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Aunque Ómicron ha empezado a estabilizarse, las autoridades recomiendan evitar las reuniones

A doctor attends to a patient brought into emergency unit at the hospital.
El doctor Troy Pennington atiende el 11 de enero a un paciente llevado a la unidad de urgencias del Arrowhead Regional Medical Center. El reciente aumento de los casos de COVID-19 y la escasez de personal sanitario han puesto a prueba la atención de los hospitalizados en el centro de Colton.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

A pesar de que la oleada invernal de Omicron se aplana, las autoridades sanitarias del condado de Los Ángeles instan al público a seguir evitando las reuniones no esenciales.

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Incluso a medida que la oleada de invierno de Ómicron llega a su clímax, los funcionarios de salud del condado de Los Ángeles están instando a los habitantes a seguir evitando reuniones no esenciales, diciendo que la transmisión del coronavirus permanece en uno de los niveles más altos jamás vistos en la historia de la pandemia de 2 años.

A pesar de los recientes descensos, California está registrando un promedio de más de 100.000 nuevos casos de coronavirus al día, más del doble que el pico del invierno pasado, que fue de 46.000. La última cifra representa un nivel extraordinario de transmisión que demuestra que hay muchas más personas infectadas y contagiadas simultáneamente que en cualquier momento anterior de la pandemia.

Por ello, aunque las autoridades expresan su esperanza de que la oleada invernal de California esté por fin llegando a la cresta y, en algunas zonas, comenzando a descender, la directora de Salud Pública del condado de Los Ángeles, Barbara Ferrer, dijo que sigue siendo prudente posponer las actividades no esenciales en las que las personas estén sin cubrebocas y en estrecho contacto unas con otras, como cenas y fiestas.

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“Tenemos que ser extraordinariamente cautelosos cuando hay tanta transmisión en la comunidad. En realidad, nunca hemos tenido tantas infecciones en ningún otro momento de la pandemia”, explicó Ferrer. “Es extraordinariamente fácil estar expuesto. Aunque muchas de esas personas que se han contagiado, no tendrán mayores problemas, otras se encuentran en nuestros hospitales luchando por sus vidas”.

El condado de Los Ángeles informó el jueves de 102 nuevas muertes por COVID-19, el mayor total de un solo día desde el 10 de marzo de 2021. Las tasas semanales de defunciones como consecuencia del coronavirus se han duplicado en las últimas semanas tanto en la jurisdicción como en el estado en su conjunto, aunque siguen siendo menos de una cuarta parte de las observadas durante el peor momento del invierno pasado, probablemente debido a los niveles de inmunidad generados por las vacunas y la exposición viral anterior.

Las hospitalizaciones también han aumentado drásticamente durante la ola de Ómicron. El número total de habitantes con coronavirus que requirieron internarse en California aumentó un 15% en la última semana, alcanzando los 15.383 el jueves. De esos pacientes, 2.485 están en unidades de cuidados intensivos, una cifra que ha aumentado un 21% en los últimos siete días.

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Sin embargo, el dato de hospitalizaciones de este tipo en todo el estado se redujo ligeramente del miércoles al jueves, con un descenso de 10 pacientes.

Este descenso, aunque leve, se produce después de un pico de aproximadamente un mes en el que el número de pacientes hospitalizados con coronavirus en California se multiplicó por más de cuatro.

Algunos de los condados más poblados del estado, como Los Ángeles, San Diego, San Bernardino, Orange y Riverside, también registraron ligeros descensos diarios en el número de pacientes.

Si bien las personas no vacunadas corren el mayor riesgo de ser hospitalizadas debido al COVID-19, los habitantes inoculados con problemas de salud subyacentes aún pueden contagiarse y sufrir enfermedades graves, especialmente si no cuentan con una dosis de refuerzo.

“Entre el aumento de las muertes y las hospitalizaciones, no debe haber lugar para la complacencia”, dijo Ferrer. “Aunque Ómicron no está causando la misma proporción de enfermedades graves del pasado invierno... está creciendo. Y para un número al alza de personas del condado de Los Ángeles, esa variante del COVID-19 se ha convertido ahora en una cuestión crítica de vida o muerte”.

La tasa de mortalidad por COVID-19 en el último mes ha variado en diferentes partes del estado.

Hasta el jueves, San Francisco había informado de 20 muertes por COVID-19 desde el día de Año Nuevo, lo que significa que, por cada 100.000 residentes, han fallecido 2.3 personas, según los datos estatales. Por el contrario, el condado de Los Ángeles comunicó de al menos 667 defunciones en el mismo periodo, lo que representa que, por cada 100.000 habitantes, han muerto 6.6.

El director de salud de San Francisco, el doctor Grant Colfax, atribuyó a la alta tasa de aplicación de dosis de refuerzo entre los habitantes de la ciudad como una razón clave detrás de su baja tasa de mortalidad por COVID-19 en enero. Alrededor de la mitad de los residentes de San Francisco han recibido un refuerzo de la vacuna. En el condado de Los Ángeles, algo menos de un tercio de los angelinos se han vacunado.

Las matrículas universitarias aún no se han recuperado desde el inicio de la pandemia.

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“Afortunadamente, en la gran mayoría de nuestros contagios en la ciudad, los casos han sido leves - porque la gente estaba completamente vacunada con la primera serie, y muchas personas estaban al día en sus dosis con respecto a los refuerzos”, dijo Colfax.

El funcionario aún instó a los residentes a estar atentos, señalando que las hospitalizaciones siguen aumentando.

Pero a diferencia del sur de California, donde las saturadas salas de urgencias se esfuerzan por mantener la atención médica y algunos pacientes esperan días para conseguir una cama en algún hospital, los nosocomios de San Francisco parecen tener la capacidad para manejar la demanda.

Colfax citó la tasa de mortalidad mucho más baja de San Francisco como una razón por la que está listo para hablar de un futuro posterior a la oleada de invierno, en el que el objetivo del departamento de salud pública “no es prevenir cada caso de COVID”, sino “advertir los peores resultados, las enfermedades graves, las hospitalizaciones y la muerte”.

A medida que los casos disminuyan, dijo Colfax, San Francisco planea tomar decisiones para eliminar ciertas restricciones de la pandemia “cuando y donde tengan sentido”.

“Y aunque es ciertamente posible y plausible que nos enfrentemos a otras variantes en el futuro, es de esperar que seamos capaces de situar el COVID entre las muchas otras enfermedades infecciosas y condiciones de salud con las que tenemos que lidiar, de forma inteligente, no dejando que trastorne nuestras vidas”, explicó.

Los hospitales del sur de California, por su parte, parecen estar en una situación relativamente peor que la de la zona de la bahía.

Muchos sistemas de atención médica del sur del estado se han visto obligados a posponer algunas cirugías o procedimientos programados para hacer frente a una ola de demanda hospitalaria y a la escasez de personal sanitario. Los tiempos de respuesta de las ambulancias a las llamadas al 911 han empeorado al intensificarse la oleada.

“El sistema sanitario está realmente sobrecargado”, dijo el doctor Clayton Chau, director de la Agencia de Atención Médica de Orange. “Estamos rezando para que nuestra capacidad en las UCI no se sature”.
Ferrer sugirió que todavía no era el momento de dejar de preocuparse por las nuevas infecciones por coronavirus, dado que los hospitales del condado de Los Ángeles siguen “bajo una enorme presión”.

Los avances que ayudarían a la región incluyen un suministro abundante de fármacos contra el COVID, que acaban de estar disponibles, pero que por ahora siguen siendo muy limitados, y la solución de los problemas de acceso a las pruebas de detección del coronavirus.

Estamos vacunados. Llevamos mascarillas. Y aún así estoy sentada en una silla en Echo Park escuchando a mi madre toser a través de la puerta, sabiendo que estamos solas.

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Es importante mantener la precaución y hacer esfuerzos para evitar el contagio, dijo Ferrer.

“Yo también he escuchado de mucha gente, que dice: ‘Oh, Ómicron no es grave. No hay que preocuparse. No voy a tomar muchas precauciones. Todo el mundo va a tener Ómicron. Y acabemos de una vez’”, expresó Ferrer. “Estoy firmemente en la postura de que esa es una respuesta inapropiada para el punto en el que nos encontramos en la pandemia”.

Hay muchas razones para seguir preocupados por la infección, señaló. Está la posibilidad de un COVID prolongado, en la que los síntomas pueden persistir durante meses, si no es que más; así como es posible que los niños supervivientes del COVID-19 enfermen posteriormente del síndrome inflamatorio multisistémico, una complicación rara pero grave que puede provocar la muerte.

“Así que creo que la gente debe vacunarse contra el COVID. Creo que cuando se trata de una enfermedad prevenible por vacunación, no hacerlo es una estrategia equivocada”, enfatizó Ferrer.

Añadió que las vacunas parecen proporcionar un mejor nivel de protección contra la reinfección que sobrevivir al COVID-19 sin inocularse.

“Las personas que se infectaron con Delta, resulta que tienen altas tasas de reinfección con Ómicron”, dijo Ferrer.

E incluso, la enfermedad generada por el COVID-19, aunque no requiera hospitalización, puede resultar en un padecimiento miserable.

“Puedes hablar con personas que están despiertas tres o cuatro noches seguidas: Sí, están en casa, no están en el hospital. Pero no pueden dormir porque están tosiendo, o han perdido el sentido del gusto y del olfato durante semanas”, dice Ferrer. “O han tenido fiebre, o se están aislando de las personas que quieren durante un largo periodo, y se pierden las celebraciones de cumpleaños. Así que sí, creo que todo el mundo debe seguir siendo precavido”.

Ferrer dijo que tomar medidas como evitar cenar en un restaurante interior o en bares no tiene por qué durar mucho tiempo, sino que se trata de superar el periodo de semanas de una oleada. “Esos son lugares en los que los índices de exposición pueden ser extraordinariamente altos, ya que la gente no usa cubrebocas y se encuentran cerrados”, mencionó Ferrer.

Al considerar las reuniones no esenciales, Ferrer dijo que la gente tiene que decidir si está dispuesta a asumir el riesgo de infección, o si es mejor idea retrasar el evento por un tiempo.

Para las personas que estén pensando en juntarse en cenas para el Año Nuevo Lunar, que se celebra el 1 de febrero, Ferrer aconsejó ser prudentes al retrasar las reuniones en las que participen miembros de la familia con alto riesgo en caso de que sufran una infección por coronavirus.

El peligro puede reducirse haciendo que los invitados se sometan a pruebas rápidas antes de reunirse, manteniéndolos en sitios ventilados y distanciados, y con cubrebocas todo el tiempo posible cuando no se coma o beba.

“Pero, para algunas personas, este momento es muy arriesgado”, dijo Ferrer, especialmente para los adultos mayores, sobre todo si tienen condiciones de salud subyacentes o un sistema inmunológico debilitado, o para los que siguen sin vacunarse.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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