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En México, el coronavirus trae tiempos oscuros a la capital de los cruceros

Los pasajeros permanecen a bordo del crucero MSC Meraviglia en Cozumel, México, el 27 de febrero de 2020.
Los pasajeros permanecen a bordo del crucero MSC Meraviglia en Cozumel, México, el 27 de febrero de 2020.
(Jose Castillo / AFP/Getty Images)
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Rolex, Cartier y Bulgari fueron clausurados, la tabaquera cubana estaba vacía y el tipo que vendía mandíbulas de tiburón no tenía un solo cliente.

“Tenemos todo tipo de tiburones, makos, tigres, tiburones martillo”, comentó un frustrado Pablo Ramírez, de 23 años, mostrando un estante maloliente de mandíbulas con dientes afilados. “Pero, en este momento, nadie compra nada”.

La franja de color azul caribeño frente a su tienda costera mostraba la verdad: muelles vacíos y un horizonte plano hasta la ciudad continental mexicana de Playa del Carmen, a 12 millas de distancia. Ni un solo crucero a la vista.

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Hay grandes problemas en Margaritalandia. El colapso de los viajes internacionales debido a la pandemia de coronavirus afectó a la industria turística de México, que generó $24.800 millones en 2019, lo que representa aproximadamente el 8% del producto nacional bruto del país.

Cozumel tourism hit by pandemic
Los clientes escasean en la tienda de cigarros cubanos donde trabaja Ofelia Cruz, de 37 años y madre de dos hijos, en Cozumel, México. El lugar era un imán para los pasajeros de cruceros antes de la pandemia.
(Liliana Nieto del Rio / For The Times)

Pocos sitios han sido golpeados con más fuerza que Cozumel, la famosa isla turística frente a la costa de la península de Yucatán.

La primavera es generalmente el apogeo de la temporada de cruceros, y Cozumel es uno de los puertos más visitados del mundo.

El año pasado, más de 1.300 embarcaciones, con 4.5 millones de pasajeros, atracaron aquí, una cifra récord que la isla intentaba superar este año. Los buques representan el sustento financiero vital de Cozumel y más del 70% de la actividad económica de la isla.

Slow business in Cozumel
No hay mucha actividad comercial en la costa principal de Cozumel mientras los temores del coronavirus mantienen a los visitantes alejados y asestan un golpe a la industria turística de la isla mexicana.
(Liliana Nieto del Rio / For The Times)

Los pasajeros gastan decenas de millones de dólares anualmente en compras de todo, desde relojes de alta gama y pulseras de diamantes hasta baratijas de estilo mexicano, al tiempo que también desembolsan en comida y bebida.

Pero la amenaza del COVID-19 puso fin a todo.

Las líneas de cruceros cancelaron las paradas planificadas este mes después de que las autoridades identificaron los grandes barcos como posibles zonas de reproducción del virus.

Ahora los barcos están atracados en otros lugares y los posibles visitantes en sus casas, en lugar de deambulando por las calles, playas y bares con sombreros de paja y sandalias. Los turistas que llegaban por aire y agua redujeron los viajes cortos y se marcharon de los hoteles, cada vez más desiertos.

“Ha sido una caída económica brutal”, aseguró el alcalde de Cozumel, Pedro Joaquín Delbouis, desde su oficina en el Ayuntamiento, mientras el sol tropical pegaba contra una extensión cercana del Caribe, bordeado de palmeras.

En los últimos días, los comerciantes intentaron desesperadamente mantener sus puertas abiertas;ofrecen descuentos y hacen todo lo posible para atraer a un grupo cada vez menor de visitantes.”Uso Clorox para mantener todo desinfectado”, afirmó Tim House, de 42 años, propietario del bar y restaurante Thirsty Cougar, frente al mar, mientras rociaba la acera en una mañana reciente. “Nuestros empleados confían en nosotros, y aún tenemos una base local de clientes”.

Varios días después, el Thirsty Cougar cerró por la crisis, un patrón que se repite entre otros establecimientos.

Corn vendor in Cozumel
Un vendedor ambulante de maíz en mazorca nota la escasez de clientes en la terminal de ferry, en Cozumel, México.
(Liliana Nieto del Rio / For The Times)

“Se suponía que este sería un mes récord para nosotros, teníamos toda la agenda reservada”, remarcó Denise Sánchez, de 25 años, la recepcionista de Aldora Divers, una de las muchas tiendas de buceo que ofrecen viajes a los prístinos arrecifes de coral. “Ahora se ha convertido en un récord de cancelaciones”.

Los nombres tachados de clientes para el buceo que cancelaron llenaron el libro mayor de la empresa.

Al final de la calle, Ofelia Cruz, de 37 años, se lamentó por la falta de clientes en su lugar de trabajo: una tienda de cigarros cubanos con una estilizada estatua de fibra de vidrio de Fidel Castro -cigarro en la boca- en el frente.

“Tengo dos hijos, confío en este empleo para mantener a mi familia”, comentó.”Pero no estoy segura de que el propietario la mantenga abierta mucho más”.

Pronto podría unirse al éxodo de isleños dependientes del turismo, que regresan a hogares de sus familias en el continente. En la terminal de ferry, una fila de bicicletas inactivas que normalmente se usaban para transportar equipaje atestigua la caída de los viajes.

“Simplemente no hay suficiente trabajo ahora”, agregó Avelino Álvarez, de 54 años, un conductor de bicicletas que contempla abandonar la isla después de 40 años.

Cerca de allí, Francisco “Pancho” Zid, un pescador de 28 años de edad, no encontraba compradores para su pesca fresca del día. “Los restaurantes no tienen comensales o están cerrados”, dijo, mostrando una bolsa de plástico que contenía tres pescados, en el malecón de la ciudad.

Los tiempos son incluso difíciles para Jesús Pooc, de 25 años, quien dirige un puesto de farmacia a lo largo de la costa y recientemente consiguió un alijo de uno de los artículos más buscados del planeta: gel desinfectante para manos del tamaño de bolsillo. Los vendía por alrededor de $4 cada uno, un margen considerable pero una ganga en tiempos difíciles.

Horse-drawn carriage and driver in Cozumel
El conductor de un carruaje tirado por caballos espera a los clientes a lo largo del paseo marítimo de Cozumel. La pandemia de coronavirus ha afectado severamente la industria turística de México.
(Liliana Nieto del Rio / For The Times)

“Alguien los trajo del Sam’s Club, en el continente”, explicó.

Dos mega supermercados en la ciudad estaban completamente abastecidos, pero los pasillos lucían vacíos. Los compradores de cruceros nunca llegaron.

La hora feliz en Hooter’s estaba lejos de ser alegre. Las camareras con los menús se paraban frente a mesas vacías, una escena repetida en la cercana Jack’s NY Slice Pizzería, donde una falsa Estatua de la Libertad con una porción en su mano derecha invitaba a comensales inexistentes.

El colapso actual no es el primero de Cozumel. La isla ha sufrido crisis económicas previas, debido a los huracanes y al virus de la gripe porcina en 2009, que se originó en México. Pero en un momento en que la economía de ese país ya se está agotando, la incertidumbre sobre cuánto tiempo durará esta pandemia se suma a la inquietud generalizada y a una sensación de alarma.”La era de la gripe porcina fue muy mala; estuvimos sin trabajo durante al menos un mes”, recordó Gustavo Hernández, de 53 años, empleado de un hotel. “Pero esa vez el gobierno nos dio algo de ayuda económica. No sabemos qué va a pasar ahora”.

Las autoridades federales y estatales mexicanas prometieron ayudar a los enclaves turísticos del país, pero hasta la fecha no han surgido planes concretos de rescate financiero.

El colapso precipitado de la economía es evidente en todo Quintana Roo, el estado que incluye Cozumel y los centros turísticos continentales de Cancún y Tulum. Los viajeros cancelan las reservas y luchan por volver a reservar vuelos desde Cancún a Estados Unidos, Canadá y Europa.

“Planeábamos ir a California, pero ahora debemos regresar a Europa”, comentó Darius Darek, de 42 años, un DJ con sede en Bonn quien realizaba una gira para celebrar el 250º aniversario del nacimiento de Beethoven.

Una sensación de tristeza, combinada con una de incredulidad, ha superado esta región célebremente relajada.”En México hemos sobrevivido a tantas calamidades: huracanes, volcanes, terremotos, incluso narcos”, reflexionó Ernesto López, de 42 años, un taxista que buscaba clientes en la terminal de ferry casi abandonada en Playa del Carmen, al otro lado del estrecho de Cozumel.

“Cuando llega un huracán, al menos ya sabes: termina en un día, más o menos, hay un período de reconstrucción y las cosas vuelven a la normalidad. Pero nadie sabe cuánto durará esta crisis. Hoy todos estamos obligados a vivir con la incertidumbre de este virus”.

La corresponsal especial Liliana Nieto del Río, en Cozumel, y Cecilia Sánchez, en la Ciudad de México, contribuyeron con este informe.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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