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‘Secrets of Playboy’, no es la bomba contra Hugh Hefner que esperábamos

A man in a suit and tie walks with many Playboy bunnies in 1966.
El líder de Playboy llega a Londres con un séquito de conejitas, en 1966. (Ted West / Getty Images).
(Ted West / Getty Images)

La docuserie de A&E promete hacer añicos la “fábula” que alimentó un imperio. Pero los fallos creativos hacen que sus bombas tengan menos importancia de la que deberían.

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La docuserie de 10 episodios “Secrets of Playboy” promete “explorar las verdades ocultas detrás de la fábula y la filosofía del imperio Playboy, a través de una lente moderna”. El programa de A&E, que se estrenó la semana pasada, cumple parcialmente con esa oferta, aunque se detiene en los momentos críticos y dedica demasiado tiempo a desacreditar una imagen de marca extinta hace varias décadas.

Exactamente, nadie se sorprenderá al descubrir que el difunto Hugh Hefner usaba y comerciaba con mujeres jóvenes como mercancías, y que la mitología de Playboy como una consecuencia progresiva de la revolución sexual y expresión audaz del feminismo era, en gran parte, una farsa. Las féminas atraídas por la emoción de la revista, que apareció en 1953, pueden haber quedado conmocionadas por la sórdida realidad de la empresa en el apogeo de su poder, durante los años 60 y 70, pero ¿quién sigue comprando hoy el argumento de que ¿Playboy y Hef, que murió en 2017, se dedicaban a reconocer a “la chica de al lado”?

El consumo desenfrenado de drogas, la supuesta depredación sexual ejercida por hombres mayores (incluidos Bill Cosby, Peter Nygard y otras luminarias), las tribulaciones de las jóvenes crédulas y las promesas incumplidas de Playboy de proteger los intereses y cuerpos de éstas, son narrados a través de entrevistas exclusivas con expertos, muchos de los cuales comparten sus historias por primera vez. Junto con horas de imágenes de archivo de los entornos “de culto” de la mansión y los clubes, la docuserie describe hábilmente los estándares morales fluctuantes de Estados Unidos de una era a otra, y la respuesta de Playboy a esos cambios.

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“Secrets of Playboy” podría haber estado a la altura de su título como una exposición reveladora de un terreno previamente desconocido si no hubiera guardado sus hallazgos más condenatorios sobre el Hefner controlador, sádico y hambriento de poder para el último episodio. Las docuseries que se valen de los capítulos finales o adicionales para lidiar con las auténticas consecuencias de la cuestión son ahora una práctica estándar (Ver: “Surviving R. Kelly: The Reckoning”, “I’ll Be Gone in the Dark”), pero esconder el dato jugoso en programas como “Secrets of Playboy” hace un flaco favor a quienes tuvieron el valor de relatar que fueron traficadas por el imperio del “mal” y violadas por el “asqueroso” a cargo.

Hugh Hefner standing in a red robe at the foot of a staircase.
Hugh Hefner en la Mansión Playboy, en 2010.
(Kirk McKoy / Los Angeles Times)

Hefner sigue siendo el canalla fumador de pipa que ya conocíamos durante la mayor parte de la serie, donde su apetito por el sexo con todas y todo parece ser la mayor indiscreción. Durante un segmento sobre las salvajes orgías en la mansión, una exnovia dice que él siempre disfrutó de la compañía de un amante masculino reacio, una aparente bomba noticiosa nunca antes explotada. También que supuestamente organizaba fiestas llamadas “Pig Nights” (las noches de los cerdos), donde las trabajadoras sexuales de Sunset Strip eran trasladadas a la casona para “entretener” a sus invitados varones. En otro caso, su ex pareja Sondra Theodore recuerda con horror haber visto al editor en jefe de la revista teniendo sexo con su perro. La mujer asegura que nunca lo volvió a dejar solo con el can en una habitación.

Las historias de la ex Playmate y directora de promociones, Miki García, y las exnovias de Hefner, incluidas Holly Madison, Bridget Marquardt y Theodore, pintan la imagen de una empresa peligrosa que reclutaba a mujeres jóvenes y las explotaba. El asistente personal de Hefner, Stefan Tetenbaum, la conejita madre, PJ Masten, y la residente de la mansión, Jennifer Saginor (hija del médico), describen un entorno en el que las chicas que querían convertirse en las Playmates del mes o del año tenían que tener relaciones sexuales con el dueño del imperio y luego pasaban a sus amigos, como “favores”. Si se desviaban del proceso, había consecuencias violentas (la historia sobre Dorothy Stratten, la Playmate de 1980 que luego fue asesinada por su esposo, es particularmente desgarradora). Si rechazaban los avances de Hefner, al parecer eran violadas.

Todo es horrible, pero el material que abre un nuevo terreno en la comprensión del editor en jefe de la revista y su imperio se pierde en medio de la estructura desenfocada de la serie. De hecho, es el creador y presentador de “Soul Train”, Don Cornelius, los exejecutivos de Playboy y el círculo íntimo de amigos lascivos de Hefner quienes eclipsan las propias acciones del jefe de Playboy durante gran parte del documental. En el episodio tres, que se transmite este lunes, Masten alega que Cornelius, un miembro VIP del club Playboy, invitó a dos conejitas de Los Ángeles a una fiesta en su casa, donde desaparecieron durante días. Cuando aparecieron, según las docuserie, las mujeres declararon que él las había mantenido cautivas y violado repetidamente. “Secrets of Playboy” afirma que Cornelius, quien murió en 2012, volvió al club la semana siguiente.

En la segunda mitad de la serie se hacen múltiples afirmaciones de que la fallecida Valerie Cragin, jefa de promociones de Playboy, ayudaba a traficar Playmates por todo el país bajo la apariencia de eventos “promocionales” y que la casona era el centro de una constelación de antros sexuales de Los Ángeles dirigidos por el círculo íntimo de Hef. Estas “mansiones ocultas” albergaban a las chicas que no lograban llegar a Playboy. Los dueños de las propiedades les prometían trabajo como modelos, pero las utilizaban esencialmente como trabajadoras sexuales para los ricos y poderosos de Hollywood.

El problema es que, al mezclar acusaciones grandes y pequeñas, aterradoras y extrañas, públicas y previamente desconocidas, “Secrets of Playboy” revela menos que la suma de sus partes. Puede valer la pena verla como una cápsula del tiempo sobre una marca empañada, la depravación del negocio del porno y la evolución de la cultura, pero está muy lejos de ser un caso devastador, o que sacuda el espíritu de la época, contra el ‘carismático’ líder de Playboy. La verdadera historia de Hugh Hefner sigue sin contarse.

“Secrets of Playboy” ¿Dónde? A&E ¿Cuándo? Lunes a las 9 p.m.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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