hay pocos detalles públicos hasta ahora sobre el daño estructural sufrido en la Estación Aeronaval de Armas, que siguió directamente tras los recientes terremotos. Las condiciones han obligado al personal a evacuar.

Hasta el momento, las autoridades creen que una persona murió como resultado de uno de los sismos de la semana pasada: un hombre de Nevada fue encontrado atrapado debajo de su Jeep después de que el vehículo volcara.

Qué debe hacerse

Los ingenieros y defensores de la seguridad dicen que se puede hacer más antes de que el próximo gran terremoto llegue a California. Eso incluye atornillar las estanterías a las paredes, reforzar los gabinetes de la cocina y los vestidores con cerraduras para niños pequeños, y pegar los artículos frágiles en los estantes con masilla para sismos.

Porter quiere que los legisladores busquen fortalecer los requisitos mínimos de construcción del estado, que según él actualmente permiten que la construcción sea apenas lo suficientemente fuerte como para no colapsar en un terremoto. “La gente piensa que un edificio nuevo es a prueba de sismos. Pero en realidad, lo único que no hará es derrumbarse y matarte”, indicó. “El daño puede ser tan costoso que algunos no podrán costearlo, o que no tendrá sentido arreglarlo”.

También instó a los legisladores a reconsiderar una medida vetada por el entonces gobernador Jerry Brown en 2018, que exigía un código de construcción más estricto para mantener los nuevos edificios en uso después de un gran terremoto.

Porter también dijo que las ciudades deben abordar las vulnerabilidades presentadas por algunos de los mayores edificios de California. Los Ángeles, por ejemplo, aún tiene que decidir cómo afrontar el riesgo de las edificaciones con estructuras de acero construidas antes del terremoto de Northridge; el Servicio Geológico de EE.UU (USGS) consideró plausible que sólo cinco edificios de acero y de gran altura en el sur de California puedan derrumbarse en un terremoto de magnitud 7.8.

Por su parte, San Francisco aún debe decidir cómo lidiar con los aproximadamente 3.000 edificios de concreto frágiles potencialmente vulnerables que posee, similares a los que se derrumbaron en los terremotos de Northridge y Sylmar.

“Si pensamos que es caro reparar esos edificios, esperemos a recibir la factura por no arreglarlos”, ironizó Porter. Si un distrito financiero fuese destruido por el colapso de un sólo rascacielos de acero, “¿quién va a querer ir a todos los otros edificios que no se derrumbaron? Nuestra confianza en esas construcciones se evaporará”, consideró.

Para O’Dell, es hora de ir más allá de la simple disposición de un kit para terremotos como la forma principal de prepararse para el ‘Big One’. “Prevenirse es más que tener un kit en existencia o un casco debajo de la cama”, remarcó. “Necesitamos empezar a acondicionar nuestros edificios”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio