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Las muertes por coronavirus en California se han estabilizado, pero los expertos temen por el futuro

People sit on the grass at San Francisco's Alamo Square Park during the pandemic.
Gente sentada sobre el césped en el Parque Alamo Square, de San Francisco, durante la pandemia de COVID-19.
(Rich Fury / Getty Images)
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Aunque algunos esperan que haya pasado lo peor de la crisis del coronavirus en California, hay indicios de que en el Estado Dorado la pandemia simplemente se ha estabilizado, y que lo peor podría estar por venir.

El número de muertes semanales por COVID-19 en California ha alcanzado una obstinada meseta, y la cantidad de casos no muestra una disminución sostenida semana tras semana, según un análisis de Los Angeles Times. En el período de siete días que terminó el domingo pasado, 503 personas en California fallecieron a causa del virus, el segundo mayor número de decesos semanales en el curso de la pandemia y un aumento del 1.6% con respecto a la semana anterior.

De hecho, el último recuento muestra que la cifra sigue promediando las 500 muertes cada semana durante el último mes. La semana anterior se habían registrado 495 decesos. Antes de eso hubo 542 defunciones, y en la semana anterior, 497.

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Los casos de coronavirus se dispararon a un nuevo registro semanal la semana pasada, con más de 13.000 nuevas infecciones reportadas.

El domingo, un influyente pronóstico sobre el coronavirus proyectó un alza en la cifra de muertes para principios de agosto. El Instituto de Medición y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington ahora pronostica que el número de decesos en California superará los 6.000 a principios de agosto, frente a los 4.600 que había previsto una semana atrás -un incremento de más de 1.400 defunciones-. “El tipo de pico previsto en ese modelo es extraordinariamente preocupante”, señaló Bárbara Ferrer, directora de salud pública del condado de Los Ángeles, que hasta ahora registró el 56% de todas las muertes por el nuevo coronavirus en California a pesar de ser hogar de una cuarta parte de la población del estado.

Si las proyecciones del modelo se convirtieran en realidad, agregó Ferrer, eso derivaría en una reapertura aún más lenta de la sociedad en el condado de Los Ángeles, o forzaría al condado más poblado de la nación a implementar medidas más estrictas de permanencia en los hogares. El condado de Los Ángeles instauró el viernes su primera flexibilización importante de las medidas de reclusión en casa, permitiendo que algunos negocios minoristas abran sus puertas para que los clientes recojan sus compras en la acera, y también planea reabrir las playas para la recreación esta semana.

California se encuentra entre los ocho estados donde se prevén los mayores aumentos en las muertes acumuladas proyectadas, según un pronóstico emitido el 4 de mayo y actualizado el domingo pasado. El grupo incluye a Pensilvania, Illinois, Arizona, Florida, Mississippi, Missouri y Connecticut. En general, se proyecta que EE.UU registrará más de 137.000 defunciones a principios de agosto, frente a un pronóstico de más de 134.000 emitido la semana pasada.

La cifra de decesos en Estados Unidos llegó a más de 80.000 este lunes, un total sorprendente y acumulado en menos de tres meses. La cantidad excede a los fallecidos en la Guerra de Vietnam, donde perecieron más de 58.000 miembros de las Fuerzas Armadas estadounidenses, y supera el total de muertes de la temporada de gripe 2018-2019 -que fue de 34.200- y la anterior, que alcanzó las 61.000.

Los expertos atribuyen la creciente previsión de defunciones por el coronavirus a que la gente está cada vez más cansada de quedarse en casa, así como a los movimientos en todo el país que buscan revertir esas medidas. California atraviesa su octava semana de restricciones estatales destinadas a detener la propagación del coronavirus. “Estamos viendo aumentos explosivos en la movilidad en varios estados, y prevemos que se traducirán en más casos y muertes, en 10 días a partir de ahora”, remarcó el director del Institute for Health Metrics and Evaluation, Dr. Chris Murray, el domingo en el programa de CBS “Face the Nation”.

Los expertos consideran que la cantidad de casos crecerá a medida que aumenten las pruebas. Aún así, monitorear la cifra se sigue considerando como un indicador útil, ya que en algún momento los científicos esperan que las pruebas puedan satisfacer prácticamente a toda la demanda.

Mientras que los funcionarios del gobierno comienzan a reducir las restricciones, los expertos en salud piden precaución y rechazan la idea de que los funcionarios deban elegir entre la economía y la salud pública.

Reabrir la sociedad a un ritmo peligroso y luego sufrir un aumento en las muertes destrozaría la confianza pública y dañaría todavía más la economía, destacan. Las encuestas muestran que las grandes mayorías quieren avanzar lentamente en la flexibilización de la cuarentena en los hogares. “Tenemos que mostrarle a la gente que esta enfermedad está bajo un buen control, y así ellos tendrán confianza para salir y volver a comprometerse con la economía”, expuso el domingo en Fox News el Dr. Thomas Inglesby, director del Centro para la Seguridad de la Salud de Johns Hopkins.

California está aún en su primera ola de casos

Las autoridades de California saben que el número de muertos en el estado, que asciende a más de 2.700, es marcadamente más bajo que el de Nueva York -que registró más de 26.000 decesos- o el de Nueva Jersey, con más de 9.000.

Pero hay muchos más californianos que aún no han sido infectados. Según los expertos, sería un error pensar que California ha comenzado a salir adelante.

Para un epidemiólogo y experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco, el Dr. George Rutherford, ex funcionario del servicio de inteligencia epidémica de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU (CDC), California no dejó atrás su primera ola de casos. “Mientras que esté subiendo [la ola], no ha terminado”, señaló. “Tiene que bajar para que termine”.

A nivel nacional, también, “estamos en una situación estable”, dijo Rutherford, “con alrededor de 25.000 a 30.000 casos de COVID reportados diariamente en todo el país”.

Funcionarios de salud tanto en el condado de Los Ángeles como en San Francisco también advirtieron que los indicadores clave de la pandemia simplemente se han estabilizado, pero no se han reducido. El condado de Los Ángeles detectó que el número promedio semanal de muertes se mantuvo constante en alrededor de 300 durante cada una de las últimas cuatro semanas.

En San Francisco, la cantidad de hospitalizados con infecciones confirmadas o sospechas de coronavirus sigue estable desde mediados de abril, con un promedio de 100 durante las últimas tres semanas. “No está disminuyendo sustancialmente”, advirtió el lunes el director de salud pública de esa ciudad, el Dr. Grant Colfax.

Más infecciones entre las minorías

Aunque los latinos representan el 39% de la población de California, son aproximadamente la mitad de todos los casos positivos en el estado.

Los nativos hawaianos/isleños del Pacífico también son diagnosticados a un ritmo mayor que su porción demográfica, indicó Rutherford.

Las personas negras mueren a un ritmo desproporcionadamente más alto en California. Los negros representaron el 10% del total de defunciones, más del 6% de la población de California. Los estadounidenses de origen asiático, los nativos de Hawái y los isleños del Pacífico fallecen a una velocidad ligeramente mayor que su participación en la población del estado.

Casi la mitad de las personas en California a las que se les diagnostica COVID-19 son adultos menores de 50 años. Rutherford lo llamó “un número sorprendentemente grande”.

‘En camino a un brote potencialmente muy grande en el otoño’

Los expertos esperan que el número de muertes crezca a nivel nacional. “Estamos en camino a un brote potencialmente muy grande en el otoño, que hará que cualquier cosa que hayamos visto palidezca en comparación”, comentó Rutherford. Es posible, añadió, que los niños puedan propagar aún más la enfermedad cuando regresen a la escuela, en el otoño.

En la pandemia de gripe de 1918-1919, la primera ola ocurrió a principios del verano de 1918, pero retrocedió notablemente a mediados de esa estación. Una segunda oleada, mucho más mortal, se desató en el otoño y no cesó hasta el comienzo del invierno. Luego, una tercera ola se inició a fines del invierno y persistió durante la primavera.

Esta pandemia de COVID-19 es diferente. En lugar de disminuir las muertes, éstas se han estabilizado, pero a un nivel superior.

Según Rutherford, existe el riesgo de que algunos estados que retoman las actividades demasiado rápido sufran un aumento en el número de muertes, y los efectos de la pandemia afectarán desproporcionadamente a los latinos y los negros.

Rutherford cree que la sociedad necesita reiniciar sus actividades -es demasiado destructivo continuar con los bloqueos- pero ello debe hacerse con cuidado. “Si tenemos una depresión económica prolongada, eso también tiene enormes costos en morbilidad y mortalidad. Por lo tanto, es una compensación. Sólo entendamos que estamos intercambiando economía por vidas”, expuso.

“No tengan dudas... Cuanto más se abra la economía, más personas morirán”, enfatizó. “Hay que ser muy cuidadoso para minimizar ese número y asegurarse de que no recaiga en todas las personas pobres que están haciendo los trabajos de primera línea y se encuentran más expuestos”.

Lin reportó desde San Francisco, Lee desde Los Ángeles.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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