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OPINIÓN: México sin política internacional

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Desde que era candidato a la presidencia, AMLO dejó muy claro que el terreno internacional no le interesa en lo más mínimo y hasta la fecha, más allá de la subordinación vergonzosa a Donald Trump y de frases huecas como la de “la mejor política exterior es la interior”, no ha mostrado nada que permita conocer cuál es la política internacional del gobierno que encabeza.

¿Cómo piensa promover la inversión extranjera o el turismo? ¿cómo se impulsará el comercio? Más allá del T-MEC que no es más que una mala versión para México del TLCAN que surgió como reacción a Donald Trump. Además de festejar las remesas y presentarlas como si fueran un programa de su gobierno ¿qué se hará por los mexicanos en el exterior? ¿cómo se gestionarán las fronteras? ¿cómo nos relacionaremos con los organismos internacionales?, son preguntas para las que no hay ni siquiera de manera implícita alguna respuesta.

El asunto es doblemente sorprendente y grave porque si hay alguna dependencia del gobierno mexicano con personal altamente capacitado para diseñar una política que aborde todos esos temas es justamente la Secretaría de Relaciones Exteriores, sobre todo porque a pesar de algunos nombramientos de carácter político, el llamado personal de carrera del servicio exterior mexicano se integra con funcionarios que se han hecho en la práctica cotidiana durante muchos años desde consulados o embajadas y saben muy bien lo que hay que hacer.

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No arrancó tan mal. El primer día de gobierno se suscribió un acuerdo con países centroamericanos y a los pocos días se presentó en una reunión internacional en Marruecos un plan de desarrollo de la región centroamericana que resolvería varios problemas. Todo eso fue parte de la celebración, en la embriaguez del poder total que le otorgó un triunfo indiscutible.

Sin embargo, en muy poco tiempo AMLO optó por “mirarse al ombligo”, atacar a sus enemigos internos, reales o inventados y olvidarse del mundo, y como buen político mexicano, el canciller se dio cuenta de que su futuro depende de manera directa y lineal de la atención que tenga de su jefe.

En un principio trató de atraer a AMLO a la agenda de la cancillería, pero viendo que esto era imposible -más allá de un viaje de un día para apoyar a Donald Trump en su campaña-, y que en dos años ni siquiera ha logrado sacarlo del país, decidió entonces acercarse a la agenda de AMLO.

En poco tiempo, el canciller desplazó a la Secretaria de Gobernación y al Secretario de Salud entre otros y se convirtió en el mejor empleado del gabinete atendiendo agendas -salud, guardia nacional, control del territorio, relación con gobernadores, etc.,- que no corresponden a sus atribuciones. El resultado es que no hay una política exterior y habrá que ver si el canciller obtiene beneficios personales de esa estrategia, pero para México el costo será altísimo.

La prueba m´ás lastimosa de ese aislamiento es el discurso, por llamarlo de alguna manera, que AMLO presentó hace unos días en la Asamblea General conmemorativa del 75 aniversario de la Organización de las Naciones Unidas.

No hay una sola reflexión acerca de ese organismo internacional o de algún otro o del papel de México en el mundo. ¿Quién lo preparó para esta intervención? Su participación está plagada de reflexiones internas, como una especie de “mañanera plus”, hablando de la corrupción que había antes, de que él encabeza la cuarta transformación, de que no tiene lujos y hasta del avión que rifó pero que está en venta.

Dice que vamos saliendo de la pandemia y que México la atacó muy bien. ¿No hay nadie que le diga que en absolutamente todos los periódicos y revistas del mundo que han abordado el tema, México es, junto con Brasil y Estados Unidos, el ejemplo de una mala gestión de la pandemia? No hay un solo artículo o reporte en ningún medio de ningún país del mundo que diga que México lo ha hecho bien. Por el contrario, todos dicen que lo ha hecho muy mal. ¿No era más fácil no tocar el tema? ¿Acaso sus colaboradores interpretan que un acto de lealtad es no decirle nada aún cuando se equivoque?

Su “discurso” contiene además errores garrafales que provocan risa. Cita al dictador fascista italiano Benito Mussolini como ejemplo positivo de la influencia de Benito Juárez porque llevan el mismo nombre y reitera su desconocimiento de los mexicanos en Estados Unidos al citar que hay 38 millones de migrantes mexicanos en ese país cuando cualquier estudiante del primer semestre de Relaciones Internacionales sabe que solo hay 11 millones de migrantes y que el resto son ciudadanos americanos de origen mexicano.

Quizá a AMLO no le interesa que otros líderes se rían de él o la inversión o el turismo extranjero o todo lo que pasa en el resto del mundo, pero para México y su futuro son vitales. Alguien debería explicárselo.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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