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Columna: Privacidad o planeta: la difícil decisión de eliminar los recibos de papel

Un recibo de papel en manos de un consumidor.
El cambio a recibos digitales para las transacciones sería bueno para el medio ambiente. Pero resultaría ser otro clavo en el ataúd de su privacidad.
(AP)
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Hoy en día hay mucho por lo que preocuparse. El hecho de que uno tenga derecho a un recibo en papel cuando compra algo parece un asunto decididamente menor, considerando todo.

Pero puede tener grandes ramificaciones para los consumidores en términos de su capacidad para devolver productos, buscar protecciones de garantía, mantener registros de compra y detallar las declaraciones de impuestos.

Por esas razones, así como por una desconfianza general al cambio, una encuesta de 2018 encontró que casi el 70% de los estadounidenses prefieren los recibos de papel sobre las alternativas digitales.

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Por otro lado, hay que tener en cuenta el medio ambiente.

Un estudio realizado en 2019 por el grupo de defensa Green America estimó que la producción de recibos de papel en este país requiere más de 3 millones de árboles y 9 mil millones de galones de agua al año.

El estudio también estimó que la generación de recibos crea más de 4 mil millones de libras de dióxido de carbono y 302 millones de libras de residuos sólidos.

He estado pensando en esto desde que charlé el otro día con un residente de Valencia llamado Karl Strauss. Me contó sobre su reciente experiencia comprando algo con su tarjeta de crédito en un centro comercial.

Después de firmar el recibo del comerciante, Strauss, de 67 años, preguntó si su copia estaba en la bolsa.

“Me dijo que ya no daban recibos en papel”, recordó. “Si quería uno, tendría que recibirlo por correo electrónico”.

Eso sorprendió a Strauss. “Era la primera vez que me encontraba con eso”.

De mala gana le dio a la vendedora su dirección de correo electrónico, seguro de que “ahora formará parte de alguna gran base de datos” y que su bandeja de entrada empezará a recibir inevitablemente más spam.

“Eso no es lo que quiero”, dijo Strauss.

Hagamos una breve pausa para señalar que él no se opone en absoluto al progreso tecnológico.

Strauss trabaja para el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en La Cañada Flintridge, actualmente como “oficinista”, pero en el pasado como ingeniero eléctrico.

Strauss me contó que diseñó el registrador de datos de estado sólido de la nave espacial Cassini, que pasó 13 años observando Saturno y sus lunas, además de hacer contribuciones a muchas otras misiones.

“Mis proyectos han estado en todos los planetas del sistema solar”, señaló, un alarde que pocos de nosotros haremos. No hace falta decir que Strauss está totalmente entusiasmado con la actual misión Perseverance a Marte.

Así que, sí, la posibilidad de obtener un recibo en papel es algo insignificante en comparación. Pero Strauss se lo toma en serio.

“Prefiero los recibos en papel”, dice. “Son buenos para llevar un registro y hacer un seguimiento. ¿No debería ser mi elección si quiero uno?”

Los legisladores de California aparentemente no lo creen. En 2019, rechazaron un proyecto de ley, AB 161, que habría exigido a las tiendas preguntar a los clientes si quieren un recibo de papel antes de imprimir uno.

Los partidarios de la legislación citaron los recibos épicos de CVS como una buena razón para tal ley. El proyecto de ley se estancó en la Legislatura en medio de la oposición de la industria del papel y algunos grupos empresariales.

Aunque es evidente que existe una tendencia a realizar transacciones sin papel, sobre todo con la pandemia de COVID-19, que ha creado una época de auge para los pagos sin contacto, todavía no hay una ley estatal o federal que establezca normas claras para estas prácticas.

La idea actual parece ser que si una tienda quiere pasar a ser solo digital con los recibos de los clientes, puede hacerlo. Los consumidores que prefieren el papel pueden decidir por sí mismos si quieren comprar allí.

Las consideraciones medioambientales son muy convincentes. El estudio de Green America concluyó que el uso de recibos de papel “tiene el mismo impacto de emisiones de gases de efecto invernadero que conducir más de 450.000 automóviles cada año”.

También citó la presencia de sustancias químicas en los recibos de papel, como el bisfenol-A y el bisfenol-S, que pueden suponer un peligro para los niños y se han relacionado con daños reproductivos.

Al mismo tiempo, sin embargo, el cambio a los recibos digitales sería probablemente otro clavo en el ataúd de su privacidad.

Difundiría su dirección de correo electrónico aún más entre las empresas, y proporcionaría otra forma de que los especialistas en marketing y los corredores de datos vinculen su identidad con su comportamiento personal.

Para las empresas, los recibos digitales son “una forma barata de obtener su dirección de correo electrónico y crear su base de datos para realizar un seguimiento de sus hábitos de compra”, explica John Zhang, profesor de marketing de la Universidad de Pensilvania.

“Como resultado, las empresas pueden hacer todo tipo de promociones específicas a bajo precio, y usted recibirá un sinfín de correos electrónicos no deseados”, dijo.

Nicholas Gerlich, profesor de marketing en West Texas A&M University, coincidió en que las direcciones de correo electrónico proporcionadas por los consumidores para los recibos digitales “se utilizarán muy probablemente con fines de marketing en algún momento”.

Sugirió que las personas crearan cuentas de correo electrónico especiales exclusivamente para los recibos digitales, de modo que éstos, y todo el correo no deseado posterior, terminen en un solo lugar: el equivalente cibernético de meter todos los recibos de papel en una caja de zapatos.

John Deighton, profesor emérito de administración de empresas en la Escuela de Negocios de Harvard, dijo que no le sorprendería que las compañías de tarjetas de crédito empezaran a recopilar automáticamente los recibos digitales de la gente “como un beneficio del uso de la tarjeta”.

No tengo ningún problema con que los recibos digitales sean la norma, pero cualquier consumidor que desee papel debería poder conseguirlo, al menos en un futuro próximo.

Con el tiempo, parece seguro que llegaremos a las transacciones exclusivamente sin papel, al igual que el uso de efectivo, en contraposición al plástico y las aplicaciones de pago, probablemente llegará a su fin en algún momento.

Hasta ese momento, los consumidores tienen que tomar una decisión: proteger su privacidad o proteger el planeta.

He pensado mucho en esto porque, como una gran cantidad de personas, me tomo en serio ambas opciones.

Finalmente decidí que mi privacidad, que salvaguardo lo mejor que puedo, ya está tan comprometida que es un hecho que mi información personal está en juego.

No estoy contento con eso, no se equivoquen, pero reconozco que cada vez que compro algo, cada transacción de la que formo parte, añade más información al expediente digital que lleva mi nombre. Como comúnmente se dice, el daño ya está hecho.

Así que me pongo del lado de la madre naturaleza. Si tuviera que elegir, optaría por los recibos digitales.

Su privacidad ya es en gran medida una causa perdida. Démosle una oportunidad al planeta.

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