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Los arrestos de inmigrantes en el área de San Diego se duplicaron desde la llegada de Trump a la presidencia

Un agente no identificado, perteneciente a Inmigración y Control de Aduanas, revisa formularios de deportación.

Un agente no identificado, perteneciente a Inmigración y Control de Aduanas, revisa formularios de deportación.

(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)
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El número de detenciones de inmigración realizadas en San Diego ha vuelto a los niveles anteriores a que el expresidente Obama modificara las prioridades, a fines de 2014, conforme datos del ICE.

En gran medida ello se debe a las políticas ampliadas impuestas por el presidente Trump en un decreto firmado en enero pasado, según Greg Archambeault, director de la Oficina de Operaciones de Expulsión y Control, de la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE)

Las prioridades de Obama se centraban en los condenados por delitos graves o por múltiples delitos menores. La política del actual mandatario incluye a las personas acusadas de cualquier nivel de delincuencia que ya poseen órdenes finales de expulsión, lo cual significa que un juez de inmigración ya ha firmado sus deportaciones. “Lo único que intentamos hacer es proteger a la comunidad y eliminar las amenazas”, aseguró Archambeault.

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Desde que la política de inmigración se modificó, con la asunción de Trump, las noticias acerca de las detenciones de inmigrantes a manos de oficiales que se movilizan en vehículos SUV sin identificación se extendieron rápidamente, de costa a costa. Al equipo de ICE responsable por esos arrestos dirigidos se lo conoce como ‘operaciones fugitivas’.

Desde febrero a mayo de este año, este equipo en San Diego ha arrestado a 547 personas, según muestran datos de ICE. La cifra es más del doble del total para los mismos meses de 2016 (242), o del año anterior (267). En 2014, antes de que Obama redujera las prioridades de control inmigratorio, el grupo de operaciones fugitivas de San Diego arrestó a 540 personas en el mismo período.

“Seguimos concentrándonos en los criminales, pero no estamos limitados a ellos”, aseguró Clinton Johnston, director asistente de campo de la Oficina de Operaciones de Expulsión y Control. “Es nuestra posibilidad de hacer cumplir la ley en todos los ámbitos”.

El equipo trabaja en grupos, investigando las vidas de las personas que ICE cree que podrían ser expulsadas de los EE.UU. Los grupos salen diariamente a tocar puertas e intentan detener a sus objetivos. Se les permite llamar en cualquier momento entre las 6 a.m. y las 10 p.m., y suelen comenzar su trabajo diurno incluso antes de esa hora, para poder estar en su primera parada del día cuando el reloj marca las 6 a.m. en punto.

En una mañana reciente, una escuadra de vehículos no identificados se dirigió a Chula Vista para arrestar a tres personas: un inmigrante de 23 años, de México, quien se había extendido en el país más allá del límite de su visa y fue condenado en abril por conducir bajo la influencia; un residente (con tarjeta verde) de 61 años, oriundo de México, con una condena por violencia contra su cónyuge; y un hombre cubano de 55 años, a quien se le había dictado la repatriación a raíz de varias condenas por delitos graves.

Los oficiales creían que el joven de 23 años vivía con sus padres, quienes también habían sobrepasado los límites de sus visas, y tenían la intención de iniciar procedimientos judiciales para ellos también.

Después de llegar al vecindario de la familia, algunos de los vehículos SUV pasaron por la calle de la residencia mientras que otros se estacionaron en la esquina, esperando para moverse. Un vecino que colocaba su correo en un buzón miró fijamente a los coches que esperaban antes de dirigirse a la casa.

A las 6 a.m., todos los vehículos del equipo convergieron en la calle de la propiedad familiar. Otro vecino que paseaba con su perro se volvió para mirar, antes de apresurar la marcha y alejarse de la zona.

Tres oficiales se dirigieron a la puerta principal mientras que otros dos vigilaban el perímetro de la casa, en cuya entrada había varios autos y un aro de baloncesto. La madre de la familia acudió al llamado, pero se negó a abrir la puerta. Los oficiales de operaciones fugitivas no pueden ingresar en un domicilio sin permiso.

El equipo habló entonces con la mujer a través de una ventana, pero pronto comprendieron que no podrían llevar adelante la acción, y lo comunicaron al resto de oficiales que esperaban en la entrada. “Está bien. Los atraparemos la próxima vez”, afirmó Johnson. Podrían intentar un operativo nuevamente en el lugar de trabajo del blanco perseguido, o supervisar la casa hasta que la familia salga de allí e improvisar entonces una detención de tránsito, detalló el funcionario. Los objetivos de estos operativos suelen negarse a abrir sus puertas desde que Trump llegó al cargo, remarcó.

A las 6:14 a.m., los SUV grises se dirigían hacia la casa del segundo blanco, en un vecindario cercano, con casas grandes. La hija del hombre respondió a la puerta y les dijo que éste se encontraba trabajando. Johnson esperaba que el objetivo se entregara en el Federal Building para evitar que los oficiales de ICE regresaran a su domicilio.

Poco después, a las 6:36 a.m., los oficiales estaban de vuelta en la carretera y se dirigían al departamento del tercer objetivo, ubicado encima de una tienda. Quienes trabajaban en ella observaban desde adentro a los agentes, quienes recorrían el perímetro. Debido a que el hombre tenía condenas por drogas y armas, los oficiales temían que esta parada pudiera ser peligrosa. El sujeto, Emilio Sotomayor, salió con los oficiales sin resistencia, dejando a su cónyuge y sus dos hijos en la casa.

Según la situación, los oficiales de ICE no siempre detienen a sus objetivos, informó Johnston. Si la persona es el único cuidador responsable de menores, las autoridades sopesan ello con la probabilidad de un problema de seguridad pública. Así, podrían darle al individuo un aviso para que comparezca en la corte en lugar de conducirlo directamente. Como la mujer de Sotomayor estaba en la casa, en su caso esta cuestión no significó un problema.

Los oficiales lo palmearon y lo trasladaron hasta la parte trasera de uno de los vehículos. A las 7 a.m. conducían en pleno tráfico matutino de regreso al Federal Building del centro de L.A., para procesarlo y comunicarle que pronto sería deportado a Cuba. “Guau, todavía no puedo creerlo”, afirmó Sotomayor, después de recibir la noticia en las instalaciones de ICE. “Estaba durmiendo, alguien llamó a la puerta. Me trajeron aquí y me dicen: ‘Te vas a Cuba’”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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