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La madre de una víctima del tiroteo en Parkland convirtió su dolor en fuerza para el cambio

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Ella vivía la vida tranquila de una madre ama de casa, asistía a los partidos de fútbol y las recaudaciones de fondos de la asociación de padres y maestros, y nunca pensaba mucho en la política, las armas o la forma en que operaba un distrito escolar. Pero el 14 de febrero pasado, todo cambió para Lori Alhadeff.

Fue entonces cuando esta madre, de 43 años de edad, perdió a Alyssa, de 14 -la mayor de sus tres hijos y única hija mujer-, durante la masacre en Marjory Stoneman Douglas High School, en Parkland, Florida.

Desde entonces, se transformó de una madre afligida que suplicó la ayuda del presidente Trump, a una enérgica defensora del control de armas y la seguridad escolar.

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El 4 de septiembre, sus esfuerzos la ayudaron a ganar una banca en la Junta Escolar del Condado de Broward, que representa el sexto distrito escolar más grande del país.

“Ante una tragedia, hay algunas personas que luchan y otras que huyen. Yo he luchado desde el primer día”, aseguró Alhadeff.

Antes del 14 de febrero, jamás habría considerado postularse para el consejo escolar, “pero nunca pensé que mi hija sería brutalmente baleada y asesinada mientras estaba en la escuela”.

Su franqueza hoy parece impropia para la Alhadeff previa al 14 de febrero, expuso su amiga íntima, Emily Price. “Pero yo diría que esa era una característica de Alyssa”.

Si Alyssa hubiera sobrevivido, consideró Price, habría sido una voz líder para exigir cambios. “Creo que Lori saca esa fuerza y esa pasión de Alyssa”, destacó Price, cuya hija, Abby, era la mejor amiga de la joven fallecida.

Incluso antes del 14 de febrero, Alhadeff desarrollaba las habilidades necesarias para ser un líder, dicen sus seres queridos. “A Lori siempre le ha gustado estar involucrada”, afirmó su esposo, Ilan Alhadeff, un doctor especializado en medicina interna. “Si la escuela necesita algo, ella se inscribe; si surgía un viaje de clase, ella era voluntaria. Si había que hacer algo, como una recaudación de fondos, ella decía: ‘Hagámosla’. Siempre ha sido alguien que quiere que las cosas sucedan”.

Su madre, Terri Robinovitz, agregó: “Lori es la motivadora. Ella es una persona que soluciona problemas y motiva a otros a lograr lo mejor”.

Alhadeff creció en Hillsborough Township, Nueva Jersey, a unas 40 millas al norte de Trenton. Aunque era una jugadora estrella de fútbol en la preparatoria, “en realidad era una persona muy tranquila. Conducir por el camino equivocado en el carril de bicicletas fue probablemente lo más peligroso que he hecho en mi vida”, dijo.

Su madre era profesora de ciencias de escuela secundaria, y Alhadeff también decidió seguir una carrera en educación. Después de graduarse del College of Nueva Jersey, comenzó a trabajar como maestra de educación física de preparatorias, en 1997, en el centro de Nueva Jersey.

Durante un receso de invierno, viajó a Fort Lauderdale para visitar a su abuelo. Allí conoció a un estudiante de medicina, Ilan Alhadeff, junto a la piscina de la comunidad residencial. Él también estaba en el lugar visitando a su abuela. Ambos se casaron en 2001. Alhadeff siguió siendo maestra en Nueva Jersey hasta 2003, cuando nació Alyssa, y luego se convirtió en una ama de casa.

La familia se mudó al sur de Florida en 2014, y eligieron Parkland debido a su reputación de buenas escuelas. Alhadeff se convirtió en una madre devota del fútbol, y llevaba a sus hijos a prácticas deportivas y eventos escolares.

“Mi vida eran mis hijos”, aseguró.

Alyssa jugaba al fútbol con un equipo del club y en el equipo escolar junior en Stoneman Douglas. “Bromeo con mi esposo, le digo que yo era casi una asistente de Alyssa”, afirmó Alhadeff. “Ella tenía una vida tan ocupada y plena”.

Todo eso terminó cuando el tirador Nikolas Cruz ingresó a la escuela con un rifle AR-15, y disparó por la ventana del salón de clases de Alyssa, a quien baleó 10 veces. Diecisiete personas murieron ese día; otras 17 resultaron heridas.

Eran las 2 a.m. del 15 de febrero cuando el FBI le dijo a Alhadeff que su hija probablemente estaba entre los fallecidos, un hecho que fue confirmado por la oficina del médico forense esa misma mañana. Cuando llegó a ver el cuerpo de Alyssa, “ella estaba tan fría. Intentaba calentarla con mis manos. Terminé tomando un mechón del pelo de Alyssa y cortándolo, porque no quería que él me quitara todo de ella”.

Esa tarde, Alhadeff y su esposo fueron a un monumento a las víctimas, en un parque cerca de Stoneman Douglas. Y allí nació la activista.

Sintiéndose más enojada que nunca antes en su vida, recuerda que se acercó a una de las periodistas de televisión y expresó que tenía algo que decir. La mujer le respondió que no estaba al aire en ese momento. Alhadeff cruzó “al otro lado del camino” hasta que un reportero de CNN le dio un micrófono. Ella “no tenía un plan, ni idea de lo que iba a decir. Simplemente salió”.

Fue un momento de indignación cruda, que se volvió viral.

“Un pistolero, una persona loca acaba de entrar directamente a la escuela. Derribó la ventana de la puerta de mi hija y comenzó a disparar; le disparó y la mató”, grita Alhadeff en el video. “Presidente Trump, usted dice, ¿qué puede hacer? Puede evitar que las armas caigan en las manos de estos niños. Puede colocar detectores de metales en cada entrada de las escuelas... Presidente Trump, por favor ¡haga algo! ¡Acción! ¡Lo necesitamos ahora!”

Pronto decidió que no podía esperar a que otros actuaran. Durante la semana siguiente, mientras guardaba shivá para llorar a su hija, decidió que ella misma debía tomar medidas.

Así, creó una organización sin fines de lucro, Make Schools Safe (Hagamos seguras las escuelas), para brindar herramientas de seguridad adaptadas a las necesidades específicas de las instituciones educativas, como detectores de metales, cristales a prueba de balas, y vallas y portones reforzados.

A finales de marzo, viajó a Tallahassee para apoyar la legislación de seguridad escolar, que terminó siendo aprobada, y a Washington para apoyar el mitin de March for Our Lives, para el control de armas.

En abril, ella dio el paso más atrevido de todos y decidió postularse para la junta escolar, por un asiento que incluye las áreas de Parkland y Coral Springs. Se sentía decepcionada con la reacción del distrito al tiroteo, y pensó que su voz era necesaria.

En la noche de las elecciones, agradeció a sus seguidores y dijo que la política, al igual que el fútbol, es un deporte de equipo. Así, juró luchar por escuelas más seguras. A pesar de que había mantenido una actitud calmada, equilibrada y estoica desde su entrevista con CNN, se las arregló para compartir otro lado de sí misma esa noche: alegría.

“¡Lo hicimos! ¡Guau!”, gritó a una multitud entusiasta, mientras saltaba de emoción.

Su madre, Robinovitz, aseguró: “Pensé, guau, no la había visto sonreír así desde antes de la tragedia”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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