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Órdenes de mi terapeuta: Tener 35 primeras citas

L.A. Affairs
Siguiendo las órdenes del doctor.
(Verónica Grech / For The Times)
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“No tienes tantas citas”.

La crítica vino de mi terapeuta, en nuestra primera sesión del nuevo año, la nueva década.

También fue el día después de que cumplí 30 años.

Tenía razón, aunque yo odiaba admitirlo. Por lo poco que me estaba involucrando en la escena de las aplicaciones de citas, me estaba absorbiendo la vida. Estaba saliendo de un receso de seis meses de aplicaciones, pero las he estado usando de vez en cuando durante casi seis años.

“Hay 52 semanas en un año”, continuó mi terapeuta, “Sé que no puedes tener una cita cada semana, pero ¿cuántas crees que deberías tener?”

Leí detenidamente el texto una vez más, girando ligeramente mi teléfono como si leerlo desde un ángulo diferente me diera algún tipo de claridad

Feb. 18, 2020

Esto fue un compromiso; un reconocimiento de que, como profesora de escuela preparatoria, experimento un agotamiento único que significaba que no habría lugar para citas nocturnas a mitad de semana, que implicaban arreglarme el cabello, coquetear y beber durante algunas de esas semanas.

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Pero también era un impulso firme que necesitaba para abordar su enfoque de citas basado en estadísticas. Si aumentaba el número de citas, crecían las posibilidades de conocer al chico para mí.

Mentalmente imaginé un calendario: hay 20 semanas en este semestre, podría tener más citas durante el verano, luego comenzaría el nuevo año escolar, otras 20 semanas...

“Creo que puedo tener 35 primeras citas”, declaré, lamentando la decisión tan pronto como las palabras salieron de mi boca.

“Bien, creo que es una cantidad razonable”, respondió, satisfecha de que yo estuviera siendo agradable. “Treinta y cinco primeras citas en 2020, eso suena mejor”.

De repente sentí que acababa de perder una negociación de la que no me había dado cuenta de que era parte.

Algunas personas siempre parecen saber dónde están. Para el resto de nosotros que debemos navegar por el mundo, aquí hay técnicas que le ayudarán a encontrar su camino

Feb. 18, 2020

Salí de su oficina, enloqueciendo simultáneamente mientras trabajaba en mi nuevo perfil de Hinge.

Sólo piensa en esto como otro desafío. No te involucres emocionalmente”. Mi monólogo interior iba en contra de todo lo que pensaba que las citas deberían ser: principalmente, tomarlo en serio y estar emocionalmente disponible.

Si bien soy capaz de separarme de mis emociones en un entorno laboral, era un nuevo territorio para mí pensar en mi vida amorosa y (lo que debería ser) romántica en términos tan clínicos y basados en números.

En 24 horas tuve 24 emparejamientos, 15 conversaciones iniciadas, y unas cinco que parecían ir a alguna parte.

No está mal, pensé. No debería ser muy difícil tener tres citas al mes.

Los problemas iniciaron cuando, habiendo empezado a elegir prospectos mientras visitaba amigos en el oeste de Los Ángeles, la aplicación comenzó a emparejarme con chicos del oeste de L.A.

No es que haya nada malo con esos chicos, pero vivo firmemente en el noreste de Los Ángeles, lo que cualquier residente de L.A. te dirá que puede ser una distancia tan insuperable como cruzar el desierto del Sahara a pie.

Cory, de Culver City, estaba muy entusiasmado con el encuentro hasta que le hice saber dónde vivía (que no estaba, de hecho, a 10 millas de su ubicación actual). Algo “surgió”, y tuvo que reprogramar nuestra cita para “otro momento”.

No te preocupes, Cory. Tampoco estaba segura de si me gustabas como para “estar dispuesta a sentarme en el tráfico de la hora pico”.

3 de cada 4 personas en California (77%) registradas con aplicaciones de citas nunca han encontrado el amor

Feb. 14, 2020

En cambio, programé una cita con Jacob, que vivía en el centro de la ciudad. Era domingo e hicimos planes para tomar unos tragos después del trabajo un jueves. ¡Puedo hacerlo, pan comido! Dos horas más tarde, otro emparejamiento, Will, sugirió que también nos reuniéramos esa semana.

“¿Puedo salir a tomar café el miércoles?” respondí, e inmediatamente me arrepentí.

Odio las citas para tomar café. El alcohol es fundamentalmente necesario cuando se conoce a alguien de Internet por primera vez (una lección que aprendí por las malas), pero sabía que no podía tener dos noches seguidas de citas “para tomar una copa”.

La falta de sueño se notaría, y mis entrometidos alumnos de último año encontrarían la forma de husmear en mi vida personal (realmente su actividad de clase favorita).

Con mi cita para tomar café del miércoles y mi cita de hora feliz del jueves establecidas, me deslicé en mi tarde de domingo con la confianza exagerada de que mis años de experiencia en aplicaciones de citas me deberían haber enseñado a descartar.

Tres citas al mes, por supuesto, lo tengo. Alrededor de las 2 p.m., Ed, otro emparejamiento, preguntó: “Entonces ¿qué vas a hacer esta noche? ¿Quieres tomar un té o algo así? ¿Está bien a las 7?”

¿Podría hacer esto? ¿Lograría tener todas mis citas de enero en una semana?

“¡Claro! Hay un lindo lugar de té en Sunset en Echo Park...”

Año nuevo, nueva yo de hecho.

No tenía planes de enamorarme (ni siquiera de Clooney). Pero el editor con el que trabajé esa semana era muy guapo. Bronceado y robusto

Feb. 13, 2020

A las 3 p.m. Ed confirmó. A las 4 p.m., “Estoy atrapado en el trabajo, no podré salir de aquí hasta las 8. Podemos hacerlo mañana, o el martes”.

¿Atrapado en el trabajo? ¿En un domingo?

Paso todos los domingos haciendo algo de trabajo en casa, pero nunca de forma que esté realmente atrapada, que es una situación similar a la de casi todos mis amigos de diferentes profesiones.

Volví a mirar su perfil para ver qué tipo de trabajo hace; no había ningún trabajo marcado. Ni siquiera algo tan vago como “propietario” sin empresa o industria identificada (que es algo que he visto con molesta frecuencia en las aplicaciones de citas).

“De acuerdo, genial”, fue todo lo que dije. Como ya había sentido poco entusiasmo con respecto a Ed para empezar, no iba a hacer el esfuerzo de reprogramar. Si quería conocerme, podía enviarme un mensaje.

Mientras tanto, para el final de esta semana, al menos según mi terapeuta, estaré dos citas más cerca de encontrar al hombre perfecto para mí.

A menos que viva al otro lado de la ciudad, en Culver City. Entonces estamos condenados.

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