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Perdió su puesto de quesadillas a causa de la pandemia y ahora alimenta a las personas necesitadas

East Hollywood Community Cookout
Heleo Leyva prepara pollo gratuitamente en una parrillada en East Hollywood.
(Luis Sinco / Los Angeles Times)
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Después de toda una vida trabajando para otras personas, Heleo Leyva puso un negocio por su cuenta el año pasado.

Con su hermano Filimón, abrió un puesto de quesadillas en East Hollywood, nombrado en honor a su ciudad natal en México.

Los clientes quedaron entusiasmados con las tortillas de maíz azul hechas a mano, rellenas de flor de calabaza, pollo y ternera. Ellos mismos cultivaban la calabaza.

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El efectivo llegaba, una quesadilla a la vez.

Luego vino la pandemia de coronavirus y una ofensiva contra los vendedores ambulantes a mediados de marzo, poco más de un año después de abierto su puesto.

Leyva, de 42 años, recordó la lección que le había enseñado su padre en la zona rural de Tepexco.

Tenía 5 o 6 años, cuando su padre dejó caer una docena de semillas en la palma de su mano y le dijo que “cultivara tomates”.

Para el año siguiente, había cultivado su propia cosecha de tomates. Incluso un niño pequeño podría hacer algo valioso con unas pocas semillas.

East Hollywood residents wait during a  cookout along Santa Monica Boulevard
Los residentes de East Hollywood hacen fila para comer pollo a la parrilla, frijoles y arroz durante una parrillada comunitaria en Santa Monica Boulevard.
(Luis Sinco / Los Angeles Times)

“Fue devastador y no sabías lo que estaba pasando”, dijo Leyva sobre la pandemia. “Pero como mi padre me enseñó cuando era niño, hay que adaptarse”.

Primero, vendió sus quesadillas y burritos a través de Instagram. Pero los ingresos fueron limitados.

Incluso entonces, pensó en los otros, animando a los clientes a comprar comida para los vecinos hambrientos con los que hablaba a diario. Muchos habían perdido sus trabajos, sus hogares y su dignidad en un instante.

El puesto de quesadillas estaba cerca de su apartamento, donde había vivido desde que era un adolescente y asistía a Los Angeles City College. En poco tiempo, el puesto se convirtió en parte de la comunidad.

La gente le rogaba que los contratara, cuando apenas se las arreglaba con los gastos. Su servicio de Internet fue desconectado porque no podía pagar la factura de $325.

Jesse Aleman, a self-styled troubador, plays guitar for people waiting for a meal
Jesse Alemán, un autodenominado trovador, toca la guitarra para las personas que esperan una comida.
(Luis Sinco / Los Angeles Times)

Como no tenía dinero propio, encontró otras formas de ayudar.

Se acercó al grupo de Instagram recién formado Los Angeles Community Fridges, ayudando a East Hollywood a establecer un refrigerador en el vecindario a fines de julio, con electricidad proporcionada por la Santa Monica Grocery Store.

Los miembros de la comunidad pueden donar o recoger productos perecederos como leche y queso, junto con verduras, pan, carne y cenas congeladas.

Al principio, el frigorífico no tenía mucha demanda. Entonces Leyva notó un cambio.

“Pensé que tal vez tenían demasiado orgullo, quizá sea el ‘machismo’ mexicano, pero en la noche, cuando nadie miraba, la gente venía a llevarse comida”, dijo.

Leyva se mudó a California con su familia cuando estaba en quinto grado. Siempre había trabajado duro, atendiendo el bar en el restaurante Acapulco en Sunset y luego vendiendo vino.

Se enfrentó a su propio “machismo” el 19 de agosto. Sin saber cómo pagar sus facturas, él y su hermano abrieron una cuenta en GoFundMe.

“Recuerdo que pensé todo el día después de presionar ‘enviar’: ¿qué pensaría mi papá? Probablemente me daría una paliza...”, dijo Levya. Su padre murió hace 10 años.

Volunteers prepare to serve barbecue at the cookout  in East Hollywood
Los voluntarios se preparan para servir barbacoa durante la parrillada comunitaria.
(Luis Sinco / Los Angeles Times)

Hasta el martes, la página de GoFundMe había recaudado más de $7.000.

Leyva usó parte del dinero para su propio alquiler. El resto fue para otros.

Él y su hermano sabían cómo preparar una buena comida. ¿Qué tal una comida al aire libre comunitaria? Eso era mejor que repartir productos empaquetados.

“La necesidad era grande, así que tuve que ayudar”, dijo Leyva.

El martes por la tarde, una fila de unas 100 personas entró en un centro comercial cerca de la intersección de Santa Monica Boulevard y North Vermont Avenue, frente a la tienda de Santa Monica Grocery Store. Fue la 16ª comida al aire libre ‘pandémica’ de los Levya.

Algunos estaban sin hogar, otros sin trabajo. Muchos se sintieron aislados. Algunos lamentaron no tener para comer y las facturas. Casi todos se encontraban luchando con la realidad de la supervivencia durante una pandemia.

Ayudados por una docena de voluntarios, los hermanos Leyva distribuyeron alrededor de 200 comidas gratuitas de tacos de pollo y carne asada, ensalada de nopal, salsa, arroz y agua de tamarindo.

La cantidad de comida superó fácilmente los 125 platos de la anterior comida al aire libre. Las 100 libras de carne que se usaron ese día fueron provistas por la carnicería de Santa Monica Grocery Store.

La gran mayoría de las personas en la fila eran latinas, un grupo que ha sido devastado desproporcionadamente por la pandemia, enfermándose o muriendo, perdiendo sus empleos o realizando trabajos esenciales peligrosos.

“Esta es nuestra comunidad, ¿y quién más los va a alimentar sino nosotros?”, preguntó Leyva. “La gente necesita comer. Necesitan sentir que pertenecen y tienen un propósito. El COVID-19 ha dificultado la vida de todos”.

Gloris Fuentes, una vez demasiado orgullosa para pedir ayuda, se presentó a su cuarta parrillada.

Fuentes, que ha vivido a la vuelta de la esquina durante dos décadas, tomó un plato de tacos, luego se acercó al refrigerador de la comunidad y colocó una barra de pan y leche en su carrito negro.

“Nunca hubiera pedido ayuda, jamás”, dijo Fuentes, que tiene poco más de 60 años y está desempleada. “Pero después de ver que esto era por la comunidad y por personas de la comunidad, no me sentí tan mal”.

Los residentes de East Hollywood hacen fila en la parrillada comunitaria en East Hollywood.
(Luis Sinco / Los Angeles Times)

Pat Rodríguez perdió su trabajo como maquinista durante la pandemia y tuvo que reducir sus gastos, incluidos los comestibles, para pagar el alquiler.

Si bien muchos en la fila parecían sombríos, Rodríguez de vez en cuando sonreía cuando veía a personas que ahora se sienten como amigas, en su sexta parrillada. La comunidad recién descubierta es valiosa para la gente que está desempleada y en su mayoría confinada en sus hogares.

“El COVID-19 me ha quitado mucho, a todos nosotros”, dijo Rodríguez, de 58 años, de Echo Park. “Cuando vengo aquí, me siento parte de un grupo más grande de personas que pasan por los mismos problemas, y estoy agradecido de que alguien nos esté cuidando”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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