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OPINIÓN: Cómo comunicarse con sus amigos que asumen más riesgos en la pandemia de COVID-19

Customers are served at the outdoor patio of a restaurant in West Hollywood.
Mientras los espacios interiores siguen cerrados, los clientes son atendidos en el patio exterior de un restaurante en West Hollywood.
(Jason Armond / Los Angeles Times)
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Un buen amigo rechaza la invitación a una barbacoa al aire libre. Su tío no se detiene a saludar cuando pasa por su ciudad, camino a unas vacaciones. Un amigo no usa mascarilla en su auto. Estos son algunos ejemplos de cómo el COVID-19 puede generar malentendidos e incluso conflictos.

Estas tensiones entre familiares y seres queridos se suman al estrés de manejar la vida cotidiana en una pandemia. En muchos sentidos, este tipo de conflictos se reduce a diferencias entre lo asustados que estamos o lo seguros que nos sentimos.

Investigaciones anteriores señalan que las personas difieren en los riesgos que encuentran atemorizantes y buscan evitar, reacciones que a menudo se basan en factores subjetivos y sentimientos en lugar de hechos. El COVID-19 no es la excepción; muchos que están en alto riesgo de enfermarse por el virus parecen despreocupados, mientras que algunos de menor riesgo están aterrorizados.

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Como nación, estamos más segregados que nunca en enclaves demócratas y republicanos. Esto significa que la mayoría de las personas no se encuentran con otros de puntos de vista opuestos. Los que aman y los que odian a Trump rara vez comparten un mismo espacio. Por lo tanto, cuando ocurren diferencias con sus seres queridos y en quienes confía acerca de cómo comportarse en una pandemia mortal -donde la geografía y la división política no están necesariamente presentes- el conflicto puede ser especialmente angustioso.

Las ciencias sociales proporcionan algunas pistas de por qué eso ocurre. En primer lugar, existe una tendencia natural a creer que la forma en que se ve el mundo es la forma en que el mundo realmente es, algo que los psicólogos llaman “realismo ingenuo”. La mayoría de la gente no cree que su opinión sobre el riesgo del coronavirus sea simplemente una de las posibles perspectivas. En cambio, piensan que su punto de vista es la realidad, y todos los demás enfoques están claramente equivocados.

Eso significa que aquellos que están extremadamente preocupados por el virus encuentran espantoso e incluso peligroso ver a otros salir y tomar lo que ellos consideran ‘riesgos injustificados’. Por el contrario, quienes están dispuestos a aventurarse pueden ver a las personas que no lo hacen como demasiado cautelosas, o incluso ilógicas. Es inquietante creer que nuestra gente cercana tiene opiniones incorrectas sobre los riesgos del coronavirus; pensar que están tomando decisiones que podrían dañar la salud, es absolutamente corrosivo.

Estrechamente relacionado con el realismo ingenuo está el “efecto de falso consenso”, la tendencia a creer que los demás tienen creencias y actitudes que son más similares a las nuestras de lo que realmente son.

Supongamos que tiene un amigo que, según usted, posee opiniones similares a las suyas. Si esta persona actúa de manera diferente en una situación a como lo haría usted, su primer impulso podría ser buscar razones perversas para explicar el comportamiento de ese individuo. Si ese amigo rechaza su invitación a una barbacoa, es posible que piense que esa persona no puede realmente tener tanto miedo de enfermarse (ya que usted no lo tiene), por lo cual concluye erróneamente que simplemente no quiere invertir en su amistad.

De la misma manera, si usted -como alguien con más aversión al riesgo- no se da cuenta de que un amigo percibe que los peligros del COVID-19 son mucho menores de lo que usted considera, podría pensar que si esa persona no usa mascarilla en su automóvil muestra falta de preocupación por su bienestar o incluso intenta hacerle daño.

Hay formas de mitigar estos malentendidos, pero tratar de convencer a los demás de que su propia posición es la correcta no es una de ellas. A pocas personas les gusta que se cuestionen sus percepciones sobre la realidad, y decirle a la gente que está siendo parcial tampoco funciona; cuando las personas aprenden sobre los prejuicios, es mucho más probable que crean que los demás son sesgados, pero no ellos mismos.

En lugar de todo ello, un mejor enfoque comienza por apreciar que los familiares, amigos y vecinos tienen diferencias genuinas en la forma en que evalúan y toleran los riesgos relacionados con esta enfermedad. Sus opiniones son tan reales para ellos como las suyas para usted.

Reconocer que su tío o amigo está muy asustado por el virus, por ejemplo, facilita ver que su comportamiento no es hostil o controlador, y que en realidad no se trata de usted. Comprender la base psicológica de este conflicto podría ayudar a disipar la presunción de motivos ocultos cuando alguien actúa de formas que juzgamos irracionales o peligrosas.

Ir más allá del resentimiento nos permitiría ser más comunicativos y creativos para manejar las conexiones sociales en una pandemia. En lugar de excluir de su barbacoa a ese amigo que acaba de regresar de Arizona, pídale que use una mascarilla y que lleve todos sus utensilios para comer. Salga a caminar con un amigo, pero primero hable sobre las reglas del distanciamiento social, para que no haya una confusión incómoda. Sea claro acerca de preferir conducir solo si no se siente cómodo de estar en un automóvil con alguien sin cubrebocas.

Manejar estos conflictos es complicado cuando la salud y la seguridad están en juego. Pero no llegaremos muy lejos a menos que seamos conscientes de que las opiniones de otros sobre el riesgo pueden ser muy distintas a las nuestras.

George Loewenstein es docente de economía y psicología en la Universidad Carnegie Mellon. Elke U. Weber es docente de psicología y asuntos públicos, y la profesora Gerhard R. Andlinger de energía y medio ambiente en la Universidad de Princeton.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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