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Kamala Harris oficializó su candidatura a la presidencia

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Kamala Harris, senadora demócrata de California en su primer mandato, que captó la atención nacional por su interrogatorio a los funcionarios de la administración Trump, entró formalmente en la contienda presidencial para 2020, y presentó su candidatura el 21 de enero en el marco de una campaña para preservar los ideales estadounidenses.

Al enfatizar su experiencia como fiscal, Harris estableció un claro contraste con el presidente Trump, aunque sin mencionar su nombre. “El pueblo estadounidense merece tener a alguien que luche por ellos, que los vea, que los escuche, que cuide de ellos, que se preocupe por sus experiencias y los ponga delante de su propio interés”, afirmó al hacer su anuncio, en el programa “Good Morning America”, de ABC.

También lanzó un video en línea que presenta su propuesta inicial. “El futuro de nuestro país depende de usted y de otros millones de personas que alzan sus voces para luchar por nuestros valores estadounidenses”, expresa Harris en el clip. “Es por eso que me postulo para presidente de Estados Unidos; para levantar esas voces, para unir nuestras voces”.

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Aunque Trump tampoco es mencionado en el video, la premisa —que valores como la decencia y la justicia están “todos en riesgo ahora”— es un golpe implícito hacia él.

Harris, de 54 años, es la cuarta mujer miembro del Congreso que se sumerge en el campo principal de la presidencia demócrata, cada vez más poblado, y la primera mujer de color en ser candidata superior. La legisladora lanzó su campaña la misma semana en que Shirley Chisholm, la primera mujer afroamericana en postularse a la presidencia, comenzó su candidatura hace 47 años.

Harris, hija de un padre jamaicano y una madre india, nacida en Oakland, abarcó distintas líneas culturales durante su crianza. Creció en un barrio negro de clase media en Berkeley, pasó un tiempo con su familia materna en Chennai, India, y asistió a una iglesia bautista negra y a un templo hindú. La pronunciación de su primer nombre, que en sánscrito significa “flor de loto”, a menudo ha confundido a las personas.

“Harris, entre los candidatos demócratas anunciados hasta ahora, es probablemente el contraste más representativo con Trump”, afirmó Karthick Ramakrishnan, docente de política pública en UC Riverside.

Harris trabajó 13 años como fiscal en el condado de Alameda y San Francisco, antes de postularse como fiscal de distrito de San Francisco.

Esa primera incursión en la política electoral, hace 15 años, fue una contundente batalla contra un titular demócrata que era su exjefe. En 2010, se convirtió en procuradora general del estado en una de las elecciones estatales más reñidas en la historia de California.

Sus antecedentes de ganar campañas de impuestos podría servirle positivamente en su candidatura a la Casa Blanca, consideró Katie Merrill, una estratega demócrata que reside en el Área de la Bahía.

“Ella ha estado allí. Ha corrido carreras difíciles”, consideró Merrill. “Gran parte de lo que les sucede a los candidatos cuando pasan a la escena nacional es que no están acostumbrados a ser el centro de atención, ni al calendario agotador, y se desmoronan. Ella ha demostrado que tiene lo necesario para postularse”.

Harris ganó fácilmente la elección al Senado en 2016, superando a la representante Loretta Sánchez, una colega demócrata. En el Senado, sus puestos en los poderosos comités judiciales y de inteligencia le permitieron mostrar sus conocimientos sobre los interrogatorios. Su enérgica y práctica interpelación a Brett M. Kavanaugh, quien luego fue confirmado ante el Tribunal Supremo, y luego al por entonces procurador general Jeff Sessions, se ganó los aplausos de los liberales que anhelaban un desafío contundente para la administración de Trump.

Su experiencia como fiscal probablemente será fundamental para su concreción de la nominación demócrata, y su historial podría ser alternativamente atractivo y alienante para aquellos de todo el espectro político.

Como fiscal de distrito, reforzó su buena fe progresista al oponerse firmemente a la pena de muerte. Pero su decisión de no buscar la pena capital para el homicida de un policía de San Francisco, anunciada pocos días después de que el oficial fuera asesinado, enfureció a las autoridades locales. También fue criticada por no revelar información perjudicial sobre un empleado del laboratorio de criminología —y testigo frecuente de los fiscales— que fue sorprendido robando cocaína para uso personal.

Como fiscal general, asumió un papel central en la intermediación de un acuerdo nacional de $25 mil millones con firmas hipotecarias por prácticas de ejecución hipotecaria inadecuadas, y en un punto detuvo las negociaciones para asegurar más dinero para California. También llegó a los titulares cuando decidió no defender una prohibición estatal del matrimonio entre personas del mismo sexo en los tribunales.

Harris se ha enfrentado a las críticas de la izquierda, y algunos defensores de la revisión del sistema de justicia penal señalan que fue tibia en la búsqueda de reformas.

Con una capacidad comprobada para la recaudación de fondos y un seguimiento considerable en las redes sociales, Harris ingresa a la carrera como candidata de primer nivel. Pero en un desaire notable, su colega senadora de California, Dianne Feinstein, afirmó a principios de enero que respaldaría al exvicepresidente Joe Biden si se postulaba para la presidencia. Cuando se le preguntó si apoyaría la candidatura presidencial de Harris, Feinstein se autodenominó “una gran fanática” de su par, pero señaló que “está recién llegada aquí”.

Harris se une a un campo creciente de demócratas ansiosos por desafiar a Trump. Entre ellos se encuentran las también senadoras Elizabeth Warren, de Massachusetts, y Kirsten Gillibrand, de Nueva York; los representantes Tulsi Gabbard, de Hawái, y John Delaney, de Maryland; y Julian Castro, exalcalde de San Antonio y secretario de Vivienda en la presidencia de Obama.

Harris pasó la mayor parte de enero en una campaña promocional para sus nuevas memorias, un recorrido que le brindó la oportunidad de informar al público sobre su biografía y su currículum.

El 18 de enero se dirigirá a Carolina del Sur para una gala organizada por una sede local de Alpha Kappa Alpha, la primera hermandad femenina universitaria fundada por afroamericanas, a la cual Harris se unió como estudiante en la Universidad de Howard. La visita le dará una exposición cara a cara con los primeros votantes primarios: Carolina del Sur será el cuarto concurso de nominación presidencial en 2020.

“Tienes que hacer campaña en persona en muchos de estos estados. No es así como hacemos campaña en California, somos demasiado grandes para hacer eso”, afirmó Merrill. “Eso es algo a lo que debe acostumbrarse: la campaña personal”.

La decisión de visitar Carolina del Sur por primera vez, donde los votantes negros ejercen una gran influencia en la primaria demócrata, contrasta con otros contendientes, como Warren y Gillibrand, quienes hicieron de Iowa su primera parada.

No es la única señal de que Harris espera convertir a los afroamericanos en la columna vertebral de su coalición de votantes. El momento de su anuncio, en el Día de Martin Luther King Jr., y su guiño a Chisholm, tienen un peso simbólico. El logo de su campaña está inspirado en la contienda de Chisholm en 1972, según un asesor de Harris.

La senadora también anunció un acto para lanzar su candidatura en Oakland, el domingo. Su campaña tendrá su sede en Baltimore, y otra oficina en Oakland. Juan Rodríguez, un estratega con sede en Los Ángeles que la asesoró en su carrera al Senado en 2016, será su gerente de campaña.

Luego de su mitin en Oakland, Harris visitará Iowa, según confirmó su equipo. También se presentará en un acto organizado por CNN, el 28 de enero.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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