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Palou se pone en piel de periodista mexicana amenazada en “Todos los miedos”

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EFE

Comprobar que nadie te siga, cambiar tu recorrido a diario, apresurar el paso; el escritor mexicano Pedro Ángel Palou se mete en la piel de una periodista amenazada en la novela “Todos los miedos”, escrita con el objetivo de sacudir al lector de tal forma que, incluso, no pueda seguir leyendo.

El personaje de Daniela Real, sobre la que gira esta ficción que se aproxima a lo que viven cada día cientos de comunicadores en el país, es un homenaje a la “valentía” de aquellas periodistas que, además, sufren una doble discriminación por ser mujeres, afirma el escritor en una entrevista con Efe.

Periodistas como Lydia Cacho, Daniela Rea o Lydiette Carrión, porque lo que cuenta la narración “le puede pasar a cualquiera, pero no en la dimensión de fragilidad que le puede pasar a una mujer”, enfatiza.

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De ellas y de muchas más son las vivencias que plasma el libro -”prácticamente todo lo que sucede en la novela sucedió (en la realidad”-, en el que, asegura, quiso obtener una cierta “profundidad emocional”.

“Quiero que sea un libro de profunda intensidad. Que te harte, que llegue un momento en que lo quieras tirar, quieras gritar y decir ‘esto no puede seguir pasando’”, argumenta el autor (Puebla, 1966).

Por ello, trabajó en conseguir la “sensación de paranoia” en el lector: “Porque finalmente es lo que te pasa si vives en Ciudad de México. Hay un grado de no poder bajar la guardia de quién está detrás de ti o si sales del metro por la noche ver por qué calle vas”.

Palou dice ser consciente de que, para algunas personas, “Todos los miedos” puede no ser una lectura amigable, por su carácter “tan férreamente documental”, dado que “hay toda una concepción de que la novela es evasión, de que te puede contar historias pero finalmente quieres distraerte”.

México es considerado como uno de los países del mundo más peligrosos para ejercer el periodismo. Sólo el año pasado fueron asesinados 12 comunicadores, a lo que se suman desapariciones y agresiones, de acuerdo con la organización Artículo 19.

Esta alarmante situación es lo que hizo que el autor, residente en Boston y quien en los últimos años se ha centrado en las novelas históricas, como lo fueron “No me dejen morir así” (2014) o “Tierra roja” (2016), volviera a escribir sobre un tema de actualidad.

“Creo que hay una obligación para el novelista” mexicano, y esta es “no dejar pasar” la compleja situación que vive el país en el tema de la violencia.

En mitad de una espiral de violencia creciente -México cerró el pasado año con un aumento de los homicidios del 18,91 %- han surgido la figura de los “justicieros, vengadores o vigilantes, como lo queramos llamar”, y en ellos está inspirado el otro protagonista de la novela.

“Es otro síntoma de este país revuelto, donde no encontramos una salida justa ante la impunidad”, reflexiona Palou.

El problema, continúa, es que “la línea divisoria entre hacer justicia por tu propia mano y un linchamiento como el de Puebla de hace unas pocas semanas (en el que pobladores de una comunidad lincharon y quemaron vivos a dos presuntos secuestradores que sacaron de la cárcel) es mínimo. ?En qué momento tú puedes ir encima de la ley?”.

De acuerdo con el autor, el aumento de la violencia viene acompañado con una “eufemización” de esta, lo que se pudo comprobar hace solo algunos días, cuando fue asesinado el periodista chiapaneco Mario Gómez.

“Buscando en la prensa me di cuenta de que en la mayor parte de los reportajes no aparece su nombre hasta el tercer o cuarto párrafo”, apunta.

Palou cita al poeta Blas de Otero para decir que “la muerte de un hombre siempre tenemos que pensarla como un argumento central, no una estadística”, pero que en México, por ejemplo, salen a la luz noticias como que en Jalisco hay dos tráileres que resguardan cientos de cadáveres porque “no hay lugar dónde ponerlos”.

“Esto es de un surrealismo, por un lado, absoluto, pero muestra a lo que hemos llegado; a qué grado de insensibilidad hemos llegado”, argumenta el autor.

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