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Los Ángeles evitó un colapso hospitalario por COVID-19 como el de Nueva York

A nurse who works with COVID-19 patients at Martin Luther King Community Hospital in Los Angeles
La enfermera Brandi Hill trabaja con los pacientes de COVID-19 en el Martin Luther King Community Hospital de Los Ángeles.
(Francine Orr / Los Angeles Times)
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Hace apenas unas semanas, los hospitales del condado de Los Ángeles estaban desbordados y al filo de un escenario catastrófico, con planes definidos por si los médicos necesitaban racionar la atención sanitaria.

Pero con la región ahora en su cuarta semana de disminución de hospitalizaciones, quedó claro el miércoles que el condado estaba en camino de salir de su tercera oleada de la pandemia, la más mortífera hasta ahora.

Esta semana los hospitales siguen bajo presión: las cirugías programadas siguen suspendidas, continúa habiendo escasez de personal médico y los hospitales permanecen dependiendo de las enfermeras reclutadas de las clínicas, las agencias contratadas y los gobiernos federal y estatal.

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Los hospitales del condado de Los Ángeles siguen sometidos a una gran presión, con casi el triple de pacientes de COVID-19 que durante el pico de la ola de verano. El estado ha abierto dos hospitales de refuerzo -en Sun Valley y Hawaiian Gardens- que se han utilizado para aliviar la tensión en otras instalaciones.

Y las condiciones aún podrían empeorar, dado el aumento de las diferentes mutaciones del coronavirus que circulan en California, una de las cuales se cree que es más contagiosa y mortal que la variedad convencional.

Esa variante, identificada por primera vez en Gran Bretaña en septiembre, se está extendiendo rápidamente en EE.UU y podría convertirse en la cepa dominante del coronavirus para marzo, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.

Las autoridades locales advierten que la cepa mutante tiene el potencial de desencadenar una cuarta oleada de la pandemia a finales de este invierno si la gente deja de usar mascarillas, deja de practicar el distanciamiento físico y celebra fiestas multitudinarias durante el Super Bowl, de forma similar a lo que hicieron para las Finales de la NBA y las Series Mundiales que alimentaron la oleada de otoño e invierno.

Sin embargo, las autoridades sanitarias del condado de Los Ángeles se mostraron esta semana claramente aliviados por haber conseguido evitar un desastre en los hospitales al estilo del norte de Italia y de la ciudad de Nueva York en la tercera oleada de la pandemia.

No hay hospitales que se hayan declarado en estado de desastre interno. Ningún hospital se ha visto obligado a declarar formalmente a los funcionarios del condado que estaban proporcionando “estándares de atención de crisis”, lo que incluye estar tan abrumado que los médicos se verían forzados a decidir qué pacientes recibirían el tratamiento más agresivo para salvar la vida y qué pacientes recibirían solo cuidados paliativos mientras morían.

En el peor momento de la crisis, prácticamente todos los hospitales se vieron obligados a desviar algunas ambulancias a diario; ahora, menos de la mitad necesitan hacerlo en un día determinado, dijo la Dra. Christina Ghaly, directora de los servicios sanitarios del condado de Los Ángeles.

“El número de casos ha bajado. Las hospitalizaciones han disminuido”, expuso Ghaly el martes. Sin duda, el número de personas hospitalizadas tardará en reducirse. “Pero [las cifras] van absolutamente en la dirección correcta”.

El número de nuevos pacientes hospitalizados con COVID-19 diariamente en el condado de Los Ángeles es ahora de unos 500 al día, mucho mejor que el pico de unos 800 diarios a principios de este mes, pero todavía mucho peor que el pico de verano de 250 nuevas hospitalizaciones al día, según los datos que Ghaly presentó en una reunión informativa el miércoles.

El martes, el número total de pacientes con COVID-19 en los hospitales del condado de L.A. fue de 6.026, lo que supone un 25% menos que el máximo de 8.098 registrado el 5 de enero, pero la cifra del martes sigue siendo mucho peor que el pico del verano, cuando 2.232 pacientes estaban en hospitales con COVID-19.

El condado de L.A. tiene ahora una media de 7.600 nuevos casos de coronavirus al día durante la última semana, mucho mejor que los 15.100 casos diarios registrados durante el período de siete días que terminó el 13 de enero, según un análisis del Times. Sin embargo, la tasa de casos diarios sigue siendo mucho peor que la observada a mediados de octubre, cuando se registró un promedio de menos de 1.000 casos nuevos al día.

Se espera que las muertes diarias por COVID-19 sigan siendo elevadas durante un par de semanas más. El miércoles se informaron 301 decesos más por COVID-19 en el condado de L.A., la segunda cifra más alta registrada en un solo día, justo por debajo del máximo de 318 defunciones anunciadas el 8 y el 12 de enero. El condado de L.A. tiene un promedio de 214 muertes diarias por COVID-19 en un período semanal, lo que supone una mejora respecto a la media récord de 241 decesos al día del lapso de siete días que terminó el 14 de enero.

La tendencia es tranquilizadora, “así que creo que es apropiado en este momento empezar a aflojar las restricciones”, manifestó Ghaly.

La directora de Salud Pública del condado de Los Ángeles, Bárbara Ferrer, dijo que está satisfecha y agradecida por todo el trabajo que han hecho muchos residentes del condado de Los Ángeles para quedarse en casa tanto como sea posible y usar mascarillas. Pero advirtió que “tenemos que avanzar en las próximas semanas con mucha precaución”.

“Todos sabemos que en muchos sectores que fueron reabiertos vimos un aumento de casos. No podemos permitirnos eso”, enfatizó Ferrer. “Así que voy a pedir a todo el mundo que sea más diligente esta vez, porque nuestras cifras de casos siguen siendo mucho más altas de lo que han sido nunca, excepto en el mes de diciembre y enero”.

El cumplimiento de las órdenes sanitarias será clave, y los inspectores de sanidad estarán listos para emitir citaciones si hay alguna infracción, destacó Ferrer.

Sus advertencias fueron secundadas por los supervisores del condado de Los Ángeles, quienes, al igual que los funcionarios de salud, están ansiosos por evitar un retroceso en la pandemia que probablemente obligaría a una nueva ronda de cierres de negocios.

“A medida que se permita la reapertura de los restaurantes, o de los salones de manicura, si estás en una categoría de alto riesgo y no te has vacunado, tienes que seguir tomando todas las precauciones, sobre todo sabiendo que las cifras siguen siendo elevadas, y que no estamos fuera de peligro”, dijo la supervisora Kathryn Barger. “No podemos bajar la guardia”.

Las vacunas por sí solas no serán suficientes, subrayó Barger, e instó a la gente a seguir usando mascarillas, practicando el distanciamiento físico y limitando el contacto con grandes multitudes.

Los epidemiólogos atribuyen a los efectos acumulativos de la prohibición de comer al aire libre y la orden de no salir de casa el haber atenuado los peores efectos de la oleada. Al final, se necesitaron aproximadamente dos meses para que las órdenes dieran un giro a la oleada y comenzaran a observarse reducciones sostenidas de las hospitalizaciones por COVID y dieran confianza a los funcionarios para reabrir los negocios.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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