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Columna: Cómo este joven cómico latinx convirtió a las duras y acosadas madres latinas en un tesoro cómico

Jonathan Chavez walks the red carpet as Del Records celebrates hitting 10 million subscribers on YouTube.
Jonathan Chávez camina por la alfombra roja el 27 de enero en Bell Gardens mientras Del Records celebra haber alcanzado los 10 millones de suscriptores en YouTube.
(Ella Hovsepian/Getty Images)
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Jonathan Chávez puede representar a tu mamá mejor que tú.

Conocido como Paqjonathan por sus más de 2 millones de seguidores en TikTok e Instagram, este angelino de 23 años con el pelo rosa decolorado pertenece a una creciente comunidad de latinos de la Generación Z que se ganan la vida creando contenido digital autobiográfico.

Se convirtió en una sensación de las redes sociales por sus sketches de madres latinas, en su mayoría en español, que resuenan entre los ciudadanos de primera y segunda generación, a menudo “Milenios” y miembros de la Generación X, que ven a sus madres representadas en su comedia. Pero cada vez hace más sketches en inglés y con personajes más jóvenes para llegar a la gente de su propia generación, que se caracteriza por ser menos bilingüe.

Opinion Columnist

Jean Guerrero

Jean Guerrero is the author, most recently, of “Hatemonger: Stephen Miller, Donald Trump and the White Nationalist Agenda.”

Conocí a Chávez un reciente viernes lluvioso en el centro de Los Ángeles, en Pluma Cafe, donde ambos llevábamos por casualidad abrigos negros de piel sintética. Yo bebía café de olla con leche de avena y él comía una tostada de aguacate. Soy milenia y quería hablar de sus sketches de madres latinas, que, según dijo a NPR, estaba dispuesto a dejar atrás porque atraen a fans mayores y hacen que la gente se confunda. “Todos se van a meter en medio de mi vida sentimental”, bromeó.

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Sigue haciendo esos sketches, pero quiere diversificarse y ser visto como algo más que un cómico. Va a lanzar canciones de amor y un podcast.

Las dramatizaciones de Chávez sobre su madre son una de las principales formas de conectar con su público bilingüe, pero su popularidad le crea conflictos. “Siento que, en cierto modo, estoy hablando mal de mi madre”, me dijo. “Siento que la estoy ofendiendo o exponiendo”.

Pero el humor de sus representaciones funciona gracias al profundo afecto que siente por su propia madre y por otras matriarcas que conoce. Ana Molina, nacida en una región rural del estado de Chihuahua, cuidó de sus dos hijas y de él durante años, limpiando casas y negocios y trabajando en restaurantes de comida rápida luego de que su padre se volviera adicto. Chávez la describe como: “fuerte, ambiciosa y divertida. Es muy graciosa”.

Los personajes de Chávez son hilarantes, pero no necesariamente caricaturescos. Las conversaciones, las expresiones faciales y la entonación, las contradicciones lógicas son inquietantemente familiares para los latinos, especialmente para aquellos criados por madres sobrecargadas de trabajo y frustradas, que intentan mantener a sus hijos en el buen camino.

En un vídeo, “Latina moms when it gets chilli outside” (Madres latinas cuando hace frío afuera), interpreta a un hijo que le dice despreocupadamente a su madre que va a salir. También interpreta a la madre, limpiando en la cocina. “Ponte un suéter. Hace mucho frío afuera, cariño”, dice la madre en español, en una orden mezclada con dulzura. Pero se va intensificando. “Ponte un suéter. Mira, acabo de salir. Hace tanto frío que no podía soportarlo”. El hijo dice que no tiene frío. Al final, la madre grita: “¡Ponte un suéter! ¡Regresa y ponte un suéter! ¡Hace frío afuera! Tengo frío”.

En muchos de sus vídeos, Chávez lleva una camiseta morada que dice “Nadie me ayuda en esta casa”. Es una frase de un vídeo en el que interpreta a una madre que rechaza la oferta de su hijo de ayudarla a limpiar, sólo para quejarse después de que nadie la ayuda nunca.

Su propia madre no es su única inspiración. A veces pide ideas a sus fans. Y a veces, el mensaje es doloroso. “Mexican Abuelas being colorist from day one” se inspiró en los comentarios de su abuela hacia él y su madre. Es uno de sus vídeos más populares, con 3,8 millones de visitas y miles de comentarios que comparten historias similares. En este video canaliza la dulzura hiriente con la que se suele revestir el “colorismo”, diciendo en español con una sonrisa: “Qué moreno es mi hijo. Pero así lo quiero: así, morenito”.

Madres exigentes que regañan a sus hijos existen en todos los colores y culturas. Pero los sketches de Chávez pueden ser profundamente catárticos para los latinos. Cuando los encontré por primera vez, los reproduje una y otra vez, asombrada de que un desconocido convirtiera mis recuerdos en comedia. En los comentarios, miles de personas comparten historias idénticas en español e inglés. “Todos teníamos la misma madre”, escribió uno.

Durante una reciente visita a casa de mi madre puertorriqueña, le puse los vídeos de Chávez. Estábamos acurrucadas en el sofá, satisfechas con un vino rosado después de una fiesta de cumpleaños que le había organizado. “Mamá, ésta eres tú”, le dije.

En “Latina moms blaming you for everything that happens”, Chávez, interpretando a una madre, se cae con un ruido sordo. “Me caí por culpa de ustedes”, llora. “Porque todos me miran: me tumban con la mirada. Ven que me pasó esto, ¡y no me ayudan! No sé qué van a hacer cuando me muera”.

Miré a mi madre. Tenía las cejas fruncidas, pero sonreía en señal de reconocimiento. En la última línea, una de sus señas de identidad, soltó una carcajada. “Soy yo”, dijo.

En algunos vídeos, Chávez se refiere a conductas que antes consideraba normales como “traumatizantes”, ya que sus espectadores le ayudaron a ver ciertos comportamientos -desde insultar hasta avergonzar- como problemáticos. Pero le preocupa estar difamando a su madre.

Jonathan Chavez sits with his mother Ana Molina. Both are looking at the camera.
Jonathan Chávez posa para una foto con su madre Ana Molina en una foto sin fecha.
(Courtesy of Chavez family)

Cuando llamé a su madre para conocer su opinión, me dijo que está orgullosa de él. “Quiero que mis hijos sean felices y que hagan lo que les apasiona”, me dijo en español. “Jonathan es feliz. Veo que es feliz y me alegro por él”.

A veces, Molina hablaba a sus hijos como sus padres le hablaban a ella. “Los tiempos han cambiado y ahora tenemos más cuidado con cómo decimos las cosas”, dijo. “Pero yo nunca lo hice para hacerle daño, y él no me hace daño con sus vídeos. Veo que lo hace con mucho respeto, y porque las madres de nuestras generaciones somos así”.

En su podcast, Chávez anima a los oyentes a perdonar los defectos de sus madres. “Vayan a terapia o prueben un nuevo pasatiempo, prueben escribir un diario, prueben el autocuidado, prueben hablar con ellas sobre eso - sé que algunos padres no se prestan para eso”, dice, reconociendo en spanglish que algunos son incapaces de dialogar. “¡Pero intenta algo!”, dice entre risas. “Seguro que mi madre me ha jodido a mí y a mis hermanos, ¿no? No puedo decir que no, porque no creo que existan los papás perfectos, pero si me centro en lo malo entonces sólo veré sus defectos”.

Chávez empezó a ir a terapia el verano pasado, y está aplicando las lecciones que ha aprendido con su madre. Cuando ella está nerviosa, él se lo hace ver suavemente y le hace afirmaciones que la empoderan. “Le doy terapia a mi madre”, me dijo riendo.

Y añadió: “Por la forma de ser de mi madre, me resultaba muy difícil comunicarme con ella, me volvía loco, un poco loco. Si alguien intenta darme un consejo, me pongo a la defensiva enseguida. Pero también me hizo más duro”.

Sus complicados sentimientos se reflejan en sus sketches, que no convierten en villanos a los personajes maternos. Pero tampoco glorifica el maltrato, como un cómico latino que vende productos en las redes sociales presumiendo de haber sido criado por “La Chancla”, que a veces lanzan las madres latinas a los niños que se portan mal.

Leslie Priscilla, autora de un libro de próxima aparición sobre la cultura de la chancla, me dijo que ve a Chávez como uno de los pocos cómicos de las redes sociales que provocan una conversación reflexiva sobre la maternidad problemática en los hogares latinos. “Está diciendo que esto no es normal y que es traumático”, afirma. Ella lo contrasta con George López, el comediante mexicoamericano que en un especial de Netflix en 2020 enmarcó los golpes a los niños latinos como una virtud. Incluso su público coreó gustoso: “¡Que le peguen!”, refiriéndose a un niño.

Ese tipo de contenido perpetúa los falsos estereotipos de que los latinos son únicamente violentos. Priscilla, también fundadora de Latinx Parenting, me dijo que la curación del trauma intergeneracional surge del reconocimiento del abuso como algo malo, a la vez que se contextualiza con empatía.

Mi amiga Armida López, actriz y cineasta de El Salvador, me contó que los vídeos de Chávez le ayudan a ver a su madre “bajo una luz más brillante”. Cuando era niña, su madre la obligaba a arrodillarse sobre arroz crudo durante horas como castigo. “Siempre pensé que mi mamá era la única mala”, dijo. Entonces encontró el Instagram de Chávez. “Me dije: ‘Dios mío, no soy la única’. Me siento un poco mejor. Es casi como si todos estuviéramos juntos en esto”.

La alquimia de las actuaciones de Chávez tiene sus raíces en su infancia: una casa llena de música, que su madre ponía a todo volumen para consolarse mientras luchaba en un país que no era el suyo. Cuando Chávez crecía en Denver, Molina cantaba con la cantante mexicana Jenni Rivera y música regional. A él le encantaba. A los 5 años, invitaba a sus vecinos a verle cantar canciones de Rivera y del grupo de pop mexicano RBD. Se sentía increíble cuando actuaba.

Pero no creía que pudiera triunfar en el mundo del espectáculo. Rara vez veía a gente morena en la pantalla. Le iba bien en la escuela y pronto se preparó para ser enfermero, publicando sketches inspirados por su madre y sus amigos en las redes sociales para divertirse. Entonces los vídeos explotaron.

Se dio cuenta de que algún día podría convertirse en una estrella, incluso tan grande y brillante como Rivera.

Su madre se puso nerviosa cuando Chávez compartió su plan de mudarse a Los Ángeles para seguir un camino alternativo, pero creyó en él y en los valores que le había enseñado. “Es un chico muy responsable”, me dijo. “Nunca se olvida de que tiene una madre: siempre me llama, me cuenta todo lo que hace, si está contento o triste. Desde muy pequeño ha sido muy maduro”.

Puede que Chávez no vaya a ser visto como sabio más allá de unos años, pero es un don que le dio su madre. Su comedia es un puente entre las generaciones latinas. Es una década más joven que yo y décadas más jóven que muchas madres, pero nos está acercando a muchos de nosotros, a través de la risa en lugar de las cargas de culpa que hemos estado llevando.

@jeanguerre

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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