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Coronavirus en Tijuana: Los paramédicos arriesgan sus vidas para ayudar a los enfermos

Tijuana
Georgina Barajas Ríos (centro) llora por su madre, María Ruiz Olmedo, de 71 años (en el piso, a la izquierda) quien murió después de presentar síntomas de COVID-19. El paramédico de la Cruz Roja mexicana Sergio García aparece a la derecha.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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El coronavirus está matando a tantas personas en Tijuana, que la morgue ya no tiene espacio en la cámara conservadora de cuerpos. Hasta el martes, la ciudad fronteriza mexicana había confirmado 392 decesos.

En la primera línea de la pandemia en Tijuana se encuentra la Cruz Roja mexicana. Sus 13 ambulancias manejan la mayoría de las llamadas de emergencia para la ciudad, de 1.8 millones de habitantes. En última instancia, eso ha significado hasta 40 llamadas por coronavirus al día.

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La paramédica Valeria de la Torre Beaven atiende una llamada de emergencia de un paciente con dificultades para respirar.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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El paramédico Sergio García prepara una máscara de oxígeno para un paciente con síntomas de COVID-19.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Un miércoles de abril por la tarde, el paramédico Sergio García condujo su vehículo de emergencia, un hatchback rojo y blanco, por un camino de tierra en el vecindario del Poblado Ejido Matamoros, y se detuvo frente a una pequeña casa de madera.

En el asiento del acompañante estaba el Dr. Alan Muro, médico de emergencias en uno de los principales hospitales públicos de la ciudad, y paramédico. Ambos estaban allí para evaluar a un paciente y determinar si debían llamar a una ambulancia.

Muro decidió entrar primero. Se puso guantes, una máscara N95 y una pantalla facial.

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Federico Pérez Ramírez y Valeria de la Torre Beaven trabajan rápidamente para estabilizar a un paciente que fue baleado en la parte posterior de la cabeza. Incluso antes de la pandemia de COVID-19, Tijuana enfrentaba una alta tasa de homicidios.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)

La familia los guió hacia una pequeña habitación al final de un pasillo, donde Eduardo Molina, de 41 años, estaba en la cama, con una máscara facial. El hombre, conductor de un autobús escolar, había estado enfermo durante días y sus síntomas (tos y dificultad para respirar) empeoraban.

Muro concluyó que Molina se había infectado con el coronavirus y le dijo a la familia que no había más remedio que trasladarlo a un hospital. García entró al cuarto y lo conectó a un tanque de oxígeno.

Mientras todos esperaban una ambulancia, la esposa de Molina, Mary Londe Hernández, se arrodilló y, entre lágrimas, leyó en voz alta un fragmento de una pequeña Biblia.

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Mary Londe Hernández (centro) reza arrodillada, mientras los paramédicos se preparan para llevar a su esposo, Eduardo Molina, de 41 años, que tiene síntomas relacionados con el COVID-19, a un hospital. Con dificultades para hablar, Molina pedía: “No me dejes ir solo, no me dejes ir solo”.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)

Cuando llegó la ambulancia, dos paramédicos con trajes protectores blancos entraron a buscar a Molina. Tosiendo y con la respiración entrecortada, al hombre le costaba trasladarse a la camilla. “No me dejes ir solo, no me dejes ir solo”, pedía.

Afuera, Muro y García se quitaron los guantes y desinfectaron sus manos y botas antes de volver a subir a su vehículo. Había más llamadas por responder.

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El paramédico Michael Zavala, de 22 años, recibe ayuda de la familia de un paciente para cargarlo en una camilla.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Sergio García abre la puerta de la ambulancia mientras los paramédicos ayudan a transportar al paciente Eduardo Molina.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Sergio García (a la izquierda) y el Dr. Alan Muro esperan en el exterior de la casa de un paciente después de llamar a una ambulancia.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Paramédicos portando trajes protectores, con un paciente que padece COVID-19.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Los paramédicos de la Cruz Roja a menudo trabajan en turnos de 24 horas.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Ulises Rodríguez (izq.) supervisa la desinfección y el retiro del equipo de protección personal después de que los paramédicos asistieron a una llamada de emergencia.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Israel Castro juega con Kakas, un gato que vive en la sede de la Cruz Roja, en Tijuana.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Una pareja se abraza en el exterior del área de espera en la clínica de la Cruz Roja.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Los paramédicos Michael Zavala, de 22 años (izq.) e Iván Mora, de 33, atienden a un paciente con síntomas de COVID-19.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Federico Pérez Ramírez se toma un descanso junto con otros paramédicos.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Gustavo Garduño desinfecta siempre el equipo utilizado para transportar pacientes con síntomas de COVID-19.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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El Dr. Francisco Tenorio (izq.) brinda a los paramédicos una actualización sobre el estado de un paciente.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)
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Michael Zavala, un paramédico de 22 años, revisa una casa después de recibir una llamada acerca de un cuerpo. Ningún cadáver fue hallado en el lugar.
(Marcus Yam / Los Angeles Times)

Ingrese aquí para ver más fotografías: https://www.latimes.com/world-nation/gallery/red-cross-paramedics-in-tijuana

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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