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‘La mano de Dios’: Un paciente con COVID-19 en estado crítico reaccionó al escuchar su canción de mariachi favorita

A woman holds the hand of a patient in a bed while another person holds up a phone.
Patty Trejo, a la izquierda, le da la mano a su esposo, Joe Trejo, quien está conectado a un respirador, mientras la enfermera Celina Mande sostiene el teléfono donde se ve al grupo de mariachis tocando “La mano de Dios”, su canción favorita, en el St. Jude Medical Center de Fullerton, el 15 de febrero de 2021.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

La mujer de un cerrajero de Anaheim enfermo contrata a un grupo de mariachi para que le levante el ánimo.

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Durante 10 largos días, Joe Trejo había estado conectado a un respirador artificial en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del St. Jude Medical Center, en Fullerton, sin poder comunicarse con su esposa, Patty, y sus tres hijos.

Pero el lunes, mientras un grupo de mariachis tocaba la canción favorita de la pareja desde el estacionamiento del sanatorio y la transmitía hasta la UCI a través de un teléfono inteligente, Joe respondió sutilmente. “Sé que él me escuchó y sé que escuchó la música”, dijo su esposa, refiriéndose al tema “La mano de Dios”, interpretado por Aurelio Reyes el Gallo de Chiapas, un trío de mariachis que ella contrató para la ocasión.

A mariachi band plays a song in a parking lot.
Patty Trejo contrató a un grupo de mariachis para que tocaran “La mano de Dios”, la canción favorita de su esposo, Joe.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)
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“Mientras yo le hablaba, en realidad él habló un poco, abrió los ojos y su cuerpo se movió”, relató. “Empecé a rezar aún más fuerte y él abrió los ojos de nuevo... Pude rodearlo con mis brazos y [tomar] su mano, y pude besarlo”.

Patty, de 54 años, asistente educativa del Distrito Escolar Unificado Placentia-Yorba Linda, sabe que Joe, un cerrajero de 53 años del Distrito Escolar Unificado de Escuelas Preparatorias de Anaheim, no está fuera de peligro. Ha estado internado durante un mes con COVID-19, y lucha contra las complicaciones de la neumonía desde que lo colocaron en un respirador automático, el mismo día en que el padre de Patty, de 95 años, Epie Ríos, murió después de su lucha contra el coronavirus.

Patty y dos de los tres hijos de la pareja, Chris, Matthew y Joseph, de entre 18 y 31 años, también tuvieron COVID-19 y se recuperaron. Todos estaban en el hospital el lunes, esperando que Joe salga adelante.

A nurse holds up a photo for a patient in a bed.
La enfermera Celina Mande sostiene un teléfono desde el cual se ve al grupo de mariachis.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

A él no le gusta ser el centro de atención, comentó Patty, y no le agradará que haya hecho pública su enfermedad. Pero tuvo que hacerlo para agradecer a sus amigos y compañeros de trabajo, y para reclutar nuevos “guerreros de oración” que pidan por él. “Esperamos que la neumonía mejore. Una vez que eso ocurra, podrá comenzar a recuperarse”, expresó Patty. “Él me da la fuerza para seguir adelante y continuar luchando; solo quiero decir ‘gracias’ a todos los que nos han ayudado a superar esto”.

La mujer sabe que las probabilidades disminuyen con cada jornada que su esposo permanece conectado a un respirador. “Dicen que, si no pueden desconectarlo después de 10 días, las posibilidades [de recuperación] son escasas”, dijo. “Pero me digo a mí misma que estará bien; se necesita tiempo para sanar, he visto milagros. Él será nuestro milagro”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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