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OPINIÓN: ¿Qué puede hacer México con la migración?

ARCHIVO - Migrantes desembarcan en el lado mexicano de la frontera luego de cruzar el río Usumacinta
ARCHIVO - Migrantes desembarcan en el lado mexicano de la frontera luego de cruzar el río Usumacinta desde Guatemala, en Frontera Corozal, estado de Chiapas, México, el miércoles 24 de marzo de 2021.
(ASSOCIATED PRESS)
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Apenas la semana pasada sostuvieron una llamada telefónica AMLO y Joe Biden. El tema central, según los reportes oficiales, fue el de la migración que fluye por México hacia Estados Unidos. ¿Qué puede hacer México?

La administración de Joe Biden está muy preocupada por el desorden de los flujos migratorios. Particularmente en la frontera con México en donde la suspensión del llamado Título 42 implicaría un incremento considerable de estos flujos y en consecuencia un mayor desorden.

Una parte de la sociedad estadounidense, no mayoritaria, pero si importante, es contraria, bajo cualquier escenario y argumento, a la llegada de nuevos inmigrantes. Para ellos, poco importan las razones que llevan a miles de personas a dejar sus países e intentar su entrada a Estados Unidos y no hay nada que se pueda hacer para convencerlos de lo contrario. Ni siquiera por razones humanitarias están dispuestos a aceptar a los inmigrantes. Otra parte, la más pequeña, por razones demográficas, económicas o humanitarias es favorable a la llegada de nuevos inmigrantes. El resto, la parte más grande, la que más pesa electoralmente, no estarían en contra siempre y cuando la migración ocurra de manera ordenada y con un límite. No se puede recibir a todos y no de cualquier manera.

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Joe Biden sabe que los costos políticos y electorales de una migración que crece de manera desordenada pueden ser muy altos y es ahí donde la participación mexicana es importante. Se espera del vecino que juegue un papel activo en el ordenamiento del proceso. No será fácil. Particularmente en este tema, el actual gobierno mexicano ha jugado muy mal y, aunque parezca increíble, peor que cualquier gobierno anterior. Además, a diferencia de lo que ocurrió con Trump, cualquier coordinación con Biden, AMLO la ve de entrada como una violación a la soberanía mexicana.

Primero, al inicio del sexenio, todavía en la borrachera del triunfo aplastante, AMLO se llenaba la boca diciendo que cualquier migrante centroamericano era bienvenido a México y que se generarían condiciones de arraigo y desarrollo en los lugares de origen. Su primer encargado del Instituto Nacional de Migración, en una mezcla de ignorancia del tema y oportunismo, en vez de hacerle ver las implicaciones de esas declaraciones irresponsables, como muchos otros de sus “colaboradores”, se dedicó a halagarle el oído y a magnificarlo, hablando del nuevo paradigma de AMLO en la migración.

Los resultados no se hicieron esperar, los flujos migratorios crecieron de manera importante y desordenada. Como era obvio, más cuando se tiene a Donald Trump como contraparte, la reacción estadounidense fue inmediata, exigiendo un control de estos flujos en territorio mexicano y amenazando con aranceles a los productos mexicanos en caso contrario.

En respuesta, como muchos dijimos en su momento y Trump acaba de ratificarlo, AMLO “se dobló fácilmente” y se fue al otro extremo. Despidió al titular del Instituto Nacional de Migración, quien probablemente ostente el récord de la estancia más corta en esa responsabilidad, hizo a un lado a su secretaria de gobernación (a la que después también despidió), nombró a un exdirector de cárceles en migración y encargó el tema a su secretario de relaciones exteriores, quien sin meter las manos y sin pedir nada a cambio, se comprometió por escrito a contener los flujos migratorios en México, disponiendo para ello de 25 mil agentes de la guardia nacional, la cuarta parte de sus efectivos, que en principio tienen como función proteger a los mexicanos y no perseguir migrantes.

Los resultados de esta nueva estrategia, contraria a todos los discursos de AMLO en campaña, fueron catastróficos para los migrantes. Los abusos se contaron por miles, el crimen organizado hizo un gran negocio y si bien es cierto, en un principio con el uso de la fuerza los flujos disminuyeron, en realidad solo se estaban conteniendo y desviando sin resolver realmente nada y al poco tiempo se alcanzaron cifras récord de migrantes intentando entrar a Estados Unidos.

Ahí estamos hoy, con Biden tratando de suspender la inhumana aplicación del Título 42 que solo se aplica a migrantes que vienen desde México, con cifras récord de detenciones en la frontera (por cierto, muchos de ellos mexicanos), un muy posible incremento de migrantes y esperando mejor coordinación con México. Nada fácil.

Por lo pronto ya AMLO dijo que enviaría a su canciller a Washington para coordinarse con el gobierno estadounidense. La afirmación preocupa porque de su última negociación obtuvimos el famoso “quédate en México”, que ha sido nefasto. Lo menos que esperamos es que haya aprendido algunas cuestiones básicas como por ejemplo que “doblarse” no es la fórmula, decir que todos serán bienvenidos tampoco, contener a los migrantes con golpes, maltrato y persecución, menos aún, además muchos son mexicanos, pedir recursos para la expansión de los programas de AMLO en Centroamérica es poco realista (al día de hoy de lo prometido por Tump y por Biden no ha llegado un solo dólar) y que la coordinación (que no sometimiento) y participación de Estados Unidos es necesaria, no solo por conveniente sino porque son corresponsables.

Jorge Santibáñez es un estudioso de la migración humana y de las comunidades mexicanas en Estados Unidos. Es fundador y presidente de Mexa Institute.

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