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Aumentos repentinos de COVID-19 en comunidades no vacunadas están enviando a más niños al hospital

Una asistente certificada de enfermería limpia el equipo en una unidad COVID-19 de un hospital.
(Francine Orr / Los Angeles Times)
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Al menos 452 niños han muerto de COVID-19 en Estados Unidos desde que comenzó la pandemia, una pequeña fracción comparada con los 639.000 decesos entre los adultos del país. Ese conteo desequilibrado ha llevado a muchos a minimizar el costo de la emergencia sanitaria en los niños.

Pero dos nuevos estudios publicados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) dejan en claro que los niños no están exentos. Y, especialmente desde la llegada de las vacunas contra COVID-19 y la variante Delta, el futuro de los menores depende en gran medida de las decisiones que tomen los adultos que los rodean.

Cuando los adultos y los adolescentes elegibles son inoculados en grandes cantidades, los niños más pequeños tienen un riesgo muy reducido de enfermarse gravemente por coronavirus, muestran los nuevos informes.

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Por el contrario, cuando pocos estén dispuestos a recibir el antígeno, las áreas pediátricas de los hospitales se llenarán, como sucedió en los momentos críticos de la pandemia en todo el país a mediados de agosto.

Un estudio que examinó las tasas de hospitalización en 99 condados de 14 estados encontró que el índice de hospitalización de niños por COVID-19 se había quintuplicado en el lapso de aproximadamente siete semanas este verano. Para los pacientes más jóvenes, los menores de 4 años, las tasas de hospitalización aumentaron en un factor de 10.

Un segundo informe encontró que, en un período de dos semanas el mes pasado, los ingresos hospitalarios pediátricos y los viajes al departamento de emergencias fueron más altos en los estados donde la cobertura de las vacunaciones era más baja. Mientras tanto, las visitas al hospital y las admisiones fueron menores en los estados donde las tasas de inoculación fueron más altas entre los residentes elegibles.

Los índices de hospitalización pediátrica fueron cuatro veces más altos en entidades como Mississippi, Louisiana, Dakota del Norte y Georgia, que tienen algunas de las tasas de inoculación más bajas del país, en comparación con estados como Vermont, Massachusetts, Hawái y Connecticut, donde las tasas de vacunación se encuentran entre las más altas.

Ambos datos se publicaron en el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad de los CDC.

La nueva investigación, publicada ahora que los niños regresan a las escuelas, subraya que los brotes del COVID-19 que han acompañado al ascenso de la variante Delta también han enviado a un número creciente de menores al hospital.

Una vez ingresados, aproximadamente uno de cada cuatro pacientes pediátricos con coronavirus pasará a ser tratado en una unidad de cuidados intensivos.

Con las vacunas autorizadas para uso de emergencia en adolescentes de 12 años en adelante, no todos los niños han tenido que depender de los adultos que los rodean para su protección.

Durante un período de seis semanas de junio y julio, los adolescentes mayores de 12 años completamente inoculados tenían 10 veces menos probabilidades de ser ingresados en un hospital con COVID-19, en comparación con sus compañeros no vacunados.

En un período en el que predominaba la variante Delta, los CDC concluyeron que “los antígenos fueron altamente efectivos para prevenir la enfermedad grave por COVID-19 en este grupo de edad”.

Pero los niños más pequeños permanecieron a merced de las decisiones tomadas por los adultos en sus comunidades.

“Lo que queda claro de estos datos es que la cobertura de vacunación a nivel comunitario protege a nuestros niños”, señaló la Dra. Rochelle Walensky, directora de los CDC. “A medida que aumenta el número de casos de COVID-19 en la comunidad, también aumentará la cantidad de menores que acuden a la sala de emergencias y son admitidos en el hospital”.

Los autores de los nuevos informes enfatizaron que para aquellos que son demasiado jóvenes para ser inoculados, asegurarse de que los docentes estén vacunados e implementar otras medidas para prevenir la transmisión del virus será “crítico”. Eso incluye el uso universal de cubrebocas en las escuelas, la inoculación de niños mayores de 12 años y el uso de mascarillas sanitarias entre los niños mayores de 2 años en las guarderías.

Un hallazgo positivo surgió de los dos informes publicados el viernes: si bien la variante Delta ha desencadenado nuevas oleadas de infecciones, enfermedades y muertes en niños y adultos, no parece estar enfermando a los menores infectados más que las variantes del coronavirus que circulaban antes.

En el período de aproximadamente tres meses previos a mediados de junio (cuando la variante Delta aún no era la cepa principal en Estados Unidos), el porcentaje de niños hospitalizados que requirieron cuidados intensivos fue aproximadamente el mismo que en el lapso de 6 semanas que siguió (cuando Delta dominó).

“No hubo una mayor gravedad de la enfermedad en los niños”, señaló Walensky. “En cambio, más menores tienen COVID-19 porque hay más infecciones en la comunidad”.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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