Anuncio

OPINIÓN: Biden y los migrantes

Gente escucha al candidato presidencial demócrata Joe Biden
Gente escucha al candidato presidencial demócrata Joe Biden en una universidad del condado de Bucks, Pennsylvania, sábado 24 de octubre de 2020. (AP Foto/Andrew Harnik)
(ASSOCIATED PRESS)
Share

El inicio del 2021 estará marcado por la toma de posesión de Joe Biden como presidente de Estados Unidos. Recibe un país polarizado y con fuerzas que se oponen a él, incluso de manera violenta. Eso no terminará con la ceremonia de inauguración de su gobierno. Donald Trump y sus seguidores más extremos continuarán y Biden no puede recurrir al pretexto simplista y mediocre de que todo es culpa de Trump -aunque eventualmente fuera el caso-, del pasado o a que le heredaron un país en muy mal estado. Todo eso ya lo sabía, por eso fue candidato y por ello ganó.

Ciertamente sus primeros esfuerzos estarán concentrados en atacar la pandemia del COVID-19. A diferencia de lo que se nos quiere hacer creer en México, su gobierno sabe que la solución no está en la vacuna o no solamente, sino en la vacunación y ello presenta retos operativos y de logística mayúsculos que no se resuelven automáticamente con la existencia de una o varias vacunas, ni con discursos o conferencias de prensa. Esa será su primera gran prueba.

Cuando empiece a funcionar como presidente, se encontrará con varias disposiciones de Donald Trump que en campaña prometió revertir. Muchas de ellas se refieren al tema migratorio e impactan de manera directa a los mexicanos en Estados Unidos.

Anuncio

Lo que todo esperamos es que de manera casi inmediata reestablezca el programa DACA, que autoriza temporalmente la presencia de inmigrantes indocumentados, la abrumadora mayoría mexicanos, que fueron llevados siendo menores a Estados Unidos por sus padres.

Trump, en la práctica y a pesar de diversos mandatos judiciales suspendió el programa. Se espera que Biden no solamente lo reestablezca sino que lo amplíe, relajando algunas de las restricciones y extendiéndolo a padres y familiares directos.

Actualmente, medio millón de mexicanos están en este programa. pero con una ampliación que ya había formulado el gobierno de Obama, este número podría cuadruplicarse. Esto es lo menos y si no hay señales claras en las primeras semanas de su gobierno en esta dirección, parecerá entonces que todo fue una promesa de campaña.

Algunas otras medidas y eventualmente una reforma migratoria más amplia será algo complicado y tomará más tiempo.

De entrada, hay una serie de medidas que la administración Trump instrumentó al amparo de la seguridad nacional y más recientemente de la pandemia. Entre ellas figuran el programa conocido como “permanece en México” que con la subordinación sonriente de la administración de AMLO obligaba a que los solicitantes de asilo, mayoritariamente centroamericanos, esperaran su audiencia y trámite en México.

Las condiciones en que esta espera se daba no son solamente inseguras, insalubres o violatorias de los derechos humanos de los migrantes, sino contrarias a las prácticas internacionales entre países vecinos. Los inexpertos funcionarios mexicanos se prestaron a ello y Donald Trump “chamaqueó” a AMLO. Las fuerzas progresistas en torno a Biden tienen un peso real en sus decisiones y no permitirán este tipo de programas.

Hay otra serie de medidas aparentemente menores, pero con impactos muy importantes para los mexicanos. La construcción del muro entre México y Estados Unidos y al amparo de la pandemia, un conjunto de disposiciones para limitar las visas de trabajo temporal o los permisos de residencia permanente asociados a reunificaciones familiares, son algunos de los ejemplos de medidas que Biden debería revertir. No será fácil. Sus opositores, empezando por Donald Trump y sus millones de seguidores gritarán al cielo que se pone en riesgo la seguridad nacional y la salud de los estadounidenses.

Biden debe hacer algo, pero no va a apostar su capital inicial a temas que polaricen, y la migración es uno de ellos, quizá el que más. Basta constatar que uno de los últimos actos públicos de Donald Trump como presidente será visitar el muro en la frontera con México.

En el horizonte de manera más idealista que real, está una amplia reforma migratoria que regularice a los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos, siendo el grupo más grande el de los mexicanos.

Al menos los primeros dos años de su mandato, Biden tendrá mayoría en ambas cámaras, particularmente en la de senadores. Esto representa una condición necesaria para cualquier reforma migratoria. Desafortunadamente, en el ambiente de crisis sanitaria, polarización política e incremento de la migración derivada de la crisis económica en los países de origen, no será suficiente.

La primera prueba serán DACA y los DREAMERs. De hecho, ese es el grupo más “regularizable” mediante una reforma migratoria. Veamos cómo avanza en esos temas.

*Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

Anuncio