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Cyndi Lauper se ve a sí misma en Billie Eilish y Lizzo: ‘Ellas no intentan ser un objeto’

Cyndi Lauper trae su casa para el beneficio de las fiestas a Los Ángeles por primera vez el 10 de diciembre, con invitados especiales de Marilyn Manson a Billy Porter.

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Que quede claro: no, Cyndi Lauper y Marilyn Manson no han estado saliendo en secreto todo este tiempo.

Aunque los dos interpretarán juntos “The Beautiful People”, de Manson, esta semana en Los Ángeles, ni siquiera se habían conocido cuando Lauper bebía un café con leche de cáñamo la otra tarde, en el Sunset Marquis. Pero, ella se apresuró a aclarar, definitivamente es una gran fanática de la estrella del goth-rock con quien debía ensayar al día siguiente.

“Me encanta esa cosa espeluznante que está sucediendo”, afirmó la cantante, un emblema pop de los años 80. “¿Y su versión de” Sweet Dreams”? ¡Es genial!”.

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El dúo de Lauper y Manson es sólo uno de los muchos equipos extravagantes que prevé la nueva edición del concierto anual “Home for the Holidays”, de Lauper. Típicamente celebrado en la ciudad natal de la cantante, Nueva York, el espectáculo -una recaudación de fondos para su organización True Colors United, que ayuda a combatir la falta de vivienda entre las personas jóvenes LGBTQ- se trasladó por primera vez este año al club Novo de Los Ángeles, donde la estrella, de 66 años, se unirá el martes por la noche con un elenco diverso de amigos y admiradores, incluidos Kesha, Brandi Carlile, King Princess, Henry Rollins (con quien cantará “Rise Above”, de Black Flag), Dexter Holland, de Offspring; Belinda Carlisle de Go-Go’s, Lily Tomlin, Margaret Cho y Billy Porter, quienes desarrollaron el papel de Lola en el musical de Broadway “Kinky Boots”, de Lauper y Harvey Fierstein, ganador del premio Tony.

“Pensamos que quizá habíamos agotado a todos en Nueva York, así que ¿por qué no venir aquí?”, comentó. “Además, tienen mejor comida mexicana”.

Dejando a un lado la nueva ubicación, la alineación completa del concierto está en consonancia con una carrera ecléctica en solitario que comenzó hace casi 40 años, cuando el debut de Lauper, “She’s So Unusual”, de 1983, presentó a una cantante con voz chillona y capaz de combinar pop, new wave y R&B. Más recientemente, probó el blues (en “Memphis Blues”, de 2010) y el country (“Detour”, de 2016), actualmente está trabajando en otro musical, basado en la película de 1988 “Working Girl”. Estos son extractos de nuestra conversación:

¿Alguna vez pensaste en mudarte a L.A. en los años 80?

No, pero pasé mucho tiempo aquí para filmar el video de los “Goonies”. Me alojé en el viejo hotel Shangri-La, en Santa Mónica, que en ese entonces era una especie de ruina y belleza al mismo tiempo; perfecto para mí. Pero estaba sola. Tenía algunos amigos, pero en L.A. había muchas pandillas.

¿Te intimidan las pandillas? Para tu álbum de blues contrataste a algunos que han estado en lo más profundo de la escena de Memphis durante años.

Eso era complicado porque yo soy blanca, y lo último que quería hacer era un número de Pat Boone. El baterista [Howard Grimes], entró y me dijo: “Mi nieta dice que tienes una canción: ‘Las chicas sólo quieren… algo’”. Le respondí: “Sí, pero ahora estamos haciendo esto”.

¿Y qué hay de los músicos de Nashville en tu álbum de country?

Totalmente diferente. No les importaba quién cantaba. Tal vez no lo decían en serio; es un poco sexista allí.

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¿Por qué te resulta tan sencillo encontrar un terreno común?

Cuando era niña, la música no estaba en un compartimento. Todo convivía: James Brown, Otis Redding, los Beatles, Joni Mitchell y “In-a-Gadda-Da-Vida”. Era música pop. Luego llegaron los 80: “Esto es pop, pero… esperen, eso es R&B”. Dios bendiga a Michael Jackson, quien rompió la barrera del color. Luego, tuvo esa enfermedad que le ocasionó manchas blancas, y él nunca mencionó nada. Fue al médico y le dijeron que no podían recuperar su color, pero sí blanquear toda su piel. Eso fue lo que hicieron, y todos pensaron: “¡Oh, él quiere ser blanco!”. ¡No! Tenía una afección de la piel, tontos.

Tu trabajo filantrópico te obliga a codearte con gente rica y del mundo corporativo.

Sí, así es. Yo me vendo; vendo lo que sea por estos chicos sin hogar.

¿Es ese un rol natural para ti?

No, pero lo estoy intentando. Sigo siendo una persona del vecindario, un poco resentida: “Sí, ya basta”. Pero, por ejemplo, con “Kinky Boots” conocí a Daryl Roth; ella es una de las productoras que vio la película en primer lugar y pensó que sería un gran musical. Llamó a Jerry Mitchell, el director, y él llamó a Harvey Wein, Fierstein. Harvey Fierstein.

No Harvey Weinstein.

Pobre Harvey Fierstein. Le enviaban locuras por correo electrónico y Twitter, y él respondía: “¡No soy yo! ¡Yo soy el fabuloso Harvey!”.

Se acaban de conocer las nominaciones al Grammy y, tal como ocurrió contigo en 1985, Billie Eilish y Lizzo están nominadas en las cuatro grandes categorías.

Yo gané uno [como Mejor Artista Nueva] y me sentí afortunada. Yo era el pequeño motor que podía ser. Mi video [“Las chicas sólo quieren divertirse”] costó $38.000 dólares. Abrí mi clóset a la gente, ese era el vestuario; y los anteojos eran míos. Muchos amigos, mucha comunidad. Sólo quería mostrar un poco de diversidad en MTV, que no tenía mucha. Pensé ‘vamos a mostrar el vecindario como realmente es’.

También presentabas una imagen diferente de la feminidad.

Había mucho simbolismo en ello. Me puse la cadena alrededor del tobillo porque no éramos libres, y todavía no lo somos. Estoy trabajando en “Working Girl” porque todo lo que sucedía en los negocios en 1988 todavía ocurre. No ha cambiado mucho, chicas.

¿Cómo fue ser sexualizada por la industria de la música?

Terrible. Yo era conocida como una gran molestia porque no aceptaba cualquier cosa. Pero no me interesaba tener un hit; quería una canción exitosa que hiciera sentir bien a la gente. Por eso amo a Lizzo y a Billie Eilish. Cuando escuché a Lizzo por primera vez, comencé a reír, era como una amiga. Y hay algo en Billie que me recuerda a mí en 1983: algo en su actuación, y su cabello. No se trata de ser un objeto. En esta etapa de mi vida, sí, me visto un poco sexy. Eso es porque no se supone que seamos sexys a esta edad. Pero no me voy a vestir como la Madre Cabrini. No soy un monje.

¿Qué recuerdas de la grabación de “We Are the World”?

Lo que recuerdo muy claramente es que tuvieron problemas con mis joyas. Venía directamente de los American Music Awards, por lo cual mi atuendo era el que usé en el escenario. Y estaba tan preocupada por cantar bien que no me di cuenta de que hacía ruido por todas partes.

¿Te sentías como una niña en la habitación?

Oh sí. Además, estaba tan cansada y loca que comencé a contar chistes, chistes malos que no eran graciosos. Me acerqué para saludar a Bob Dylan, y él comenzó a retroceder. Todos esos rockeros más viejos me tenían miedo; pensaron que era contagioso. Pero recuerdo a Al Jarreau, lo divertido que era. Seguía diciendo: “Oh, Cyn, Stevie Wonder está tratando de mostrarle a Dylan cómo cantarlo”.

Tu parte vocal es un momento clave de emoción.

Querían que yo levantara la canción. Así que recuerdo ver a estos íconos increíbles, Diana Ross, Michael Jackson, Bruce Springsteen, Tina Turner, y luego llega mi turno. De repente, cerré los ojos y sentí que mis pies caían al suelo y mi cabeza se disparaba, y eso fue lo que salió.

Tu famosa improvisación: “Well, well, well, well!”

En realidad es “Well, well, well / Let us realize” (bueno, bueno, bueno/dejen que nos demos cuenta) ¿Qué puedo decir? Tuve suerte de encargarme del puente.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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