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El coronavirus le arrebató a su esposo. Ahora, vuelve a ser madre soltera

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Cuando María Reyna Flores cerraba sus ojos en su tiempo libre, se imaginaba una vida al lado de un hombre que la amara y respetara, alguien que aceptara a su hijo Erick de ocho años como si fuera suyo.

Pero su realidad era muy diferente.

La madre soltera trabajaba largas horas en la cocina del restaurante Elephant Bar en Stockton. Flores se sentía sola y deprimida al no pasar suficiente tiempo con su hijo debido a sus largas horas de trabajo.

Un día eso cambió.

En la misma cocina donde cortaba verduras y cocinaba platillos, conoció a Juan Martínez, un hombre trabajador y amoroso originario de Puebla, México. Martínez solía llevarla a comer a algunos de sus restaurantes favoritos y siempre incluía a su hijo Erick.

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Con el pasar del tiempo. los dos enamorados tuvieron tres hijas y continuaron saliendo a comer juntos, como si fueran novios — pero ahora, con tres niñas a su lado.

“Si me quería dar un beso, y mis hijos estaban ahí, me lo daba,” dijo Flores. “Frente de mis hijos, me demostraba su amor.”

Diez años después de conocerse, las cosas pintaban bien para los Martínez: Erick estaba empacando sus cosas para mudarse a su propio apartamento, Martínez le había propuesto matrimonio a Flores y la familia ya estaba planeando una celebración en grande.

“Ese era amor verdadero,” dijo Erick. “Nunca necesitaron estar casados oficialmente. No era necesario comprobar su amor.”

Pero llegó la pandemia. Como miles de californianos, Martínez contrajo el coronavirus y murió en solo días — un final tan inesperado que ahora su familia sufre al pensar cómo redirigir sus vidas.

Para Erick, la tragedia significa regresar a casa para estar con su madre y tres hermanas. Para Flores, significa empezar a trabajar de nuevo. Todo lo demás tendrá que esperar.

“Su lugar en nuestras vidas nunca será reemplazado por alguien más. Ni por mí. Yo siempre seré el hermano mayor,” dijo Erick. “Mi mamá y yo tendremos que unir fuerzas y ver lo que tendremos que hacer.”

Hace unos meses, Erick se graduó con un grado de asociado y a pesar de la muerte de su padre, piensa ingresar a la universidad para obtener su licenciatura — como Martínez siempre quiso.

“Siempre me presionaba para ir a la universidad, y ahora lo entiendo,” dijo Erick, quien agregó que siempre veía el orgullo de su papá en sus eventos de becas y en su graduación. “Él se preocupaba por mí.”

Pero ahora, Erick ha puesto ese sueño en pausa al tomar este nuevo rol como hermano mayor entre sus nuevas responsabilidades; tendrá que ayudar a mantener a sus hermanas, Ericka, 10, Alondra, 5, y Brianna, 3.

“Mi infancia fue una pesadilla,” dijo Erick. “Había padrastros abusivos. Era muy difícil. Muchas altas y bajas. Nos mudamos mucho, e iba a diferentes escuelas. Fue difícil.”

La madre de Erick también ha comenzado a lidiar con las decisiones delicadas que ahora tendrá que tomar.

Ha podido alimentar a su familia con los más de $10,000 que Erick ayudó a recaudar en GoFundMe, pero sabe que esas donaciones pronto se agotarán, especialmente si el seguro de salud Medi-Cal que tenía su esposo no cubre su estadía en el hospital.

“Yo fui madre soltera y nunca me doblegué,” dijo. “Ahora que vuelvo a serlo, va a haber un momento en el que tenga que irme a trabajar para poder mantener a mis hijos, sino mis hijos no comen.”

Desde la muerte de Martínez, uno de los aspectos más difíciles para Flores ha sido no compartir con sus hijas más pequeñas que papi ya no volverá.

“Cada vez que oyen un carro estacionarse, la más chiquita dice, ‘Ya llegó mi papi,’” dijo Flores. “Yo también sigo esperando su llegado porque no me lo creo que ya se fue.”

Martínez empezó a sentirse enfermo el 31 de mayo después de trabajar casi 10 horas. Al principio, empezó a sentir dolor de cuerpo, algo común dada la naturaleza de su trabajo como conductor de montacargas en un almacén de verduras.

Pero las cosas empeoraron esa noche cuando comenzó a hiperventilar y tener fiebre. Al día siguiente, lo intubaron. El día después, estaba con vida artificial.

“Me dijeron que ya no iba a mejorar,” dijo Erick. “Fue entonces cuando golpeó la realidad.”

Después de un paro cardiaco, Martínez murió el 7 de junio en el hospital Dameron en Stockton.

A pesar del vacío, también dejó a su familia con un sueño.

“Le encantaba soñar y su sueño más anhelado era tener un restaurante para darnos un mejor futuro,” dijo Flores. “Sueños guajiros”, le decía.

“Ahora, yo quiero seguir los sueños de mi esposo,” comentó.

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