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¿Una generación abandonada a su suerte? El aprendizaje en línea engaña a los estudiantes pobres, según una encuesta del Times

Andrew Diaz, an 11th-grader who attends Lynwood High School in Lynwood.
Andrew Díaz, que estaba a punto de comenzar el 11° grado en Lynwood High School, careció de una computadora durante semanas y luchó por encontrar la motivación después de que los campus cerraron en marzo. Dice estar decidido a volver a conectarse con su trabajo escolar en el otoño.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)
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María Viego y Cooper Glynn estaban progresando en sus escuelas primarias. María, de 10 años, adoraba los certificados especiales que obtuvo como voluntaria para leer a los estudiantes de segundo grado. A Cooper, de 9 años, le encantaba estar con sus amigos y la forma en que su maestro incorporó el videojuego Minecraft en sus lecciones.

Pero cuando sus campus cerraron en medio de la pandemia de COVID-19, sus experiencias divergieron dramáticamente.

María es una estudiante del Distrito Escolar Unificado de Coachella Valley, donde el 90% de los niños provienen de familias de bajos ingresos. No tenía una computadora, por lo que ella y su madre intentaron usar un teléfono celular para acceder a su clase en línea, pero la conexión se caía y se dieron por vencidas después de una semana. Hizo su trabajo en papel hasta junio, cuando por fin recibió una computadora, pero le costó entender las tareas. Ahora, cuando la escuela comienza de nuevo en línea, le ha dicho a su madre que está frustrada y preocupada.

“Dice que siente que se va a quedar atrás”, dijo su madre, Felicia González, quien ha estado luchando contra el COVID-19.

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Cooper, quien asiste a la escuela en el Distrito Escolar Unificado de Las Virgenes, donde solo el 12% de los estudiantes son de familias de bajos ingresos, tenía una computadora proporcionada por el distrito y un buen acceso a Internet en casa. Su escuela cerró un viernes y para el miércoles siguiente ya estaba en funcionamiento virtualmente. Había agendas y asignaciones en línea y reuniones en Google con los maestros, dijo su madre, Megan Glynn. Si bien Cooper preferiría estar de regreso en el campus, Glynn cree que él y sus hermanos estarán bien académicamente incluso si la escuela continúa en línea.

“Tengo plena confianza en la educación que recibirán”, manifestó.

Las realidades contrastantes de estos dos estudiantes reflejan las desigualdades educativas que los niños han experimentado desde que cerraron las escuelas, y que muchos seguirán enfrentando en el otoño a medida que se reanude el aprendizaje a distancia para el 97% del alumnado de escuelas públicas del estado.

Una encuesta de Los Angeles Times de 45 distritos escolares del Sur de California encontró profundas diferencias en el aprendizaje a distancia entre los niños que asisten a distritos escolares en comunidades de alta pobreza, como María en Coachella Valley, y aquellos en otras más prósperas, como Cooper en Las Virgenes, que sirve a Calabasas y áreas cercanas.

Estas desigualdades amenazan con exacerbar las disparidades amplias y persistentes en la educación pública que impactan a los estudiantes de color y a los de familias de bajos ingresos, lo que resulta en un daño potencialmente duradero para una generación de niños.

“Cuanto más se prolongue esto, más se moverá el péndulo hacia donde podría ser una generación que realmente se quede atrás”, dijo Beth Tarasawa, quien estudia temas de equidad educativa en NWEA, un grupo de investigación educativa sin fines de lucro.

La encuesta del Times encontró que los distritos que atienden a las comunidades con los ingresos más bajos, todos con una mayoría de estudiantes latinos, tuvieron que enfrentar una amplia brecha digital cuando los campus cerraron a mediados de marzo y lucharon durante semanas, algunos más de un mes, solo para comenzar el aprendizaje en línea. Fue entonces cuando se apresuraron a comprar computadoras y puntos de WiFi, incluso cuando la avalancha de demanda provocó largas demoras.

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Los estudiantes de California todavía necesitan más de un millón de computadoras y puntos de conexión, dicen los funcionarios estatales.

Mientras tanto, muchos distritos que atienden a comunidades más ricas comenzaron sus clases en línea casi de inmediato, en parte porque sus estudiantes tenían computadoras y acceso a Internet.

Pocos distritos realizaron un seguimiento de la participación de los estudiantes, pero entre los que sí lo hicieron, aquellos que prestan servicios a las comunidades con los ingresos más bajos informaron una menor participación de los alumnos que los distritos en las áreas de ingresos más altos.

El Times encuestó a 45 distritos escolares públicos en el Sur de California, con una matrícula combinada de más de 1.45 millones de estudiantes, y entrevistó a los líderes de casi todos. El sondeo incluyó distritos que sirven a ambos extremos de la división económica de la región: distritos que atienden a estudiantes de familias de bajos ingresos y aquellos que se ocupan de niños de comunidades más ricas.

También incluía algunos de los distritos más grandes de la región, como Los Ángeles, San Diego, Long Beach y San Bernardino. En promedio, entre los distritos grandes, alrededor del 70% de los estudiantes son de bajos ingresos y en más de dos tercios son latinos.

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La encuesta definió los distritos de bajos ingresos y más prósperos por el porcentaje de estudiantes que califican para comidas gratis o de precio reducido. Los encuestados incluyeron 21 distritos con el porcentaje más pequeño de escolares que califican para almuerzos gratis o precio reducido, en promedio menos del 15%.

Esos distritos tienden a tener poblaciones comparativamente grandes de estudiantes blancos y asiáticos. También incluyó 16 distritos con los porcentajes más altos de escolares que califican para almuerzos gratis o precio reducido, en promedio alrededor del 90%. La gran mayoría de los estudiantes en estos distritos son latinos y muchos también tenían una matrícula considerable de alumnos negros.

Los hallazgos se suman a la evidencia del costo marcadamente desigual de la crisis del coronavirus en las comunidades negras y latinas de bajos ingresos.

Una lucha solo para comenzar

Andrew Diaz, an 11th-grader at Lynwood High, sits in the bleachers at Lynwood Park
Andrew Díaz apenas pudo entregar unos cuantos trabajos después de que Lynwood High cerrara en marzo. Pero tiene sus libros de texto para el otoño, junto con una mejor conexión a Internet en casa y una computadora proporcionada por el distrito.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

A fines de abril, en un día de 90 grados, más de un mes después del cierre de las escuelas, Andrew Díaz, estudiante de décimo grado, caminó una milla hasta Lynwood High School en Lynwood para recoger una computadora.

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Antes del cierre de escuelas, obtuvo calificaciones de A, B y C. Pero con los campus cerrados, Andrew dijo que estaba luchando por sentirse motivado y comprender sus tareas. Su madre, soltera y trabajadora de la salud que ha atendido a pacientes con coronavirus, laboraba en turnos dobles que la mantenían fuera de casa y sin poder supervisar de cerca los estudios de Andrew. Durante más de un mes, Andrew accedió a clases por medio de su teléfono celular, pero estaba demasiado deprimido y desmotivado para hacerlo regularmente. A fines de abril, reveló, probablemente había entregado solo una tarea completa.

“Siento que cuando pase al 11° grado voy a estar atrasado y todos van a ser más inteligentes que yo, y eso me da miedo”, dijo.

La encuesta del Times muestra que los distritos de bajos ingresos, como el Distrito Escolar Unificado de Lynwood, tenían un profundo déficit digital en comparación con los distritos que prestan servicios a áreas más prósperas. En promedio, aproximadamente la mitad de los estudiantes de los distritos de bajos ingresos tenían computadoras disponibles para el trabajo escolar cuando los campus cerraron. Entre los distritos más grandes, una media de casi dos tercios de los alumnos contaban con ellas.

Pero entre los distritos más ricos, un promedio del 87% de los estudiantes ya contaban con computadoras cuando los campus cerraron, y prácticamente todos los alumnos (98%) las tenían unas tres semanas después.

La diferencia no era solo que los estudiantes de los distritos más ricos tenían computadoras en casa, sino que varios de estos distritos podían darles a sus alumnos computadoras para que se las llevaran a casa el día en que las escuelas cerraban o la semana siguiente, lo que le permitía a cada niño una transición rápida al aprendizaje a distancia.

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Muchos distritos de bajos ingresos actuaron rápidamente para comprar y distribuir computadoras y puntos de acceso a WiFi, pero el proceso tomó tiempo y en algunos casos no se completó antes del final del año escolar.

Según la encuesta, tres semanas después del cierre de los campus, casi el 30% de los estudiantes de los distritos que prestan servicios a las comunidades con los ingresos más bajos carecían de dispositivos. Seis semanas después, alrededor del 12% carecían de ellos.

En El Segundo Unified, donde aproximadamente la mitad de los estudiantes son blancos y el 15% califica para almuerzos gratis o precio reducido, la superintendente Melissa Moore dijo que el distrito tenía computadoras más que suficientes para todos los escolares que necesitaran una cuando cerraran los campus. Solo unas 25 familias necesitaban ayuda para conectarse a Internet, lo que se traduce en una transición lo más fluida posible, dijo.

Supt. Tony Knight of Oak Park Unified in Ventura County inside a new classroom building made of shipping containers.
En Oak Park Unified en el condado de Ventura, todos los estudiantes ya tenían dispositivos emitidos por el distrito, lo que facilita la transición al aprendizaje en línea, dijo el superintendente Tony Knight.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

De manera similar, en Oak Park Unified, un distrito de 4.500 estudiantes en el condado de Ventura donde el 7% de los alumnos provienen de familias de bajos ingresos y más de la mitad son blancos, cada niño ya tenía un dispositivo emitido por el distrito, lo que ayudó a las escuelas a cambiar rápidamente a un entorno virtual, dijo el superintendente Tony Knight.

“Dado que estamos en medio de una pandemia global de proporciones épicas”, manifestó Knight, “estamos en buena forma”.

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Pero muchos distritos en comunidades de bajos ingresos lucharon por cerrar la brecha digital, incluidos algunos que ya habían estado trabajando para cerrarla. Un factor fue la estampida de distritos comprando computadoras.

A first-of-its-kind LAUSD analysis of distance learning shows deep disparities in online learning.

Jul. 16, 2020

En Lynwood, los funcionarios habían pedido computadoras para casi cada uno de sus 13.000 estudiantes en noviembre. Pero las computadoras no llegaron a tiempo, dejando a alumnos como Andrew sin acceso a una durante unas seis semanas, cuando el distrito comenzó la distribución generalizada.

“Seguimos escuchando de nuestros proveedores: ‘Deberán llegar la próxima semana, la próxima semana’”, dijo el superintendente Gudiel Crosthwaite.

Y las computadoras representaron solo la mitad del problema. Lynwood no tenía recursos para proporcionar acceso a Internet. La oficina de educación del condado prometió 100 puntos de acceso a Internet, lo que habría ayudado, pero el condado no pudo encontrarlos a la venta. Por lo tanto, el sistema escolar trabajó con la ciudad para proporcionar acceso WiFi en algunas ubicaciones propiedad de la ciudad como medida provisional.

En Lynwood, 9 de cada 10 estudiantes provienen de familias de bajos ingresos, el 94% son latinos y el 5% son negros.

Los funcionarios del Distrito Escolar Unificado de San Bernardino, uno de los más grandes del estado, con casi un 90% de estudiantes de bajos ingresos, también trabajaron para distribuir computadoras y puntos de acceso mucho antes del cierre, lo que ayudó a miles de alumnos a mantenerse conectados cuando los campus cerraron, dijo el superintendente provisional Harold Vollkommer.

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Pero incluso a fines de mayo, miles más aún necesitaban puntos de conexión, que estaban pendientes, señaló.

Los Angeles Unified School District Supt. Austin Beutner speaks to reporters
El LAUSD gastó $100 millones en computadoras y puntos de acceso WiFi, haciendo que los proveedores se apresuraran pues podrían escasear los suministros.
(Kent Nishimura / Los Angeles Times)

El superintendente de escuelas de L.A., Austin Beutner, dijo que el segundo sistema escolar más grande del país prácticamente se apoderó de la cadena de suministro local al gastar $100 millones, principalmente de bonos de construcción de escuelas, para comprar puntos WiFi y alrededor de 200.000 computadoras necesarias para 482.000 estudiantes desde jardín de infantes hasta el 12° grado.

Como resultado, dijo, los vendedores locales limpiaron los almacenes e incluso tomaron modelos de exhibición de las tiendas.

Esta confusión puede haber contribuido a los problemas que experimentaron otros distritos en la compra de tecnología. Aún así, aproximadamente una cuarta parte de los estudiantes del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles todavía necesitaban computadoras para el trabajo escolar a fines de abril y algunas familias del distrito lucharon sin puntos WiFi durante más de un mes.

Al entrar el otoño, dijo Beutner, ningún alumno del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles debería ser excluido del aprendizaje a distancia. El distrito, aseguró, tiene suficiente tecnología disponible para todos los estudiantes.

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En Coachella Valley Unified, donde casi todos los estudiantes son latinos, la mitad de los casi 18.000 alumnos tenían una computadora en casa cuando cerraron las escuelas.

“Se fueron a casa sin nada. No se envió ningún dispositivo a los hogares ni conectividad”, expuso Carissa Carrera, presidenta de la Asociación de Maestros del Valle de Coachella.

El distrito tenía algunas computadoras de modelos más antiguos en las aulas, pero no podía enviarlas a casa debido a problemas de software. La distribución generalizada no comenzó hasta finales de abril. En un movimiento desesperado e ingenioso para ayudar, el distrito instaló autobuses con enrutadores WiFi para proporcionar acceso a Internet durante el día escolar, pero llegaron solo a una fracción de los estudiantes.

Coachella Valley fue uno de los últimos distritos en la encuesta del Times en comenzar el aprendizaje en línea, a partir del 1 de mayo, cinco semanas antes de finalizar el ciclo escolar. Pero muchos distritos de menores ingresos no pudieron comenzar el aprendizaje en línea tan rápido como los de áreas más prósperas. La fecha de inicio promedio en los distritos con familias más ricas fue el 18 de marzo. Para los distritos con el mayor número de familias de bajos ingresos y para los distritos más grandes, fue el 6 de abril.

Here’s how to get help with technology, including computers, WiFi and free meals, from your school district.

Ago. 13, 2020

Compromiso y aprendizaje

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Luis Chaidez, a social studies teacher at Augustus Hawkins High School in South Los Angeles
Luis Cháidez, maestro de estudios sociales de la escuela preparatoria Augustus Hawkins en South Los Ángeles, tenía 120 estudiantes cuando cerraron las escuelas. Pero nunca más de 15 alumnos se conectaron a una clase en línea.
(Francine Orr / Los Angeles Times)

El esfuerzo hercúleo para distribuir tecnología y comenzar clases en línea es solo una parte de la batalla. Una vez que los estudiantes están conectados, los maestros deben hacer que participen y aprendan.

Luis Cháidez, un maestro de estudios sociales en Augustus Hawkins High School en South L.A., tenía 120 estudiantes cuando cerraron las escuelas. Pero en sus clases en línea no se conectaron más de 15 alumnos.

“Eso fue lo máximo. Después de eso, bajó a menos de 10”, reveló. “En las últimas tres semanas de clases, dejé de hacer Zoom. Porque nadie estaba haciendo las tareas”.

No los culpa.

“La gente está preocupada por la muerte, y además de eso, las personas están siendo despedidas, y ahora los estudiantes de mi comunidad, donde sirvo, están angustiados por qué comer o el alquiler”, expuso.

Está preocupado por los cierres continuos del campus.

“Me temo que va a ser otro ciclo que se repita, donde los estudiantes simplemente van a hacer lo mínimo para aprobar sus clases y obtener un diploma porque no pueden darse el lujo de apoyarse en un padre en casa que tenga educación universitaria y pueda ayudarlos”, dijo.

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Las reglas de California que requieren que las escuelas realicen un seguimiento de la asistencia de los estudiantes y evalúen el aprendizaje esencialmente caducaron durante la primavera, cuando el estado las removió. Pocos distritos monitorearon el tiempo de los alumnos en línea o pasaron lista, y casi todos cambiaron sus políticas de calificación para proteger a los estudiantes de la caída de calificaciones.

Esto hace que sea difícil decir exactamente cuántos alumnos participaron en el aprendizaje en línea. De los 45 distritos encuestados, solo alrededor del 20% proporcionó cifras que registran la asistencia de los estudiantes y la participación en línea.

Entre los distritos que reportaron un compromiso al Times, los que prestaban servicios en áreas más prósperas tenían más probabilidades de informar una participación significativamente mayor.

Por ejemplo, en el Distrito Unificado de Las Virgenes, los funcionarios dijeron que el 94% de los estudiantes se registraron al menos tres veces por semana a principios de abril.

En el distrito escolar de la ciudad de Hermosa Beach, donde un pequeño porcentaje de estudiantes son de bajos ingresos y alrededor de dos tercios son blancos, los funcionarios del distrito dijeron que alrededor del 95% de los alumnos ingresaban tres veces o más por semana.

“Honestamente”, dijo la superintendente Patricia Escalante, quien se jubiló recientemente, “Fue una sorpresa y me sorprendió lo fantástico que fue”.

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En los distritos de mayor pobreza de Lynwood y Palm Springs Unified, los porcentajes de estudiantes de secundaria que ingresaron tres veces o más por semana fueron de 23% y 50%, respectivamente, varias semanas después del cierre de las escuelas, según estimaciones del distrito. Y en Palmdale, un distrito de mayoría latina de bajos ingresos que atiende a escolares en los grados K-8, los funcionarios no dijeron cuántos alumnos ingresaban tres veces o más por semana, pero aseguraron que a principios de abril, aproximadamente el 60% de los estudiantes se conectaban a sus plataformas en línea por día.

Mientras tanto, el Distrito Unificado de Los Ángeles informó que el 78% de los alumnos de escuela intermedia se registraron tres veces o más por semana varias semanas después del cierre de las escuelas.

La imagen de la participación desigual de los estudiantes no es en blanco y negro. Con tantos distritos que no hacen seguimiento o eligen no informar sobre la participación, es posible que muchos distritos con familias de mayores ingresos también se hayan quedado rezagados en la participación de los alumnos.

El distrito de South Whittier, de bajos ingresos, también reportó niveles más altos de participación. A principios de abril, dijeron los funcionarios del distrito, alrededor del 88% de los estudiantes de secundaria se registraron tres veces o más por semana. Los maestros del distrito tomaron la asistencia todos los días e ingresaron la información en una hoja de cálculo de Google accesible para el personal de la escuela, que trabajó para localizar a los alumnos ausentes. En caso de no encontrarlos, pasaron los nombres al Departamento del Sheriff para realizar controles de bienestar, dijeron las autoridades.

Otra evidencia también apunta a disparidades en el aprendizaje de los estudiantes de color y los de familias de bajos ingresos durante el cierre de las escuelas. Un informe preliminar basado en encuestas realizadas en cientos de distritos en todo el país por los American Institutes for Research encontró que se esperaba que los alumnos en distritos de alta pobreza dedicaran menos tiempo al día a actividades de instrucción, más probabilidades de trabajar en papel y mayor posibilidad de concentrarse en repasar contenidos que los estudiantes en distritos de baja pobreza.

Un informe del mes pasado de analistas del Distrito Unificado de Los Ángeles mostró profundas disparidades a lo largo de líneas de raza, etnia e ingresos familiares. Si bien casi todas las categorías de estudiantes incluían un gran número de alumnos que no participaban regularmente en el aprendizaje a distancia, los estudiantes de familias de bajos ingresos y los estudiantes negros y latinos participaron a tasas entre 10 y 20 puntos porcentuales más bajas que sus compañeros de familias de ingresos más altos y blancos y asiáticos.

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L.A. Board of Education approves agreement with union for structured online teaching. Critics say it needlessly shortens the traditional school day.

Ago. 11, 2020

El futuro

Como Cháidez, muchos educadores dijeron que sus alumnos están en crisis.

En Palmdale, entre otros distritos, los funcionarios señalaron que muchos padres son trabajadores esenciales que se vieron obligados a dejar el proyecto de escolarización en el hogar a los abuelos, que por lo general no hablaban inglés y no tenían experiencia en computadoras. Y el superintendente Crosthwaite de Lynwood dijo que los padres de su comunidad estaban abrumados con preocupaciones mucho mayores que la escuela.

“Les preocupa cómo van a poner la comida en la mesa. ¿Cómo van a pagar el alquiler?”, dijo Crosthwaite. “Entonces, a parte de todo lo demás... están tratando de hacer la transición para convertirse en maestros en casa”.

Crosthwaite, cuyo distrito ha recibido reconocimiento nacional por inscribir a estudiantes de color en cursos avanzados, dijo que se dio cuenta de la profundidad del problema cuando aceptó ser un orador invitado para dos secciones combinadas de una clase de economía de la escuela secundaria. Solo se presentó la mitad de los estudiantes.

A gate at Los Angeles High School remains locked.
No está claro cuándo se reanudarán las clases presenciales. Arriba, una puerta de Los Ángeles High School permanece cerrada.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

A medida que comienza el nuevo año escolar, los distritos enfrentan un panorama diferente pero no menos desafiante, con muchos padres cada vez más temerosos de las consecuencias a largo plazo de los cierres prolongados para sus hijos, y numerosos educadores sintiendo una presión urgente para ayudar a los estudiantes que se han quedado atrás.

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Aunque hay más computadoras en manos de los estudiantes, alrededor de 700.000 estudiantes de K-12 en California todavía no las tienen y más de 300.000 necesitan puntos de acceso a Internet. Algunas familias están perdiendo el acceso a Internet debido a la expiración de los descuentos, incluso cuando su necesidad de banda ancha se intensifica con los niños en línea durante más horas al día.

Los funcionarios estatales han promulgado nuevas reglas que requieren que los maestros asistan, brinden clases consistentes en línea y documenten lo aprendido por los estudiantes para fortalecer el aprendizaje a distancia.

Pero los distritos deben implementar estos nuevos sistemas de responsabilidad y al mismo tiempo planificar un eventual regreso seguro al campus y sin claridad sobre la duración de la crisis de salud.

Mientras tanto, las familias con recursos están encontrando formas de manera que sus hijos vuelvan a encarrilarse, formando grupos de aprendizaje multifamiliares y contratando tutores, mientras que las familias con dificultades económicas se encuentran desesperadas por el cuidado de sus hijos y más ayuda para su aprendizaje.

Las dificultades que enfrentan muchas familias de bajos ingresos solo han empeorado en los últimos cinco meses, con las comunidades latinas y negras de la clase trabajadora devastadas por el coronavirus.

“Lo que COVID-19 ha hecho, es retirar la venda que nos ciega de las grandes desigualdades que existen en nuestra sociedad”, dijo el profesor de educación de UCLA, Tyrone Howard, en un panel reciente sobre la reapertura de escuelas. “Si bien no son nuevas... yo creo que en este momento realmente difícil, ha hecho que las realidades en torno a las desigualdades estén aún más a la vista en nuestra vida cotidiana”.

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A principios de este mes, Andrew Díaz regresó a Lynwood High, esta vez para recoger libros de texto para su tercer año.

Después de obtener su computadora por parte de la escuela en abril, continuó luchando para mantenerse al día con su trabajo en clase, dijo. En el pasado, le fue bien cuando tenía buenas relaciones con sus profesores. Pero el aprendizaje a distancia fue diferente. Le encantan las matemáticas, pero le costó entenderlas sin un maestro con el que pudiera trabajar en persona. Y no podía seguir el trabajo en español que publicaba su profesor ya que no era el español que escucha en casa.

Con el tiempo, comenzó a trabajar seis días a la semana con su tío, vendiendo verduras para ayudar a su madre a pagar las cuentas.

Aprobó todas sus clases, porque el distrito, como la mayoría de los demás, decidió que ningún estudiante recibiría calificaciones reprobatorias. Pero sabe que se ha quedado atrás. Hubo ocasiones en que les dijo a sus amigos que no tenía ningún interés en la escuela en línea. Pero también le gustaría ir a la universidad, como su tía, que fue la primera en su familia en obtener un título; planea, además, tomar el SAT este año. Así que cuando la escuela comience de nuevo, está decidido a cambiar las cosas.

“Estoy poniendo todo de mi parte. Voy a dejar de ayudar a mi tío. Y luego intentaré hacer la tarea”, aseguró. “Solo... necesito tener más confianza en mí mismo”.

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