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Para Trump, el alambre de púas en la frontera ‘puede ser una hermosa vista’

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La mayoría de la gente lo conoce como alambre de navajas.

Se enrolla sobre las paredes y las cercas que dividen EE.UU de México, serpenteando a través de los pastizales y las señales de tráfico, astillando la luz del sol con sus brillantes púas como cuchillos.

El ejército de los Estados Unidos prefiere un nombre menos amenazador: concertina.

Las tropas en la frontera sur han instalado cientos de millas de este alambre durante los últimos meses, como parte del intento del presidente Trump de evitar que las caravanas de migrantes centroamericanos ingresen al país.

“El alambre de púas, usado apropiadamente, puede ser una vista hermosa”, afirmó Trump en un mitin en Montana, en noviembre pasado.

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Pero muchas comunidades estadounidenses a lo largo de la frontera están totalmente en desacuerdo. Los líderes de las ciudades fronterizas y otros funcionarios argumentan que ese alambre es para zonas de guerra y prisiones, y que ningún beneficio se compara con el daño que le causa a su imagen o la amenaza que representa para la vida silvestre, el ganado y la gente.

“No nos gusta ver un alambre de concertina en ningún lugar, a menos que haya un peligro inminente”, señaló el alcalde de Laredo, Texas, Pete Sáenz.

Las tropas, que fueron desplegadas en la frontera suroeste en octubre pasado, colocaron casi una milla de concertina, cerca de dos puentes en Laredo, en previsión de una caravana de migrantes que nunca llegó.

“Esto nos hace pensar”, dijo Sáenz. “¿Estamos exagerando?”.

A pedido de la ciudad, la Patrulla Fronteriza ordenó a las tropas que retiren el alambre. Dejaron algunas bobinas, explicó Sáenz, “en caso de que haya otra caravana”.

En diciembre pasado, el representante, Vicente González (D-Texas), cuyo distrito incluye parte del Valle de Río Grande, se quejó en una carta al comisionado de la Patrulla Fronteriza de que el alambre había contribuido a la “militarización de nuestra frontera”.

La Patrulla Fronteriza expuso en un comunicado, el pasado viernes, que la concertina se ha usado a lo largo de la frontera en el pasado y que ahora también funciona.

En el lugar donde se instaló este alambre recientemente, la cantidad de migrantes atrapados cruzando la frontera se ha reducido drásticamente, expone la declaración. “Los funcionarios ya han visto la efectividad del alambre adicional”, remarca, promocionando los beneficios de colocar varias franjas del alambre, una al lado de otra.

“Anteriormente, las organizaciones criminales contaban con individuos en el lado mexicano de la frontera para explorar y cortar el alambre instalado en el nivel superior de la cerca”, señala el comunicado. “Una vez eliminados por secciones, los contrabandistas humanos explotaban las aperturas y cruzaban personas a EE.UU. El nuevo alambre de múltiples capas evita que se utilice esta táctica”.

La Patrulla Fronteriza no rastrea las lesiones relacionadas con la concertina, pero la agencia indicó que esta disuade a las personas de intentar escalar las barreras fronterizas, que es una causa común de fracturas de tobillos y otras lesiones.

El alambre -suministrado por Allied Tube and Conduit de Hebron, Ohio, mediante un contrato por $41 millones con el Departamento de Defensa-, también es popular entre los grupos conservadores, que cabildean por un mayor control fronterizo. “Es otra barrera, otra cosa más para frenar a la gente”, afirmó Jessica Vaughan, directora de estudios de políticas en el Center for Immigration Studies en Washington.

Para Vaughan, el alambre podría usarse para fortificar rápidamente los puntos débiles a lo largo de las cercas fronterizas “obsoletas” y para disuadir a los deportados que intentan volver a cruzar al país, no para las familias de inmigrantes que buscan asilo en la frontera. “No es infalible, pero ayuda”, expresó.

La Patrulla Fronteriza pidió al ejército que instale 350 millas de concertina. A las tropas les faltan alrededor de 180 millas, según el mayor Mark Lazane, portavoz del Comando del Norte de Estados Unidos.

De los 4.000 soldados que se encuentran ahora en la frontera, 1.850 están involucrados en esta tarea, que actualmente está limitada a Arizona y California, explicó Lazane. “Una vez colocada, la barrera de concertina se convierte en propiedad de la Patrulla Fronteriza, incluida cualquier decisión de moverla o retirarla”, afirmó.

La Patrulla Fronteriza no tiene planes de eliminar el alambre que fue colocado en los últimos meses. Pero la presión para hacerlo ha ido creciendo.

Jesús “Jesse” Moráles, jefe de bomberos en Naco, Arizona, teme que sus 16 bomberos voluntarios, incluidos tres paramédicos, pudieran salir heridos al rescatar a alguien de la alambrada. “Estamos esperando que algo suceda”, reflexionó. “Para mí, es una bomba de tiempo”.

Hace unos cuatro años, en Naco, una niña cayó de una valla fronteriza de 14 pies de altura, aterrizó sobre un montón de alambre y se cortó tanto que tuvo que ser trasladada a un hospital en Tucson, recordó Moráles.

El mes pasado, los residentes de esa ciudad -de 14.000 personas- se reunieron en el cruce de la frontera para protestar por el alambre y exigir su retiro. Otros oponentes de la concertina expresaron su preocupación de que los animales queden atrapados en ella.

El Centro para la Diversidad Biológica en Tucson ha documentado lugares en el Valle de Río Grande donde el alambre fue colocado sobre arbustos. “No hemos presentado un solo documento -y hemos realizado mucha investigación- que muestre cualquier estrategia, cualquier consideración para la vida silvestre”, afirmó Laiken Jordahl, activista de la agrupación. “Lo vimos colocado en el suelo, en lugares cerca de los canales de riego o en el río, donde los impactos ambientales son potencialmente graves”, consideró. “La vida silvestre puede quedar atrapada”.

En McAllen, Texas, el alcalde Jim Darling afirmó que la ciudad considera que parte del alambre recién colocado era innecesario y se encargó de retirarlo. “Estamos seguros”, indicó. “Nuestras ciudades son seguras”.

En algunos lugares, las tropas tendieron alambre perpendicular al Río Bravo, la línea que separa México y Estados Unidos.

“Para ser justos con los militares, es difícil decir dónde está la frontera”, consideró Darling. Pero la concertina hizo las cosas aún más confusas. “No sabíamos si estaban intentando encerrar a las personas dentro o fuera”, expresó.

En la ciudad fronteriza de Nogales, en Arizona, el alcalde Arturo Garino exigió una reunión con los oficiales de la Patrulla Fronteriza el mes pasado, luego de que las tropas comenzaron a colocar concertina a los costados de la cerca, en el centro. “Ellos no quisieron hablar conmigo”, indicó.

Garino se reunió con la policía local y los jefes de bomberos, a quienes tampoco les gustaba el alambre. “Les preocupa que los servicios de emergencia debieran socorrer a alguien que caiga sobre él, ya sea uno de los ciudadanos de nuestro lado o alguien que intente saltar”, dijo Garino.

Una semana después, él y los jefes se reunieron con el jefe de la Patrulla Fronteriza local, quien les dijo que la concertina estaba destinada a “fortificar el área”.

Cuando Garino preguntó por qué, el comandante le respondió: “Porque hay violadores, asesinos y abusadores de niños que saltan por encima del muro”.

El alcalde se fue de la reunión. “No podía creer que esa fuera su explicación”, reflexionó.

La Patrulla Fronteriza precisó en su declaración que ha tomado varias medidas para proteger a las personas del alambre que rodea Nogales, entre ellas agregar cercas y letreros de advertencia y no colocar la concertina cerca del suelo “donde hay alta actividad peatonal”.

Una de las preocupaciones del alcalde es que el alambre afectará el comercio y el turismo de su ciudad con México.

El mes pasado, el Concejo Municipal de Nogales aprobó una resolución que pide a la Patrulla Fronteriza el retiro del alambre “letal”, “diseñado para enredar a una víctima mientras las cuchillas rebanan/cortan profundamente la carne”.

Las ciudades de Bisbee y Tucson aprobaron resoluciones que apoyan a Nogales.

Más recientemente, los funcionarios de Nogales amenazaron con demandar al gobierno federal por violar sus leyes de zonificación, que restringen la concertina a las áreas industriales. “Esta no es nuestra ciudad; luce como una prisión”, afirmó el alcalde. “Si ese alambre sigue allí, nos va a perjudicar”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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