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Hay cada vez más reembolsos con tarjetas de débito prepago, ¿son convenientes para los consumidores?

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Un residente de Seal Beach, Tom Hazelleaf, canceló el servicio de cable Spectrum de su madre, de 90 años de edad, luego de que la mujer se trasladara recientemente a una residencia asistida.

Hazelleaf llevó todos los accesorios del servicio de cable a una tienda de Spectrum, donde se le dijo que, debido a que la compañía facturaba por adelantado, se le debía a su madre un reembolso de poco más de $60. El representante, le informó que el dinero se reintegraría mediante su tarjeta de crédito.

Pero eso no ocurrió. En cambio, Hazelleaf, de 70 años, recibió por correo una tarjeta de débito prepago de Mastercard por el valor adeudado, que decía: “se puede usar en cualquier lugar donde acepten tarjetas de débito Mastercard”, lo cual reconoce que hay sitios donde no se pueden utilizar.

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Un análisis en detalle de la letra pequeña revela que si el plástico no es usado durante seis meses, se cobra una “tarifa de mantenimiento” mensual de $3.50, que finalmente consumirá el valor de la tarjeta.

“Lo que es realmente irritante”, expuso Hazelleaf, “es que durante muchos años cobraron automáticamente la cuenta de la tarjeta de crédito de mi madre. Pero ahora que tienen que devolver el dinero, no usan el mismo método simple, y en cambio hacen esto”.

Spectrum, el proveedor de televisión de pago más grande en el sur de California -propiedad de Charter Communications- no está de ninguna manera sólo en esta práctica (en honor a la verdad, The L.A Times está asociado con Spectrum para un programa de noticias nocturno por cable).

Un número creciente de compañías en numerosas industrias ahora ofrece reembolsos y descuentos rutinariamente en forma de tarjetas de débito prepago.

Esto puede ser conveniente para cualquier consumidor al que no le importe llevar encima un montón de tarjetas de crédito. Pero es difícil no sospechar que el sistema beneficia más a las empresas involucradas que a sus clientes.

Según algunas estimaciones, los cheques de papel son dos veces más caros de procesar y enviar por correo que las tarjetas prepago, por lo cual las grandes empresas, como Spectrum, pueden ahorrar montones de dinero en efectivo.

Mientras tanto, las empresas financieras que emiten las tarjetas en nombre de las compañías obtienen acceso a potencialmente millones de nuevos clientes, que se convierten instantáneamente en blanco de campañas de marketing.

Quizá lo más importante: los estudios muestran que las tarjetas prepago con frecuencia son olvidadas por los destinatarios. En tales casos, el dinero no utilizado puede ser entregado a las autoridades estatales o ser consumido por el emisor de la tarjeta en forma de elevadas tarifas de mantenimiento.

“Uno de los mayores problemas aquí es que es posible que [el cliente] no sepa que le darán una tarjeta prepago”, explicó Linda Sherry, una portavoz del grupo de defensa Consumer Action.

“También la podría perder, o se la podrían robar y no sería mucho mejor”, dijo. “Podría pensar que el reembolso se efectuó en su tarjeta de crédito y dejar de pensar en ello”.

La letra pequeña que acompaña a la tarjeta de Hazelleaf resalta el difícil camino que los consumidores deben recorrer para acceder a su propio dinero. “Sus fondos nunca caducarán, independientemente de la fecha de vencimiento que aparece en el frente de su tarjeta”, declaran los términos y condiciones.

Sin embargo, “si intenta usar la tarjeta o agregar fondos después de la fecha de vencimiento, es posible que las transacciones no se procesen”, continúan los términos.

“Si queda un saldo en su tarjeta al vencimiento, es posible que se le emita una nueva tarjeta. Debe activar cualquier tarjeta recién emitida para poder acceder a los fondos”.

Es necesario buscar en las notas al pie de la gráfica de tarifas del documento para descubrir que “se cobrará un cargo de mantenimiento a su tarjeta mensualmente, a partir del mes siguiente a la fecha de vencimiento del plástico, que aparece en relieve en la parte frontal de la tarjeta” -y que es normalmente seis meses después del día de emisión-.

Esa cuota mensual es de $3.50, lo cual suma $42 por año.

En el caso de Hazelleaf, ello significa que si su madre de 90 años no revisa la tarjeta de débito en seis meses, es probable que comience a perder valor. Y si ella quiere volver a gastar después de seis meses, tendrá que tomarse la molestia de pedir y activar otra tarjeta.

¡Pero espere, hay más!

La entidad emisora, Sunrise Banks, con sede en Minnesota, incluyó una cláusula de arbitraje en los términos, por la cual automáticamente usted renuncia a su derecho de demandar a la compañía o de unirse a una querella colectiva.

Los términos dicen que la información personal que recopila el banco puede incluir su número de Seguro Social, fecha de nacimiento, dirección e historial de compras. También señalan que puede compartir su información “para nuestros fines de marketing, para ofrecerle nuestros productos y servicios”, y usted no tiene posibilidad de interrumpir ese intercambio.

Todo esto es, repentinamente, muy complicado para un simple reembolso.

Dennis Johnson, portavoz de Spectrum, aseguró que la compañía puede emitir un reembolso a la tarjeta de crédito de un cliente, únicamente si así se lo solicita.

“Hacemos automáticamente la mayoría de los reembolsos mediante estas tarjetas electrónicas, para devolver los fondos a las manos de los clientes más rápido que a través de reembolso en cheque”, explicó. “El cliente tiene la opción en cualquier momento de convertir la tarjeta en un cheque o transferir fondos a su cuenta bancaria si así lo prefiere, o de usarla como tarjeta de débito Mastercard”, agregó Johnson, aunque algunos consumidores podrían ver esos pasos adicionales como una molestia.

Seth Eisen, un portavoz de Mastercard, indicó que se cobran tarifas de mantenimiento después de transcurrido cierto tiempo porque “hay un costo para mantener la cuenta y acceder a ella”.

Eso puede ser cierto, pero es muy difícil creer que el costo de almacenar una cuenta en una base de datos computarizada puede llegar a cerca de $3.50 por mes. Un centavo o dos sería más creíble, como mucho.

Eisen remarcó que, si quería más información, debía contactar al emisor de la tarjeta, Sunrise. Traté de hacerlo más de una vez; nunca respondieron.

Algunas cuestiones a tener en cuenta:

  • Si bien existen leyes contra las tarjetas de regalo que imponen tarifas, esas normas no se aplican a la mayoría de las tarjetas de débito prepago.
  • Algunas tarjetas prepago son de “circuito cerrado”, lo que significa que sólo se pueden canjear en un negocio en particular.
  • La mayoría son de “circuito abierto” y se pueden utilizar en una variedad de empresas. Estas tarjetas suelen llevar un logotipo de red de tarjetas, como Mastercard o Visa.
  • El uso de una tarjeta de circuito abierto significa que sus transacciones están siendo monitoreadas y archivadas en bases de datos. Muchas empresas pagan por dicha información.

Creo que hay una solución fácil para este problema. Siempre que una empresa deba emitir un reembolso, pregunte al cliente cómo desea que se realice la transacción.

Muchos quizás favorecerán la conveniencia de las tarjetas prepago. Sin embargo, indudablemente, unos cuantos preferirán la simplicidad de los reembolsos directos o los cheques en papel.

El punto clave aquí es la elección del consumidor. La forma en que funciona es ofreciendo la opción por adelantado, y no después de que la tarjeta llegue por correo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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