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Convertida ahora en un foco de COVID-19, la Casa Blanca pone en evidencia sus dificultades para funcionar

President Trump removes his mask after returning to the White House
A pesar de su enfermedad, el presidente Trump se quita la mascarilla en el Balcón del Salón Azul, a su regreso a la Casa Blanca después de tres días en el hospital, este lunes.
(Alex Brandon / Associated Press)
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En una escena digna de una temporada electoral surrealista, podría haber más mapaches en los alrededores de la Casa Blanca que personal en este momento, además de un presidente contagioso con la intención de colarse en el Ala Oeste.

Con el icónico edificio de columnas blancas convertido en un foco de coronavirus y una manada de mapaches hambrientos cerca de los reporteros en el Jardín Norte al amanecer del miércoles, los empleados enviaron mensajes contradictorios acerca de si el presidente Trump, quien sigue en tratamiento por su caso de COVID-19, había escapado del confinamiento y regresado a la Oficina Oval.

Después de que un alto asesor afirmara que el mandatario había estado en la suite del Despacho Oval el martes, a pesar de tener un virus muy contagioso, otros insistieron en que se había quedado aislado en la residencia del segundo piso.

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Pero había pocas dudas entre los principales asesores de que Trump está ansioso por regresar al escritorio presidencial, mientras intenta demostrar virilidad al público después de tres días de estar internado y minimizar el impacto de una enfermedad que mató a más de 211.000 estadounidenses.

Por ahora, la mayoría de los principales asesores y asistentes huyeron de la Casa Blanca, ya sea porque están infectados y en cuarentena en sus casas, o porque les preocupa estarlo. Los escritorios quedaron abandonados mientras personas con trajes aptos para materiales peligrosos desinfectan los espacios de trabajo y limpian las superficies. Los reporteros de TV que permanecieron en el campus debieron enfrentarse a los mapaches durante sus coberturas en vivo.

En un comunicado, el médico de Trump, el Dr. Sean Conley, destacó que el examen físico y los signos vitales del presidente, incluida la saturación de oxígeno y la frecuencia respiratoria, permanecen estables y en rango normal.

“Lleva más de cuatro días sin fiebre, ha estado sin síntomas durante más de 24 horas y no ha necesitado ni recibido oxígeno suplementario desde el viernes”, cuando lo llevaron de urgencia al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, remarcó Conley.

Pero su caso sigue siendo contagioso y se supone que cualquier persona que esté en contacto cercano con el mandatario debe usar bata médica, guantes, mascarilla y protección ocular.

Además del presidente y la primera dama, Melania Trump, las infecciones se propagaron rápidamente en la Casa Blanca; al menos 14 asesores de alto nivel, empleados, senadores republicanos, periodistas y otras personas que visitaron el lugar dieron positivo por coronavirus desde la semana pasada.

La lista incluye nombres destacados como el de la secretaria de Prensa Kayleigh McEnany, una de las defensoras más prominentes de Trump en la televisión, y Stephen Miller, su redactor principal de discursos y arquitecto de algunas de sus políticas más controvertidas sobre la inmigración.

También incluye a Kellyanne Conway, quien dejó su puesto recientemente como consejera principal del mandatario pero asistió la semana pasada a la presentación formal de la nominada a la Corte Suprema, Amy Coney Barrett, quien dio positivo durante el verano. La concurrida ceremonia, el 26 de septiembre, tuvo lugar tanto en el interior como en el Jardín de las Rosas, y está considerada ahora como un posible evento de supertransmisión.

La lista de infectados incluye, además, al personal menos conocido de la Casa Blanca, que simplemente se presentó a trabajar; entre ellos se cuentan algunos ayudantes de prensa y asistentes personales.

A menos de un mes de las elecciones, el foco de coronavirus más famoso del mundo le recordó a la nación que las promesas de Trump de que el COVID-19 desaparecería “como un milagro” eran vacías, y que el virus sigue propagándose.

Trump intentó contrarrestar esa realidad con un regreso optimista y cuidadosamente orquestado a la Casa Blanca desde el hospital, este lunes, y una aparición dramática en el balcón del Salón Azul, en la cual se quitó la mascarilla facial en un esfuerzo por sugerir, falsamente, que él y el país habían vencido la pandemia.

Larry Kudlow, el principal asesor económico del mandatario, trató de colaborar con la causa en una entrevista por CNBC en la que declaró que Trump había estado en la Oficina Oval el martes y tomado “precauciones adicionales”, aunque no detalló si había usado una mascarilla.

La afirmación de Kudlow provocó escarnio y preocupación a la vez. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan que las personas infectadas con COVID permanezcan aisladas de 10 a 20 días, según la gravedad del caso.

La oficina de prensa de la Casa Blanca corrigió las declaraciones de Kudlow minutos después. “Si bien el presidente quería estar en la Oficina Oval ayer, no lo hizo; se quedó en la residencia y trabajó desde allí”, tuiteó Ben Williamson, asesor de comunicaciones sénior. Se han realizado preparativos de seguridad en caso de que el mandatario comience a trabajar en esa oficina en los próximos días.

El jefe de gabinete de Trump, Mark Meadows, destacó que el presidente está ansioso por dejar su residencia en el Ala Este. “Si decide ir a la Oficina Oval, tenemos protocolos de seguridad allí que no son solo desde el punto de vista [del equipo de protección personal], sino también de la ventilación”, dijo. El distanciamiento social es obligatorio “tanto como sea práctico”, agregó.

Hasta que Trump ingresó al hospital, el viernes, él y sus principales ayudantes despreciaron tales protocolos de seguridad, rara vez usaban mascarillas en público y realizaron manifestaciones y eventos de campaña en numerosos estados, así como reuniones en la Casa Blanca.

Trump obligó a los agentes del Servicio Secreto a llevarlo a dar un paseo en automóvil el domingo, mientras aún era un paciente en Walter Reed. El mandatario llevaba una mascarilla facial en el vehículo blindado, al igual que los agentes.

Los médicos informaron que el presidente dio positivo el jueves pasado y fue tratado con terapias farmacológicas que normalmente se emplean para casos graves. Sin embargo, proporcionaron pocos detalles sobre el curso de su enfermedad o tratamiento, y se negaron a decir cuándo había dado negativo por última vez.

Los asistentes instalaron un área de trabajo en la residencia con la esperanza de que el mandatario permaneciera allí, ya que incluso sus partidarios le advirtieron que tome más precauciones. Pero Trump estaba claramente impaciente.

Entre más de 50 tuits que escribió el miércoles por la mañana, agradeció a un partidario que se ofreció a “atravesar un mar de agua infestada con COVID para votar por el presidente Trump el 3 de noviembre”.

Otros tuits, incluido uno que consideraba la votación por correo como un proceso “CORRUPTO”, fueron señalados con advertencias por Twitter debido a su contenido falso o engañoso.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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