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Una historia de amor muy improbable… Harry conoció a Meghan y la boda real era el final perfecto

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En Hollywood, las mejores historias de amor son las que involucran a una ‘Pareja Inusual’: dos personas divididas por la familia o por el destino, personalidad o geografía que parece imposible que alguna vez se reúnan.

La boda real que se celebra el sábado 19 de mayo, proporciona un final feliz hecho posible por Hollywood, por lo que tiene sentido que involucre a una pareja que se enfrentó a la mayoría de esos obstáculos. Ciertamente, desde el punto de vista de un narrador, Meghan Markle y el Príncipe Harry de Gales son la pareja más improbable de todas.

Hasta hace relativamente poco, Meghan, de 36 años, era una estrella poco conocida de “Suits”, una serie popular pero de ninguna manera de prestigio en Estados Unidos. Ella es de Los Ángeles y está divorciada; su primer marido es un productor de televisión. A ella le gusta practicar yoga, los aguacates y la playa. Se identifica como feminista. Antes de “Suits”, su mayor reclamo a la fama fue haberle escrito a la entonces primera dama, Hillary Clinton, a los 11 años, para pedir que se cambiara el lenguaje sexista de un detergente para platos.

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Una ex “chica de cartera” en el programa “Deal or No Deal”, comenzó su carrera televisiva con una aparición en “General Hospital”; su primer papel en una película fue “Hot Girl # 1”, de Ashton Kutcher.

Durante muchos años, tuvo un blog de estilo de vida y una cuenta de Instagram que se enfocaba en la comida, la moda y sus perros. Antes de eso, se ganaba la vida sirviendo yogurt congelado en el Valle.

Harry, por otro lado, es el príncipe de Gales de 33 años, nieto del monarca reinante, hijo de la amada Diana. El niño que caminaba tan valientemente detrás del ataúd cargado con flores de su madre, en el cual balanceaba una tarjeta que le había dirigido a “Mami”.

No es el primer hijo. No es el heredero sino “el repuesto”, para usar el calificativo que tantos titulares desafortunados utilizaron desde su nacimiento. Y él lo sabía. Su infancia fue contada como parte y en contraste con…

Mientras su hermano mayor, William, se convirtió en majestad moderna, con los ojos de su madre y la línea del cabello de su padre; Harry, el niño pelirrojo de la familia, corría por ahí metiéndose en problemas, saliendo con mujeres y dejándolas, hasta que se enderezó y comenzó a tomar las cosas un poco más en serio.

Aun así, él era uno de los miembros más queridos de la familia real y una de las personas más famosas del mundo. Honestamente, incluso con la muy publicitada y televisada boda de Harry y Meghan a solo unas horas de distancia, parece imposible creer que se hayan conocido.

Pero la nueva pareja real no se conoció en la manera clásica y linda. Ella salvando a un chico guapo en un bar de Las Vegas, solo para descubrir que era un príncipe. Fue Hollywood quien hizo posible el encuentro.

Meghan no es solo de Los Ángeles, es de Hollywood, espiritual, si no literalmente. Su padre, que ahora vive en Baja California, fue un exitoso director de iluminación (“Hospital General”, “Casado ... con niños”), su madre, una artista de maquillaje, se convirtió en instructora de yoga. Después de divorciarse cuando ella era muy joven, Meghan rebotó entre la casa de su madre en View Park-Windsor Hills y el lugar de su padre en Santa Monica y luego en Woodland Hills. Al igual que muchos niños de la industria, fue a Hollywood Schoolhouse, una costosa escuela privada conocida por ser progresista y con padres famosos, antes de pasar a Immaculate Heart Middle and High School, también en Hollywood.

Ambas instituciones hacen hincapié en el servicio público, por lo que incluso cuando protagonizó obras de teatro en la escuela secundaria y se convirtió en la reina del hogar, Meghan trabajó en Skid Row y desarrolló un interés por la política de género.

Ella también enfrentó sus propias batallas. Con un padre que es blanco y una madre negra, es parte de un nuevo Estados Unidos que cada año se vuelve más interracial, pero vivía en una ciudad que lucha, a menudo violentamente, con el racismo. Ella recuerda los disturbios de L.A. y ha escrito que su madre fue confundida con su niñera y en una ocasión un automovilista enojado la llamó “Niger”.

Meghan es hermosa y en Hollywood eso siempre ayuda, pero después de graduarse en Northwestern y unirse a las multitudes que anhelan ser elegidas para un elenco, su aspecto a menudo funcionó en su contra: no se le consideró lo suficientemente negra ni lo suficientemente blanca. Le llevó siete años conseguir un papel estable, como Rachel Zane en “Suits”, y eso terminó costándole su matrimonio. Su entonces esposo, Trevor Engelson (“Heathers”, “Snowfall”), no quería mudarse a Toronto, donde se filma “Suits”; se divorciaron en 2013.

“Suits” fue un éxito para la cadena USA y Meghan se convirtió en parte de Hollywood por derecho propio. Era amiga de la tenista Serena Williams, su blog tenía miles de lectores, era una celebridad en Toronto y una especie de activista internacional que trabajaba para One Young World Summit y World Vision Clean Water Campaign.

Así que, realmente, cuando se tomó unas breves vacaciones en Londres, tenía mucho sentido que un amigo de Ralph Lauren sugiriera una cita a ciegas... con el príncipe de Gales, quien no hace mucho tiempo se había metido en problemas por, entre otras cosas, utilizar casualmente términos racistas como “Paki” y “raghead”, eligiendo vestirse como nazi para una fiesta de disfraces y ser atrapado jugando al strip poker en Las Vegas.

Pero Harry estaba en modo de renovación completa cuando conoció a Meghan. Ahora, con el nacimiento de un adorable sobrino, ya no era el heredero de repuesto, lo que significaba que tenía que ser otra cosa. Después de servir en el ejército, comenzó a luchar contra los estragos de la guerra, continuando la campaña de su madre contra las minas terrestres y fundando los Juegos Invictus para los veteranos heridos.

En ese momento comenzó a declarar que quería sentar cabeza.

Después de dos citas con Meghan, la invitó a Botswana, como lo haces cuando eres el príncipe de Gales, y ella fue, como lo haces cuando eres una estrella de televisión / activista internacional que es amiga de Serena Williams. El resto es una historia nupcial.

La amiga de Meghan, la agente Gina Nelthorpe-Cowne, como ha dicho muchas veces en muchas plataformas, cree que Botswana selló el trato. Allí, dice ella, Meghan y Harry se dijeron que cambiarían el mundo.

Lo cual harán el sábado por la mañana, en el pequeño pero significativo rincón que es Windsor Castle. Una actriz estadounidense birracial y divorciada se convertirá en parte de una familia que históricamente se habría negado a emparentarse con una persona como ella, una familia que hace apenas una generación puso a prueba a una novia real por su virginidad.

Harry, el relajado príncipe, ya ha demostrado representar el nuevo emocionalismo británico al abrirse a la opinión pública. Cuando la prensa comenzó a acosar a Meghan y su familia (a la cual un tabloide se refirió como “casi directamente de Compton”), Harry y el palacio emitieron un mensaje sin precedentes a la prensa, denunciando los “matices raciales” de parte de la cobertura. Desde entonces Harry ha discutido públicamente muchos de sus problemas con la ira y la depresión después de la muerte de su madre y, con su hermano y su cuñada, promovió discusiones sobre salud mental de la Gran Bretaña que ha producido algunos de los mayores depresivos, alcohólicos y hombres locos en la historia.

Pero el truco sobre una historia de amor que involucra a una pareja improbable es que, al final, resulta que no era tan improbable como parecía.

Después de todo, Harry se está casando con una mujer glamorosa que puede caminar con zapatos de tacón y mostrar esa personalidad encantadora. Meghan puede ser inteligente, ambiciosa y “real”, pero no está demasiado ocupada, digamos, componiendo una sinfonía para conocer a los preescolares locales. Tampoco le irritan las multitudes, las fotografías interminables, el análisis inevitable de sus palabras y su lenguaje corporal. Harry es un príncipe moderno que se casa con una actriz con un interés en la política internacional, un conjunto de habilidades mucho más valioso que cualquier cosa que se encuentre en un árbol genealógico.

Tomando una visión a largo plazo, esta historia de amor que es tan inevitable como improbable; cierra el círculo de rituales y actuaciones, Hollywood y la realeza.

Sin duda, Meghan y Harry están felizmente enamorados, ¿por qué no deberían estarlo? Y sin duda usarán su fama para hacer cosas buenas, ¿por qué no? - al mismo tiempo que proporcionarán increíbles fotografías en lugares espléndidos vistiendo ropa fabulosa. Pero tampoco no hay duda de que tanto Hollywood como el Palacio de Buckingham pueden disfrutar de una unión que es una historia de amor y también una excelente extensión de la marca real.
Un final feliz por todos lados.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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