Anuncio

Columna: Una retrospectiva de cuando Kobe Bryant humildemente dio su salto a la NBA

Share

De los archivos: El gran Kobe Bryant de los Lakers murió el domingo en un accidente de helicóptero en Calabasas. La siguiente columna publicada el 15 de octubre de 1996 es el primer acercamiento de la periodista del Times, Helene Elliott, sobre el futuro miembro del Salón de la Fama.

Detrás de él, las nubes rozaban las cimas de las montañas de Santa Mónica y el sol doraba el océano, pero Kobe Bryant ignoraba el impresionante telón de fondo en Will Rogers State Beach.

Durante más de dos horas, Bryant, la sensación de la escuela preparatoria que aún no ha jugado un partido con los Lakers, pero que ya tiene un contrato de Adidas y una tarjeta del Screen Actors Guild, se concentró en elevarse hacia el cielo una y otra vez mientras un fotógrafo tomaba imágenes para un póster .

Anuncio

Mirando la canasta, contando mentalmente los pasos, estaba listo para otro intento cuando un asistente de fotografía lo detuvo. Bryant hizo una pausa, escuchó, luego miró hacia otro lado avergonzado cuando el asistente se arrodilló a los pies de Bryant y ató los tenis de la estrella aún en ciernes.

Su madre, Pam, se rió de la atención mostrada hacia su hijo de 18 años. “Espero que no piense que harán eso por él”, dijo.

De ninguna manera. Un contrato de patrocinio y papeles en los programas de televisión “Arli $$” y “Moesha” no han inflado el ego de Kobe Bryant. Tampoco es probable que los grandes salarios y los fanáticos lo cambien, gracias a las lecciones que Pam y su esposo, Joe -conocido como “Jellybean” durante su carrera de ocho años en la NBA- les enseñaron a sus tres hijos sobre la humildad, el respeto y la importancia de la familia.

“Es una locura”, dijo Bryant sobre el alboroto provocado por su incipiente estrellato. “Si te sientas y empiezas a pensar en ello, tal vez puedas sentirte abrumado por la situación. Sólo tienes que seguir lentamente y continuar trabajando duro en tus habilidades para jugar baloncesto. Entonces, no creo que se te suba a la cabeza porque no tendrás tiempo para pensarlo”.

Bryant no se fue de compras después de firmar el acuerdo de Adidas o su contrato de tres años y $3.5 millones con los Lakers, quienes adquirieron sus derechos de los Charlotte Hornets. Cuando su hermana Shaya tomó prestadas sus gafas de sol durante el verano, simplemente se quedó sin unas hasta que le dieron un par que modeló en un anuncio.

“Nunca me ha gustado ir de compras”, dijo. “No tengo paciencia. Normalmente juego al baloncesto con uno de mis primos... Me gusta comprar la ropa de mis hermanas porque quiero que se vean bonitas y sé que les gusta verse bien. Iré de compras con ellas porque debo asegurarme de que no compren algo que muestre demasiado su cuerpo. Tengo miedo de todos los chicos cuando se trata de mis hermanas. Soy muy protector y son de la misma manera conmigo”.

Cuando encontró una casa con vista al mar en Pacific Palisades, invitó a su familia a mudarse. Pam, Joe, quien renunció a un trabajo de asistente de entrenador en LaSalle, y Shaya, de 19 años, aceptaron. Sharia, de 20 años, se quedó en Filadelfia, donde es una jugadora de voleibol en Temple.

Pam y Joe planean volar a la Costa Este ocasionalmente para ver jugar a Sharia. Es justo, considerando que durante el último año de Kobe en Lower Merion High en el suburbio de Ardmore en Filadelfia, tres generaciones de familiares en ambos lados de la familia se reunían para apoyarlo.

Los Bryant son abiertamente cariñosos, y no sólo el uno con el otro. Pam puede invitar a cenar a su casa a alguien que acaba de conocer u ofrecer su chaqueta a un espectador que mira la sesión de fotos de Kobe.

“Después de un juego, no es nada fuera de lo normal para Kobe venir y darme un beso”, dijo. “Mi hija [Shaya] mide 6-2 y se sienta en mis piernas. Simplemente hacen cosas que otros niños no consideran interesantes, y no les importa”.

“Una vez, Kobe tenía gripe y estaba bastante enfermo e insistió en jugar porque era un gran partido. Se sentó en el otro extremo del banco pues no quería propagar gérmenes. Jugó y lo hizó fantástico. Volvió al banco y vi que tenía una toalla alrededor de los hombros, pero estaba temblando porque no era suficiente. Le di mi chal rojo y él lo usó. ¿Cuántos jóvenes harían eso?”.

Ese amor que muestra ha expuesto a Kobe a bromas de extraños. Relata mientras se encoge de hombros.

“Es sobre todo un ser bondadoso”, dijo. “Pienso que es bueno tener una familia muy unida. Creo que maduramos juntos y somos como los mejores amigos”.

Aunque la edad de Bryant provocó que el delantero de los Lakers, Cedric Ceballos, bromeara diciendo “Creo que tiene toque de queda esta noche”, su nivel de sensatez ha impresionado a sus compañeros de equipo en el campo de entrenamiento de los Lakers. El guardia de 6 pies 6 pulgadas ya había asombrado a sus entrenadores con sus dotes atléticas en el juego de la liga de verano, mostrando buen sentido en la cancha, habilidades de manejo de pelota y una capacidad para generar oportunidades de anotación desde cualquier lugar en el piso. Los caza talentos lo llamaron el “Grant Hill con un tiro en suspensión”, y puede postear contra jugadores más bajos o, si se compara con un jugador más alto, usar sus dotes para despistar a su oponente más alto con su manejo de pelota.

“Es una persona muy segura de sí misma, y eso es algo positivo para alguien en su situación”, dijo Ceballos. “Se maneja muy bien, no como alguien que acaba de llegar de la preparatoria. No puedo creer lo talentoso que es mentalmente, su enfoque en el baloncesto y lo que quiere hacer en este deporte. Mucha gente lo vería como engreído, pero él no lo es. Él sólo cree en sí mismo. No elige el camino equivocado”.

Aunque Bryant estaba devastado cuando se rompió la muñeca en un juego a principios de septiembre y estuvo inactivo durante cinco semanas, no dejó que el tiempo se desperdiciara. Le encanta estudiar películas de Michael Jordan, no para poder imitar los movimientos, sino para analizar cómo Jordan cambia el flujo de un juego.

“Siempre traté de sostener una pelota de baloncesto, mirar baloncesto, pensar en el baloncesto”, dijo Bryant. “La gente me dijo que me alejara del baloncesto, pero no puedo. Está en mi sangre”.

“Me gusta salir [para apariciones promocionales] y pasar un buen rato y conocer gente. Me agrada ver el producto final y me enorgullece. Quiero que mi producto sea una de las mejores cosas del mercado. Y me encanta ir frente a las cámaras y aprender algo nuevo. Pero entiendo que el baloncesto es lo que me trajo aquí y, además, me fascina hacerlo tanto que siempre será mi enfoque principal”.

Un estudiante modelo, obtuvo alrededor de 1.100 (de 1.600) en sus SAT, también es un ciudadano ejemplar. Su tío materno, Chubby Cox, quien jugó baloncesto en la Universidad de San Francisco y brevemente en la NBA, dice que la peor ofensa que cometió Kobe fue “poner los pies en el sofá alrededor de mi hermana”. ¿Eso es todo? “Eso puede ser un asesinato”, insistió Joe Bryant.

El entrenador de la escuela preparatoria de Kobe, Gregg Downer, describió entrenarlo como un privilegio único en la vida.

“Conozco muy bien el ambiente de la escuela preparatoria y lo he visto durante casi 20 años, y pensar que podría haber otro jugador en mis manos y ser tan bueno, es un concepto abstracto”, dijo Downer. “Ha sido bendecido con mucha habilidad natural y genes geniales, pero la ética de trabajo es suya y es muy fuerte. Kobe tiene las habilidades, la madurez y todo lo que podrías desear”.

También se ganó el respeto de sus compañeros de equipo sin provocar celos.

“Es un motivador”, dijo Rob Schwartz, un base armador de reserva para Lower Merion la temporada pasada. “No era muy bueno con las conversaciones para animarte, pero cuando te hablaba, lo escuchabas... Aunque era el mejor jugador de nuestro equipo, siempre trabajó duro. Una vez, se rompió la nariz en la práctica. Se levantó, con un ojo [cerrado], tiró con la mano izquierda y anotó un triple. Fue increíble”.

Bryant encaja cómodamente en Lower Merion, cuyo cuerpo estudiantil de 1.200 es aproximadamente 10% negro. Los vecinos y compañeros de clase lo describen como modesto y educado, incluso después de que su juego para llevar al equipo al campeonato estatal atrajo a enjambres de reclutadores universitarios al extenso campus de la escuela y tenía cámaras de ESPN instaladas en las entradas.

“Cuando va al gimnasio local a jugar, los niños hacen fila para obtener su autógrafo y él siempre los firma”, dijo Annie Schwartz, quien no está relacionada con Rob, que solía esperar en la parada del autobús escolar con él y vive a cinco casas de los Bryants en Wynnewood, en la elegante Main Line de Filadelfia.

“Nadie lo trata de manera diferente”, agregó. “Es sólo un niño normal. Por supuesto, él no es un Macaulay Culkin”.

Claro, pero pocos niños obtienen cobertura de MTV en su fiesta de graduación, como lo hizo Bryant cuando llevó a la cantante y actriz pop, Brandy, junto con él.

“Eso conmocionó a todos, eso y [a los no estudiantes] haciendo fila para conseguir entradas para los juegos del equipo de baloncesto”, señaló Annie Schwartz. “Pero él todavía es sólo Kobe en este lugar”.

Pam y Joe acordaron que Filadelfia siempre sería su hogar, pero la familia siguió a Joe donde sea que lo llevara su carrera en la NBA. Pam recordó que Kobe tenía 3 años y vivían en San Diego cuando su hijo mostró interés por el baloncesto, tomó una mini-canasta del Dr. J que su tío le había regalado y la colocó frente al televisor antes de los juegos de Clipper.

“Inmediatamente comenzó a realizar clavadas”, relató Pam. “Dije: ‘Cariño, lo romperás. No claves la pelota. Sólo dispara unos tiros”. “Durante todo el tiempo que estuvieron en la televisión, él también jugaba. Tomaba su pequeña taza de Gatorade y su toalla y diría: ‘Mamá, estoy sudando’. En todo lo que hace, pone todo su corazón. Tomó clases de karate y también fue bastante bueno en eso”.

Cuando Kobe tenía 5 años, Joe fue a Europa para prolongar su carrera y la familia lo acompañó, pasando ocho años allí, principalmente en Italia. Fue en el extranjero que se forjó el vínculo de los Bryant y aprendieron a hablar italiano con fluidez. Todavía lo practican cuando están entre otros que lo hablan, haciéndolo tan naturalmente que no parece pretencioso ni grosero.

“Cuando fuimos allí, nadie en la familia hablaba italiano y no podíamos comunicarnos con nadie excepto con los miembros de nuestra propia familia”, dijo Kobe. “Entonces, cuando salíamos, lo hacíamos en grupo. Tenía el respaldo de mis hermanas y ellas tenían el mío”.

Joe Bryant dijo: “Viajar nos hizo más cercanos. Cuando fuimos a Europa teníamos que depender el uno del otro porque no podíamos hablar el idioma, por lo que nos comunicamos probablemente más de lo que lo haríamos en Estados Unidos, donde tenemos televisión y radio y muchas otras distracciones…

“El viaje les ayudó a ver diferentes personas, distintas religiones. Creo que miran a las personas como seres humanos, no como un color o una religión, por lo que no se sienten atrapados en ningún tipo de situación estereotipada. Son más seguros y relajados al tratar con la gente”.

Pam y Joe decidieron regresar a Estados Unidos cuando los hijos llegaron a la adolescencia. Después de haberse ido tanto tiempo, los niños fueron golpeados por el choque cultural. Debido a que sus escuelas italianas no tenían casilleros, no sabían que se suponía que debían encerrar sus objetos de valor y se sorprendieron cuando les robaron sus cosas. Y por primera vez, Kobe tuvo que navegar por extraños territorios por su cuenta, porque sus hermanas estaban en la preparatoria y él todavía iba en la secundaria.

“No tenía a nadie en quien apoyarme”, dijo. “Fue un poco extraño porque, estando fuera, no sabía mucho sobre la jerga que usaban los chicos. Los jóvenes se me acercaban y decían cualquier cosa, y yo sólo asentía”.

El baloncesto lo ayudó a ganar aceptación. Había jugado en Italia, consiguiendo una base en los fundamentos, y en Filadelfia comenzó a perfeccionar sus habilidades.

“Cuando lo conocí por primera vez, a los 13 años, y lo vi jugar, después de cinco minutos dije: ‘Este niño va a ser un profesional’”, dijo Downer. “Nunca hubo un momento que dudara de eso. Que sucedería tan pronto, podría haber dudado de ello. Pero sabía que si progresaba tan rápido y continuaba tomando buenas decisiones, algún día llegaría allí”.

Pam tampoco esperaba que “ese día” llegara tan pronto. Kobe habló de jugar en la NBA cuando estaban en Europa.

“Pero yo le decía, ‘Hijo, vas a la universidad y luego vas a la NBA’”, dijo. “Pensé que no entendía cómo funcionaba, porque en Europa no tienen ese nivel universitario”.

Sin embargo, entendió muy bien y convenció a sus padres con el argumento de que su educación en Europa le había servido bien académicamente, pero las lecciones que lo beneficiarían más sólo podrían aprenderse jugando en la NBA.

“En esa situación, no creo que haya una elección incorrecta, de cualquier forma que lo veas”, dijo. “Si vas a la universidad y juegas baloncesto allí, conoces gente y, además, obtienes una buena educación. En la NBA, aprendes de los profesionales y maduras como persona y como jugador de baloncesto, por lo que el factor educativo sigue ahí”.

Su decisión fue salvaje en los programas de radio de Filadelfia. Algunos críticos teorizaron que Joe lo había empujado para vivir un sueño indirecto. Joe se burla de eso. Él dice que le gustaría haber visto a Kobe asistir a la universidad durante cuatro años.

“Pero sabía que no era la realidad”, agregó. “No iba a ir por cuatro años, y no creo que fuera justo ponerlo bajo ese tipo de presión”.

Sólo cuatro jugadores de la NBA han dado el salto directamente desde la escuela preparatoria: Darryl Dawkins, Bill Willoughby, Moses Malone y Kevin Garnett. Todos son hombres grandes que no tuvieron que aprender los matices de jugar guardia o alero, pero Joe insistió en que su hijo podría ser la excepción.

“La gente dice que no mide 6-10 ni 7 pies. Yo digo, espera un minuto. Claro, no mide 7 pies, pero es un jugador inteligente y comprende el juego. Nadie realmente dijo eso, y me molestó un poco porque, para ser un guardia, realmente tienes que entender el juego”, señaló Joe.

La lesión en la muñeca mantuvo a Kobe fuera de contacto al comienzo del campamento, evitando que el entrenador Del Harris evaluara las capacidades de su novato estrella. Aún así, Harris, quien fue el último entrenador de la NBA de Joe Bryant, en Houston, estaba intrigado por el talento en bruto que vio en las actuaciones de Kobe en la liga de verano.

“No es sólo [su capacidad física]”, dijo Harris. “Creo que dirías que es el atletismo combinado con tantas habilidades. Tienes bastantes atletas que te entusiasman con su potencial, pero no cuentan con las habilidades de manejo de balón o tiro. Y aquí hay un tipo que realmente tiene todas estas cosas. Es sólo que se encuentra en ese cuerpo tan joven.

“Es sólo una cuestión de que tan pronto será capaz de trabajar contra los jugadores más grandes y mayores”. Creemos que reducirá el tiempo que sería normal para un joven de 18 años porque obviamente es único”.

Aunque no jugó en la universidad, Bryant ha jugado contra su padre y su tío toda su vida. También en las renombradas ligas juveniles de verano y de adultos en Filadelfia, que han producido docenas de jugadores de la NBA.

“Combina esa experiencia con los antecedentes de su familia y se te ocurre un joven que está preparado para asumir esto”, dijo Sonny Hill, quien tenía a Kobe, su padre y su tío en los programas que dirige en Filadelfia. “No tiene miedo de jugar en los profesionales. Podrá manejar los ajustes”.

“Pueden pasar cuatro años desde ahora hasta que se desarrolle completamente. Pero puedo decirte que él será justo lo que todos esperan que sea. Todavía necesita algo de cuidado, pero Kobe tiene todos los mundos abiertos para él”.

El mundo en el que está a punto de entrar parece intimidante, pero Bryant dijo que se encuentra emocionado pero no temeroso de lo que le espera.

“Puedo referirme a mi tercer año de preparatoria, cuando la gente comenzaba a reconocerme”, dijo. “Yo era el hombrecito del campus. Nadie me reconoció ni me prestó atención, y eso me dio la oportunidad de colarme y hacer algunas cosas positivas y aprender de las personas que estaban delante de mí. Así es como me siento ahora. Esta es una gran oportunidad para entrar y trabajar lo más que pueda y aprender de los grandes jugadores que tengo a mi alrededor y que juegan conmigo”.

“El baloncesto es como la vida. Puede ponerse difícil en algunas ocasiones y ser golpeado en el trasero un par de veces. Pero lo que tienes que hacer es levantarte y mantener la cabeza alta e intentar nuevamente. Así es como voy a ser. Estoy seguro de que habrá ocasiones en que los chicos me golpeen en la espalda y me empujen y pueda comenzar a sangrar, pero tengo que volver a levantarme y seguir adelante”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

Anuncio