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Confinamiento en tiempos del coronavirus en Australia

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Viajé de Tijuana a Australia con la intención de reunirme con mi familia que ahí radica, mi esposa es australiana y tenemos un hijo de nueve meses que nació en ese país. Con temor de que en los días previos a mi fecha de salida la frontera fuera cerrada o los vuelos cancelados, empaqué de último momento dos maletas con vestimenta muy básica, cámara fotográfica, micrófonos y tres libros para leerle a mi hijo: Vidas sin fronteras: 51 historias para derribar muros de mi amiga la periodista española Yaiza Santos y Annuska Angulo. Es un libro que narra la historia de 51 seres excepcionales que para llegar a serlo tuvieron que emigrar.

El Viejo y el mar de Ernest Heminway, regalo de mi padre para mí y para su nieto. Y por último Bajo la rueda de Herman Hesse, sólo tres para no exceder el límite de peso permitido por la aerolínea.

A la hora de documentar en el aeropuerto de Los Ángeles me preguntaron si había visitado en los últimos 14 días China, Irán, algún país de la Unión Europea o Corea. No había estado recientemente en ninguno de los sitios mencionados. Después de 14 horas de vuelo sobre el Pacífico y tres películas, aterricé en el aeropuerto internacional de Brisbane. Antes de bajar del avión el personal realizó un protocolo de seguridad para evitar la posible propagación del virus COVID-19 y rociaron el equipaje de mano con aerosol, al pasar por el puesto de migración el agente me hizo un cuestionario similar al del aeropuerto de Los Ángeles. En la sala de llegadas al ver a mi familia esperándome tuve una sensación de alivio por haberlo logrado.

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Dos días después de mi llegada el gobierno australiano decretó que todos los viajeros internacionales se tenían que someter a una cuarentena de aislamiento y varias aerolíneas cancelaron un número indeterminado de vuelos, lo cual ha complicado enormemente la llegada de miles de viajeros, a los cuales les han cancelado sus reservaciones en hoteles y hospedajes alternativos.

Uno de estos casos es el de Ana Melizza Villagrán Priego originaria de la Ciudad de México. Ella tiene 26 años y llegó a Australia con la intención de trabajar, estudiar inglés y obtener un certificado en marketing digital. Para ella las cosas no han sido nada fáciles, debido a una condición pulmonar crónica que la hace toser constantemente, por lo que ha sido objeto de rechazo social en las calles e incluso no ha podido establecerse de forma fija en ninguna dirección, ya que nadie quiere rentarle o compartir el domicilio con ella. Desde que llegó a Brisbane ha estado recluida en un hostal donde comparte una habitación de 10 camas con otros viajeros de diferentes nacionalidades: Inglaterra, india y Estados unidos. Ella se da cuenta de que cada que vez que tose la gente se aleja más de ella y la rechaza.

Hace unos días fue reportada a la recepción del hostal donde tuvo que argumentar y convencer al personal que no es portadora de COVID-19 y sólo padece un resfriado común y debilidad pulmonar. “Me ven muy mal porque la paranoia los persigue y me he quedado en la cama buscando vuelos y esto causó que me denunciaran como posible portadora del virus en la recepción”.

Para Villagrán Priego lo que sería el viaje de sus sueños el COVID-19 lo ha convertido en una pesadilla y a pesar de querer salir de Australia no ha podido regresar a México ya que cada que compra un nuevo boleto a las pocas horas recibe una notificación donde le indican que su vuelo ha sido cancelado. Dos de las aerolíneas principales del país, Qantas y Virgin Australia, anunciaron la reducción considerable de sus operaciones debido a la crisis y la cancelación de vuelos internacionales, así que los días los pasa en la cama del hotel leyendo o viendo películas y observando como muchos de los huéspedes se encuentran guardando víveres para la posible cuarentena.

Hasta el cierre de edición, no se había decretado el cierre oficial de las fronteras, como ha ocurrido en Francia, España o China, pero los australianos y los extranjeros que radican en este país están convencidos de que es cuestión de días para que eso ocurra.

Las calles están vacías al igual que los anaqueles de los supermercados. En los parques ya no se escucha la risa de los niños columpiándose, tampoco los pasos de las personas que acostumbraban salir a caminar o a pasear a su perro, mucho menos el zumbido de las bicicletas y el “G’Day Mate” que es el saludo típico en esta parte del mundo y que cada vez se escucha menos, es como si estuviéramos desapareciendo, dijo un australiano antes de que abordara su autobús en la península de Redcliffe.

La habitación de Ana es sencilla, consta de cinco literas metálicas, 10 camas en total, con las paredes pintadas en verde limón y casilleros también metálicos para guardar las pertenencias de cada uno de los huéspedes.

En distintos sitios de internet utilizados para buscar hospedaje a bajo costo, el hostal se promociona como uno de lujo con amenidades que otros no ofrecen como baños y cocina amplios y limpios, una terraza en el último nivel que ofrece vistas panorámicas al resto de la ciudad y una ubicación privilegiada en la zona conocida como Kangaroo Point a dos cuadras del famoso río Brisbane, en estos espacios es donde Ana Villagrán ha pasado confinada la mayor parte de su tiempo en Australia, esperando que la pandemia terminé o poder regresar a México.

“Mi plan era llegar a Brisbane y un amigo me iba a recibir, él es ecuatoriano y lo conozco desde hace tiempo, me iba a recibir en su departamento y con lo del coronavirus no le permitieron recibirme, me quedé sin casa, publique en Facebook y una persona me dijo que tenía un lugar para ofrecerme, pero a punto de llegar me rechazó también. Con todo este rechazo y la situación en general ni me dan ganas de hablar en inglés ni de convivir con nadie, no quiero gastar todos mis ahorros en esto, deseo alejarme de la gente que me ve feo y me discrimina por toser, me siento bastante mal, frustrada atorada, quiero volver a México con mi familia y mi novio, prefiero hacer la cuarentena allá”.

Otros latinos con más tiempo de residencia en Australia también están padeciendo las consecuencias de la crisis generada por el coronavirus. Muchos de ellos han podido adaptarse y generar estrategias para pasar la contingencia, tal es el caso de Liliana Amaro, de 41 años y originaria de la Ciudad de México.

Ella vive en Australia desde hace 17 años cuando se enamoró de un australiano con el que formó una familia, juntos tienen tres hijos. Ella trabaja como arquitecta para una firma de Hong Kong y es propietaria de la compañía por Internet zzleepmybaby.com, una empresa que da cursos en línea a madres en distintos países para dormir a sus bebés. Amaro comenta que desde que inició la crisis del coronavirus sus contrataciones se han reducido drásticamente ya que la gente está cuidando su dinero y no está gastando en este tipo de servicios.

Los días del coronavirus los ha vivido tranquila y tratando se seguir su vida lo más normal posible, aunque extremando precauciones en higiene y proximidad social. Toma el tren todos los días para ir a la oficina, ha recibido capacitación para trabajar desde casa por si se llegara dar la orden del gobierno de que la gente no salga a las calles. Así como ella más personas buscan actividades alternativas para ocupar su tiempo durante la contingencia y generar dinero.

El día que fue al mercado a comprar víveres fue un caos, los anaqueles estaban vacíos y la gente se arrebataba los productos. Días después las cosas mejoraron un poco, aunque aún no hay suficientes artículos, se habilitó un horario especial para atender a personas de la tercera edad y discapacitados entre 7 y 8 de la mañana.

Bajo este panorama el primer ministro Scott Morrison hizo un llamado a terminar con las conductas de acaparamiento de víveres y peleas en los supermercados ya que eso “no es nada australiano”, manifestó el ministro en una conferencia de prensa.

Para Liliana Amaro esta situación de crisis y carencia también ha dejado experiencias positivas, como la solidaridad mostrada por muchas personas, mejora de hábitos de higiene, de alimentación, una oportunidad para acercarse más a su familia y pensar en los otros.

En el panorama general la mayoría de las empresas que están en posibilidad de asignar a sus empleados a trabajar desde casa ya lo están haciendo y las que no, simplemente están cerrando o reduciendo las horas y días de servicio.

Esto se puede ver claramente en bares y restaurantes, muchos de los cuales permanecen con las sillas sobre la mesa durante todo el día y con pocos empleados, ya que los clientes no llegan.

Esta situación ha afectado directamente a cientos de migrantes que laboran en la industria de servicios y hospitalidad, como el caso de Evelyn Alejandra Carrillo una inmigrante originaria de Nuevo León, México, que lleva tres años viviendo en este país junto con su esposo.

Ambos trabajan en la industria restaurantera y definen a Australia como un país de oportunidades con gente amable y muy abierta a recibir a los inmigrantes, pero la situacion actual ha pegado en sus bolsillos ya que las personas no están saliendo a divertirse.

A ellos ya les han reducido las horas de trabajo y su economía se ha visto mermada. Evelyn trabaja en un restaurante contemporáneo de cocina australiana con una ubicación privilegiada junto al río Brisbane, en una zona de alta afluencia turística y en el centro de negocios de la urbe, el cual luce desolado. Su esposo trabaja en un restaurante de comida mexicana que de unos años a la fecha se ha popularizado notablemente en el paladar de los australianos.

Además de las consecuencias económicas que están padeciendo, se frustraron sus planes de vacacionar en México durante el próximo verano para visitar a su familia, aunque también cancelaron el viaje ya que tienen el temor de no poder regresar y quedar atrapados en México.

Así como ellos, ciudadanos y miles de inmigrantes de distintas nacionalidades están a la expectativa de lo que va a ocurrir a la mañana siguiente ya que las restricciones aumentan cada día, entre las más recientes, el gobierno federal ha ordenado a todos los ciudadanos australianos no viajar al extranjero y se han prohibido las reuniones de más de cien personas. Esta es la primera vez en la historia del país que se ha dado una restricción de tal magnitud, dijo el primer ministro.

Mientras todos estos hechos se desarrollan muchas personas en Australia ya se encuentran en cuarentena voluntaria y en espera de los avisos oficiales del gobierno.

Hasta el 18 de marzo se contabilizaban 454 casos positivos y cinco muertes siendo el estado de Nueva Gales del Sur el más golpeado, con un total de 210 personas contagiadas de COVID 19.

Uno de los casos que más ha llamado la atención es el del ministro del Interior Peter Dutton, quien dio positivo a COVID-19 luego de regresar de un viaje de trabajo en Estados Unidos en el que sostuvo reuniones con la hija del presidente Trump, Ivanka Trump y el fiscal general de EE.UU William Bar.

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