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The Cure apeló a amigos latinos inesperados en su conquista de Pasadena

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Es probable que The Cure sea una de las bandas anglosajonas más influyentes en la historia del rock en español. Para comprobarlo, basta con echarle una mirada a las apariencias que lucían y a los estilos musicales que manejaban al iniciar sus carreras artistas tan populares como Caifanes (cuyo cantante fue incluso conocido en cierto momento como “el Robert Smith mexicano”), Soda Stereo -de Argentina- y hasta Héroes del Silencio -de España-.

Esa misma influencia se trasladó con fuerza a la escena angelina del ‘rock en tu idioma’ que tomó fuerza a fines de los ’90 y que se tradujo en la aparición de varias agrupaciones indudablemente marcadas por el sonido ‘post punk’ y gótico de los británicos arriba citados, como fue el caso de María Fatal (que se acaba de reunir) y de Curanderos (que desapareció oficialmente tras la muerte de su vocalista y guitarrista rítmico Mario Lomar).

Todas estas circunstancias hicieron que resultara absolutamente natural escuchar incontables conversaciones en español en medio de la vasta multitud que asistió el fin de semana pasado al Pasadena Daydream Festival, un evento organizado y protagonizado por The Cure en el que participaron también algunas bandas con vínculos directos a nuestra cultura.
En términos de sangre, lo más cercano a la hispanidad fue Deftones, un quinteto de Sacramento, California, que en su formación actual cuenta con tres integrantes latinos: el vocalista Chino Moreno, el tecladista Frank Delgado y el bajista Sergio Vega.

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El más conocido de todos ellos es sin duda Moreno, quien no habla de manera fluida el español (o no lo hablaba al menos hace algunos años, cuando tuvimos oportunidad de entrevistarlo), pero que durante su presentación del sábado soltó por aquí y por allá varias palabras en nuestra lengua mientras se comunicaba con el público.

Aunque no es santo de nuestra devoción, este combo es inmensamente popular entre la comunidad mexicoamericana y ocupa un lugar de respeto dentro del movimiento internacional del rock con sus celebradas fusiones de nu metal, rap y rock experimental, que lo han llevado hasta ahora a grabar ocho álbumes en estudio y a ganar un Grammy.

En cuestiones numéricas, el segundo grupo del Daydream en lo que respecta a la presencia latina fue Pixies, cuarteto de Boston con 33 años de carrera que, en su alienación del presente, cuenta con una bajista nacida en Argentina (Paz Lenchantin), quien se enfrenta al difícil reto de reemplazar a la todavía extrañada Kim Deal (fundadora), pero que ha sido muy bien recibida por los fans (aunque creemos que fue un error que interpretara aquí tanto con su bajo como con su voz el tema “Gigantic”, que es prácticamente inseparable de Deal).

Claro que en este grupo hay otra conexión directa con los latinos, y que detallamos ya en la reciente entrevista que le hicimos al vocalista y guitarrista rítmico Black Francis: las letras en español que se inmiscuyen en varias de sus canciones y que fueron presentadas de hecho en el festival, incluyendo a “Isla de Encanta” (una pieza basada en Puerto Rico, donde Francis vivió durante algún tiempo) y a “Vamos” (que se embarca en los terrenos del punk más acelerado y festivo). No es gratuito que el concierto más grande de Pixies en su historia haya sido el que ofreció el año pasado en El Zócalo de Ciudad de México, congregando ni más ni menos que a 100 mil personas.

Fuera de Deftones y de Pixies, el evento tuvo también en sus dos escenarios a otros músicos de la escena alternativa anglosajona, como Throwing Muses (un recordado grupo alternativo de los ’80 con fuertes aportes femeninos) y Mogwai (un estupendo cuarteto escocés de rock experimental), y lo interesante es que cada uno de ellos contó con su propia legión entusiasta de admiradores, aunque es evidente que el furor mayor le correspondió a The Cure y a su set de dos horas, respaldado por una multitud impresionante que nos pareció mucho más generosa que las cifras de 25 mil personas que se han difundido.

Cuarenta y tres años después de su creación, The Cure sigue teniendo como centro de atención al vocalista y guitarrista Smith, quien a los 60 años de edad no mantiene el estado físico del pasado, pero sigue cantando muy bien y, sobre todo, generando música de primer nivel, con el acompañamiento invaluable del bajista Simon Gallup (integrante desde el ‘79 y dueño de una energía contagiosa), del tecladista Roger O’Donnell (miembro desde el ‘87), del baterista Jason Cooper (presente desde el ’95) y de Reeves Gabrels, un guitarrista que solo ha estado en sus filas desde el 2012, pero que llegó con los antecedentes nada despreciables de haber trabajado durante varios años con el legendario David Bowie.

Lo interesante del repertorio actual de The Cure en vivo es que se ha alejado del aspecto casi completamente oscuro del pasado reciente para incorporar muchos de esos ‘hits’ que abundan en la discografía del conjunto y que fueron celebrados ampliamente por los asistentes pese a que, a esa hora -ya cerca de las 9 p.m.-, el calor constante y la larga jornada habían fomentado razonables malestares, lo que sumaba a una aglomeración de personas que no permitía demasiado movimiento en las áreas delanteras, ya fuera en la zona general o en la VIP.

Sea como sea, nadie pareció quejarse desde que se escucharon los primeros acordes de “Playsong” hasta el momento de cierre con “Boys Don’t Cry”. En el medio, circularon otros éxitos infaltables, como “Fascination Street”, “In Between Days”, “Just Like Heaven”, “Friday I’m in Love” y “Close to Me”, alternados con cortes menos comerciales (pero igualmente inspirados) como “From the Edge of the Deep Green Sea”, “A Forest” y “39”.

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