“La supremacía blanca estuvo a la vista”. El doble estándar en la respuesta de la policía a los disturbios en el Capitolio

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La imagen de un joven negro, acurrucado en una acera de Dallas con sangre brotando de su ojo izquierdo después de haber sido golpeado por la bala de goma lanzada por un policía durante una protesta por la justicia racial, se grabó en la psique nacional la primavera pasada.
Días antes, los manifestantes indignados por el asesinato policial en Minneapolis de otro hombre negro, George Floyd, a finales de mayo, eran rodeados por la policía, con equipo táctico y rociado con gas lacrimógeno.
Pero esta semana, mientras una turba de extremistas, en su mayoría blancos y leales al presidente Trump, se abría paso hasta el Capitolio de EE.UU, a veces empujando a los agentes de policía al suelo, saqueando las oficinas del Congreso durante varias horas y posando para fotos con objetos robados, la policía adoptó un enfoque decididamente más laxo.
El jueves, cuando los estadounidenses comenzaron a analizar la respuesta silenciosa de la policía a tal ataque a la sede del gobierno, la violencia surgió como un foco central en el discurso nacional de larga data sobre la raza y la policía.
“Este desagradable contraste por parte de la policía es demasiado familiar para la comunidad negra”, dijo Derrick Johnson, presidente de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color.
Cuando los manifestantes irrumpieron en el Capitolio el miércoles, la NAACP ofreció un simple mensaje en Twitter: “Nos han matado por menos”.
El caos provocó la muerte de al menos cinco personas -una mujer que fue baleada por la policía del Capitolio, así como un oficial de la policía del Capitolio y otros tres individuos que fallecieron como resultado de lo que las autoridades llamaron emergencias médicas- y dio lugar a más de 50 detenciones a finales del jueves. Docenas de oficiales fueron heridos durante el ataque, dijo Steven Sund, jefe de la Policía del Capitolio.
Las fuerzas del orden “respondieron valientemente”, manifestó Sund en una declaración inicial, que no abordó el aluvión de preguntas sobre si los oficiales se habían rendido con demasiada facilidad a la muchedumbre compuesta en su mayoría por gente blanca.
Muchos de los extremistas llevaban sombreros rojos de “Make America Great Again” y algunos ondeaban banderas de la Confederación, de Trump y de Gadsden.
“Estos disturbios masivos no eran actividades protegidas por la Primera Enmienda. Eran un comportamiento de disturbios criminales”, subrayó Sund, quien añadió que seguiría una revisión “exhaustiva” de las acciones de la policía.
A finales del jueves, Sund anunció su dimisión, que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (D-San Francisco), pidió a principios del día. Se irá el 16 de enero.
El ataque ocurrió cuando el Congreso estaba en proceso de certificar la victoria del presidente electo Joe Biden en las elecciones de noviembre.
Durante una aparición en televisión el jueves, Jeh Johnson, ex secretario de Seguridad Nacional, dijo que la respuesta de la policía merecía un examen minucioso.
“Hubo un fracaso aquí”, manifestó, “y hay que responder preguntas difíciles sobre lo que pasó”.
Johnson, quien es negro, dijo que en un día lleno de escenas impactantes, entre las imágenes más inquietantes estaban el andamio y la soga del ahorcado erigidos fuera del Capitolio, así como la bandera confederada siendo agitada alegremente por los insurgentes mientras se pavoneaban por los pasillos.
“Francamente, me horrorizó ver estas imágenes”, dijo Johnson. “Esto no es Estados Unidos”.
Michelle Obama destacó la doble moral de la policía que se vio en el Capitolio en comparación con la forma en que los agentes de policía respondieron a las protestas mayormente pacíficas de Black Lives Matter. En algunos casos, los oficiales que no habían sido provocados por los manifestantes de Black Lives Matter les golpearon con porras y escudos y dispararon balas de goma a corta distancia.
“Para aquellos que llaman a otros antipatriotas por simplemente arrodillarse en protesta silenciosa, para quienes se preguntan por qué necesitamos que se nos recuerde que las vidas de los negros importan, ayer dejó dolorosamente claro que a ciertos americanos se les permite, de hecho, denigrar la bandera y los símbolos de nuestra nación”, escribió la exprimera dama en Twitter. “Solo deben mirar de la manera correcta. ¿Qué tienen que decir todas estas personas ahora?”
Delores Jones-Brown, profesora visitante de la Universidad Howard y profesora emérita del John Jay College of Criminal Justice, dijo que la violencia en la capital de la nación “demostró que la aplicación de la ley puede ser moderada”.
“Esto marca lo racista que es una sociedad y cómo las fuerzas del orden están más dispuestas a facilitar el comportamiento de los manifestantes blancos”, destacó Jones-Brown. “Hubo un claro consentimiento al comportamiento ilegal de estos alborotadores. La falta de preparación dice algo acerca de cómo las fuerzas del orden pensaron que estos individuos debían ser tratados en oposición a los que participaron en Black Lives Matter”.
Algunos analistas dijeron que los problemas con la preparación incluían un nivel inadecuado de personal de las fuerzas del orden, especialmente considerando que se esperaba que un gran número de los partidarios de Trump estuvieran en la ciudad el miércoles. La policía del Capitolio se encontraba abrumada, señalaron.
“Las fuerzas del orden en la capital de la nación están en sintonía con los grandes eventos y manifestaciones. Colaboran cada cuatro años para crear un ambiente seguro para el nuevo presidente”, expuso Lynda Williams, presidenta de la Organización Nacional de Ejecutivos Negros de la Ley.
“Ayer hubo una falta de preparación y atención a este disturbio”, dijo Williams, una profesora de justicia penal que se retiró en 2017 después de tres décadas en el Servicio Secreto. “Fue una de las mayores turbas que he visto en mi carrera como agente federal”.
Después del asesinato de Floyd por un policía de Minneapolis el 25 de mayo, las protestas han cubierto la nación. Coros de “¡Manos arriba, no disparen!” y “¡Sin justicia, no hay paz!” han sido gritados mientras los manifestantes hacen frente a la policía en equipo antimotines. En muchos casos, la policía arremetió contra los que protestaban, lo que despertó la preocupación por el uso de la fuerza.
Alicia Smith, una organizadora vecinal del sur de Minneapolis, dijo que miraba la televisión atónita por la forma en que los manifestantes blancos entraron en el Capitolio de Estados Unidos con poca resistencia de la policía.
“Hay una clara doble moral en este país: cómo se trata a los negros y a los morenos por parte de la policía”, señaló Smith, quien es negra. “Y no es solo por parte de la policía; es en la vivienda, en el cuidado de la salud, en todos los ámbitos de la vida”.
Mientras observaba las imágenes, dijo Smith, pensó en cómo, en los años 50 y 60, los manifestantes pacíficos del movimiento de derechos civiles fueron rociados con mangueras de agua y atacados por perros policía.
“Todo lo que sé es que si las personas que irrumpieron en el Capitolio hubieran sido negras, el resultado sería totalmente distinto: las detenciones masivas y la brutalidad policial se habrían puesto en evidencia”, manifestó.
En Kenosha, Wisconsin, los disturbios y las protestas dejaron edificios destruidos en agosto después de que la policía disparara siete veces en la espalda a un hombre negro de 29 años, Jacob Blake. Las fuerzas de seguridad federales y las tropas de la Guardia Nacional fueron enviadas a través de la ciudad durante días mientras esta fue colocada en toque de queda.
Esta semana, cientos de tropas fueron llamadas de nuevo a Kenosha en previsión de las protestas antes de que se anunciara que el oficial que disparó a Blake no se enfrentaría a ningún cargo. No hubo violencia mientras la gente marchaba en las calles.
“Prepararon demasiado a la policía para la comunidad negra de Kenosha y no lo suficiente para la indignación de los blancos en D.C.”, expuso Alvin Owens, que dirige el RegiMen Barber Collective cerca del centro de Kenosha y quien fue rociado con gas pimienta durante las protestas de verano. “La Guardia Nacional debería haber estado en D.C.”
“Si el Estados Unidos blanco no entendía su privilegio, ayer pudieron verlo en su apogeo”, subrayó.
“La supremacía blanca estaba en plena exhibición. El mundo lo vio”.
Lee y Kaleem informaron desde Los Ángeles y King desde Washington.
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