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“¿Quedarme en casa? No puedo darme ese lujo”, la cuarentena de muchos en México (Video)

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El organillero lleva de pie desde las 9 de la mañana, aferrado a su manivela, frente a la imponente -y acordonada- Alameda Central, en Ciudad de México. Desayunó un tamal, un atole de fresa, y con eso aguantará hasta las 4:00 PM, “o hasta que complete mi cuenta… si lo logro”.

Pero son días de pandemia, de emergencia mundial, y a las 2:00 de la tarde, este músico callejero que ejecuta todos los días las mismas 7 canciones en su aparato sin cesar, apenas cuenta 100 pesos (unos 4 dólares) de propinas.

La transitada acera está con poca gente. Un local de periódicos abierto sin nadie comprando. Tiendas y restaurantes cerrados, policías en las esquinas hablando del clima porque no hay vendedores ambulantes para perseguir...

En la semivacía avenida Juárez, con el hemicíclo al Benemérito de las Américas en una de sus costillas, resguardado por dos policías, y el majestuoso parque de la Alameda cerrados por órdenes de las autoridades, ahora hay poca gente, no hay turistas -los más esplendidos con el organillero-, y se pueden contar a los transeúntes.

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Sobre la misma acera se llega al Palacio de Bellas Artes, cerrado también y resguardado por una valla metálica. En la esquina, frente a la Torre Latinoamericana, doblando a la izquierda sobre la avenida Eje Central es la ruta para llegar a Plaza Garibaldi, donde ya no hay Mariachis y los restaurantes cerraron sus puertas...

El ‘Turibús’ lleno de paseantes extranjeros no se ve en la avenida Paseo de la Reforma. No hay personas tomándose fotos en el ‘43’ que recuerda a los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, el Monumento a la Revolución se mira a lo lejos, solo, entre el esmog -la contaminación no ha bajado a pesar de la poca afluencia vehicular-.

El Gobierno de México decretó la emergencia sanitaria hasta el 30 de abril, lo que obliga a parar las actividades económicas no esenciales, y exhortó a la población a quedarse en sus hogares, a través de constantes anuncios de TV y radio , aunque la cuarentena no es obligatoria para no afectar a los millones de personas empleadas en el trabajo informal.

Hay muchos que pueden quedarse en casa o que su trabajo se los permite. Hay muchos más para los que salir a la calle a ganarse la vida es algo de todos los días.

“¿Quedarme en la casa? ¿a qué? No puedo darme ese lujo, no puedo llegar sin dinero ¿qu´é sería de mi esposa y yo?”, me dice el organillero, y mueve su aparato -hecho hace más de un siglo en Alemania- de unos 50 kilos (110 libras) para ubicarse donde pueda pasar más gente.

“Mi ‘viejo’ -señala su instrumento musical- y yo, saldremos adelante otra vez, con el favor de Dios. ¿Miedo al bicho? Joven, más miedo da no comer. Eso sí está cabrón”, sentencia y sigue dando vueltas a la manivela para que su música no deje de sonar y las monedas no tarden en caer.

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“Camine, joven, camine. Vaya a casa lo más pronto posible”, me dice un policía de pulcro uniforme, con tono de voz paternal y cubre bocas pequeño que deja ver su cara de color de las mandíbulas del Sol.

El número de contagiados de COVID-19 en México suma oficialmente 2,439, con 141 muertos, según el reporte más reciente.

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