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Los gimnasios están de regreso. Pero ¿las personas están listas para sudar y respirar de manera colectiva?

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Muchas personas ansiosas por volver a hacer ejercicio encontrarán que el panorama de los gimnasios ha sido alterado por largos períodos de cierres o medidas para asegurar una baja ocupación. Arriba, Jonathan Paul hace ejercicio en John Reed Fitness en el centro de Los Ángeles, en abril.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)
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Como muchos fanáticos de los gimnasios, Hannah Ebeling estaba ansiosa por usar las máquinas nuevamente, visitando su Planet Fitness en Tustin, tres o cuatro veces por semana, desde que reabrió en marzo.

“Iba a trotar”, dijo Ebeling, “pero extrañaba tener el equipo para levantar pesas. Me aburrí de correr”.

De igual manera, la estudiante de primer año de universidad que trabaja en un restaurante, se ha desanimado por las filas para ingresar en los horarios populares: “Dejé de ir cuando estaba más ocupado”, explicó. Y hacer ejercicio con un cubrebocas tiene sus límites: “Si utilizo las máquinas de cardio, tengo que parar porque no puedo seguir corriendo con la protección puesta”.

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Los operadores de gimnasios están ansiosos por dar la bienvenida a más miembros, a medida que se relajan las precauciones de seguridad por el COVID-19, pero ellos y sus clientes enfrentan un mundo diferente.

Los círculos de amistad que hacían que la gente quisiera ir a un gimnasio se escaparon durante los períodos en que los centros de fitness se encontraban cerrados para evitar la propagación del coronavirus. Algunos gimnasios cerraron definitivamente, mientras que otros vendieron sus negocios o cayeron en quiebra.

Con muchos clientes en juego, los gimnasios están luchando por atraerlos, y los propietarios apuestan por que sus locales y, eventualmente, otros negocios de bienestar comunitario, como los estudios de yoga y pilates, serán historias de éxito que regresan del mundo abandonado por la pandemia.

A man in a mask runs on a StairMaster machine in a dimly lit room with neon signage
Los niveles de membresía de muchos gimnasios son menos de la mitad de lo que eran en marzo de 2020. Arriba, un invitado realiza su entrenamiento cardiovascular en un StairMaster en John Reed Fitness en el centro de Los Ángeles, en abril.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

“Todo está siendo reiniciado por el COVID, comentó el corredor de bienes raíces Scott Burns de JLL. “Cuando las personas regresen, verán sus opciones y sabrán qué más hay ahí fuera”.

Mucha gente ansiosa por volver a hacer ejercicio encontrará que el panorama de los gimnasios ha sido alterado por largos períodos de cierres o medidas para asegurar una baja ocupación. Se permitió que algunos gimnasios abrieran por breves momentos durante la pandemia, solo para ser cerrados cuando llegaban nuevas oleadas de COVID-19.

“En 2020, la industria del fitness tuvo el año más devastador de su historia”, escribió el consultor Rick Caro en una edición reciente de la publicación comercial Club Industry.

Los niveles de membresía de muchos gimnasios son menos de la mitad de lo que eran en marzo de 2020, y un gran porcentaje de estas cuentas todavía están congeladas y no pagan cuotas mensuales. Los ingresos de los clubes que no provienen de las cuotas, que pueden incluir las tarifas que los entrenadores personales pagan a los propietarios de gimnasios, suelen ser tan bajos como el 25% de los niveles prepandémicos.

“Incluso con severas medidas de reducción de costos, los clubes están luchando por alcanzar el punto de equilibrio”, explicó Caro en febrero. Aproximadamente el 17% de todos los gimnasios de Estados Unidos cerraron permanentemente durante la pandemia.

A man does squats with a weighted bar as another man spots him in a gym with a neon-lighted stage in the center
Una gran cabina de DJ con luces de neón está en el centro del gimnasio en John Reed Fitness en el centro de Los Ángeles.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

Pudo haber sido peor, pero muchos propietarios de gimnasios eligieron la ruta sin dolor ni ganancia, subrayó el propietario Sandy Sigal, quien controla 85 centros comerciales en tres estados y cuenta con hasta 15 gimnasios entre sus arrendatarios.

“Se apresuraron, pero muchos han hecho todo lo que tenían que hacer: mendigar, pedir prestado y robar”, comentó. “Se han mantenido porque todos esperan que cuando reabramos les irá muy bien y podrán ganar dinero”.

La mayoría de los centros comerciales operados por la compañía NewMark Merrill Cos. de Sigal están en California, pero sus centros comerciales en Illinois y Colorado son quizá un referente para el Estado Dorado en lo que respecta a la membresía de gimnasios.

“Illinois y Colorado son importantes para nosotros porque han estado con una economía abierta y han sido más permisivos por un mayor tiempo que California”, explicó. “Nuestros gimnasios de Illinois y Chicago han vuelto al 100% de lo que eran antes” de la pandemia. “Vamos directo a nuestra capacidad máxima”.

Ninguno de los gimnasios de los centros comerciales de NewMark cerró durante la pandemia, pero Sigal llegó a acuerdos con algunos operadores que tenían problemas para pagar el alquiler. Aceptó dejarles pagar la mitad, comentó, y aplazar la otra cantidad hasta que los tiempos mejoraran. Tienen hasta dos años para pagar la renta, sin intereses.

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Una estatua se eleva sobre una invitada que hace ejercicio en John Reed Fitness en el centro de Los Ángeles, en abril.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

La pandemia ha sido devastadora para muchos negocios de centros comerciales que tuvieron que cerrar temporalmente o limitar el acceso a los clientes, pero los propietarios de centros comerciales tienen un incentivo adicional para mantener a flote los gimnasios: pueden atraer clientes a las tiendas y restaurantes que los rodean.

Aproximadamente el 20% de las personas que vienen al gimnasio en un día determinado frecuentan otro negocio en el centro comercial antes o después de sus entrenamientos, según una investigación de NewMark, señaló Sigal. Cuando funcionan a plena capacidad, los gimnasios pueden recibir entre 600 y 1.000 visitantes diariamente.

Los arrendadores no siempre consideraron deseables los gimnasios.

Estos centros de entrenamiento ganaron un atractivo masivo a fines del siglo XX, cuando los estadounidenses se interesaron más por su salud física. Pero si se les permitía instalarse en los centros comerciales, comúnmente eran relegados a espacios que otros comerciantes consideraban indeseables, como los sótanos o la parte trasera.

“Los gimnasios solían estar frente al estacionamiento trasero y no interactuar con otras tiendas”, explicó Sigal. “Eran perfectos para ocupar una ubicación que en realidad no era un espacio comercial”.

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Aproximadamente el 20% de las personas que van al gimnasio en un día determinado frecuentan otro negocio en el centro comercial, antes o después de sus entrenamientos, según una investigación del operador de centros comerciales NewMark Merrill Cos. Arriba, el “jardín de los monos” en John Reed Fitness en el centro de Los Ángeles.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

Otros arrendatarios tendían a considerar los gimnasios como corrientes y acaparadores de estacionamientos, explicó, pero su reputación como vecinos ha mejorado en la última década, ya que muchos de estos locales se han orientado hacia el lujo y numerosas tiendas departamentales tradicionales han cerrado sus puertas.

Los propietarios han elevado los gimnasios a una categoría de ancla para llenar grandes espacios vacíos, señaló, y otros comerciantes han llegado a la conclusión de que estos negocios pueden ser buenos para los demás locales. Los gimnasios de alta gama, como Equinox, pueden dominar lugares destacados.

Barry’s Bootcamp acordó recientemente trasladar su gimnasio de West Hollywood a un edificio que es propiedad de la ciudad y que alguna vez estuvo ocupado por una tienda de marcos de fotos.

La pandemia está claramente disminuyendo en California y los expertos en salud pública están cada vez más seguros de que lo peor de COVID-19 quedó en el pasado, por lo que se espera que la economía se reabra en gran medida para el 15 de junio.

Este mes, Los Ángeles ingresó al nivel más indulgente en cuanto a las restricciones por el COVID-19, el nivel amarillo, lo que duplicó la ocupación permitida de los gimnasios al 50% y autoriza el uso de vestidores, duchas, piscinas, saunas y baños de vapor.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) anunciaron el jueves una relajación radical de las pautas del uso de cubrebocas para permitir que las personas completamente vacunadas dejen de usarlos en la mayoría de los lugares, incluso dentro de los gimnasios. Sin embargo, California y el condado aún no han adoptado las últimas recomendaciones de los CDC.

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Bianca González, derecha, hace una pausa durante su entrenamiento en John Reed Fitness en el centro de Los Ángeles. La apertura del local ha estado en proceso desde antes de la pandemia y abrió en marzo.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

El gerente de gimnasio de Los Ángeles, Robert Hull, tiene un sistema de reservación en línea en John Reed Fitness, un nuevo local en el centro de Los Ángeles que ha estado en proceso de apertura desde antes de la pandemia y finalmente abrió en marzo.

Hull se negó a revelar el número de miembros, pero dijo que ha habido un aumento en el interés desde que el condado redujo las restricciones a los gimnasios el 6 de mayo. La pérdida de peso durante la hibernación es un tema común entre las personas que frecuentan el lugar.

“La gente quiere perder lo que ganó durante la cuarentena”, comentó Hull, “y tener acceso al equipo”.

El aspecto comunitario de un gimnasio también es atractivo, comentó.

“La gente está emocionada de tener la camaradería necesaria para volver a estar motivada”, señaló. Ver a otros miembros esforzarse “ayuda a otras personas a inspirarse”, señaló.

La cadena de gimnasios John Reed se fundó en Berlín en 2016, y su puesto de avanzada que se encuentra en el centro del condado es el primero en Estados Unidos. Su rasgo característico es un ambiente iluminado con colores, mientras que un DJ en vivo mezcla la música y las paredes están llenas de obras de artistas locales, como las del muralista callejero de Los Ángeles Robert Vargas.

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Las luces de neón señalan el camino hacia el gimnasio en John Reed Fitness. Al igual que otros centros de entrenamiento, este se esfuerza por demostrar la limpieza necesaria a los miembros cautelosos, como limpiar adecuadamente el equipo y desinfectar los casilleros después de cada uso.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

Al igual que otros gimnasios, John Reed se esfuerza por demostrar la limpieza necesaria a los miembros cautelosos, como limpiar adecuadamente el equipo y desinfectar los casilleros después de cada uso. Se aplican controles de temperatura, distanciamiento social y cubrebocas, y los que no siguen las reglas son expulsados, expuso Hull.

Un caso reciente en Canadá ilustra por qué ha sido necesaria la precaución en los gimnasios para proteger la salud pública. Los funcionarios de salud cerraron el Mega Fitness Gym 24H de la ciudad de Quebec, el 31 de marzo, después de haber encontrado una relación con uno de los brotes de coronavirus de mayor alcance en ese país.

Al menos 224 personas se infectaron en el gimnasio, informó CBC News. No se identificó la fuente exacta del brote, pero las autoridades de salud dijeron que el gimnasio violó al menos tres órdenes de salud pública antes de que fuera cerrado.

Los entrenamientos al aire libre en un gimnasio son ahora el programa de acondicionamiento físico preferido de Imari Williams, en parte porque se sienten más seguros. Su gimnasio, Amp Association en Santa Mónica, ha instalado estaciones de entrenamiento en el espacio que alguna vez se usó para estacionar los autos.

“Afuera se respira aire fresco y no hay techo”, explicó Williams, un actor de doblaje que vive en Santa Mónica. “Es realmente una especie de liberación”.

Williams, quien ha trabajado en comerciales para Planet Fitness, mencionó que hace meses planeaba salir de la pandemia “luciendo bestial”, pero que sus entrenamientos en casa y su jogging no lo lograron. “Me derrumbé y subí mucho de peso”.

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Tyler Melton, a la izquierda, de John Reed Fitness, y Jordan Rose, se relajan después de hacer ejercicio.
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

Los operadores e inversionistas de centros de fitness están apostando a que, como Williams, la mayoría de las personas a las que les gusta hacer ejercicio prefieren hacerlo en un gimnasio, explicó el agente inmobiliario Burns.

Los negocios más pequeños orientados al fitness, como el yoga, las clases de spinning y las instalaciones de entrenamiento personal, aún deben recuperarse al mismo ritmo que los gimnasios, indicó Burns.

La industria del fitness se estaba expandiendo y “haciendo múltiples acuerdos”, ocupando espacio antes de la pandemia, dijo, y los operadores de gimnasios de tamaño completo están nuevamente merodeando en busca de ubicaciones en el sur de California. Algunos de los espacios disponibles fueron habilitados por 24 Hour Fitness, después de una reorganización por quiebras económicas el año pasado que vio el cierre permanente de más de 100 locales en varios estados.

“La perspectiva a largo plazo que tienen la mayoría de los grandes usuarios de fitness es que esto es solo un tropiezo, vamos a superarlo y la gente regresará a nuestros gimnasios”, manifestó Burns.

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