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Los bebés han bebido leche en botellas por miles de años. Aquí está la prueba

Los pequeños recipientes que se encontraron en tumbas de bebés eran algunos de los biberones más...

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Los vasos son pequeños y de cerámica. Algunas se parecen a pequeñas teteras, otras parecen pequeñas pipas, y algunas están esculpidas en formas de animales caprichosos con un pequeño pico en la parte trasera.

Cuando fueron descubiertos en antiguos cementerios diseminados por toda Europa, algunos arqueólogos se preguntaron si los utilizarían para alimentar a los enfermos o a los ancianos. Pero debido a que a menudo fueron enterrados en tumbas junto a bebés, la mayoría de los expertos coincidieron en que los recipientes probablemente tenían un propósito completamente diferente:

Llámelos biberones prehistóricos.

Ahora, un nuevo análisis químico de tres de estos contenedores antiguos proporciona evidencia adicional de que los recipientes se utilizaron para alimentar a bebés humanos con leche de vacas, ovejas o cabras.

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“Las personas conocen estos contenedores desde hace mucho tiempo y suponen que son biberones, pero nadie los había analizado a fondo”, dijo Julie Dunne, química de la Universidad de Bristol en Inglaterra, quien dirigió el trabajo. “Lo que me gustó de este estudio es que nos dio una buena y cercana conexión con los padres del pasado.

Dunne trabaja en la Unidad de Geoquímica Orgánica de la universidad, un grupo de investigación que ha analizado químicamente aproximadamente 10.000 fragmentos de cerámica de todo el mundo para ayudar a los arqueólogos a comprender mejor qué alimentos y otros materiales contenían los artefactos.

Su trabajo ha revelado que los lípidos, los componentes básicos de las grasas, pueden sobrevivir durante miles de años.

Una tumba recientemente excavada en Siberia les dio vuelco a los arqueólogos, que se encontraban cuidadosamente trabajando en esta, cuando vieron lo que parecía ser una antigua funda de iPhone en los restos de una mujer bautizada por los investigadores como “Natasha”.

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“Lo que sabemos por años de trabajo experimental es que las grasas se absorben en la matriz cerámica del recipiente y a menudo se conservan allí”, dijo Dunne. “Debido a eso, los lípidos sobreviven en aproximadamente el 80% de los ensambles que hemos visto”.

En el nuevo estudio, Dunne y sus colegas recolectaron muestras de tres biberones de cerámica que se encontraron junto a bebés en antiguos entierros alemanes. Dos de las botellas provenían de un cementerio que los científicos creen que estaba en uso entre 800 y 450 a. C.; la otra botella fue encontrada en un sitio fechado entre 1.200 y 800 a. C. (Los biberones de cerámica más antiguos que se conocen datan de alrededor de 5.000 a. C.

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Los investigadores habían estado buscando objetos con aberturas amplias, por lo que sería más fácil trabajar con ellas. Aun así, Dunne dijo que recolectar muestras de las botellas fue una experiencia estresante.

Por lo general, su equipo comienza su análisis moliendo piezas de ollas viejas. Pero como las botellas pequeñas aún estaban intactas, esa no era una opción.

“Tuvimos que adoptar una estrategia modificada”, dijo.

Limpiaron las superficies interiores de los recipientes, luego extrajeron suficiente polvo de cerámica para poder ver los lípidos que habían sido absorbidos por la cerámica. Luego, utilizaron un proceso químico para liberar los lípidos de la matriz cerámica, lo que les permitió medir la huella química e isotópica de cada uno.

Finalmente, descubrieron que los vasos contenían ácidos grasos de productos lácteos, casi con toda seguridad leche, que provenían de animales domesticados, según su informe en la revista Nature. No pudieron saber si la leche provenía de vacas, ovejas o cabras.

El trabajo representa “la evidencia más antigua conocida de leche animal en biberones para bebés”, escribió Siân Halcrow, un bioarqueólogo de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda, en un ensayo que acompaña al artículo.

Halcrow, que no participó en el estudio, agregó que el trabajo también “proporciona una visión crucial de la dieta de los bebés en desarrollo en poblaciones humanas prehistóricas”.

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Dunne dijo que espera que el nuevo trabajo conduzca a un estudio mucho más amplio que aplique los mismos tipos de herramientas analíticas a los biberones de cerámica en un área geográfica más grande.

“Sabemos que los antiguos griegos usaban recipientes similares, también los romanos, y algunos se han encontrado en el Sudán prehistórico en el norte de África”, dijo. “Sería fantástico hacer un estudio a gran escala para ver si siempre se usaron para retener la leche o si se procesaron otros alimentos”.

Los autores señalaron que si bien la leche materna siempre ha sido parte integral del cuidado infantil a lo largo de la historia y las culturas, existe una variación considerable entre las sociedades humanas en cuanto al tiempo que se introducen nuevos alimentos y cuánto tiempo un niño continúa obteniendo nutrición directamente de la madre.

Por ejemplo, los arqueólogos han descubierto que los cazadores-recolectores generalmente amamantaron durante varios años, mientras que el estilo de vida más sedentario de las comunidades agrícolas tempranas permitió a las madres dejar de amamantar antes porque otros alimentos estaban más disponibles.

Es posible que este período de destete más corto también haya llevado a intervalos de nacimiento más cortos entre un hijo y otro, escribieron los autores. Eso, a su vez, podría haber contribuido al considerable crecimiento de la población conocida como la transición demográfica neolítica.

Dunne y sus colegas investigadores sintieron curiosidad por ver cómo un bebé moderno respondería a una réplica de una de las antiguas botellas, por lo que reclutaron al bebé de uno de sus amigos.

La forma redondeada de la botella prehistórica encaja perfectamente en las manos del niño pequeño. Los científicos vertieron un poco de leche en la boca del bebé y el pequeño rápidamente comenzó a succionar el pico para obtener un trago más grande.

La tecnología antigua del biberón todavía funciona.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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